JOSE LUIS GIOJA. El hacedor (2003 - 2015)

La vida política de José Luis Gioja a lo largo de más de cuatro décadas ha conocido los más altos honores. Pero su vida personal y política no ha sido fácil. Pasó por dificultades que hubieran doblegado a más de uno. Y las superó. Seguramente será un personaje muy atractivo para los historiadores del futuro. Por encima de las valoraciones que cada sanjuanino haga, es indudable que su nombre quedará ligado a muchas obras públicas que cambiaron la provincia.

  Es difícil redactar el perfil de un gobernador cuando aún está en funciones.
Quiero aclarar que mi carrera periodística se ha desarrollado contemporáneamente con la carrera política de José Luis. Por lo tanto, conozco cada uno de sus pasos, como seguramente también él ha seguido mi actividad.
Alguna vez, también, hemos compartido una campaña política. Fue en las elecciones legislativas de 1.985 cuando el Justicialismo, conducidopor el ingeniero Hugo Giuliani y José Luis Gioja acordó un frente con el MID, que yo presidía, el FIP, que presidía Jorge Fernando Rivera Prudencio y la Cruzada Renovadora de Alfredo Avelín. Eran los años del regreso a la democracia y enfrente estaba el radicalismo de Raúl Alfonsín en su mejor momento y el bloquismo de Leopoldo Bravo gobernando de San Juan.
Pero independientemente de esa campaña, la relación siempre fue de respeto mutuo por las actividades que a cada uno tocó desempeñar.

Ahora sí, comencemos con el perfil de José Luis Gioja.                                    
¿Por dónde empezar?
Opté por comenzar con un artículo publicado el 10 de octubre de 2003. Esta Ventana –así se llama mi columna en El Nuevo Diario-, la escribí cuando Gioja ganó las elecciones que le posibilitarían su primer periodo como gobernador.

El hombre que ha llegado
(Publicado en El Nuevo Diario en 2.003)

El hombre que ha llegado recorrió un largo camino.
Su éxito no es fruto del azar.
Lo fue construyendo paso a paso, recorriendo cada escalón; aprendiendo de éxitos y derrotas, de multitudes y ostracismos, de honores e indiferencias.
Aunque no las muestre, lleva heridas, de aquellas que marcan por vida. Supo de cárceles y torturas, aprendió de la solidaridad de los clandestinos. Entendió lo que es jugar de punto.
Y también de banca.
Y en algún rincón guarda el afecto para aquellos que cuando cae la noche pintan leyendas o pegan afiches quizás porque aún lo acompaña aquel “flaco” o aquel “Tula” que aprendió a dibujar una V grande con una P adentro, cuando esa osadía se pagaba con la cárcel.
Pero no nos engañemos.
No es “el flaco” o “el Tula” el que ha llegado.
Los años no han pasado en vano.
Llega uno de los gobernadores con mayor experiencia política que hayatenido San Juan.
Sólo comparable al Leopoldo Bravo de los años 80.
Llega uno de los pocos sobrevivientes de una generación —la que genéricamente podríamos denominar del `68— cargada de romanticismo, de acendrado espíritu político coral, dueña de un sentido épico de la vida. Una generación que en algunos casos murió en sus intentos. En otros se
consumió en fuegos fatuos. Y hasta hubo quienes terminaron aceptando el sistema y transformándose en exitosos negociantes o destacados hombres públicos.

Pero tampoco quedaría completa la pintura si solamente nos remitiéramos al militante o al sobreviviente.
El hombre que ha llegado viene fogueado por la experiencia de haber sido protagonista y salir airoso del laberinto en que se encerró la vida institucional argentina en los últimos años.
Sabe cómo se construye el poder.
Ha visto vaciarse y llenarse cada expresión humana.
Tuvo, entre otras cosas, el raro privilegio de presidir las asambleas legislativas que consagraron a tres presidentes argentinos en pocos meses y con la bronca adueñándose de las plazas.
Y alcanzó nada menos que a sentarse en el sillón de Rivadavia. A esos planos ni se llega por azar ni se regresa siendo el mismo.
Y acá está. Donde él quiso, tras treinta años de andar el camino.
Y es el momento donde caben las reflexiones.
Porque pocas veces un gobernante debió enfrentar tantos problemas.
Una provincia que fue rica y hoy es pobre, donde 40 mil empleos públicos, otras tantas jubilaciones y casi la misma cifra de subsidios a la desocupación disfrazan el hambre y sostienen la civilización, evitando que nos comamos los unos a los otros.
Una provincia donde buena parte de la población extravió la cultura del trabajo y es urgente que la recupere antes que la marginalidad —que es mucho peor que la pobreza— se adueñe de sus espíritus.
Una provincia, en fin, que tiene sus riquezas dormidas y sus miserias expuestas y que está harta de buscar culpables, de vivir en enfrentamientos estériles, de navegar sin rumbo.

