González Macías. Los humildes andaluces que trabajaron la tierra por sus hijos

Todos los antecedentes de esta familia se encuentran en Andalucía, desde allí llegó Francisco Miguel González, quien se casó con María Ruiz, hija de inmigrantes andaluces. Trabajando la tierra Francisco logró darle un futuro diferente a sus hijos. Entre ellos se encuentra Ernesto González, ex director del Hospital Rawson; Juan González, juez federal y uno de sus nietos es Javier González, el interventor de Obra Social Provincia.

La aspereza del suelo y la economía española
En una España empobrecida, durante la Primera Guerra Mundial, nació Francisco Miguel González. Fue uno de los diecinueve hijos que tuvieron Juan González y María Ruiz, aunque seis fallecieron siendo pequeños. Vivían en un pequeño pueblo llamado La Guapa, ubicado a unos 8 kilómetros de Motril, dentro de Granada. Al igual que en muchas zonas sobre el sur del país, la familia tenía su casita sobre la montaña y practicaba la agricultura en los cerros. Las dificultades del terreno se duplicaban con el contexto político y económico.  La familia cultivaba algunas verduras y caminaban 8 kilómetros hasta llegar a Motril para vender y ganar algo de dinero. En esa época era todo un lujo tener un caballo, y quien lo tenía lo cuidaba como gema, dándole el espacio más privilegiado dentro de su propiedad.

Los González Ruiz padecieron todas las miserias de la España de esa época. Cuando llegaba la hora de la comida, María les daba a cada uno de sus hijos un pedazo de pan y les decía “vayan a almorzar”. Los niños partían con su comida hacia donde estaban las tunas, las pelaban y junto con el pan tenían su almuerzo.

Vivieron como pudieron en Europa, hasta que Juan y María decidieron viajar con toda su familia a Argentina. No llegaron todos juntos; Francisco vino entre 1927 y 1928, cuando tenía trece años y ya estaba instalado en San Juan uno de sus hermanos. Si bien el panorama que  encontraron era mucho más alentador, tenían todo por hacer. Trabajaron con gran esfuerzo la tierra y durante varios años lo hicieron arrendando terrenos.

Francisco y Josefa, codo a codo
Con el tiempo Francisco, que era uno de los hermanos mayores, quedó a cargo de su madre y hermanas. A fines de la década de 1930, después de más de una década de trabajo en el suelo sanjuanino, pudo comprarles un terreno a las mujeres de la familia. Quien le vendió la propiedad fue Cristóbal Macías y fue por esa compra que conoció a la hija del hombre, Josefa Macías, quien era tres años menor que él. Ella era argentina pero tanto su padre, Cristóbal, como su madre, María Costela, eran andaluces. Ambos llegaron por separado desde España, se conocieron y casaron en Argentina y aparte de María tuvieron otros seis hijos.

Desde ese momento, Josefa y Francisco estuvieron juntos. Se casaron en abril de 1938 y vivieron un tiempo en Desamparados, en calle Urquiza y Dominguito. Allí él siguió arrendando y trabajando la tierra y Josefa lo acompañaba casi a la par, sobre todo en la época de cosecha, que hacía falta más mano de obra y no tenían el capital suficiente para contratar jornaleros. En 1946 lograron reunir un capital importante y pudieron, por primera vez en dos décadas, comprar una finca en Rawson, en la llamada “esquina alta”, entre General Acha y Progreso. Allí pasaron gran parte de su vida junto a sus cinco hijos. Los mayores fueron Ernesto Antonio y Juan Antonio, ambos llevaban como segundo nombre el del santo, porque su madre era muy devota y nacieron cerca de la fecha que conmemora al beato, el 13 de junio. Después de ellos nació Cristina, luego Cristóbal y el menor fue Daniel.

Francisco se sacrificaba para que sus hijos tuvieran más oportunidades y para que no tuvieran ni que tocar la tierra. Desde que eran pequeños, les transmitió esta idea: si bien ellos vivían del trabajo en el campo, esperaba que no tuvieran que hacer el mismo sacrificio que él  y que pudieran dedicarse a una profesión. En una oportunidad, el segundo de los hermanos González Macías, Juan, dijo que no iba a estudiar y que se dedicaría a la agricultura igual que su padre. Entonces el hombre empezó a llevarlos a trabajar en cada momento que tenían libre después de cumplir con sus obligaciones de la escuela.

