Cecilia Rabbi Baldi: "Llegué a la conclusión que pinto para no morirme"

Artista plástica, docente, siempre de opiniones transgresoras, afirma que nunca buscó nada y que nunca fue conciente de las cosas que provocó.

A punto de finalizar su exposición “Memorias de un cruce”, creada a partir de su experiencia de atravesar la cordillera de los Andes por la Ruta Sanmartiniana , en el Centro Cultural Estación San Martín, la artista plástica Cecilia Rabbi Baldi, docente además de la carrera de Artes Visuales de la UNSJ , asegura que en su vida, las cosas se fueron dando sin que ella lo buscara ex profeso:

“Creo que nunca fui muy consciente de las cosas que provoqué”, sostiene. De espíritu libre, en los años ’70 dejó su trabajo en Casa de Gobierno, agobiaba por la dictadura militar, y comenzó a confeccionar originales trajes de novia con papel, materiales descartables y telas.

Hace dos años, antes de que comenzara el conflicto entre el campo y el Gobierno, montó en el Auditorio Juan Victoria una exposición llamada Arteva “Ca” (de aquí y de allá) en la que ya planteaba el problema que tendría durante muchos meses en vilo al país.

Casada con el diputado provincial Eduardo Bustelo, hace unos meses apoyó una marcha a favor del matrimonio igualitario, porque asegura que “siempre voy a estar con las minorías”.

-Tu nombre se asocia con vanguardia en San Juan, pero no te considerás una artista provocadora

-Yo no busco nada. Nunca busqué nada. Cuando comencé con la ropa, lo hice por una necesidad. Con eso empecé un estilo que me identificaba, pero no sé porqué fue la ropa. Podría haber sido la peluquería…

-¿Sentís te dio la posibilidad de ser conocida como artista?

-Ese era mi trabajo. Y era apasionante trabajar en algo que me gustara. La primera mujer a la que le hice un vestido fue Silvina Castellanos. En realidad, le hubiera pagado a ella para que me dejara hacerlo. Nunca pensé que iba a hacer vestidos de novias. Organicé un primer desfile en lo que era Rogelio, allá por el ’77 luego del terremoto, y fue la primera vez que se hizo un desfile así. Creo que nunca fui muy consciente de las cosas que provoqué.

-¿Era una manera de incorporar la pintura a lo cotidiano?

-Últimamente he reflexionado mucho sobre por qué uno hace lo que hace. Trabajo desde las 19 a las 4, porque de día tengo otras actividades: familia, marido, hijo, padre, tengo que gestionarme la vida; y a esa hora no hay teléfonos ni ruidos….Llegué a la conclusión que pinto para no morirme. Es como una necesidad que tengo incorporada en los genes

-¿Tiene que ver con la trascendencia eso de “pinto para no morirme”?

-No. Es como respirar. No me importa si lo hago para un fin: una exposición o vender, para trascender o para que me reconozcan. Lo hago para estar viva. Es como dice Eladia Blasquez en Honrar la vida: no es perdurar es hacer, es generar, equivocarse, modificarse uno mismo en el hacer, es encontrarse en las cosas que hace uno. Y así se va produciendo un enredo y así uno encuentra el ovillo. El principio del ovillo es la posibilidad del punto; y el punto, el tejido; y el tejido, la tela; y la tela es el sostén. Es como un hacer perseverante e insignificante sin objetivo material, no como moneda de cambio.

-No entrar en el “mercado del arte”, ¿a eso hacés referencia?

-Ahí se confunden los tantos. Cuando hablamos de arte, ¿hacemos referencia al arte que tiene valor, que tiene mercado, que juega con el contexto del artista para ver cómo se lo ubica?

-¿Entraste en la docencia para no entrar en este “mercado”?

-No, tampoco es tan así. Creo que a los que hacemos, nos gusta que nuestra obra tenga un valor adecuado. Todo tiene un valor y no está mal que lo tenga, pero un valor al que puedan tener acceso las personas a las que queremos llegar. Tuve suerte, me gusta la docencia y lo hago como una parte de mi tarea de artista. No puedo enseñar a pintar si yo no lo hago. Es una retroalimentación lo que se produce en los talleres con los alumnos.

-¿Optaste por ser  libre de las reglas del mercado?