Pero —también hay que decirlo— pocas veces un gobernante llegó con tanto poder.
No es malo, al contrario, contar con las mayorías que posibiliten construir la casa nueva.
Pero es peligroso no tener enfrente la alternativa que enriquezca los proyectos, que evite los excesos, que mantenga las almas despiertas.

Y poco es lo que ha quedado en pie.
Es como si un vendaval hubiera arrasado con partidos, instituciones, políticos, empresarios, dirigentes en general. Es cierto: los pueblos no se suicidan.
Seguramente ya están naciendo nuevos dirigentes, nuevas ideas, nuevas alternativas.
Quizás se están buscando, sin encontrarse aún.
Es hora que esta sociedad asista a un inmenso parto de dirigentes, de empresarios, de sindicalistas, de intelectuales.
Es tiempo que un formidable purgante nos libere de tantos prejuicios, ideas arcaicas, voluntarismos, vicios, errores, debilidades, temores y pesimismosque se nos han instalado.

Lo peor que podría pasarnos es que ese parto se retrase y sólo queden en pie los individualistas, los contestatarios, los necios, los que hacen un culto de la destrucción.
Si ellos encarnan la oposición, el clima se envenena y hasta las flores se marchitan.
Eso es lo peor que podría pasarle al hombre que ha llegado: la soledad del poder.
Desearle éxito al hombre que ha llegado es hasta ocioso.
Seamos protagonistas, cada uno desde su lugar, de la reconstrucción que nos justifique como generación.

El sueño del pibe

Y bien.
La nota era una pintura del Gioja que asumió la gobernación y dijo que se le cumplía “el sueño del pibe”.
Han pasado los años y Gioja será recordado de muy distintas maneras por los sanjuaninos.
Lo concreto es que nunca un gobernante mantuvo niveles de adhesión superiores al 50 por ciento con picos del 70 por ciento. Una adhesión muy superior a la que registraba su partido, el gobierno nacional e incluso su propio gobierno.
Sin duda, una demostración de una relación entre el gobernante y un muy amplio sector de la población que tiene características muy especiales.
Para entenderlo, es necesario recordar cuando comienza esa relación.

En aquellos días de 2.003 la noticia más importante era los días que pagaba la administración pública.
Eran tiempos en los que escribí uno de mis primeros libros sobre temas locales: “El día que San Juan desapareció” (editado en 1992). Allí se planteaba que San Juan era una burbuja a punto de estallar, donde la vida era artificialmente sostenida por un Estado que no hacía obras ni marcaba su impronta en ningún aspecto de la vida provincial. La tapa era un dibujo del Centro Cívico, un verdadero monumento al cemento en el corazón de la ciudad.
-No estamos en el piso, estamos en el subsuelo-, dijo Gioja a poco de asumir.
Esa realidad comenzó a cambiar. Y en la medida que se anunciaban obras se iba tejiendo el romance del gobernante con la gente. No fue una obra aislada. Fueron varias, algunas emblemáticas..
Menciono algunas; la terminación del Centro Cívico, la construcción de buena parte del Hospital Rawson, el Estadio del Bicentenario, el teatro del Bicentenario, la parquizaciónde la Avenida de Circunvalación y el Acceso Sur, los diques Caracoles y Punta Negra, la ruta 150, la línea de 500 Kwa, la Autopista del Sol.
Se dirá: la mayoría fue financiada por la Nación. Está bien. Pero para la gente, fue Gioja el que consiguió esa financiación del gobierno nacional.
Paralelamente, su nombre se asociaba a la gran minería que incorporabauna poderosalocomotora en el aparato productivo sanjuanino.
Aquella provincia terminal comenzaba a recibir embajadores de todos los países, Y el túnel de Agua Negra –caballito de batalla de muchos gobernantes- adquiría una nueva vigencia.
Sin duda alguna, José Luis Gioja ha demostrado ser el más hábil político de su generación. Pero por encima de esas condiciones, la imagen que transmite es la del hacedor, el hombre que, en función de gobierno, encara obras que marcan su impronta en la gestión.

