Miryam Andújar: "No me conformo con un abogado que vaya a misa pero sea mal profesional"

La decana de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Cuyo sostiene que la formación que imparten en la UCCuyo hace hincapié en la investigación, como una forma de actualización constante. Fue la cara visible del movimiento que, en la provincia, se manifestó contra la ley de Matrimonio Igualitario.

De bajo perfil hasta el debate generado por la ley de Matrimonio Igualitario, Miryam Andújar de Zamora, decana de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Cuyo (UCCuyo), se transformó en la vocera del movimiento Compromiso por la Familia y la Niñez y sus opiniones en contra de la sanción de esta norma, se reprodujeron en casi todos los medios de comunicación. Taxativa, sostiene que ese mismo “compromiso” que la llevó a defender públicamente su postura, es el que exige para los futuros profesionales del Derecho, que egresarán de cara a nuevas realidades jurídicas en las que tendrán que desempeñarse.
“Uno ejerce como profesional de la misma manera que es como persona por eso pido más compromiso”, expresa, al tiempo que sostiene que la Universidad Católica prepara a sus alumnos “con el objetivo de que sepan que un profesional que no investiga y no estudia, no existe”.
Por otra parte, asegura que “los debates deben darse” pero considera que plantear tantos temas polémicos, como matrimonio igualitario, identidad de género, aborto y muerte asistida, por ejemplo, es “muy fuerte” para la sociedad.

—De cara a la sanción de leyes que causan controversia, como la del matrimonio igualitario, ¿debe cambiar el perfil de los abogados que egresan de la Universidad Católica?
—Por la formación que tenemos, los alumnos salen preparados para hacer su propio discernimiento sobre esos temas. Egresé hace 30 años y en mi formación analicé el tema del aborto, con posturas a favor y en contra. Esa línea de trabajo es la que se sigue. Lo que nunca previmos es estar hablando del matrimonio igualitario.

—El matrimonio igualitario implica un cambio en los derechos civiles; por ejemplo, hablar de contrayentes en lugar de hombre y de mujer
—Ese tema implicó un abordaje especial. El debate se instaló fuertemente en la sociedad sanjuanina y requirió que los docentes estén actualizados. Los alumnos han preguntado mucho en relación con el Derecho Civil, Derecho de Familia y Sucesorio. Cada profesor dio su postura, porque hay libertad de cátedra y el alumno debió hacer su síntesis.

—¿Fueron los alumnos los que propiciaron el debate?
—Estaban muy interiorizados y con mucha confusión. Ellos tienen una mirada diferente a la de los adultos. Hubo gente a favor y hay que convivir respetando la libertad del otro.

—Las leyes deben respetar a las mayorías y a las minorías
—Hubiera preferido que el tema de la igualdad fuera mejor explicado por los diputados y senadores. Cuando la Corte de Justicia definió esto, habló de igualdad ante la ley en las mismas condiciones. Y dos hombres o dos mujeres constituyen otra realidad. Esa es la posición que sentó el movimiento Compromiso por la familia y la niñez. No se discute que esta nueva realidad está basada en el amor y que hay que dar una respuesta legítima a los reclamos que hacían estas personas. Quizás se debió analizar mejor la Unión Civil o el Pacto de Solidaridad que está legislado en Francia, país emblemático en cuanto a derechos y libertades por la igualdad. Tengo la impresión que el debate fue rápido.

—A su criterio, ¿cuál hubiera sido la solución adecuada para resolver temas como obra social, sucesión y herencia, por ejemplo?
—El matrimonio es una institución natural y lo que hace el Estado, a través de sus leyes, es reconocer instituciones y regular situaciones. En este caso, la unión entre un hombre y una mujer es un dato biológico, si se quiere. El Estado regula esa relación, que es biológica, afectiva, sexual y social, porque le interesa protegerla. Todos los países en sus legislaciones promueven el matrimonio entre hombre y mujer. Dos hombres y dos mujeres, nunca van a poder procrear, por ejemplo. Hay estudios que demuestran cómo los países que promovieron el matrimonio igualitario tienen un descenso de la natalidad y la falta de la franja etaria de la juventud para el recambio.

—Ese es un problema que afecta a varios países de Europa, más allá de los que promueven el matrimonio igualitario
—Hay una tesis que trabajó un profesor norteamericano, y que se dio a conocer como el Argumento Escandinavo, que dice que los matrimonios igualitarios han acentuado este problema. El solo hecho de que esto no estuviera suficientemente estudiado, merecía un énfasis más precautorio a la hora de legislar. Tomarse más tiempo, estudiar más e ir resolviendo los temas de herencia, sucesión, obra social modificando leyes especiales o instituyendo la unión civil como status jurídico específico para este tipo de uniones. Esa era la solución que veíamos como viable desde Compromiso por la Familia.

—Este es el año de los debates: salió la ley de matrimonio igualitario; luego se habló del protocolo que ampliaba el derecho del aborto no punible; está el proyecto de ley de Muerte asistida…
—Es muy fuerte. Soy partidaria de que los debates, a favor o en contra, hay que darlos, sin presiones, con muchos argumentos e ideas. Cuando salió el tema del aborto, fuimos a ver al gobernador de la provincia y nos contó que la presidente de la Nación no estaba de acuerdo con el aborto. Eso nos tranquilizó. En ese momento se habló de la Objeción de Conciencia que pueden alegar los funcionarios públicos que no quieran realizar estos casamientos o practicar un aborto.

