Eduardo Peñafort: "¿Qué hay en el futuro para ver? Lo que quieras ver"

Eduardo Peñafort no sólo es un filósofo reconocido sino que su experiencia como docente, su especialización en las artes plásticas, sus incursiones en la crítica periodística y su trayectoria en diversos ámbitos, lo transforman en un intelectual de ineludible consulta al considerar el mundo futuro. A diferencia con otras entrevistas, formales, acotadas, la nota con Eduardo se basó en una charla casi informal, lo que no implica la ausencia de un vuelo intelectual insoslayable como el lector podrá apreciar.

-¿Qué futuro avisoras para San Juan en 2035?

-Me remito a una frase de Máximo Gorki: “¿Y qué hay en el futuro para ver? ¡lo que quieras ver!”. Imaginar cómo será San Juan dentro de veinte años, es saber de antemano que nuestro ejercicio oscilará entre la adivinación y el pronóstico, pero resulta fundamental para orientar nuestra acción. La encuesta admite respuestas en los más diversos registros desde el discurso literario hasta las perspectivas científicas.

 

-Veamos…

-Los estudios de futuro son un campo especializado del saber, que cuenta con profesionales capacitados en los aspectos más variados, como la innovación tecnológica, la economía, la ecología, las finanzas, el armamentismo, etc., etc…. Dentro del mismo se encuentran dos líneas: la que piensan que el presente es la causa irrevocable del futuro y la que estima que el futuro se debe construir. ¿Cómo será el futuro? Existe un acuerdo común en que si no se detiene la marcha de las formas de habitar el planeta se producirá un cataclismo en un tiempo que algunos arriesgan bastante próximo.

 

-Pero ese futuro se puede modificar…

-Desde mi posición se considera fecundo idear el futuro para transformar esta tendencia. Para la prospectiva se requiere la opinión de los especialistas – de hecho la metodología de Delphi, uno de los recursos más utilizados en esta disciplina, se basa en la contrastación de opiniones de personal altamente capacitado -, pero también se tiene en cuenta la manera cómo el hombre común desea, busca, comprende e investiga el tiempo porvenir. La corrección del presente exige la intervención de todos.

 

-Bueno… siempre se dijo que son las elites las que promueven las grandes transformaciones, no el hombre común…

-El hombre común no existe, forma parte de grupos, sectores, estratos. La articulación de especialistas y ciudadanos comunes es un principio ético, pero como el futuro constituye un bien común, su construcción confronta intereses y valores. Sería absurdo pensar que se puede eludir el conflicto presente y tratar la cuestión al margen de la política. La prospectiva debe hacerse cargo de los conflictos entre quienes se sienten con derecho a proponer formas de construcción de futuro.


-Hablemos de los grandes escenarios posibles.

-Si bien la construcción de escenarios no es mi especialidad, es necesario asumir el riesgo de proponer algunas líneas generales posibles. Si pensamos en el 2035, los diagnósticos y pronósticos que me parecen más sólidos sostienen que por entonces todavía perdurará el sistema capitalista, no sólo como sistema económico, sino también como una forma de mentalidad y modo de vida. Por ello, seguramente continuará su desarrollo irregular y atravesará las crisis cíclicas que ya se vienen observando.

Las ciudades constituirán el medio en el que se desarrollará la vida humana, con ello se pone de manifiesto que ella se alejará de los ritmos naturales, será muy artificial e irrumpirán formas de sociabilidad generadas por la existencia de la multitud y la complejidad tecnológica creciente.

 

-Nada muy alejado a lo que hoy existe…

-Espere… Dentro de ella (la ciudad) se incrustarán las urbes mediáticas. Dado el sistema de medios de comunicación – digitales o no – ellos pasarán a conformar un entorno extendido a la totalidad del planeta. Han surgido y están surgiendo las nuevas urbes mediáticas, que vienen a ser un ámbito de existencia y relación social tan absorbente y de consecuencias tan profundas como la existencia de las ciudades tradicionales. La televisión, como medio hegemónico, e Internet como el gran recién llegado representan los máximos exponentes de esta migración humana hacia los ámbitos mediáticos. Espacio y un nuevo tiempo, ambos diferentes de los espacios y tiempos naturales.