De donde vienen

Los Gioja son descendientes de Inmigrantes italianos. Seguramente nunca habrían imaginado, aquellos habitantes del pueblo de Tradate, en la provincia de Varese, en la región de la Lombardia, una de las zonas más industrializada de Italia, que existía un lugar llamado San Juan, en la República Argentina y que algunos de sus descendientes muchosaños más tarde cumplirían allí importantísimos papeles.
De aquella región, hoy una de las más ricas de Europa, emigraron un día los Gioja. Cinco fueron los hermanos que se vinieron a la Argentina. Uno de ellos, Ambrosio, que nació en 1854, se instaló en la localidad de Carmen de Areco, en la provincia de Buenos Aires. Tuvo doce hijos, la mayoría se dedicó a la agricultura como su padre, siguiendo la tradición de su pueblo natal.
El hijo mayor de Ambrosio fue César Ambrosio, quien se casó con EmelinaCarnevale; de esta unión nacieron cinco hijos, Elina, Ricardo, Federico, Sara y Mary.

César falleció muy joven dejando los niños al cuidado de Emelina y de algunos de sus hermanos. Ricardo, el segundo hijo de Emelina y César, nació el 24 de abril de 1914. Este Ricardo tendría un papel importante en esta historia, como ya veremos. Tras cursar sus estudios primarios en Carmen de Areco, eligió una escuela con orientación en agronomía, forestación y regadío en Río Cuarto, Córdoba.
En 1943, se produce el hecho al que hacíamos mención: Ricardo fue convocado por el gobernador de San Juan, Pedro Valenzuela, para radicarse en la provincia junto a otros colegas con el fin de trabajar en distintas obras que se iniciaron en esa época.

Cuando Ricardo conoció a Adela

Una de las primeras obras fue la construcción y forestación de plazas del gran San Juan.
Un día, Ricardo, corpulento y bien plantado, conoció a una jovencita mientras trabajaba en una de las plazas.
Ella se llamaba Adela Manini y tenía la misma edad de Ricardo. Había nacido el 18 de diciembre de 1914, y era la menor de doce hijos de Ceferino Manini y Teresa Romero, ambos inmigrantes del norte de Italia y establecidos en el departamento de Pocito.

Ricardo y Adela estuvieron un año de novios y se casaron en 1944, y se fueron a vivir en una casa del Barrio Obrero Rawson. Allí nacieron los primeros seis hijos: César Ambrosio, Adela, Ricardo, José Luis, Mario y María Inés. El menor, Juan Carlos, nació en Jáchal, donde la familia se radicó algunos años por razones laborales.

Ricardo se dedicó a la construcción y luego entró a trabajar en la Dirección de Hidráulica, donde se jubiló. Adela, docente de toda la vida, ejerció en distintas escuelas.
Allí en Jáchal la familia permaneció durante varios años y sus hijos, varios de los cuales tendrían relevante actuación política, cursaron parte de sus estudios.

Desde siempre El Flaco

Desde que comenzó a militar en política, José Luis fue siempre El flaco. Y desde sus comienzos, al inicio de los años 70, sabía que su destino estaba indisolublemente ligado a esta actividad.
La política fue para él todo. Y le dio todo a esa amante eterna.
José Luis es ingeniero agrimensor. Es el único gobernador electo que se recibió en la Universidad Nacional de San Juan, entonces Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo. Aunque no le fue mal en su vida profesional, su pasión fue siempre la política.

Algunos, poseedores de muy mala información, sostuvieron durante mucho tiempo que José Luis era Montonero. Nada más lejos de la realidad. Su militancia estuvo siempre en la antítesis de los sectores de izquierda. La JP tradicional fue su marco de actuación. Y de sus compañeros ideológicamente más cercanos de aquella época podría mencionarse a Bibiano Quiroga, Elías Alvarez o Pepe Villa. Pero el gran maestro para él siempre fue don Eloy.
A pesar de pertenecer a una familia de padre radical, abrazó muy joven la militancia peronista y cuando don Eloy Camus fue gobernador en 1973, lo designó su secretario privado.

