Daniel Giovenco: el cantor que cambió el rock por cuecas y tonadas

¡Qué tipo particular este Daniel Giovenco! Un músico capaz de asombrar por sus conocimientos tanto como por su sentido de lo popular. Un cantautor que aporta a la música sanjuanina más de lo que la cultura oficial le reconoce. Un gringo rubio de larga melena, anteojos y barba blanca, amante de la cuyanía y de lo que eso significa. Un nombre que se ha impuesto boca a boca y atrae a centenares de fanáticos en sus recitales. A sus temas, enraizados en renovadores como el Negro Villa y Raúl De la Torre, le agrega una pizca de humor que va configurando un nuevo cancionero, condenado tarde o temprano a explotar nacionalmente.

-Daniel, comencemos por la familia. Giovenco es apellido italiano…
- Mis abuelos vinieron de Librice, pueblo de Sicilia en una circunstancia muy graciosa. Mi abuela venía huyendo de las tormentas, de unas inundaciones que había en el pueblo. Y mi abuelo pasó con una banda tocando la mandolina para dar un recital solidario para ese pueblo y fue ahí como se conocieron. Según don Enzo Manzini que es quien me contaba esta historia, don Giovani Giovenco, muy político, muy anarquista, se enamoró enloquecidamente de mi abuela y le pidió venirse para América. Mi abuela accedió pero siempre y cuando él no volviera a meterse en política, porque te imaginas que tuvieron que huir de allá por política y acá…

-¿Y cumplió el abuelo?
-El aceptó porque estaba enamorado y cumplió la promesa pero… En cierto momento en la época de los Cantoni venía mi abuelo en bicicleta y le salió del alma “Vivan los tres machos Cantoni”, después de tanto tiempo sin haber dicho nada.

-¿Y?
- Y lo metieron preso porque recién había caído el gobierno. Debe haber sido el primer preso político.

-¿A qué se dedicaba don Giovani?
- Era heladero. Tenía una fábrica de helados. Yo he tenido en mis manos una especie de tarros que usaba donde hacía el helado. Estaba por la zona de Rivadavia.

- ¿Los conocistes?
-No. Te cuento: mi situación familiar es un poco extraña. Mis padres son separados. Mi mamá es hija de Fernando Leiva. Mis padres se separaron y yo sólo conoci a la familia de mi madre hasta que fui grande. Como se usaba antes, no se les decía a los niños que uno era adoptado. Después mi madre se junta con Manuel Vizcaino. Y vivieron juntos aunque se casaron ya viejitos. Manuel, mi padre adoptivo es un gallego muy querido.

-Pero la familia Giovenco sí la conociste.
- Hubo una cuestión muy linda. La música me llevó otra vez a mi familia. Tenía unos amigos músicos, entre ellos Luis Solera de Ullum y ellos me presentaron a un amigo cuyo padre tenía un amigo que se llamaba Giovenco. Yo no tenía idea de la existencia acá en la provincia de gente con ese apellido. Rastrié, nos encontramos con Elio, quien es mi padre de sangre  y esa ha sido mi historia familiar. Ahí fue que me encontré con Nena Giovenco de Mancini y con Enzo con los que he vivido un tiempo larguísimo.

- La esposa de Manzini era Giovenco.
-Sí, era ella hermana de mi padre y pertenecía a la sociedad de sicilianos de la provincia. Por supuesto los extraño. Enzo y Nena han sido gente muy querida para mi y me han dado un montón de cosas que llevo en el corazón.


La vida en Mendoza
- ¿Qué te acuerdas de la época escolar? ¿Dónde estudiabas?
- Yo empecé en Mendoza, tengo un gran cariño por esa provincia. Comencé allá porque al formar pareja de nuevo mi mamá se fueron a vivir a Mendoza. Mi viejo (Vizcaino) trabajaba en Vialidad. Mi viejo era muy loco en este sentido. Se hizo un macondo propio. En una villa donde todas las casas estaban puestas de cualquier manera, él se hizo una casa bien hecha y unas líneas para que todo el mundo se acoplara y eso se urbanizara como tenía que ser. Hizo una pileta comunitaria para la extracción de agua porque teníamos que andar kilómetros a buscarla en baldes.

-¿Qué lugar de Mendoza era?
-Buena Nueva,  muy recordado por mí, donde dejé amigos a los que no los he vuelto a ver más por supuesto.

