Entre dos terremotos

Exactamente cincuenta años pasaron entre 1894 y 1944. Uno y otro extremo de ese medio siglo están señalados por terremotos. Entre uno y otro, la vieja aldea pasó a ser ciudad, el Primer Centenario la vistió de edificios y las calles se llenaron de autos. Las casas volvieron a tener cornisas, había más plazas y hasta un parque. Muchas familias tenían teléfono y “vatercló” en sus casas; el cine, el teatro y las pistas de baile se llenaban de jóvenes atentos a las últimas novedades musicales que traía la radio. Escenario de revoluciones, decenas de intervenciones y tal vez las más duras luchas políticas del siglo, la ciudad crecía desordenada. Pero ya había un Plan Regulador que en 1943 tenía todo previsto para una ciudad ideal. Este texto no habla del terremoto de 1944. Su tema es la ciudad que ese sismo tiró abajo para poner a sus habitantes una vez más en la tarea de reconstruir.

Entre dos terremotos

Que al construir, todas las partes de un edificio debían estar “íntimamente ligadas”; que las veredas debían ser anchas; que había que prestar atención al suelo sobre el que se edificaba. Estas fueron algunas de las recomendaciones que, luego del terremoto de 1894, una comisión de especialistas entre los que estaba Ángel Cantoni, hizo al gobierno de San Juan. Al poco tiempo nadie las recordaba. El nuevo siglo llegaba y el futuro era venturoso.
La ciudad se recompuso de los daños del terremoto, aunque todavía en 1904 podían verse algunas ruinas. Alrededor de la Plaza 25 de Mayo el majestuoso edificio de la Casa de Gobierno tuvo que demoler el primer piso, para reconstruirlo en 1905, con una estructura de hierros.

El año 1905 fue también el de la finalización del empedrado de las calles. En 1908 el gobernador Carlos Sarmiento ordenó la apertura de la calle Las Heras. Mientras en “las afueras” las construcciones se sucedían sin orden, era cada vez más marcada la particularidad urbanística de esta ciudad “encerrada” por cuatro calles anchas que todavía llevaban el nombre de sus rumbos cardinales.

Sobre calle Mitre algunas viviendas particulares rompían la monotonía. A los “altos” de Cortínez, se habían sumado con más de una planta las casas de las familias Young y Cook. Quienes no habían podido construir otro piso al menos habían agregado cornisas y molduras a las fachadas de sus casas, borrando así las huellas del terremoto.

El país entero se preparaba para festejar el Primer Centenario de la Revolución de Mayo. En San Juan los habitantes eran ya más de 100 mil.

El centenario

Los preparativos empezaron con años de anticipación. Sólo de esa manera se podría cumplir con la aspiración de llegar a 1910 con una ciudad que pudiera mostrar una cara nueva. Inaugurado en 1909, el Palacio de Justicia, al lado de la Casa de Gobierno y frente a la plaza, fue el primero de los “edificios del centenario”. A él siguió el Palacio Episcopal, también frente a la plaza, al lado de la Catedral. El Banco Nación, el Teatro Coliseo, la Escuela Normal Sarmiento, el Hospital Rawson, son todas obras que aunque no estuvieron terminadas, al menos comenzaron para esta época.

Antes de 1910 ya había 140 aparatos de teléfono instalados en San Juan. Al poco tiempo, el alumbrado eléctrico desalojaba a las lámparas de kerosene y carburo, había agua corriente en la ciudad y llegaba el automóvil. Entre 1911 y 1914 se resolvió el reemplazo del viejo empedrado de las calles céntricas por la última innovación de las grandes capitales del mundo moderno: el adoquinado de madera. Con este sistema se emprendió el pavimentado de las calles principales del radio céntrico, para lo cual fue necesario suprimir las acequias que mediante un “lomo” corrían de oeste a este por la mitad de las manzanas. El nuevo pavimento fue un fracaso. La amplitud térmica y las lluvias de verano hicieron reventar los adoquines de madera.

El modelo vitivinícola estaba en auge y con él llegaron instituciones bancarias que construyeron importantes edificios como los el Banco Español del Río de La Plata (1912) en calle Rivadavia y el Banco Italo Argentino (1919) en calle Mitre. La provincia ya contaba desde fines del siglo pasado con el Banco Provincia de San Juan, el Agrícola, el Popular, el Hipotecario Nacional y sucursales del Banco Nación.
En esta época comenzaron a aparecer también las casas solariegas al lado de bodegas o viñedos de la periferia, con estilos románicos, franceses, suizos o eclécticos, llamados “chalets”, reflejos del esplendor de la actividad vitivinícola. Los materiales ornamentales, los muebles y hasta los constructores eran traídos de Europa.