-Creo que tiene que ver con una situación de urgencias y necesidades. Cuando tuve necesidad de trabajar, cuando tuve a mi hijo y sabía qué significaba eso, no había terminado la carrera porque no quería un título, quería ser “artista”. Trabajé en la administración pública durante 7 años y esa situación extrema en plena dictadura -recuerdo que cuando entraba a Casa de Gobierno, me revisaban entera-, me llevó a pensar en hacer otra cosa. Una madrugada me quedé despierta toda la noche y con unos trapos y unas anilinas que tenía decidí hacer ropa. De un día para otro. Al día siguiente, tenía 6 o 7 vestidos. No era yo, era una loca…

-¿No tenés registro de todo ese trabajo?

-No. Aún me pregunto: ¿Quién hizo eso? No sé. Fue como un desdoblamiento y eso me pasó muchas veces en la vida. Hay algunas pinturas a las que miro y digo cómo empecé, cómo pude hacerlo y cómo se resolvió. Hay como un alguien habitando con uno (risas), que a veces te juega a favor y a veces en contra..

-Lo que se ve hacia fuera es que tu obra no tiene prejuicios

-Sería mejor decir sin especulaciones. Quizás ésa es mi falla, el no haber podido planificar; ni siquiera prever la resonancia de lo que hice o mi modo de hacer. Después me he ido a dando cuenta. En las reuniones con mis amigas o ex compañeras de la escuela, me sorprende la imagen que ellas tienen de mí. No busco determinadas cosas. A veces puede ser un defecto no buscarlo.

-¿Por qué?

-Si uno lo buscara podría concretar más rápidamente algunas cosas. Siento que fui por muchos caminos. Si me preguntan quien soy yo, digo que soy un número de documento, un nombre, una historia presente y un pasado próximo y lejano. Y qué soy: una insignificancia necesaria provisionalmente.

-¿Por esa noción de ser “insignificancia”  es que, en general, apoyás a las minorías, como por ejemplo en el caso del matrimonio igualitario?

-Siempre voy a estar con las minorías (risas)

-¿Ser artista posibilidad esta apertura?

-No sé si porque uno es abierto elige ser artista o al revés, pero es una gimnasia. Uno lo tiene claro cuando está frente a los alumnos. Hay jóvenes que no tienen las habilidades pero tienen la apertura; y adquieren la habilidad. Ojo, hablamos del arte y no al oficio del artista. Al tener apertura, tienen un modo de aproximarse a la problemática distinto al que no la tiene. El que no tiene apertura, por lo general, tiene prejuicios. Y mientras menos apertura tengas, los juicios previos son más inamovibles.

-¿Alguna vez dudaste de estar en pareja y casarte con alguien que está en política?

-No, me quise casar con toda el alma. A Eduardo lo conocí sin saber quién era. Lo vi y lo descubrí. Como Fito Páez dice: te vi. Creo que lo descubrí porque en ese momento de mi vida hice un ejercicio de mirada particular. Y trato de seguir haciéndolo en general, porque cuando uno mira siempre hacia el mismo lugar  y con la misma mirada, siempre encuentra lo mismo. Hacer un ejercicio de cambio de mirada es fundamental. Es como salir a caminar y en lugar de mirar el piso, mirar el cielo. Vas descubriendo un San Juan distinto. Eduardo por ahí me dice que soy muy conservadora…

-¿Conservadora?

-Quizás porque necesito arraigarme, porque tengo sangre indígena en tercera generación: Y esta cosa de mi cabeza y mi mirada que se disparan. En ese juego de tensiones aparecen cosas como una pintura o descubrir un personaje como Eduardo Bustelo. El no es un político, es un poeta que todavía no se descubre. Es un raro espécimen. Muchas veces siento que es mi intérprete. Para mí, tiene una inteligencia y una sensibilidad muy especiales y me ayuda a encontrar la punta del ovillo que se me desmaraña muchas veces. No veo ninguna contradicción en que estemos juntos, porque además es un político crítico y creo que todo el mundo lo sabe.

-¿Tampoco ves contradictorio casarte?

-No siento contradicción en haberme casado. Si tuviera que rezar, a dónde voy: a la iglesia que conozco. Si necesito un ritual, porque los hombres necesitamos las ceremonias, en el que me comprometo y hago partícipe a los que quiero, no voy a ir a buscar un rito umbanda; voy al que conozco, que es el casamiento. Me casé por el valor de la ceremonia que uno necesita brindarle al otro y compartir con los demás. Por eso me sentí muy feliz y permanentemente lo revivo. No es algo que se me haya olvidado. Establecí un compromiso con una persona y lo renuevo todos los días, aunque no se lo diga, aunque nos peleemos…

-¿Es como tener raíces y alas?