- ¿Hasta qué edad estuviste?
- Eso tiene que haber sido hasta el año 70, con nueve o diez años. Luego volvimos a San Juan y cursé la escuela Pedro Nolasco Fonseca, de doble escolaridad, ubicada frente al barrio Del Bono.

- Ahí eras casi un niño bien…
- Fuimos a vivir a la casa de una finca  de Del Bono. Y ese lugar era muy lindo y un ambientazo. Ahí conocí sin saberlo a Rubén González, con quien luego hemos tocado toda la vida juntos. No íbamos al mismo curso pero si al mismo año.

-¿Y el secundario dónde lo hiciste?
-En la Boero. A pesar mío. Digamos, la Boero fue un escape al dibujo. Yo quería siempre ser artista. Terminé la carrera de maestro mayor de obra pero no sé pegar un padrillo.

-Pero dibujás bien
- No. En aquella época era Argentina potencia, argentina necesita técnicos… y mi viejo soñaba con tener un técnico o un ingeniero. El era tornero, quería tener a alguien recibido en una cuestión técnica y yo era otra cosa.

-¿Te sirvió la experiencia?
-Sí, me sirvió a mi viejo… Porque le dije que a mi hermano no se le ocurriera mandarlo a una escuela técnica. “Mandalo a una escuela donde aprenda arte”. Ahora mi hermano es guitarrista y de los buenos. Yo envidiaba a mis amigos que estudiaban música.

Primero fue el rock
- ¿Cuándo comienza el contacto con la música?
- En la Boero. De allí han salido los mejores músicos que ha tenido la provincia. El Negro Juan Ortega, el Cabezón Varas, excelente bajista; un amigo y cantor Carlos Peñaloza, Alejandro Sánchez, un montón de gente que ha salido de la Boero y que deben haber tenido el mismo problema que yo.

- ¿Era la época de las peñas o ya había pasado?
- No. Eso imaginate que es 76 o 77. Las únicas peñas que yo he ido han sido El Horcón y me acuerdo gratamente de esas peñas por el silencio con que se escuchaba al artista, algo que hoy no consigues en una peña ni por casualidad.

-  Pero tus comienzos fueron en el rock.
- Sí, totalmente. Me sorprendió “Plegarias para un niño dormido” caminando por la calle. Escuché ese tema y me enloquecí. Ví otra manera de escribir poesía. Sabía que andaba buscando algo y lo encontré ahí en esa música. Tal es así que estuve muchísimo tiempo muy influenciado por Spinetta, por su poesía. Hasta que un compadre, el Negro Juan, me dijo dejá de escuchar a Spinetta, escuchá otra cosa porque vas a estar dando vueltas ahí y eso es insuperable. Tenés que buscar por otro lado.

-Las influencias son inevitables…
-Siempre uno se va dejando influenciar por lo que escucha y por lo que lee. Uno elige influencias, elige ideologías. Si uno elige a Osvaldo Bayer como historiador, uno está eligiendo una filosofía de vida y una posición política.

-Los clásicos del rock son de esa época.
- Por supuesto. Yo he vivido escuchando a Spinetta, a García, a Fito y a Gieco y he aprendido a pensar a través de la música. Y es extraño. Hay frases que me han  llegado mucho. Por ejemplo, llegar, de qué sirve llegar si no llegan conmigo los que vienen detrás. Es una frase de León Gieco que me pareció bellísima, que puede que sea demagógica, pero que tiene una fuerza increible.

Y de pronto la tonada
- Casi todos ellos estuvieron también cerca del folklore.  La Negra Sosa, Victor Heredia. Era una mezcla casi, que se dio mucho más que entre el folklore y el rock que con el tango.
- Sí, salvo la excepción de Spinetta que es lo más cercano al tango que se dio en aquella época, pero en el folklore se dio. Acá se dio de una manera que abrió varias puertas. El Negro Figueroa, cuando nosotros hacíamos festivales de rock, por ejemplo, para conseguir alimentos para los soldados de Malvinas, en esos festivales de rock el Negro Figueroa y Luis Solera iban y cantaban tonadas y nosotros nos quedábamos obnubilados porque decíamos que como puede ser que esto nos esté pegando tanto como el rock.

