El portal Cooperarq 1

La iniciativa nació por la idea de un pequeño grupo de trabajadores de la UNSJ, que empezaron a reunirse en 1993 y que meses más tarde constituyeron la cooperativa de vivienda del personal de la facultad de arquitectura.

El barrio El Portal es un pintoresco lugar cerrado, donde las diferencias con otras unidades habitacionales se perciben desde la entrada. Atravesando un portón, se ingresa al curioso barrio de las calles sin nombre, donde los adoquines llevan hacia la tranquilidad de 22 casas, que a simple vista parecen similares pero que en el interior albergan historias particulares, unidas por el lugar de trabajo de la mayoría, la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ).

El sueño de la casa propia fue el motor que sirvió para fundar el barrio El Portal, y para dar el puntapié inicial a Cooperarq, una de las cooperativas de vivienda más importantes de la provincia.

 

La iniciativa nació por la idea de un pequeño grupo de trabajadores de la UNSJ, que empezaron a reunirse en 1993 y que meses más tarde constituyeron la cooperativa de vivienda del personal de la facultad de arquitectura.

 

Está ubicado en la calle Córdoba y Antequeda, en Capital, el Cooperarq 1 fue el primer barrio que construyó la cooperativa y justamente es uno de las primeras unidades habitacionales cerradas en la provincia.

 

Quizás por ser el mentor de una cooperativa importante y por ser un forjador de buenas relaciones vecinales, el Cooperarq 1, también llamado así, es un barrio fuera de lo común.

 

"Empezamos a hacer locros, rifas y bailes para juntar dinero", contó Mercedes González la primera vecina del El Portal, que recibió su casa en 1997, mientras que la cuarta etapa y última fue en el 2000. A diferencia de otras unidades habitacionales, esta fue entregada a sus dueños sólo con "las paredes, las ventanas y puertas. Después cada uno la terminó por dentro a su gusto, por eso todas las casas son diferentes por dentro", explicó Eduardo Machuca. Sin embargo desde Cooperarq aseguran que esa idea es para que las casas tengan la identidad de cada familia.

 

Otra de las curiosidades de este barrio es que es un lugar sin kiosco ni almacén, en donde la relación con el kiosquero no existe porque decidieron que las casas sólo se usen para vivir. Estas no son las únicas particularidades, ya que los vecinos acordaron no plantar árboles que causen alergias, y hay un reglamento que no permite subalquilar las casas ni remodelarlas hacia el frente.

 

Este barrio tiene tres espacios verdes. Pasando el portón de entrada está uno de ellos, que hasta hace algunos años era usado como lugar de reuniones. "Todos los viernes los hombres del barrio se juntaban a comer asado y a jugar al truco", comentó Mercedes.

 

Otro de esos espacios es la plaza, que "durante las fechas especiales, como el día de la madre o en la previa de la Navidad, reúne a los vecinos para un brindis", aseguró por su parte, Eduardo Machuca otro de los vecinos que, al igual que Mercedes, son delegados barriales.

 

En ese mismo sentido Emilio Manrique, presidente de la cooperativa y ex vecino, aseguró que lo más lindo que tiene el barrio es el "sentido de vecindad. De poder ver a los chicos en un Belén viviente o de poder compartir un brindis para fin de año". Otra particularidad, que además hace a la unión, es que todas las casas están comunicadas por un teléfono interno, que por cualquier necesidad puede usarse para llamar a un vecino.

Fuente: Diario de Cuyo

GALERIA MULTIMEDIA
Ubicación del barrio. Fuente: Diario de Cuyo.
Vista moderna del barrio. Fuente: Diario de Cuyo.
El segundo paso. En el año 1998 se entregó la segunda etapa del barrio El Portal, la imagen muestra las calles sin los adoquines, y los materiales con los que se terminaron el resto de las casas. Fuente: Diario de Cuyo.