En 1910 también llegó el cinematógrafo a San Juan. El primero fue llamado, precisamente “El Centenario”, un salón de confitería con un lienzo para proyectar la película, ubicado en la esquina de las actuales Mitre y General Acha. De 1911 es el Teatro Cervantes y en 1915 aparece el cine San Juan, también frente a la plaza.

Hacia 1920 la ciudad tenía una extensión de 134 manzanas, conservaba su aspecto colonial y gran cantidad de construcciones de adobe y barro, calles estrechas y sin árboles. Se habían agregado la Estación Terminal de Serrezuela, el Club Social, el Teatro Estornell y lucían desde antes las sedes de la Sociedad Italiana, Española (1915) y Libanesa. Las plazas seguían siendo tres: 25 de Mayo, Laprida y Aberastain.
En 1920 los abonados al servicio telefónico eran 606.

La “ciudad” grande del Cantonismo

La década de 1920 encontró una ciudad en la que viejas y bajas casonas de adobe convivían con los nuevos edificios en un ejido capitalino que había comenzado a ser caótico. La fuerza política que en 1918 había inaugurado en la ciudad la práctica de tribunas y manifestaciones callejeras, crecía en adeptos en una década de intervenciones y crímenes políticos.

En mayo de 1923 llegó Federico Cantoni a la gobernación con un ambicioso plan de obras públicas con recursos provinciales planificado como paliativo a la desocupación. El plan consistía en extraer recursos de la producción, la industria y el comercio, con una fuerte política impositiva, para ser volcados en obra pública. La oposición de los sectores afectados y la especulación con los terrenos de la Capital frenaron en parte este impulso. Los dos años que duró este gobierno hasta la próxima intervención fueron de todas formas fructíferos en obras de mejoras en la red vial que conectaba la ciudad a los departamentos.

En 1926 el doctor Aldo Cantoni iniciaba el segundo gobierno bloquista de la década. Dos años después encaró una solución al problema de la exigua superficie del ejido urbano que impedía encarar obras de magnitud. Por ley anexó las comunas de Concepción, Chimbas, Desamparados y Trinidad y Santa Lucía a la Capital. Este esquema descomprimió el espacio urbano. En cuanto a obras, este fue un periodo de fuerte impulso para el Hospital Rawson y la ampliación del Parque de Mayo dentro del cual en 1928 fue inaugurado el Estadio, uno de los más modernos del país.

La década del treinta encontró a San Juan nuevamente intervenida. 1932 sería el año del retorno al gobierno de Federico Cantoni, tercera gestión bloquista que continuaría con la expansión de la ciudad. Siguieron las mejoras de las vías de comunicación con los departamentos y se encaró el camino a Calingasta y a Chile así como obras de producción y diversificación como la Bodega del Estado, la Azucarera de Cuyo y la Marmolería del Estado. Cientos de obreros locales y extranjeros trabajaban en el Parque de Zonda, viveros y el Parque de Mayo.

Mientras, la oposición criticaba duramente estas obras “faraónicas” y reclamaba infraestructura y embellecimiento del casco tradicional. Bajo los conceptos imperantes de limpieza y salud pública, la preocupación por una ciudad moderna inundó los discursos políticos y periodísticos que reclamaban cloacas, pavimento e iluminación. Barrios y villas se seguían sumando desordenadamente más allá de las cuatro avenidas mientras fracasaban nuevos intentos por poner en línea las fachadas de las construcciones céntricas que habían configurado una ciudad casi sin veredas.

El 21 de febrero de 1934 la revolución que derrocó a Cantoni dejó su marca en el frente del edificio de la Casa de Gobierno, que tuvo que ser nuevamente restaurada. La fachada gris fue pintada amarillo claro, por lo que se popularizó la denominación “la casa amarilla”, ocupada nuevamente por un interventor federal.

