La joven sanjuanina que mató a su hermano por defender a su familia.

 Fue en una madrugada de agosto de 1999 en una casa de la antigua Villa UPCN, en Concepción, Capital. El hermano mayor de la familia llegó borracho y empezó a golpear a todos. La chica lo enfrentó y todo terminó en tragedia.

 

Él era una buena persona estando sobria, pero cuando tomaba se convertía en el “diablo” en persona. No exageraban. Juan Estrella sacaba lo peor de él cada vez que bebía demás y aquella noche de agosto de 1999 no fue la excepción. Como  el mismo demonio llegó de madrugada al hogar de su madre en una villa de Concepción, Capital, y a golpes e insultos convirtió esa casa en un infierno. Así también pagó sus culpas. Su hermana le hizo frente con un cuchillo e inesperadamente le dio el más terrible de los castigos.

 

Todo acabó en tragedia en esa precaria vivienda de la vieja Villa UPCN, cerca del matadero municipal de la Capital sanjuanina. Esa noche Juan Andrés Estrella no salió vivo a raíz de los puntazos que recibió. El dolor fue doble para la familia, que lloró el cruel destino de su hijo mayor y la terrible encrucijada en la que se encontraba su hija Maribel, que sin querer se había manchado las manos con sangre de su propio hermano.

 

 

El crimen sacó a la luz la historia de desencuentros y antiguos rencores entre los hermanos mayores en el seno de una familia numerosa marcada por la pobreza en esos años 90 y sin vivienda propia. Al igual que sus vecinos, ellos eran ocupantes de esos terrenos del gremio UPCN y sus casas eran construcciones de adobe con techo de caña y piso de tierra. Una complicada realidad que los ponía siempre al borde, fue el caso de Juan Andrés que sufría la desocupación y  encontraba en el alcohol un aliciente a sus males. Maribel era madre de dos niños a los que mantenía como podía y que alguna vez estuvo presa. Una chica muy delgada y de baja estatura, pero a quien la calle la había enseñado a defenderse. Era ella justamente, como la mayor de las mujeres, la que salía en defensa de sus hermanos menores y de su madre, doña Mary, en las ocasiones en que Juan se desbocaba y descargaba su furia contra los miembros de la familia.

 

Doña Mary era la típica matrona, una referente de la villa que manejaba un comedor y ponía sobre sus espaldas los reclamos de los vecinos. Pero claro, ese carisma no era suficiente para dominar a su hijo Juan que aparentemente guardaba cierto rencor con la familia. Es que, según contaban en ese entonces, él había tomado partido por su padre cuando éste se separó de doña Mary y eso generó que la relación se resintiera.

 

Un hombre violento

 

Entonces cada vez que Juan tomaba, sacaba a relucir sus diferencias con sus hermanos y su madre. Y no eran sólo reproches, el hombre aplicaba la fuerza a puro manotazos y ni su mamá escapaba a sus acostumbrados arranques. Todos le tenían miedo cuando se emborracha porque sus reacciones violentas eran imprevisibles. Además, no lo podían contener: el muchacho era robusto y alto en comparación a sus hermanos.

 

Desde hacía tres años que Juan Estrella estaba conviviendo con María Gallardo y tenían un hijo. La pareja vivía en Chimbas, pero cada tanto pasaba por la Villa UPCN. En ocasiones, el muchacho de 30 años caía a la casa únicamente a hacer recriminaciones, en especial contra David –el tercero de los hijos- a quien siempre le tenía celos. Con Maribel también se la agarraba porque ésta sacaba coraje y lo desafiaba.

 

La noche del 31 de julio de 1999, Juan Estrella se pasó de tragos y pasada la medianoche quiso continuar la farra. Su palabra era una orden, fue así que obligó a su mujer a que lo acompañara a la casa de unos amigos en un lote hogar de Chimbas. Ahí siguió bebiendo.