Esto contó Gioja en una entrevista que le hiciera años más tarde:
-¿Qué hacía usted cuando se produjo el golpe de 1.976?
-En 1976 yo era interventor del IPV. Ya había sido secretario del gobernador Eloy Camus, con quien aprendí muchísimo. Pero mi padre privilegió que me recibiera de ingeniero y le pidió a don Eloy que me echara. Yo cumplí con mi padre y me recibí a fines de 1974. Ya con el título, don Eloy me volvió a llamar y me ofreció el IPV. Y allí estuve hasta el 24 de marzo cuando se produjo lo que todos sabemos.

-Ese golpe se vio venir…

-Es cierto que en las fuerzas populares había dispersión, había ciertodesorden pero de ninguna manera se justificaba lo que pasó después. Y creo que hubo un plan que tenía que ver con una concepción política que estaba de moda, la teoría de la seguridad, con una marcada hegemonía de uno de los polos, Estados Unidos, y una buena relación con el otro, Rusia. Se hacía política con el terrorismo de Estado y su libertad, la mía y la de todos dependía del humor de quien vestía uniforme. Fue algo muy triste que no nos merecíamos los argentinos.

-¿Qué fue lo peor del régimen?

-La perversidad, la planificación con la que se hizo: vinieron para eso. Cambiaron la Constitución por estatutos, se pusieron al frente de organismospúblicos y privados, en lugar del parlamento pusieron la CAL(Comisión de Asesoramiento Legislativo). Así fue como los argentinosnos transformamos en Uganda.

-Fueron años muy duros.

-Yo le puedo decir que no hay como perder algo para saber valorarlo. Todo cambió en nuestras vidas. Todo tuvo otro significado. Imagínese no es lo mismo ver románticamente la lluvia a través de una ventana que escuchar esa lluvia desde una celda en la cárcel. Vivíamos la incertidumbre de pensar que llegaban de noche, que nos llevaban. Es algo que no se lo deseo a nadie.

-¿Usted fue torturado?

-Sí.

-¿Sabe quién lo hizo?

-Podría haberlo sabido pero no quise. No es bueno vivir con odio.

-¿Queda mucho odio después de vivir algo así?

-Yo siempre digo que en la vida no hay que recordar con odio ni resentimientos pero si hay que hacerlo con verdad y justicia.

Cuando Gioja perdió

Sólo una vez perdió Gioja una elección. Fue con el retorno de la democracia, cuando se presentó como candidato a intendente de Rawson.
En 1987, José Luis Gioja fue electo diputado provincial. Luego fue diputadonacional y senador nacional. Ocupó la presidencia del Senado de la Nación y durante el gobierno de Eduardo Duhalde, en más de una oportunidad en viajes de éste tuvo la responsabilidad de ejercer la presidencia del país. Electo gobernador en 2003, fue reelecto en 2007con la mayor cantidad de votos que haya alcanzado un gobernador en la historia provincial, superando incluso los porcentajes cuatro años más tarde cuando –reforma de la Constitución mediante- fue electo por tercera vez.

Concentrador de poder

A Gioja siempre se le reconoció –tantos propios como extraños- su gran capacidad de trabajo.
Con más de 60 años de edad, su agenda no reconoce límites.
Siempre fue un hombre capaz de asistir a un acto en Chile al mediodía, inaugurar un centro comunitario en Angaco al atardecer y tener fuerzas aun para estar presente en una reunión de una junta departamental.
Y esto no lo hizo una vez o dos. Lo hizo todos los días durante más de 40 años.

Durante diez años ha sido el referente único de la sociedad. Por sus manos pasó todo lo referido a las cuestiones del gobierno pero tambiénlas designaciones de magistrados, la confección de listas de candidatos y hasta cuestiones menores como opinar sobre los artistas que actuarían en la Fiesta del Sol.
Es sin duda el gobernador qué más poder concentró en sus manos.
Pues además de gobernador fue durante los últimos diez años el presidente del Partido Justicialista, el hombre por el que pasaba la conexión con todos los estamentos del gobierno nacional y como si esto fuera poco, en todas las elecciones su apellido estuvo ligado a la campaña. Cuando no fue él candidato, fue lo mismo el dueño de los votos. “César es Gioja”. “Votar a Tomas es votarlo a Gioja”.
Y ese nombre ganó una elección tras otras y en los últimos tiempos se impuso en todos los departamentos aun cuando perdiera su candidato a intendente.
Algo impensable quince años atrás cuando a José Luis se lo tenía “por un excelente cuadro partidario pero que difícilmente pudiera alguna vez ganar una elección”.

