Jaime de Lara: El inventor de aventuras

A los 70 años su espíritu inquieto está intacto y va por más. Por Jorge Balmaceda Bucci.

 Si hay una persona que haya invertido su vida en mil horizontes ese es Jaime de Lara. El ‘Gringo’, como lo conoce el 99,9% de la gente, es creativo publicitario, egresado el Instituto de Artes y Teatro, precursor del carrovelismo, el rufting y las travesías en las fieles ‘guanaqueras’, dueño de unos cuantos inventos, ex director de Turismo en tres gobiernos diferentes, fotógrafo innovador, un gran relator de aventuras vividas en primera persona y muchas cosas más, que intentar abarcar en una nota sería un auténtico disparate.

Heredó el nombre de su abuelo y su padre, precisamente dos personas que marcaron su infancia y apuntalaron con ejemplos de esfuerzo y honestidad el camino que vendría por delante. Casa Lara, el negocio familiar que brilló con luz propia décadas atrás, fue la primera experiencia laboral de nuestro protagonista, quien atravesando la puerta de salida de su adolescencia se introdujo y especializó en el mundo de la historia del arte y el teatro. El gusanito artístico le picó, pero en ese tiempo no llegó a engancharlo del todo. Su espíritu inventor y aventurero irrumpió con más fuerza. Llegó para quedarse.

A crear y recorrer

El ojo de gato fue su primer invento y el cajón de lanzamiento de su cara publicista. El éxito que tuvo su creación le permitió entablar relación con la Dirección de Tránsito local, quien al poco tiempo le encargó la señalización de las paradas de ómnibus, papeleras y refugios peatonales. Habitando en ese entonces en la cresta de la ola, De Lara dio un paso más y apostó por la cartelería gigante, que a día de hoy sigue bajo su ala en varios puntos de la provincia.
Transitando el año 1965 la aventura asume el protagonismo en la historia del ‘Gringo’, quien entusiasmado por la vehículo doble tracción modelo ’57 que había adquirido y aprovechando la aparición de César Volpini, otro apasionado del tema, decide fundar el ‘Club de las guanaqueras’. Incontables viajes por la geografía local, nacional e internacional abultan el diario de bitácora de Jaime, en el que destaca orgullosamente el récord de altura ascendiendo en un vehículo (4.366 m., en el Cerro Pircas).

Entre el cielo y la tierra

Pero las travesías por las montañas no terminaban de saciar su sed de altura y, a principios de los ’70, encontró como solución ser piloto. Con la pasión que encara cada segundo de su existencia, Jaime sorteó la preparación y se largó a contemplar la orografía sanjuanina a bordo de un entrañable Piper –un clásico dentro del ambiente aeronáutico-. Durante uno de estos particulares paseos divisó en La Pampa del Leoncito un ‘Chupi-Sopla’-otra nave muy conocida entre los entendidos de la materia- y, pensando que podía tratarse de alguien que necesitar ayuda, decidió aterrizar a su lado. Allí abajo estaba contemplando el paisaje y totalmente anonadado Johan Byttebier, un ciudadano belga que nada más verle le comentó: “Este es el mejor lugar del mundo para los carritos a vela”.
Para muchos ese comentario hubiese sido uno más, pero el europeo no sabía que había dado en tanta inmensidad con la horma de su zapato. Al ‘Gringo’ ese frase le sonó a adrenalina y desafío, dos condimentos de su día a día, y se puso en marcha para transformar en realidad el suspiro de Byttebier. Dicha materialización de la idea se produjo en noviembre de 1975 con la disputa del Primer Campeonato Nacional de Carrovelismo, pero, sin lugar a dudas, el momento de mayor explosión y difusión de la competición se plasmó con la impresionante apuesta publicitaria de Marlboro que más de uno recordará. El nombre de San Juan se extendió por la geografía mundial para mostrar a los amantes de los deportes aventura las bondades que tenía. Al carrovelismo y a la travesía en ‘guanaqueras’ no tardaron en sumárseles la bajada en gomón por los rápidos del río (precursora del rufting), la cabalgata por el corazón de las montañas y el aladeltismo. La fiebre extrema, por las nubes.