 

A las 2 de la madrugada del 1 de agosto, Juan decidió que ya era hora de marcharse y le propuso a María Gallardo ir juntos al domicilio de su madre. “Tengo que arreglar algunas cosas…”, le expresó. Ella, que lo veía que no estaba en su sano juicio y olía que podía haber peleas, le pidió que no fueran, que era tarde, pero él insistió. Estaba exaltado y nada le hacía cambiar de opinión. Se ponía testarudo, pero sobretodo violento.

 

Ese “arreglar algunas cosas…”, daba a entender que nada bueno traía en mente. De hecho, apenas llegó al rancho de su madre, pateó la puerta y entró profiriendo insultos. No le importó que su madre y sus hermanos menores estuviesen durmiendo. Caminó furioso por el interior de la casa hasta que irrumpió en la pieza donde descansaba su hermano David con su mujer y empezó a gritarle. Este último se levantó, pero Juan le largó unos golpes y lo tomó por el cuello intentando ahorcarlo.

 

Sólo se escuchaban gritos. Eso despertó a Maribel, que vivía al lado. La chica se puso de pie rápidamente, se vistió y cruzó a la casa de su madre llevando consigo un cuchillo. Sabía que era Juan, que otra vez había llegado borracho y buscaba pleitos. Iba dispuesta a correrlo. María Gallardo la vio ingresar, pero alcanzó a frenarla y le quitó el arma blanca para evitar un mal mayor.

 

Juan seguía enardecido y golpeaba a David, pero cuando apareció Maribel se le fue encima de ella. Doña Mary trató de interceder y se puso en el medio para que no se trenzaran. Sin embargo, su hijo mayor le largó un golpe a la mujer mayor y la tiró casi desmayada en el piso. Ahí aprovechó para pegarle unas patadas. Eso encegueció a su Maribel, que manoteó un cuchillo sierrita que estaba arriba de un viejo tocadiscos.

 

A cuchillazos

 

La chica le aplicó con bronca un puntazo a Juan en una pierna para amedrentarlo, pero él más se volvió loco y la atacó. En ese instante fue que ella, por defenderse, le clavó un cuchillazo en el pecho. La filosa hoja dentada se hundió cerca del corazón. Juan gritó ahogado del dolor y trastabilló hasta que finalmente se desplomó. Todos enmudecieron. Tirado en el piso y mirando a su mujer, el muchacho balbuceaba: “me muero…” Todavía conservaba algo de conciencia en medio de su agonía y, como sabiendo que de ésta no se salvaba, se despidió de María pidiéndole que cuidara de su hijo.

 

No hubo tiempo de nada. El equipo médico que llegó más tarde constató que Juan Andrés Estrella estaba muerto. Los policías de la Seccional 2da no dejaron salir a nadie del rancho y terminaron llevando presos a  David y a Maribel como sospechosos del crimen. En la comisaría, todos contaron cómo sucedieron los incidentes y la chica confesó arrepentida que fue ella quien acuchilló a su hermano mayor.

 

Maribel Estrella quedó como única detenida por el asesinato y en junio de 2000 fue llevada a juicio ante los jueces Félix Herrero Martín, Juan Peluc Noguera y Mónica Lucero en la Sala II de la Cámara en lo Penal y Correccional. La acusación: homicidio simple con exceso en la legítima defensa. César Jofré y Silvina Gerarduzzi, los abogados defensores, buscaron reforzar las pruebas y testimonios que demostraran que el crimen fue el resultado de una situación no querida por nadie y que la joven de 28 años actuó en defensa propia y la de su familia. Todos los testigos, incluso la madre y la pareja de la víctima, fueron coincidentes en describir el carácter violento de Juan, de sus constantes agresiones y sobre todo afirmaron que él desató el drama esa noche. El tribunal no tuvo dudas, en su fallo resolvió absolver y declarar libre de culpa y cargo a Maribel Estrella.

 

Cerraba así, en parte, la triste historia de esta familia. Años después doña Mary, sus hijos y nietos abandonaron la Villa UPCN para mudarse una casa nueva en la zona de Santa Lucía y atrás dejaron los amargos recuerdos de esa desgraciada noche.


Fuente: tiempodesanjuan.com - Publicada el 29 de Septiembre de 2019 – Autor Walter Vilca

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