 

-Acláreme un poco más el concepto…

-Estos nuevos espacios y estos nuevos tiempos tienen naturaleza eminentemente simbólica y semiótica, y poseen un marcado carácter imaginario y virtual frente al peso material que hasta ahora han supuesto las urbes tradicionales. Este hecho es nuevo y reciente en la historia humana, puesto que convertirá al ciudadano urbano en ciudadano mediático, de habitante de ciudades a poblador de medios de comunicación.

 

-¿Qué pasará con el mapa mundial?

-Estas crisis tienen como efecto el deterioro de las reglas de intercambio internacional, con un gran perjuicio para los países más aislados y con menor poderío militar. Es posible imaginar una América Latina organizada regionalmente para afrontar el futuro e integrarse a la economía mundial en términos superiores. A través de esta estrategia se podrá superar el atraso tecnológico que da pie al chantaje financiero y tecnológico – que constituye la nueva forma de dominación y supremacía internacional.

 

-¿Y San Juan?

-Dado que San Juan se ubica en una frontera, la articulación de los países latinoamericanos le otorgará una posición relevante – dejará de ser terminal. San Juan a través de la vía segura de comunicación y los proyectos binacionales, que incluyen también túneles de menor jerarquía, se presenta como un corredor entre la cuenca del Plata y el Pacífico. En ese escenario es necesario pensar las alternativas para que la comunicación no la convierta en un punto de inseguridad internacional, sino en un polo de desarrollo sustentable. Allí es lógico pensar alternativas culturales que eviten los efectos negativos que se observan en otras áreas análogas.

 

-¿Seguiremos siendo una provincia minera?

-Las explotaciones mineras en algunos casos ya habrán agotado su vida útil, otras atravesarán su mayor apogeo. Los capitales que desarrollan la actividad minera pertenecen a los grandes centros económicos mundiales  y esto requiere la construcción de un observatorio permanente – del mismo modo que una revisión de los tratos de intercambio -. Una parte importante de la población no dependerá de la minería, pero hacia 2035, la Provincia adquirirá ese perfil. Esto supone adoptar actitudes de defensa de intereses como sociedad,  imperativos que escapen a la dirección de la ganancia privada exclusiva.

 

-¿Y cuáles serán los principales conflictos?

-Si bien todos los pronósticos indican conflictos por alimentos y recursos, es posible que en este plazo, la tecnología haya resuelto la escasez de recursos naturales y si bien las diferencias socio-económicas alcanzarán desarrollos muy altos, las necesidades básicas de la población se encontrarán satisfechas. Los problemas a resolver se refieren la calidad de vida, tales como la prolongación de la vida, el aumento de enfermedades hereditarias, el tiempo libre, los problemas de las relaciones sociales.

 

- Por primera vez, podríamos decir que conviven en las sociedades modernas, civilizaciones distintas. Entre el chico que vive en una villa y limpia parabrisas y el chico que hace una maestría en Harvard hay dos o tres siglos en cuanto a formación y conocimientos…

-Las grandes teorías del siglo XX al respecto, han puesto de manifiesto la ambigüedad de la vida civilizada. Estimo que es fundamental detenerse en la referencia a la coexistencia de distintas civilizaciones en las sociedades modernas, puesto que despeja el problema del otro, del diferente en sociedades conformadas por múltiples grupos y con una variedad impensable de casos individuales.

Las civilizaciones son creaciones conceptuales autorreferenciales pero adquieren visibilidad en el juego del poder. Los valores se difunden, el poder se impone. El concepto de civilización se vuelve operativo cuando permite explicar la identidad – personal y grupal – y su lugar en la distribución del poder. Que una civilización avance sobre otras no quiere decir que sea más moderna o más dinámica ya que los conceptos de este tipo no pueden dilucidarse sino después que la civilización triunfante reescribe la historia (Norberto Emmerich). No son las civilizaciones las que se enfrentan sino la organización política de esas civilizaciones.


-Pero la coexistencia será cada día más difícil…

-La pregunta sería más correcta si planteara civilizaciones diferentes, porque de este modo se reemplazaría los clásicos tres grados de la sociedad -salvajismo/civilización/barbarie – y su imposibilidad de compartir un espacio democrático. La distinción termina por justificar formas de organización social en las que se extermina alguna parcialidad o se la somete a la servidumbre. Hablar de civilizaciones en plural desordena los prejuicios de la organización política actual y abre nuevas posibilidades para el futuro. Sin embargo, en el contexto de los estudios de futuro es un problema ideológicamente complejo. Huntington planteó en “El choque de civilizaciones”, que el futuro se encontrará atravesado por conflictos entre civilizaciones distintas - su estudio se refiere a un objeto macro y planteó 7 u 8 civilizaciones en el universo, considerando a Latinoamérica como una de ellas -. En cada sociedad este modelo se podría reproducir en escala.

