Ana María Nieto de García (ex Ministra de Educación): “El docente tiene muchos miedos”

Con 45 años de trabajo en el área educativa, la profesional sostiene que el maestro debe recuperar la autoridad pedagógica y moral. Cree que hay una ausencia del adulto tanto en la familia como en la escuela.

Con la autoridad que le confieren sus 45 años de labor docente —fue desde maestra de grado hasta ministra de Educación—, Ana María Nieto de García está convencida que frente a la crisis de la educación, el docente debe volver a ser valorizado por la sociedad y para eso su tarea debe ser respaldada con estrategias combinadas y concertadas que estén enfocadas en fortalecerlo para luego “sí exigirle lo que le corresponde: presencia, actualización profesional y competencias específicas”.

— Los historiadores dicen que 40 años es una cifra casi menor para analizar un proceso, pero en Educación en 40 años cambiaron muchas cosas
— Cambió todo: la sociedad, la familia, la cultura. Hay una relatividad con respecto al conocimiento y a los valores, que ha llevado a que uno se pregunte qué es la verdad, qué es el bien y con qué argumentos trato de demostrar una cosa. Ese es un ejemplo del cambio de contexto, otro es el exitismo del conocimiento, pero enfocado en el poder, el tener y el aparentar. Otro punto es el cambio en la relación docente alumno.

— ¿En qué cambió?
— Ahora veo una ausencia del adulto, que impacta en la formación del niño y del adolescente. Ausencia por falta de presencia y por falta de ocupación y preocupación, tanto en el área de la familia como en el de la escuela.

— ¿Hace 40 años no era así?
— Primero, la escuela pasó ahora a ser la caja de resonancia donde impactan varios problemas; segundo, se le demandan cosas que no debieran demandársele y no se exige donde debiera exigírsele. Por otra parte, han cedido las redes de contención institucional: la maestra no quiere llevarle problemas a la directora y la directora, a la supervisora. Lo digo con respeto.

—¿Hay menos compromiso?
—La palabra del docente tenía un valor que para la familia era muy respetada. Me acordaba del título de un libro que dice “Adultos en crisis, adolescentes a la deriva”. Hace 40 años terminar el secundario era una meta importante en la vida de toda persona. Ser maestro tenía una connotación valórica muy significativa. Uno podía elegir ser perito mercantil, bachiller o maestro, pero la elección de ser maestro estaba ligada al para qué, al fin de la educación, al formar personas. Había un aspecto vocacional y lo rescato porque ahí surgía el deber moral.

—¿El docente era un modelo a seguir?
— Sentía el deber moral de cumplir, que era tener presencia, hacer bien las tareas, involucrarse, preocuparse y ocuparse por la persona y la evolución del alumno que pasaba por sus manos. El deber moral de cumplir implicaba poner límites, corregir, pero además entendía cómo debía ser modelo. En la actualidad no es bien vista la palabra modelo, pero en ese momento era sinónimo de referente. Un docente se cuidaba en su modo de hablar, de tratar, de vestir, porque tenía que dar el ejemplo. Y el ejemplo educa más de 1.000 palabras y 10.000 libros.

— ¿La sociedad lo veía como referente?
—El docente tenía autoridad y la ejercía. No era sólo la autoridad pedagógica, sino moral. La familia y la sociedad respaldaba la autoridad del docente y además había una red institucional que lo contenía. En algún punto esto cedió y es lo que hay que recuperar. Hemos llegado a una relación simétrica entre el adulto y el niño; y la autoridad reconoce una relación asimétrica, porque hay uno que tiene que enseñar, que no significa ponerse en una situación de poder y dominio sobre el que no sabe; y no debería significar en ningún caso un autoritarismo.

— ¿Ya no importa la vocación sino la salida laboral que da la docencia?
— Creo que sí. La docencia se convirtió en una salida laboral que tiene un cierto privilegio respecto de las demás en cuanto a la estabilidad. Hay estudios serios sobre cuáles eran los perfiles de los ingresantes a la docencia hace 40 años y ahora; y cambió la motivación. Si elegía docencia es porque tenía afinidad con la tarea. Ahora es de qué voy a trabajar si soy A, B o C. Pero hay docentes que se han puesto la educación en sus espaldas aún en momentos difíciles, que han hecho que la escuela sea una institución creíble.

— En esta sociedad, se piensa que sólo trabaja 4 horas, que tiene 3 meses de vacaciones y encima cobra un sueldo paupérrimo.
— Habría que investigar por qué la sociedad toda dejó de reconocer la tarea del docente, porque no es verdad que la descalificación haya venido sólo desde algunos sectores. Los hechos de violencia que se ven hoy contra los docentes reflejan que hay una desvalorización del rol, la función y la misión del docente. No creo que se pueda resolver esta situación tan compleja con una estrategia parcial y menos espasmódica, hace falta una estrategia sistémica.

— No hay que ver sólo la punta del iceberg
— Frente a los hechos de violencia, lo peor es tomar medidas de carácter espasmódico. Todos nos abocamos a estudiar el docente como mediador, el fenómeno y las causas de la violencia, pero pasa un poco el problema emergente y desaparece la motivación de la capacitación y del trabajo profesional. Creo que debemos ser muy serios, basarse en estudios sociológicos y del ámbito educativo para saber qué pasó con la pérdida de valorización del docente.

— ¿Puede que sea un síntoma de la desvalorización de la educación?
— Creo que está en el ámbito de confusión que se vive. Con el avance de las nuevas tecnologías, se piensa que un docente puede ser reemplazado por un libro, una clase grabada, una filmación o internet, y ésa es una visión equivocadísima, porque la trasposición del docente con respecto al alumno no está ni siquiera en la trasposición didáctica; está en poner su persona como mediador de la enseñanza.