Los autos

Los automóviles, que tímidamente habían llegado a la ciudad en el ´10, se generalizaron en el ´20 causando verdadero caos en una ciudad de calles estrechas y sin ochavas donde eran habituales los accidentes, sobre todo en el radio céntrico. A fines de 1936 se instalaron las primeras garitas en las esquinas de la capital. En 1937 la situación era realmente caótica, el estacionamiento se hacía sin control, a ambos lados de las calles, lo que provocaba embotellamientos. El problema se agravaba a la noche puesto que la Dirección de Tránsito dejaba de trabajar a la una de la mañana. A partir de esa hora no existía el control de mano y contramano en la ciudad e incluso estaba permitida la doble circulación. La mano única se estableció en 1939. El pavimento agravó la situación y la presencia de colectivos cuyos empresarios se negaban a circular por otras calles que no fueran las del radio céntrico provocó que en 1942 San Juan encabezara el récord de accidentes en relación a sus habitantes.

Los años 30 y 40

La campaña para elegir un nuevo gobernador en 1934 tuvo precisamente a la ciudad como tema. Mientras los conservadores hacían hincapié en lo urbano desatendido por los gobiernos bloquistas, Aldo Cantoni dejaba en claro, tal como lo reflejan los diarios de la época, cuáles eran sus prioridades:
“…nos dicen que no hemos hecho nada para la pavimentación de la ciudad…Ciertamente no es así, pero en lo sucesivo tampoco será nuestra obra más importante sino en la medida que nos permita dar trabajo a la clase obrera. Hay cosas más urgentes ¡El pavimento!, ¿El pavimento!, ¡El pavimento para que los ricos transiten con sus coches! ¡Que rompan sus coches o que lo paguen ellos!..”

Pero las urgencias eran otras. En agosto de 1934 asumió el gobierno don Juan Maurín y al poco tiempo los proyectos de urbanización llegaron a la legislatura. El tema necesariamente previo a toda propuesta era la definición del ejido de la Capital. Una ley retrotrajo los límites a la situación anterior a la ley de 1928, volviendo el perímetro a las cuatro avenidas y algunas zonas aledañas. La nueva demarcación trajo serios inconvenientes, pero el tiempo se consumió en propuestas y discusiones que no prosperaron en ninguna medida concreta. Al gobierno de Juan Maurín se debe, de todas formas, el inicio, luego de años de reclamos, de las obras de la red cloacal para el casco urbano.

Nadie había olvidado el pavimento, entendido como el paso necesario para convertir la aldea en ciudad. Las obras se iniciaron a mediados de 1938, y continuaron a pesar de una nueva intervención y serios problemas de financiamiento. El ejido comprendido por las cuatro avenidas estuvo terminado a mediados de 1939, pero la obra dejó al descubierto una vez más el problema de la falta de retiro de los frentes y la ausencia de una línea uniforme de edificación. Durante la obra las vibraciones provocaron la caída de varias viviendas que no tenían cimientos. Pero nadie pensaba en un sismo. Los propietarios realizaron revoques exteriores livianos y agregaron molduras para “poner a tono” sus frentes con el nuevo pavimento.

El primer Plan Regulador

La solución definitiva a los problemas del radio urbano sanjuanino llegó recién durante el gobierno de Pedro Valenzuela, luego de cinco intervenciones. Por iniciativa del ingeniero Francisco Bustelo, ministro de Hacienda y Obras Públicas, el gobierno contrató a los urbanistas ingeniero Benito J. Carrasco y arquitecto Ángel Guido. Estos especialistas presentaron su proyecto de Plan Regulador, que fue autorizado por decreto en mayo de 1942.
La propuesta consideró fundamental delimitar el ejido del plan regulador. El nuevo trazado comprendía parcialmente los departamentos Trinidad, Santa Lucía, Concepción y Desamparados. Guido y Carrasco proponían organizar la ciudad en zonas de acuerdo a funciones y preveían una amplia avenia Park-Way. Fue el primer plan de “avenida de circunvalación”.

Otro elemento de esta propuesta fue el Centro Cívico, imaginado como un conjunto de construcciones monumentales. Sería emplazado entre las calles Mendoza, Rivadavia, San Martín (hoy Rawson) y Mitre. En el centro de las ocho manzanas se proyectó la Avenida Centro Cívico, en tanto que una manzana doble entre Mendoza y Tucumán se reservaba para la futura casa de gobierno que estaría conectada, por la avenida con la Legislatura a construir sobre la hoy avenida Rawson.

La expectativa oficial era importante y se ordenó la expropiación de las manzanas indicadas; para mayo de 1943 una Comisión de Urbanismo tenía avanzadas las gestiones. La revolución del 4 de junio de 1943 y la intervención federal que le siguió terminaron con el proyecto.
El terremoto de 1944 haría el resto.