 

-No dejemos de lado la posibilidad de peligros que esa realidad implica…

-Uno de los mayores peligros es disimular la diferencia a partir de un sistema que tienda a inmovilizarse y reproducirse sin cambios. Esto no es posible en los tiempos largos, pero compromete la coyuntura de generaciones. Si pensamos el futuro como un choque de civilizaciones, partimos de la persistencia del concepto político que distingue al amigo-enemigo, y desde esa lógica todo lo diferente es percibido como opuesto. Dentro de las comunidades existen elites en poder y desplazados, diferencias entre sectores e individuales. No existe un grupo que legítimamente se identifique con la civilización y por ello las confrontaciones se producen entre diversas escalas de valores. Si no hay posibilidad de unidad de contradicciones, entonces se plantea una situación de guerra. El desplazamiento hacia el eje militar en la regulación de las relaciones entre grupos es una situación posible. El que triunfe será el que cuente con una base mayor de fuerza militar, pero los resultados de una guerra no crean verdades éticas.

 

-¿Y cuál es la alternativa?

-La alternativa la constituye el diálogo entre civilizaciones, que admita una organización social como totalidad contradictorias. El primer paso para ello es el reconocimiento que los valores no son abstractos y que se elaboran políticamente, esto se advierte por la cantidad de excepciones que se plantean.

Se puede predecir que los diálogos intercivilizaciones serán más difíciles si se realizan desde el punto de vista de su utilidad, universalidad, racionalidad; pero que ellos se podrán orquestar dentro de organizaciones sociales y políticas que permitan la subsistencia de las contradicciones.

 

- ¿Cuáles serían los planes concretos para superar esto, cómo nos encontraría en 2035 y quiénes deberían ejecutarlos?

-Por ahora no hay indicios de que no sea el Estado el factor principal de identificación, puesto que el mercado ha mostrado su incapacidad para apoyarse en principios mínimos de ética. En la medida que las civilizaciones se agrupan detrás de un Estado central hay una relación estrecha entre poder y civilización. Aunque se trate de confrontaciones de culturas, ellas se resolverán en el plano interestatal –aún en el caso de los terrorismos–. Las civilizaciones chocan o dialogan porque tienen responsabilidad política y centros de autoridad, en tal sentido, los estados, aunque no son los únicos, serán protagonistas del diálogo o el choque. Se debe comprender que cada complejo de poder (macrocivilizaciones) abarca múltiples culturas. La coexistencia se determina desde la definición de los peligros para la comunidad, que deben ser avizorados desde el régimen total y no exclusivamente desde una versión del orden social. Las unidades de pertenencia pequeñas o débiles suelen carecer de poder pero no de legitimidad, por ello forman parte de la totalidad.

 

- Uno de los dramas de esta etapa es la devaluación de principios fundamentales en cualquier tipo de sociedad: por ejemplo el de autoridad. Han perdido autoridad los padres, los docentes, los funcionarios, los jueces, los policías. ¿Qué sociedad tendremos en 2035 según sean los pasos que demos?

-El tema de la autoridad del futuro es uno de los más desarrollados por la literatura fantástica o los anticipos del apocalipsis en la postemodernidad como “Blade Runner”, “Mad Max”, “The Terminator” -el abuso de autoridad, como resultado de la disolución social o el avance tecnológico-. Esto parece ser un síntoma de los cambios de época – de la monarquía a la república en Roma, del imperio al feudalismo en el medioevo europeo, de las monarquías absolutas a las repúblicas representativas de la modernidad -. Ciertamente en las novelas distópicas de la postguerra - “1984”, “Fahrenheit 451”, “La naranja mecánica” – se plantea el abuso de temor al modelo del estado soviético; en las apocaliticas postmodernas el temor radica en la tribalización, en el dominio de un grupo de delincuentes y en el control de los ciborg. En todos los casos, la situación actual aparece idealizada, puesto que la autoridad estatal tiene límites, la sociedad mantiene un orden como totalidad y se plantea la representatividad. Sin embargo, en las descripciones sociales aparece un diagnóstico actual de la crisis de la autoridad. La organización social actual – como toda organización – no absorbe las inevitables diferencias del conjunto y satisface a todos los miembros.