El esfuerzo que tenían que hacer era tan grande que a los dos les quedó claro que, ya que su padre les daba la oportunidad, querían seguir un camino diferente. Así fue que el mayor, Ernesto, se fue a Córdoba para seguir la carrera de medicina luego de terminar el secundario. Tiempo después también partió Juan para estudiar abogacía. Cristina se formó como docente, Cristóbal se recibió de bioquímico y Daniel de ingeniero agrónomo. Cuando el menor de los cinco hermanos egresó de la universidad, entre todos decidieron juntar algo de dinero para invertirlo en una parte de la finca de Francisco que estaba sin cultivar. Él no estaba de acuerdo y les dijo que no habían logrado ser profesionales para tirar su capital económico en el campo. Efectivamente así fue, perdieron lo que pusieron y el andaluz decidió vender la finca.

Los frutos
En la década de 1990, después de casi setenta años, Francisco pudo volver a Andalucía junto a Josefa, que fue quien lo terminó de convencer para que regresara a España. Él decía que no había perdido nada allí y que no tenía por qué ir, tal vez temía encontrarse con la pobreza que intentó superar con tanto sacrificio desde los trece años. Él fue la fuerza y el tesón de su familia, Josefa era toda una matriarca, que con su dulzura y humanidad le enseñó a disfrutar de las conquistas que alcanzó. Ambos compartieron 66 años de casados.

Ernesto, el hermano mayor, tuvo siempre su consultorio particular en Rawson y en 2017 cumple 50 años en la profesión. Trabajó además en el Hospital Marcial Quiroga, fue jefe de zona, Secretario Técnico del Ministerio de Salud Pública y director del Hospital Rawson. Además de su profesión, tuvo una destacada actuación en atletismo, fue campeón argentino de salto en alto. Él es padre de Roxana quien es Licenciada en Economía; Sandra, quien es directora de Nivel Inicial en el Colegio de Andacollo, y Javier, quien es abogado. Si bien este último eligió un campo diferente al de su padre, terminó vinculándose al de la salud y en 2015 fue designado interventor de Obra Social Provincia.

Juan preside la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza. Él es padre de María Lilia, quien es abogada; Juan, se dedica al comercio; y las mellizas Graciela, quien es contadora, y Estela, quien es abogada y Valentín.

Cristina es docente y se jubiló como directora de escuela. Ella es madre de Liliana Lozano, directora de una escuela, Osvaldo Lozano, profesor de educación física y Gustavo Lozano, quien es instructor de canes.

Cristóbal trabajó junto a Ernesto en el consultorio de Rawson, él es padre de Belén, quien es enfermera y vive en Buenos Aires; Ana, quien es médica de familia y trabaja en el Hospital de Albardón; y Germán, quien es ingeniero mecánico.

Daniel es padre de Ángela, Licenciada en Turismo; Marilin, Licenciada en Ciencias de la Alimentación, Francisco, José, María Jesús y los mellizos Joaquín y Ana.

     

GALERIA MULTIMEDIA
Ernesto González celebrando su cumpleaños en 2017 junto a sus hijos, Roxana, Sandra y Javier, sus nietos y su bisnieta Pía.
Juan González Macías junto a cuatro de sus hijos María Lilia, Graciela, Estela y Valentín. En la fotografía falta Juan.
Cristóbal González Macías junto a sus hijos y nietos.
Los hermanos González Macías: Daniel, Cristóbal, Ernesto, Juan y Cristina.
Francisco González y Josefa Macías celebran 66 años de casados junto a sus hijos, Daniel, Cristóbal, Juan, Ernesto y Cristina.
Francisco González y Josefa Macías junto a sus hijos y nietos celebrando sus 66 años de casados, en 2004.
Los González Macías en la década de 1990. Josefa Macías y Francisco González junto a sus hijos Daniel, Cristina y Cristóbal, que aparecen sentados, y parados están Juan y Ernesto.
Daniel González Macías junto a sus hijos: Ángela, Marilín, Francisco, José, María Jesús, Joaquín y Ana.
En la casa familiar, en la punta de la mesa están Cristóbal González Macías, Francisco González, Ernesto González Macías y Josefa Macías. A la derecha están Cristina González Macías, su esposo Manuel Lozano, Roxana González y Ana González. Del lado izquierdo están sentados Germán González, Claudio Karam y su esposa, Sandra González.
Cristina González Macías junto a su esposo Manuel Lozano, sus hijos Mauricio, Cecilia, Natalia y Esteban y sus nietos.