El Parque de Mayo


La idea fue pasando de gestión en gestión: un parque al oeste de la ciudad podría servir de barrera al viento Zonda, bajar su sequedad y atenuar las ráfagas de tierra que llegaban al casco urbano. Recién en 1910, en el gobierno de Carlos Sarmiento se declararon de utilidad pública y sujetas a expropiación una totalidad de 17 hectáreas  y media en el lugar en el que todavía quedaban restos del “Molino de los Oro”. Programado dentro de las obras del centenario, para los festejos sólo se colocó la piedra fundamental y comenzó la nivelación según el proyecto del arquitecto Alvaro Bossian. En 1911 se inauguró la avenida central del Parque y poco después comenzó la construcción del lago artificial que en su diseño original tenía una isla a la que se llegaba por dos puentes. A pesar de periódicas interrupciones se logró parquizar, enripiar las calles y colocar una reja de acceso sobre calle Las Heras, con un portón para entrada de carruajes y puertas para peatones.  Un especial impulso tuvo el parque durante los gobiernos cantonistas, con el agregado del estadio, inaugurado en 1928.

Tres plazas


Históricamente San Juan había tenido pocas plazas. Recién para el centenario de la independencia se emprendieron trabajos de forestación y mejoras.
La Plaza 25 de Mayo, que desde 1901 contaba con la estatua de Sarmiento, seguía siendo al llegar el Siglo XX el espacio social por excelencia. Las familias paseaban allí los domingos y era también el ámbito de relación para los jóvenes que, por sexo (varones hacia un lado y mujeres hacia el otro), daban la “vuelta al perro”.
La Plaza Aberastain surgió como espacio público en 1911, cuando se instaló en ese sitio la estatua de Antonino Aberastain. Al poco tiempo cayó en el abandono. En 1917 el gobierno ordenó construir senderos y plantar árboles y palmeras. El pavimento en las calles adyacentes y la construcción del Palacio Municipal le dieron valor.

La Plaza Laprida se constituyó en paseo cuando en septiembre de 1904 fue inaugurada una estatua del prócer, pero recién después de 1911, con la Escuela Normal, adquirió importancia. En los años 30 era el lugar elegido para mostrar la fuerza de los grupos políticos y criticar intervenciones.En la foto, una vista de la Plaza Aberastain en sus primeros años.


Las calles y sus zonas

Históricamente alrededor de la Plaza 25 de Mayo se asentaba el poder civil y religioso, pero desde principios de la década de 1920 comenzó una espontánea zonificación comercial.  Tal como se ve en esta foto, la calle Rivadavia ofrecía la vista de una ciudad populosa. A fines de 1943 era el asiento favorito de las grandes tiendas. En octubre de ese año un decreto del interventor premitió que diariamente, de 19 a 20, se interrumpiera el tránsito y estacionamiento en los segmentos de calle Rivadavia entre Tucumán y General Acha y Tucumán entre Rivadavia y Laprida. Las crónicas periodísticas hablaban de “la Florida de San Juan”.








La casa familiar


A fines del siglo XIX y principios del XX los amplios solares originales, de un cuarto de manzana, habían sido divididos en numerosas parcelas. Hasta 1944 convivieron en la ciudad varios estilos de vivienda familiar. Entre ellos estaba la casa tradicional o de patios, nacida en la época colonial, con sus ambientes dispuestos alrededor de dos o más patios, cada uno con funciones diferenciadas. La ornamentación del frente hablaba de la capacidad económica de los propietarios. Lo que hoy llamamos baño recién se vio en San Juan en la década del 30.

La escasez de espacio urbano y los cambios en los estilos de vida en los 30 provocaron la necesidad de proyectar casas más pequeñas, independientes del solar familiar. Así surgió la casa compacta. También del 30 son los conventillos o casas de inquilinatos, conocidos en San Juan como “pasajes”.



El cine


El edificio del Cine Cervantes, sobre calle Mendoza, tenía un claro estilo Art Decó, con ornamentos que aludían a las artes que allí se desarrollaban. La marquesina tenía detalles de gran sofisticación para la arquitectura de la época. De la misma manera que pasó con otro hermoso edificio de calle Mendoza, el de la Casa España, fue demolido durante la reconstrucción posterior al terremoto de 1944, para abrir la Avenida José Ignacio de la Roza.