A diferencias de otros aspectos de la vida social, no existe una buena imagen de la autoridad en el pasado – salvo en los pequeños tiempos y siguiendo el sentido común -. El autoritarismo o la arbitrariedad, la anarquía o el dogmatismo constituyen la contraimagen del control tecnotrónico, las operaciones cerebrales o el control en el que la desobediencia y la disidencia son castigadas con la muerte. En tal caso, el presente se presenta como el mejor mundo posible. Esto debe ser revisado.

 

-Mi pregunta se dirige a pensar cómo se podría plantear un sistema donde la autoridad fuera deseable: líneas claras de autoridad y responsabilidad, posibilidad de exigir obediencia y que se respeten los límites.

-Creo que para pensar un futuro sobre este tema es necesario reconocer la importancia de la autoridad y desenmascarar el prejuicio que la autoridad tiene un sólo significado. La definición de la autoridad no puede sostenerse sobre un modelo único. La autoridad institucional – legado de la modernidad – plantea un poder distribuido en relación con los roles con competencias específicas. Las estructuras de autoridad burocráticas permiten escindir el principio de autoridad de quien la detenta. No se trata de un sometimiento a cualquier autoridad, pero depende de la elección y del poder de juzgar y deponer a las autoridades. Esta perspectiva carece de eficacia en otros ámbitos donde la legitimidad no deriva del mismo principio.

El principio epistemológico de autoridad se refiere a una competencia que plantea una racionalidad comunicativa muy distinta, puesto que la autoridad en este ámbito no cierra ningún debate ni supone un sistema jerárquico estable, por ello la responsabilidad de cada sujeto adquiere una importancia desusada en otros ámbitos.

 

-¿Cómo sería ese ámbito?

-En las relaciones fuertemente emocionales lo que importa es la confianza, y sobre todo la dignidad de la confianza garantiza que son ellos quienes pueden guiar y proteger. En estos casos se trata de comprender la obediencia como la lealtad con uno mismo y con el grupo de pertenencia, antes que como un resabio clánico. Se trata de comunidades emotivo/afectivo que no resulta deseable en otros ámbitos de la vida social.

Tal vez en las instituciones intermedias de la sociedad civil conviene tener en cuenta que resulta más adecuado que el mero obedecer, la formulación de reglas y el compromiso de su cumplimiento como garantía de una organización deseable de la vida en común y sobre las acciones que se deben llevar a cabo en las transgresiones. Lo importante en estos casos es descubrir que la desobediencia es una incoherencia.

 

-¿El poder seguirá residiendo en el Estado?

-La conversión del Estado en una institución total fue uno de los grandes temores de la post-guerra. Pero ahora se avizora la creación de la sociedad como institución social a partir de los medios de comunicación social y los fenómenos conexos. Esto constituye un verdadero desafío para la educación formal e informal: mantener un espíritu crítico frente al poder omnímodo de las comunicaciones y su apelación permanente a valores que resultan equívocos.

 

 

Eduardo Peñafort

Eduardo Peñafort es licenciado en Filosofía, egresado de la  Universidad de Cuyo. Docente/investigador categoría 1.  Es Director del Instituto de Filosofía de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de San Juan. Ejerce las cátedras de Estética y Hermenéutica, ha sido profesor de Lingüística y Semiótica y de Historia del Pensamiento Filosófico Argentino, Historia de las Ideas y Crítica de Arte. Vicedirector del Programa Universitario para Adultos, miembro de Comisiones Creadoras de Maestrías en San Juan y Córdoba, Director de proyectos científicos,  integrante de tribunales docentes, Director de becarios, ha sido Secretario Académico de la Facultad de Filosofía de la Universidad de San Juan,  Secretario del Congreso Internacional de Filosofía en San Juan en 2007 y del Congreso Internacional de Ciencia Política. También es miembro correspondiente por San Juan de la Academia Nacional de Bellas Artes.

Ha publicado libros y numerosos artículos, tanto de temas filosóficos como de cine y artes plásticas. Columnista de El Nuevo Diario, Peñafort fue subsecretario de Cultura de la provincia de San Juan.


NOTA PUBLICADA EN EL NUEVO DIARIO EL 17 DE JUNIO DE 2016

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