Director de Turismo

Jaime de Lara también disfrutó de la aventura desde la óptica de un funcionario público.: estuvo al frente del área de Turismo en tres legislaciones distintas. Su primer capítulo coincidió con el auge del binomio deporte-aventura y Eloy Camus como gobernador. La relación entre ambos fue más que fructífera, pero la súbita aparición del Golpe Militar la dejó sin efecto en el ‘76. El ‘Gringo’ se disponía a quitar la foto de sus tres hijos de arriba del escritorio de su repartición cuando desde el alto mando militar sanjuanino le ofrecieron continuar en el cargo. En esta etapa dio continuidad a la organización de la Fiesta Nacional del Sol, que tres años antes había reflotado Barrena Guzmán, y apostó por darle a Ischigualasto la importancia de promoción turística que merecía semejante maravilla de la naturaleza. La tercera presencia fue como coordinador de Eventos Turísticos y hay que situarla en el inicio del nuevo siglo. Alfredo Avelín ocupaba la gobernación e invitó a Jaime a sumarse a su equipo de trabajo. Juntos ejecutaron varias ideas, pero la delicada situación económica que atravesaba la provincia y el país les dejaba poco margen de maniobra.

Hoy y mañana

El guerrero sanjuanino de la aventura y la invención nunca descansa. El 16 de junio pasado se convirtió otra vez en noticia tras crear el “Día de la devolución del libro prestado”, que fue declarado de interés municipal. El autor de la original y curiosa idea aseguró que tal iniciativa puede trasladarse a los CDs, los DVDs y los pen drives. Además, la fotografía, que aborda desde una versión abstracta (ver recuadro), también le demanda buena parte de su tiempo semanal.
Y en el futuro espera mucho más. En su cabeza habitan dos inventos: un barco que enseñe de puerto en puerto la cultura latinoamericana por el resto de los continentes y un método de seguridad que permita dividir los aviones cada veinte asientos utilizando un sistema de eyección.
Además, trabaja en un más que interesante plan de vida, que quiere poner en marcha aproximadamente en seis meses. Su intención es adquirir un vehículo utilitario, equiparlo con tecnología satelital y calzarse el calificativo de reportero freelance, mostrando en sus artículos la belleza y la realidad que se encuentre en su camino.


Record
El ‘Gringo’ ostenta con 140 km/h el récord de velocidad en La Pampa del Leoncito a bordo de un carro a vela.



El recuerdo del avión de ‘Viven’

Uno de los pasatiempos de Jaime de Lara es recolectar objetos de aviones caídos en territorio cordillerano. Son piezas de más de diez naves las que forman parte de su colección, donde destacan las del avión que transportaba al equipo uruguayo de rugby, que cayó en octubre de 1972 y que años después dio vida a la película ‘Viven’.


Textuales
“La vida no tiene sentido, hay que dársela”.
“Tuve muchas ofertas para irme fuera, pero el afecto no me ha dejado nunca irme de San Juan. Nací y voy a morir aquí”.
“San Juan debe tomar con más seriedad el desarrollo del tema turístico”.



DE LARA X 3


1. ¿El rincón que más le gusta de San Juan?
Quitando Ischigualasto, que para mí es impresionante, me quedo con el lateral oeste de la sierra de Valle Fértil. Es una belleza.

2. ¿Qué es el vino para usted?
El vino me abre dos diafragmas más la mente.

3. ¿Quién es Jaime de Lara?
Soy el largo viaje de los genes. Soy lo que vi, soy lo que escuché. Soy un montón de personajes que luchan entre sí sin saber bien quién soy. Así me describí en una nota en 1975 y es lo que soy.

 

 

Nota publicada en http://www.tiempodesanjuan.com el miércoles, 23 de octubre de 2013

 

Ver artículo: De Lara. El ingenioso empresario que creó uno de los comercios más importantes de San Juan

GALERIA MULTIMEDIA
Imagen de la primera carrera de wind car en El Leoncito.
El Gringo De Lara ostenta con 140 km/h el récord de velocidad en La Pampa del Leoncito a bordo de un carro a vela
Tuve muchas ofertas para irme fuera, pero el afecto no me ha dejado nunca irme de San Juan. Nací y voy a morir aquí, dice Gringo De Lara.
Tuve muchas ofertas para irme fuera, pero el afecto no me ha dejado nunca irme de San Juan. Nací y voy a morir aquí, dice Gringo De Lara.