-¿Te gustó la tonada?
- A decir verdad, ese tipo de composición que no la conocía me impresionó mucho. Pero ya me impresionaba en Alero Huarpe con los Cantores de la Cañadita, los Trovadores de Cuyo que Fernando Leiva me decía “escuchá lo que dice ahí” y a mi me gustaban esos trabalenguas que se armaban: “amasa quien te idolatra premiesa quien te lastima” que si no dividís bien las palabras parece que están hablando en jeringoso.

-Es así…
-A mi me alucinaban estas cuestiones y esta experiencia del folklore y del rock. Esta fusión ya se fue dando en aquella época y yo escuchaba y componíamos con González y él me mostraba composiciones suyas donde yo estaba convencido que era rock y no. Eran tonadas o eran zambas. No tenía ni idea que esas eran tonadas o zambas. Claro, él era mi amigo, jamás iba a pensar que él estaba haciendo folklore si nos conocíamos del rock.

- En toda esa etapa empieza una transformación sobre todo de las melodías del folklore…
- Al Negro Villavicencio hay que agradecerle la evolución de la tonada sanjuanina. Tal vez Figueroa urbaniza. Esto no significa que asfaltaron, sino que estamos dentro de un marco que no es el campesino solamente o no estamos pintando la cosecha desde el lugar. Más bien yo he compuesto cuecas que hablan de la cosecha, pero desde el chimbero que va a cosechar. Digamos desde lo urbano que va y toma un trabajo golondrina.

- Tiene temas buenísimos Figueroa, Tonadita o Primera soledad…
- Vos fijate que San Juan, dando un salto en la historia, desde aquella época no ha podido colocar en Cosquín, por ejemplo por decir un festival grande o en el mercado, un grupo como Vereda, que es donde estaba el Negro Figueroa como compositor y arreglador; Susana Castro como voz; el Negro Sarracina como primera viola (citado a tocar por Charly García, David Lebón), estamos hablando de un maestro; Rulo Tejada, en bajo y Rody Lamela en percusión. Donde usaba la batería del rock como percusión, no como batería.

-¿Y como sonaba para tus oídos?
-Me parece que la batería tranca un poco la cueca. Cuando la cueca la quieren bateriar me parece que la trancan porque es como un elemento que no está hecho para la cueca.

-¿Te gusta la percusión en la cueca?
-Por primera vez sentí una cueca con percusión, con el Negro Juan en viola, Payo Muñoz en primera guitarra, Rulo Tejada en bajo, Rodolfo Páez Oro cantándola y ojo, pero estaba Ricardo Soria en la batería y eso sonaba a otra cosa. Porque ahí hay jazz. Me parece que el jazz está más cerquita de la cueca y la tonada.

-Lo que pasa que también la cueca sufrió los embates de la música norteña que ahí le agregan el bombo.
- Está bien. Pero fijate vos, el mendocino Dardo Palorma mete en sus arreglos, en sus cuecas, un hallazgo: el clarinete. No metió oboe, éste es dulce, el clarinete es burlón, es la cueca. He tocado hace poco  con instrumentos del tango si se quiere, que es contrabajo y bandoneón y hemos hecho un vals que es Quitapenas y está pintado para bandoneón y contrabajo increíblemente. Entonces digamos que se puede evolucionar, lo que hay que estar abierto a críticas y que éstas sean con la mejor buena leche que se pueda.

El Negro Villa y Raul
- Volvamos a la música. Con el Negro Villa sale una melodía distinta, pero la poesía distinta creo que comienza con vos.
- Para mi comienza con El Negro Villavicencio porque nos ablanda el idioma. Nos ablanda el idioma para poder cantar nosotros lo que queramos cantar. Te lo puedo asegurar. Y estamos hablando de este ícono de la música cuyana y acá yo no puedo comparar quién es mejor o peor. Quien le da un toque de mayor belleza artística literaria es Raúl de la Torre. Estos dos monstruos nos dejan servido para que hagamos lo que queramos. Si el Negro le da en la música unos tonos que el folklore cuyano ni había sospechado, Raúl le da ese delirio en la poesía.