Es importante señalar que igual que estuvo hasta en los temas menores,Gioja jamás se borró cuando las papas quemaban y había que asumir responsabilidades. Y sostuvo a sus ministros aun en los casos en los que estos perdieron credibilidad popular. En alguno de esos casos, lohizo a costa de ser muy criticado por muchos de sus seguidores que novieron bien que se mantuviera en el cargo a un funcionario denunciadopor abusos.
Fue tal la simbiosis con la gente que hubo actos que se postergaron durantemeses porque las entidades organizadoras querían que el mandatarioestuviera presente.Gioja dejó de lado sus aristas más combativas cuando llegó a la gobernación:
“En junio de 2003 cuando tenía que decidir entre seguir siendo la terceraautoridad del país –presidente provisional del Senado-, o ser gobernadorde mi provincia, tuve la posibilidad de ir a Roma y ver al Papa. Mihija me decía que por supuesto respetaba lo que yo quería hacer peroque estaba cansada de la pelea de los políticos y mostrar siempre la hilacha.Ahí le dije que si era candidato no iba a contestar ofensas, al contrario.Hay que reforzar el aparato digestivo y tragarse los sapos y noes fácil pero por el bien de todos hay que intentar hacerlo”, dijo en unaentrevista a El Nuevo Diario.

El hombre en la intimidad

Pero… ¿Cómo es Gioja en la intimidad?
Digamos que hay varios Gioja. O un mismo Gioja que fue modificando sus hábitos con el tiempo.
Siempre fue flaco y aún hay viejos jachalleros que lo recuerdan en su niñez montado en una bicicleta, haciendo travesuras en el pueblo.
Hincha de Racing y de Unión de Rawson –fue presidente del club-; se confiesa hincha de los deportistas que representan a San Juan sin distinción de colores. Disfruta tanto de alentar a UPCN en voley como a Henry Martin o FabianFlaque o a la selección de hockey.

En los últimos años José Luis ha ido sustituyendo las carnes rojas por otras comidas.
“¿Porque no como carne?, la verdad que me siento mucho mejor sin comer carne, no es otra cosa, me siento mucho mejor del estómago, me he olvidado de la acidez… Tampoco como pan. Cuando éramos chicosmi madre nos daba de comer un bife con huevo frito o un bife con puréy ya medio que a la carne le agarré alguna idea. Siempre a mí me gustaron mucho más las pastas que la carne”.

-¿Es cierto que se curó un cáncer?

-Eso que dicen del cáncer es una huevada. Hace más de 4 años, me sangraba un lunar, me lo operaron y dio maligno, pero no fue nada, estoy muy bien..

José Luis está casado con Rosa Palacio, albardonera de nacimiento, con quien tiene cuatro hijos: Gastón, casado con Lorena Gilabert, Flavia, que abrazó la vida religiosa, Franco y Camilo, que aún permanece soltero. Abuelo ya, es un hombre de gran convicción religiosa. El hecho de que Flavia, su única hija, sea monja, ha acentuado en los últimos años esa vocación.

Además, reivindica permanentemente su sentir nacionalista. El cambio de los escoltas de la Bandera de Cabot es una ceremonia que cada mes lo tiene presente. Lo mismo los actos que recuerdan las grandes fechas nacionales, la cabalgata a la Difunta Correa y el Cruce de los Andes, una travesía de repercusión nacional que se ha transformado en una costumbre. Y cuya finalidad es recorrer el camino que en 1817 hiciera la columna principal del Ejército de Los Andes, al mando del general José de San Martín.

El accidente

La pintura no quedaría completa si obviáramos el tremendo accidente en el helicóptero el 11 de octubre de 2.013.
Pero tampoco sería lógico centrar en ese episodio una vida rica en éxitos y desgracias.
José Luis Gioja ha logrado en su vida ser un político poderoso y ganar el apoyo de gran parte de la población. Pero también ha conocido la cárcel, la tortura, la desesperación inicial de tener un hijo con síndrome down. Y a todo se sobrepuso. En lugar de negarlo lo asumió y lo superó. Tampoco ha sido un gobernante complaciente. Su defensa cerrada de la actividad minera lo ha hecho centro de los ataques de sectores anti mineros de San Juan y de otros puntos del país.
En su vida política ha pasado por situaciones difíciles, como el enfrentamiento con su hermano mayor, César, que se transformó en comidilla de la prensa de Buenos Aires.
Tampoco eludió las situaciones complicadas. Una de las cosas que lo enorgullecía era relatar que “cuando muchos pedían que se vayan todos y se sucedían las manifestaciones en los lugares que uno frecuentaba o en su propia casa, como vicepresidente del Senado de la Nación tuve que tomar juramento a varios presidentes y jamás me escondí. Siempre entré a mi despacho o a mi casa, por la puerta principal”.