—La información que tienen los chicos sobre algunos temas es mayor que antes y muchas veces el docente no se actualizó lo suficiente…
—Nunca el docente podrá ser reemplazado. Estas son concepciones que se ponen de moda.  La educación tiene un mediador del conocimiento, pero fundamentalmente un mediador de la formación de la persona, que son los padres y en la cátedra, el maestro; todo lo demás, se puede conseguir con miles de recursos.

— Esta confusión genera que al docente y a la escuela se le agreguen otras tareas que lo distraen de la enseñanza.
— A la escuela hay que apoyarla, desde el ámbito municipal, provincial y desde las organizaciones no gubernamentales; debe haber una acción sistémica de los distintos ministerios: Si hay que dar copa de leche, no puede ser el responsable de la acción que corresponde a otra área. Creo que todavía nos falta mucho para elaborar estrategias combinadas y concertadas que están enfocadas en fortalecer a la escuela y al docente, y luego sí exigirle lo que le corresponde: presencia, actualización profesional, competencias específicas.

—¿Cuál es el desafío del docente?
— Recuperar la autoridad, mirar al nuevo alumno, restablecer el vínculo y la red de contención institucional, trabajar con la familia para recuperar el respaldo respecto a su rol escolar. Cuando se elabora el Proyecto Educativo Institucional (PEI) dentro de la escuela, debe quedar establecido quién hace qué cosa, cuándo hace qué cosa y de qué manera se hace porque evitaría en gran manera lo que decimos.

—¿Cómo se hace?
—Por un lado hay que avanzar en políticas y estrategias concertadas y por otro lado hay que concertar dentro de la institución quièn, cómo, qué y con el respaldo de quién se hacen las cosas, porque si no el perjudicado siempre es el alumno. El director diversificado en otras cosas o el supervisor, no tienen tiempo de compartir cómo va evolucionando el proceso de enseñanza aprendizaje.

— Se le exige mucho al docente, pero no es un extraterrestre, está inmerso en la sociedad actual y atraviesa los cambios como todos…
— La situación del docente es mucho más compleja que hace unos años. Una, por la realidad; y otra, por cómo se ve frente a sí mismo, frente a la familia y frente a la sociedad. Antes, el docente estaba orgulloso de su profesión y no tenía temor de ejercerla, pero ahora están incidiendo muchos miedos: a ser denunciado, a ser golpeado, a que le hagan un sumario.

—¿Cambió el alumno?
—El docente hoy debe conocer y comprender que está con un nuevo educando; debe sentir que vale, porque el principio de la valorización está en la que uno hace de sí mismo; debe estar al tanto de las nuevas tecnologías  y comprometido con el medio social. Desde la política educativa también hay que trabajar en la revalorización del docente, porque no es un asalariado más.

— Un mejor sueldo tiene que ver también con el reconocimiento
—En el tema salarial hay dos ingredientes básicos: lo que por justicia corresponde en relación con otros trabajadores y lo que merece por la connotación valórica que tiene la tarea que hace. Tiene que ser bien remunerado, cuánto, hay que estudiarlo. Un trabajo digno requiere un salario digno.

El nuevo docente
El docente de hoy debe:
»Mirar  al nuevo  alumno que está solo y espera…, no sólo al objeto de conocimiento, y  hacer perceptible que le importa su persona
»Recuperar la autoridad moral y pedagógica y encontrar el equilibrio adecuado entre libertad y disciplina
»Ser creíble y confiable, por el ejemplo y la coherencia
»Atender a las nuevas demandas educativas (tecnología, otras)
»Asumir como deber moral el aprendizaje contínuo
»Trabajar en equipo
»Acordar con la familia la acción educativa
»Ampliar su horizonte cultural
»Creer en lo que hace, amar su tarea
»Recuperar la pregunta por la verdad, por el bien, el sentido de la vida
»Mirar la educación con optimismo realista, con una visión esperanzada de la vida


PERFIL
Nombre: Ana María Nieto de García
Estado Civil: Casada con Alberto García
Hijos: Tres. “Pablo, Adriana y Ana Laura; y cinco nietos; y estamos esperando la sexta que llegará en el mes de julio”.
¿Qué lees?: “Soy muy variada en la lectura, pero básicamente: libros de carácter religioso, de filosofía, de educación y de literatura. Siempre trato de tener lo último. Leer poesía y leer teatro, me encanta”.
¿Qué escuchas?: “Me gusta mucho la radio. Los programas con contenido, con buena música, no tengo preferencias pero que tenga buena interpretación”.
¿Qué ves?: “Poca televisión, sólo los noticieros y algunos programas seleccionados. Me gustan los que tienen que ver con San Juan como La Ventana”
¿Cocinas?: “Cocinaba (risas). Ahora cocino menos. Me gusta hacer ambrosía, dulces, licores, eso. Y los domingos que vienen los nietos, algún plato especial”.
Comida preferida: “Me gusta mucho la paella si la hace mi marido; y el asado, si lo hace mi hijo o mi yerno”.
¿Cómo te gustaría que te recuerden?: “Como una luchadora”.

NOTA PUBLICADA EN EL NUEVO DIARIO EL 11 JUNIO DE 2009  

GALERIA MULTIMEDIA
Ana María Nieto de García asegura que la tecnología no puede reemplazar al docente. En la foto, cuando era ministra de Educación.
Ana María Nieto de García.
Ana María Nieto, ex ministra de Educación.