-¿Y el Negro Figueroa?
-Lo que hace el Negro Figueroa y Luis Solera es tomar un poquito del ADN de Tejada Gómez. El Negro Figueroa musicaliza unas obras de Tejada Gómez que son increíbles. Inclusive, el mismo Tejada Gómez discutía con el Negro y le decía, “¿porque sacaste de Primera soledad una parte donde decía “vestido de marinero”? Y Figueroa le contesta: “mire no hay manera de meter la palabra marinero en una tonada”. Y Tejada Gómez le dijo, tenés razón.

-Esa sería la base de una nueva forma de cantar cuyano…
-Todos estos elementos nos dieron una nueva base a los nuevos poetas, empezamos a mamar de ellos. Lo que hemos hecho con González es poner una pizca de humor en la tonada que por ahí no se permitía como en la cueca. Entonces, algunos elementos de la cueca lo hemos llevado a la tonada a nivel literario. Hemos hecho algunas mezcolanzas raras y sí, hay algo nuevo ahí y que está evolucionando. Yo he sentido nuevas composiciones de nuevos artistas que no han salido todavía a mostrar lo suyo porque a lo mejor tienen compuesto uno o dos temas. Tendrá que madurar o quedará eso ahí.  Por ejemplo lo de Galdeano es precioso.

Troncoso es un autor muy bueno.
- Troncoso, por Dios.

- Fui a ver tu último recital y me llamó la atención la adhesión de la gente que iba más allá de estar viendo un espectáculo. Vos hacías lo que querías, andabas por el escenario y todo lo tomaban a bien. Lograr eso es lo difícil. Ahí es cuando el artista pasa a ser verdaderamente un artista.
- Ahí hay una cuestión que es el afecto con el público. Y es el público trabajado durante añares. Es un público que me ha visto tocar muchas veces solo y en condiciones muy desfavorable, con malos sonidos, y tocando el instrumento solito, siendo que no soy muy ducho en eso. Entonces era como una alegría del público al ver que estaba haciendo algo que superaba lo anterior. Y en esto mucho tuvo que ver un compadre mio que es el Gokú Illanes que es un músico extraordinario.

- Gokú nació siendo músico.
- El te suelta la percusión, toma el bandoneón, te suelta el bandoneón y te toma la guitarra. En ese espectáculo hicimos algo que por ahí es una tendencia de lo que estamos haciendo ahora. En vez de meter cuatro valses cuyanos, hacemos un vals peruano. La misma letra, la misma melodía pero con el toque, para darle un poco de agilidad al espectáculo, mostrar folklore latinoamericano.

Lo otro que noté ahí, que a diferencia con otros espectáculos donde el intérprete está paradito, canta y listo, vos manejabas el escenario y esta es una diferencia que el artista cuyano tiene que aprender todavía. La gente va a ver un espectáculo…
- Si, pero yo soy durísimo. Pero eso es verdad, tenés que aprender a manejar el escenario. Te digo sinceramente, hay una estética en el folklore que a mi me encanta que es la estética de Di Fulvio. El vago sentado, su guitarrita y te parte la cabeza cuarenta veces en Cosquín. Esa estética del músico sentado me encanta.

- Di Fulvio la toma de Eduardo Falú.
- Claro. Esas son las cosas que tiene Cosquín. Por ahí te sorprende con José Luis Aguirre, un tras serrano impresionante que a mi me delira un montón porque ha ganado el Cosquín con una cueca cuyana y es de traslasierra y él hace tonadas. Eso se lo agradece uno infinitamente. Otro personaje, Ramiro González, con una estética de más instrumentos, teclado…


La familia
- ¿Estás casado, tenés hijos…?
- Estoy en pareja hace quince años, que para mi son quince minutos bajo el agua. Es un viejo chiste que no le gusta nada a Angelita que es mi señora, musiaspiradora,

- A Angelita la tomás a broma en el espectáculo.
- No es en broma. En realidad todas las cosas que digo en el espectáculo son realmente verdad y tenemos muy buena miga componiendo. Hemos compuesto varias cosas y sobre todo le hago muchísimo caso porque si a ella le gustó cómo salió, el espectáculo está bien. Porque ella de folklore entiende diez veces más que yo. Me enseñó folklore que yo no tenía idea que existía o si tenía idea.

-¿Cómo se llama tu señora?
- Alejandra García, pero yo la bauticé Angelita, porque realmente fue un ángel que me guió. La cuyanía me tenía un poco de aquí para allá y un poco desorganizado, porque vos para entender el folklore cuyano lo tenés que mamar en todo sentido. Escribir tonada desde un cuarto es medio difícil, tenés que salir y vivir.