La estación

La estación del Ferrocarril era, a principios del Siglo XX, un termómetro para los líderes políticos, que medían su caudal partidario en función de la cantidad de gente que los despedía o recibía cuando viajaban a Buenos Aires. Durante la década del 30 la radiodifusión comenzaba su época de oro y las dos emisoras existían ya en San Juan habían contribuido a la fama de varias figuras que visitaban el país en “embajadas artísticas”. Gran cantidad de gente se reunía precisamente en el playón de la estación para demostrar su admiración y pedir autógrafos cuando llegaban o partían.


Fuentes:
Gironés de Sánchez, Isabel: La ciudad perdida. Memoria urbana de San Juan Preterremoto 1930 -1944. Editorial Facultad de Filosofía, Humanidades  y Artes, UNSJ, San Juan, 2005
Videla Horacio: Historia de San Juan - Editorial Plus Ultra, Bs As, 1984
Peñaloza de Varese y Arias: Historia de San Juan, Editorial Spadoni, Mendoza 1966.
"San Juan, sus arquitectos y la modernidad", trabajo de investigación de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNSJ - Equipo dirigido por la arq. Elvira Sentagne
Las fotos pertenecen al libro “El San Juan que Ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller.


Ver:
La ciudad a través de cuatro siglos: El nacimiento de San Juan de la frontera.


San Juan a través de cuatro siglos: La ciudad de la recostrucción.

GALERIA MULTIMEDIA
Una esquina de la ciudad de San Juan cuando llegaba el pavimento.
Calle Mendoza, hacia el Sur. A continuación de la Catedral se ve el Palacio Episcopal. Los autos compartían la calle, de doble mano, con los coches de plaza. Los árboles, todavía son pequeños. La torre izquierda de la Catedral, que había sido afectada por el terremoto de 1894, ya estaba restaurada.
El Palacio de Justicia: En 1909 el gobernador Carlos Sarmiento contrajo un empréstito internacional para construirlo al lado de la Casa de gobierno, frente a la plaza. La obra demoró años y el fracaso del préstamo hizo que el proyecto sufriera recortes. Se realizó la fachada con columnas rematadas con capiteles jónicos, pero la estructura sólo pudo albergar a la Corte de Justicia y el Ministerio Público.
El Palacio Episcopal: El Obispado de San Juan de Cuyo recién contó con sede propia en 1910. El propio obispo Marcelino del Carmelo Benavente consiguió los fondos de un subsidio, aportes de vecinos y sus propios ahorros. Hizo él mismo los planos y la empresa Carlos Varese y Hnos lo ejecutó. Era un artístico edifico románico bizantino de dos plantas.
Edificio del Banco Nación cuando estaba ubicado en General Acha y Mitre
Escuela Normal Sarmiento
Hospital Rawson: El terremoto de 1894 había dejado en pésimas condiciones las instalaciones del Hospital San Juan de Dios. En 1898, la provincia adquirió unos terrenos en la calle ancha del naciente para proyectar el edificio definitivo, que llevaría el nombre de Guillermo Rawson. En 1913 se colocó la piedra fundamental y se construyó el pabellón de Clínicas. Los gobiernos de Federico y Aldo Cantoni le dieron un impulso decidido al pabellón central.
Palacio Municipal: Con estilo renacimiento francés, el edificio fue construido entre 1938 y 1941, aunque estuvo proyectado desde la época del Centenario. De mampostería de ladrillo con esqueleto de hormigón armado, tenía dos plantas, con sótano para servicios. En ángulo de Caseros y Mitre se ubicaba una torre de 25 metros de altura, con una cúpula arábiga como remate.
El parque originalmente era casi el doble de su tamaño actual. Con el tiempo parte de esta extensión fue cedida para la construcción del Club Inca Huasi, Lawn Tennis Club, el Estadio Abierto, Estadio Cubierto, el antiguo Hotel Sussex, el casino y la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de San Juan.
Esta fotografía muestra cómo lucía la Plaza Aberastain a mediados de la década del 30, antes del terremoto y de la intervención de Ramos Corrreas. (Foto del libro “El San Juan que usted no conoció” de Juan Carlos Bataller)
Como se puede observar en la foto, la calle Rivadavia ofrecía la vista de una ciudad populosa. A fines de 1943 era el asiento favorito de las grandes tiendas.
Hasta 1944 convivieron en la ciudad varios estilos de vivienda familiar. Entre ellos estaba la casa tradicional o de patios, nacida en la época colonial, con sus ambientes dispuestos alrededor de dos o más patios, cada uno con funciones diferenciadas.
Cine Cervantes