Ordan. Las aventuras del franco libanés que eligió San Juan como su hogar

Desde niño, Enrique Ordan se acostumbró a que en Argentina le dijeran “turco”, seguramente por sus rasgos árabes y porque ingresó al país con pasaporte libanés. A San Juan llegó con quince años, después de vivir en Santiago del Estero, Mar del Plata y Capital Federal. Pero pocos saben que Enrique, cuyo nombre original es Joseph Henri, en realidad es francés, un hombre con una gran historia, que no deja de asombrar a sus hijos y nietos, la mayoría radicados hoy en San Juan, gracias a la decisión que tomó, hace muchos años. Uno de sus hijos es el músico Marcos Ordan, conocido por haber sido una de las voces de Mamá Perfecta, que hoy canta como Mamá Ordan.

El amor en tiempos de guerra

Todo comenzó en el Líbano, donde vivía la madre de Enrique, Josefina Rachd, a principio de los años cuarenta. Era una mujer atípica para esa época, de carácter y con gran capacidad de decisión. Su familia tenía un hotel, “Ojo de Luis” era el nombre del alojamiento en español. Había sido edificado en medio de un bosque de pinos, en un verdadero paraíso.

 

Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial el Líbano estaba bajo el dominio del gobierno de Francia. En esos agitados años, Josefina se había puesto de novia con un inglés, pero eso fue hasta que llegó un grupo de marines franceses, entre los que estaba Jean Claude Ordan.

 

Jean formaba parte de la marina de Francia. En plena guerra mundial, ellos se enamoraron y se casaron. El francés tenía que regresar al barco en el que había llegado a Oriente, pero por el casamiento le dieron una licencia de dos días. Gracias a eso se salvó de lo peor. Sus compañeros decidieron zarpar antes de lo previsto desde Beirut y a las 25 millas la embarcación fue hundida por un submarino alemán.

Fruto de la unión de Jean Claude y Josefina, nació, en 1942, Joseph Henri. Por ser hijo de un francés, y porque justo en ese momento el Líbano estaba bajo el gobierno de Francia, el niño fue inscripto con esa nacionalidad. Las aventuras de Henri, en español Enrique, comenzaron siendo él muy pequeño, cuando sus padres decidieron instalarse en Francia.

 

Entre Oriente y Occidente

Las cosas no resultaron como esperaban. Jean y Josefina se separaron y ella, que más que guiarse por lo que dijeran, seguía su corazón, decidió regresar al Líbano. Allí vivieron hasta 1951, cuando ella decidió viajar a Argentina, sola con el niño. La había entusiasmado una prima, que ya estaba instalada en Santiago del Estero y tenía un buen pasar económico. Ella podría haberse quedado en el Líbano, tranquila y viviendo del hotel familiar, pero una vez más se embarcó. Madre e hijo  se instalaron en Santiago, para ese entonces  habían perdido contacto con Jean Claude y un tiempo después lo perderían con la familia libanesa.

 

El lugar resultó ser muy distinto a lo que ella había imaginado. Un poco decepcionada, decidió mudarse a la provincia de Buenos Aires: Los dos vivieron en Mar del Plata y también en Capital Federal. El dinero con el que habían llegado comenzó a agotarse y Enrique, con doce años, empezó a trabajar para ayudar a esa pequeña familia. Su primer trabajo fue en una cafetería. Él se encargaba de los delivery y todavía recuerda el cariño con el que lo recibían en las casas cada vez que llevaba los pedidos. En Buenos Aires se encontraron con una prima hermana de la abuela materna de Enrique, María de Amado. Fue gracias a esa mujer que llegaron hasta San Juan.

 

Acá vivieron en Santa Lucía. Enrique fue chocolatinero en los cines de esa época, trabajó en una casa de repuestos de autos y tuvo su propio taller para fabricar juntas de tapas de cilindros. Cuando parecía que por fin le tocaba quedarse tranquilo en un lugar, a mediados de los setenta recibió una carta en la que lo llamaban a hacer el servicio militar en Francia. En un primer momento trató de pasar por alto eso y al tiempo decidió ir al consulado de en Rosario. Quería hacerse el pasaporte, viajar a ese país y ver si conseguía algún trabajo.