-Es una linda imagen. Es muy fuerte esto de tener raíz y sentir que no la tenés: nací en un lugar al que nunca más volví. Estuve hasta que tuve un año en San Nicolás de Buenos Aires, luego nos fuimos a Bariloche y después llegamos a San Juan; y mis padres son de Jujuy, de Humahuaca. Por eso digo que tengo ascendientes en los pueblos originarios, mi tatarabuela materna y mi tataratatarabuela paterna eran originarias. Creo que voy a reclamar las tierras que me corresponden, aunque nadie me considere originaria (risas)

MEMORIAS DE UN CRUCE
 

-¿Cómo surgió cruzar la cordillera por la Ruta Sanmartiniana?

-Es de las cosas que uno encuentra sin buscar. Convivimos con la cordillera, lo que pasa es que de tanto estar a veces no la vemos. Al primero que le escuché hablar fue a Carlos Gómez Centurión, que hizo una excursión para ir a pintar en la cordillera. Luego, cuando comenzaron los cruces por la Ruta Sanmartiniana, sentí que lo tenía que hacer. Lo sentí como una misión, como cuando comencé con los vestidos y viví de eso 25 años. Cuando decidí hacer el cruce, estaba mal de salud, pero subí a la mula  y se me pasó. Bah, mula no, era un caballo al que traté de manera femenina durante dos días (risas).

-¿Ya tenías prevista esta muestra?

-Esa era la idea. San Juan es cielo, cordillera y frontera y cuando cruzaba la frontera pensaba: ¡Estoy atravesando un límite! Estaba tan focalizada que no tuve ninguna consecuencia física.

-Esta exposición tiene dos partes: una las obras que están expuestas en la Estación San Martín (hasta el 18 de septiembre) y la otra, los cuentos desde los que surgieron estas pinturas o al revés. ¿Cuándo verá la luz ese libro?

-Este año será. La segunda parte de la muestra surge de los 7 cuentos que escribí a partir de la cordillera. ¡Pero se me dificulta la cosa operativa! Borges haría algo así como: aquí está la obra, arréglense… (risas). Escribo desde el año ’92, cuando comencé un relato bastante autobiográfico, pero no me decido a publicar. Ahora parece que por fin voy a editarlo.


ARTE Y GESTION CULTURAL

 

A raíz del III Congreso Nacional de Cultura, que se desarrolla en San Juan, la artista plástica Cecilia Rabbi Baldi advierte la poca participación de artistas visuales de San Juan entre los expositores. “No puede ser que haya un congreso de cultura y yo siga dando clase mientras el encuentro me pasa por el costado”, opina.

“Me parece interesante reflexionar sobre cuál es la relación que tenemos los profesionales del arte con las gestiones culturales. De hecho, a nivel institucional, Cultura está con Turismo, pero hablamos de la cultura que surge del quehacer artístico intelectual, donde otro compromiso”, expresa.

Con casi de 30 años de trayectoria como artista y como docente universitaria, sostiene que “en San Juan hacer arte es difícil; gestionar es difícil. Aquí no hay mercado del arte, pero donde no hay privados, el Estado tiene que hacerse cargo. Y desde lo profesional, siempre hay que remarlo. Estamos cansados de la respuesta: Se hace lo que se puede. ¡No! Hay que hacer lo que se quiere hacer, lo que se debe hacer desde la gestión pública”.

En relación al Congreso de Cultura, asegura que “desde las instituciones, gobierno y universidades, nos deberían haber convocado a los artistas o estimularnos o exigirnos una asistencia, cuando menos a este congreso, que no puede pasar al lado nuestro. Les echamos culpas a los funcionarios de Cultura, pero ¿y desde las cátedras universitarias, qué respuesta se da?”.

Para la artista plástica, debería haber una forma diferente de entender la Cultura: “San Juan es desierto, cielo y frontera. El 80% de la tierra es desierto y piedra. Si no nos salvamos por la cultura, no nos salva la agricultura. Apuesten por nosotros. Estamos sacando jóvenes con actitudes y aptitudes y ¿qué les proponemos? ¿Qué espacios les damos? ¿Por qué no hacen circular nuestras muestras como la de los dinosaurios”.


NOTA PUBLICADA EN EL NUEVO DIARIO EL 17 DE SEPTIEMBRE DE 2010.

 

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Cecilia Rabbi Baldi.