Pero el accidente del helicóptero fue, sin duda, una situación límite. En el accidente murió Margarita Ferrá de Bartol, diputada nacional del Frente para la Víctoria. Otro de los acompañantes, el secretario de Gobernación Héctor Pérez, sufrió un politraumatismo en la cabeza. El diputado nacional Daniel Tomas, que también viajaba en el helicóptero, se quebró la pierna izquierda y varias costillas y sufrió fuertes contusionesen un hombro.
Gioja, fue trasladado al hospital Rawson con múltiples contusiones.Durante más de un mes su vida estuvo pendiente de un hilo por las infecciones, los problemas respiratorios, la extirpación del bazo, las fracturas de vértebras.
Tras ser estabilizado fue trasladado a Buenos Aires.
Aunque el riesgo de perder la vida ya estaba superado, a fin de año su futuro en la política era una gran incógnita.
En el mejor de los casos, decían funcionarios muy allegados, “va a poder gobernar dentro de varios meses y quizás lo haga desde su casa”.
La gran sorpresa fue cuando regresó a San Juan

El regreso

Cuatro meses después del accidente que puso en riesgo su vida y tras el tratamiento en el Hospital Italiano, el gobernador volvió a la provincia el 6 de febrero.
Con los ojos llenos de lágrimas, asomó por la escalerilla y levantó su brazo derecho saludando y agradeciendo. Después, desde la Casa de Gobierno, habló para los medios.
Gioja había vuelto.
A los pocos días estaba claro que no había vuelto para gobernar algunas horas por día o hacerlo desde su domicilio.
Aunque los dolores propios de la rehabilitación eran permanentes, el hueco de la traqueotomía que se le practicara aún estaba abierto y suespalda aparecía encorvada –como Américo García, había perdido algunos centímetros de altura por la lesión en la columna-, se las ingeniaba para seguir siendo el hombre omnipresente al que visitaba el jefe de gabinete o el gobernador de Buenos Aires, que daba una vuelta a la Casa de Gobierno en una moto, llevando como compañera a una reina del sol o permanecía tres horas recibiendo saludos, besos y abrazos, en el Carrusel.

Entre San Expedito y el Gauchito Gil

Y es en este punto donde aparece en toda su dimensión la figura de Gioja.
San Juan vivía en esos días situaciones realmente críticas.
A los problemas mineros en Pascua Lama se agregaban primero las heladas y luego las lluvias que habían reducido notablemente la cosecha agrícola y dejado a miles de personas con sus casas destruidas y a otras sin trabajo. Además, estaban en su punto más difícil las paritarias.
El gobernador podría haber prolongado su recuperación. Cuando se lo pregunté en una larga entrevista que le hiciéramos con mis hijos Mariano y Juanca, su respuesta fue contundente:
-Esta es mi gestión y yo debo enfrentar todas las situaciones. No sería justo derivar mis responsabilidades.
El sueño del pibe seguía intacto. Y lo seguiría estando aunque se hablara mucho de candidaturas a los máximos cargos de la Nación.
Para la gente más humilde, sus incondicionales seguidores, José Luis es una especie de San Expedito y el Gauchito Gil.
Para los sectores medios y altos, es el único sanjuanino que con una simple llamada telefónica puede abrir puertas y conseguir de la Naciónayudas que a otro le llevarían meses.
Fue entonces que recordé una cena que tuvimos con él hace diez años cuando decidió postularse a gobernador.
Recuerdo cuando a los postres le desee el mayor de los éxitos, no sólo por él sino también “por toda una generación, la nuestra, que ha sido partícipe y víctima de la destrucción de un país”.
Esa noche vi a un Gioja realmente emocionado:
-Sólo puedo decirte que aunque me cueste la vida, voy a tratar de ser el mejor gobernador que tuvo San Juan.

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Para Gioja, los actos que recuerdan fechas patrias tienen un gran significado, lo mismo que el Cruce de Los Andes por la ruta sanmartiniana.