 

El reencuentro

Pero Francia tenía preparado algo muy distinto para él. Como había recibido una carta para hacer el servicio, apenas llegó a Paris, lo llevaron a un campo militar. Su papá, que en esa época estaba trabajando como brigadier de la Policía, se enteró de que estaba allí. Para su fortuna, Enrique logró que un dentista le hiciera un certificado por el cual lo derivaron a un neuropsiquiátrico y lo dejaron ir. Le dieron un pasaje y lo subieron a un tren que iba rumbo a Mónaco. No tenía idea a dónde se dirigía, ni qué haría y, cuando llegó, estaba su padre esperándolo. Fue el reencuentro después de más de veinte años y nunca olvidará ese día. Apenas salieron de la estación, su papá le compró un pedazo de lomo, algo que era casi oro para los franceses.

 

Con el mismo cariño, Enrique recuerda el momento en que conoció a Lucía, la segunda esposa de su padre, y sus hermanos más chicos: Jean Philippe, Mari Laure y Claudine, que durante años habían esperado poder encontrarse con su hermano “argentino”. El joven pasó seis meses en Francia y trabajó en la fábrica de perfumes de Lancaster. Le hicieron una buena oferta para quedarse allí, pero extrañaba los amigos, el asado, las empanadas y su madre había quedado del otro lado del Atlántico, así que regresó.

 

Enrique no volvió a ver a su papá y perdieron contacto. Pero la historia entre Francia y Argentina volvió a escribirse cuando una sobrina francesa, Sandrine Ordan, decidió mandarle una carta. Ella era una de las nietas más apegadas a Jean Claude, desde pequeña había escuchado sus historias y él siempre le recordaba que tenía un tío en América. La joven estudió periodismo y, motivada por esa historia, aprendió español. Así que las nuevas generaciones se conocieron, los franceses vinieron a San Juan y uno de los sanjuaninos, hijos de Enrique, hoy está en Francia. Hace unos días, en Europa, la familia recibió un reconocimiento muy especial. Al padre de Enrique, a su tío y abuelos paternos los homenajearon por salvar a judíos durante el holocausto, sobre todo a niños.

 

Desde que regresó a Argentina, Enrique fue interventor del hotel de Barreal, intentó instalarse en Canadá con su pasaporte francés pero no lo dejaron, vivió un tiempo en La Rioja, trabajó en el Banco Bucci y durante varios años en la Legislatura, donde se jubiló. Él es padre de: Gastón, que trabaja en Andreani; Leonardo, que tiene una agencia de quiniela, Marcos, que es músico y Miled, que trabaja como chef en Francia.

GALERIA MULTIMEDIA
Joseph Henri Ordan, Enrique, junto a su madre, Josefina Rached.
En esta fotografía, en el medio, está Enrique Ordan. A su izquierda está su papá, Jean Claude, a su derecha está Claude y el niño es Frederic.
Enrique Ordan llegó desde el Líbano a Argentina en 1951, cuando tenía apenas nueve años.
Uno de los hijos de Enrique, Marcos Ordan, que se dedica a la música.
Jean Claude Ordan, vestido como marín de Francia, en 1945. Cuando le tomaron esta foto su hijo Joseph Henri tenía unos tres años.
Joseph Henri Ordan, Enrique, junto a su madre, Josefina Rached.
En esta fotografía, en el medio, está Enrique Ordan. A su izquierda está su papá, Jean Claude, a su derecha está Claude y el niño es Frederic.
Enrique Ordan llegó desde el Líbano a Argentina en 1951, cuando tenía apenas nueve años.
Uno de los hijos de Enrique, Marcos Ordan, que se dedica a la música.
Jean Claude Ordan, vestido como marín de Francia, en 1945. Cuando le tomaron esta foto su hijo Joseph Henri tenía unos tres años.