-¿Tenés hijos?
- Tengo tres hijos. Dos nenas, la mayor está estudiando veterinaria en Río Cuarto; Lucas, que también escribe, toca la guitarra; Gimena, que es la única que me ha dado dos hermosos nietos.

- ¿Tuviste una anterior pareja?
- Si, nos separamos y estoy hace quince años con Angelita. Uno se ve en ellos cuando digo éste ya sé para donde va.


La Cuyanía
-¿Qué es la cuyanía?
- En cada lugar del país tiene un nombre distinto. Por ejemplo lo comprobé en Misiones, ellos llaman militancia chamamecera. Son familias que se visitan, no tan solo en cumpleaños, sino cuando se les da la gana. Va más allá del evento formado por una peña. Digamos, la peña es parte de la cuyanía. Supongamos, estoy en mi casa, me llegan de serenata el día martes a las cuatro de la mañana, eso es parte de la cuyanía.

- Es una forma de vida.
- Es una forma de vida, absolutamente. Yo entré a ese círculo gracias a mis amigos. Ellos me dijeron, ¿a vos te gusta la tonada? Entonces vení, mirá y escuchá.

- ¿Es parte de la cuyanía trasnochar, tomar un vino, o no?
- No. He recibido consejo de la gente de la cuyanía, tipo Ratón Muñoz que dice: mire compadre, usted quiere ser cantor, entonces arriba del escenario usted no puede tomar un solo trago de vino y usted donde esté tiene que cuidarse porque es un artista.

- Cuyanía es lo que hacía don Raúl Oro en Pocito.
- Por supuesto, eso es cuyanía. En la cuyanía hay varias categorías. Están los recibidores, que son los que abren la casa. Están los lugares comunes, El Abanico, los lunes cuyanos. Están los personajes, este grupo nuevo que estoy armando le he puesto Los traidores. Y los traidores en la cuyanía son los que te traen el traguito. Por ejemplo, cuando se le dedica un cogoyo a todos los presentes, vos te vas a dar cuenta que siempre son cuatro o cinco los que te traen el traguito. Ellos son los traidores y gracias a ellos logramos inspiración arriba de un escenario.

- Volviendo a la música sanjuanina. Las viejas tonadas eran bastante romanticonas en sus letras, después vino una etapa más politizada. Hoy ¿Cual es la temática de la música sanjuanina?
- La etapa politizada del folklore en San Juan hay que rastrearla por el lado de don Buenaventura Luna. Hay muchos que confunden esta historia con que Tejada Gómez o el Negro Figueroa o Luis Solera o alguna de esa me cae a mi que he metido la cosa política en la tonada, y no, viene de ahí.

- Más que la política, la rebeldía.
- Pero la política también. Quien ve un fenómeno climático en el poema de Nublarse sus valles vi, no entiende a Don Buena. Es otra cuestión la que está diciendo. Está la cueca Pal comisario, tenés aquella que Me persigue el gobierno, que es una obra de arte de la burla, es una cuestión muy bien hecha. En dos palabras dice, no quiero trabajar por la plata que me ofrece el patrón y me persigue el gobierno, porque aquella época  se castigaba la vagancia. Tampoco quiero, no sé qué otra cosa hacer y me persigue el gobierno; y ando con la señora del comisario y me persigue el gobierno también. Entonces también en la cueca estaba la política y también estaba el humor y es una lástima que esa cueca no haya hecho carrera porque pocos la conocen y a mi me parece genial.*

- ¿Pero le ves futuro a este folklore sanjuanino?
- El folklore se mete en la política sí o sí porque se mete en la vida del pueblo. Si viene y baja un plato volador en San Juan y la tonada no habla del plato volador porque no se puede hablar de él en una tonada, la tonada ha muerto. Si la tonada no es actual, si no escribe lo que es hoy, si la tonada se retroescribe, si la tonada habla de la tonada permanentemente y no habla de lo que está pasando, es un género que en algún momento va a desaparecer. Porque ¿cuántas veces se puede escribir sobre la tonada y sobre lo que dice? Diez, veinte, treinta, listo, ya está. Reescribir lo que escribió Villavicencio es muy complicado. El que quiera hacerlo está perdiendo tiempo, porque no va a poder, porque ya está todo dicho.


Las fiestas sanjuaninas
- ¿Qué pensás de la Fiestas del Sol?
- A mi me gustaría que el presupuesto de Cultura se repartiera en varias Fiestas del Sol o en varias áreas de la cultura en todo el año para el crecimiento de todos los artistas de la provincia. Para que el artista de la provincia consiga una profesionalidad que por ahí no puede tener porque es muy difícil convencer a un músico que te siga cuatro años tocando por chauchas y palitos. Entonces vos tenés que salir a tocar solo o con uno, no podés planificar un grupo y cuando los presupuestos se van mucho más de la mitad o nos dejan un pedacito para los artistas sanjuaninos donde cobramos el uno o dos por ciento de lo que cobran los grandes artistas que vienen de afuera, es muy difícil que el arte local se supere. Se superarán tres o cuatro.

-¿La mantendrías?
-Es un mega espectáculo pero con lo que costaba traer a Mirtha Legrand  y Susana Giménez hubiésemos podido dar todos los músicos de toda la provincia, un espectáculo semanal en cada departamento todos los fines de semana de todo el año. Entonces hay que ver. Uno puede decir lo usamos de promoción, bueno. Hay que ver cuánta gente de más vino por esas personalidades. Si vinieron dos nos costaron un montón de plata.

-¿Y Ricky Martin?
-Traer a Ricky Martín, me imagino que debe ser para bueno para el que le gusta. Es más, como músico tendríamos hasta la obligación de ir para ver espectáculos de tamaña tecnología, hay que sacarse el sombrero. El tema es ver qué ganamos y qué perdemos. Qué ganamos en una semana y qué perdemos en el año menos una semana. Eso es lo que hay que plantearse.

-¿Entonces…?
-Esta Fiesta del Sol me imagino, todavía está dentro del ejido de la administración de Elizondo, igual que la presentación en Cosquín. Han sido el mismo formato. No sé si esta nueva administración va a hacer otra cosa. Estaría bueno charlarlo para ver qué se puede aportar para que crezcan los músicos de acá. Para que tengan los escenarios, la continuidad y el público que se merecen. El artista de San Juan necesita del público sanjuanino.

- La noche que estaba cantando Troncozo en el escenario mayor en la Fiesta del Sol, no había más de cien personas y la noche anterior con Abel Pintos, dicen que habían ido veinte mil. Entonces el público quiere eso…
-  Te dan ganas de matarlos. Nosotros estamos acostumbrando a un público a los megaespectáculos. Digamos, una gestión cultural que le dedica a los megaespectáculos un presupuesto, es obvio que el público va a responder a eso.  Una gestión cultural qué se dedica a organizar megaespectáculos, no lo veo. Yo digo que no, otros dicen que si porque traemos turismo a la provincia. Habría que ver si no se trae más turistas teniendo peñas en cada departamento o locales donde se pueda tocar en los departamentos y que haya alguna política cultural donde nosotros no tengamos que estar huyendo de SADAIC. SADAIC está cobrando el cincuenta por ciento de los que vamos a cobrar cinco monos. Habría que ver, como se ha hecho en otras provincia donde se le exime a lo mejor de impuestos al local que le da la oportunidad al músico de tocar ahí. Claro que el municipio le pone una condición que es poner un buen sonido Porque lo que necesitamos es que la gente crezca, que ese bar se llene todos los fines de semana, porque esa es la mejor propaganda cultural.

- Salta lo ha hecho así.
- Lo ha hecho Salta, Córdoba. Esto lo conozco de Unquillo en 1986, o sea que no es una cuestión nueva. No es que yo me enteré y que la dirección de Cultura de acá no se haya enterado.




NOTA PUBLICADA EL 18 DE MARZO DE 2016 EN EL NUEVO DIARIO

GALERIA MULTIMEDIA
Ensayo de El Entrevero, espectáculo en el que los De la Torre, Inti Humana, Rolando García Gómez y Mili Yacante, compartieron con Giovenco
Daniel Giovenco junto a Juan Carlos Bataller
Daniel Giovenco en los jardines de El Nuevo Diario
Daniel Giovenco
Tonadero, así se lo reconoce a Daniel Giovenco