—Aunque sea delito, se siguen practicando abortos clandestinos, en algunos casos porque la mujer fue violada y no quiere a ese hijo.
—Ahí hablo como mujer y mamá: Uno tiene que ser muy cuidadoso a la hora de emitir juicios de valor sobre esas decisiones. Nadie es dueño de la verdad. Por otro lado, las leyes deben cumplirse, pero el Estado debe garantizarle al ciudadano (en este caso los funcionarios) que por razones de convicción ética, religiosa o científica no esté de acuerdo, que no habrá una violación de conciencia. Es un límite que se pone al Estado frente a las libertades del individuo. Hay que respetar la libertad de pensamiento, contemplada en dos artículos de la Constitución, el 14 y el 19.

—¿La ley no debería proteger a la mujer en estos casos?
—El aborto es un delito y a las estadísticas hay que mirarlas con mucho cuidado porque nadie dice: “Estoy cometiendo un delito”. Aún cuando exista un número alto de mujeres que lo realizan, uno cuando legisla debe elegir entre dos paradigmas: uno es convertir el Derecho en una descripción de realidades. Para este supuesto, bastaría la constatación empírica de una realidad social, para traducirla en una norma jurídica. Por ejemplo, como ya hay personas del mismo sexo que conviven y que, de hecho, una de ellas ha adoptado, entonces legalicemos. Eso es convertir al Derecho en un mecanismo que va tras los hechos, que describe realidades.

—¿Y el otro paradigma?
—Tal como nació, el Derecho es una norma. Y la norma es el camino por el cual debe ir la conducta, que es otra forma de mirar al Derecho. El legislador debiera preguntarse: “¿Esto es bueno para la persona y la sociedad o desde el Derecho hay que intentar modificarlo?”. El que legisla debe ser un jurisprudente, un hombre prudente. La prudencia ayuda a ponderar la eficacia de la norma para el fin que persigue. Si legislo en función de que hay muchos abortos, el Derecho pierde la calidad de norma. Nada de este debate hubo en la sanción del matrimonio igualitario.

—Pero la sociedad evoluciona o involuciona. Por ejemplo, ahora viene el debate por el tercer género
—Está relacionado con el matrimonio igualitario y en algunos países se sancionó antes. Acuerda sobre el tercer género: que sería trans (transexuales, travestis y transgénero). Es para las personas en las que no hay concordancia entre el dato biológico y el psicológico y lo que percibe sobre su identidad sexual. Si es así, con pruebas fehacientes, una persona puede ir al Registro Civil y cambiar su nombre y su sexo manteniendo su número de documento. Estas leyes responden a un enfoque de la sexualidad que no compartimos porque, con argumentos científicos, aún no puede decirse que la sexualidad es una mera construcción social pero tampoco puede decirse que hay una predeterminación biológica. En realidad, los autores modernos hablan de una combinación de las dos.

—¿Cuál es su opinión al respecto?
—Me gusta decir que no es una simple opción porque habría una falta de solidaridad hacia la persona homosexual. Si la sexualidad es una simple opción, yo como padre, familia o sociedad no tengo nada que ver; hay un individualismo que nos marca hasta en esto. Este proyecto de ley también causará problemas porque no sé si todos los funcionarios estarán de acuerdo, pero hay que proteger también a estos ciudadanos.

—El proyecto de ley de Muerte Asistida ¿abre una puerta a la eutanasia?
— No necesariamente. Es un testamento vital. ¿De qué se trata? De que la persona desde su autonomía pueda decidir hasta qué punto prolongar artificialmente su vida sin que haya ensañamiento terapéutico. O sea una terapia desproporcionada en cuanto a las expectativas y la calidad de vida, invasiva, dolorosa, agresiva, que lo aísla de la familia cuando ya toda la psicología ha dicho que lo mejor es volver a casa para morir con los afectos. Se crea un registro para que el individuo deje asentada la última voluntad, nombra a una persona como representante y se firma por dos testigos y se puede revocar en cualquier momento. Esto alivia la decisión del médico, aunque habrá que esperar los avances de la medicina… Pero es mucho para la sociedad, es mucho…

—¿Tantos cambios requerirán un nuevo perfil de abogado?
—La modificación del plan de estudios realizada este año tiene que ver con eso. Desde primer año, los alumnos cursan Metodología de la Investigación con carácter obligatorio, con el objetivo de que sepan que un profesional que no investiga y no estudia, no existe. En cuarto año, cursan Filosofía del Derecho, donde se abordan estos temas filosóficamente y no desde la religión. Desde la religión se los acompaña con Teología Moral, que no supone una negación de lo racional. No me conformo con un abogado que vaya todos los domingos a misa pero que luego sea un mal profesional. Nadie es buen creyente si no es buen ciudadano y buen profesional primero. Uno ejerce como profesional de la misma manera que es como persona, por eso pido más compromiso.

“TENEMOS QUE APRENDER A RESPETARNOS”

—Usted sostiene que hubo muchas ofensas en la defensa de cada posición ¿Por qué este tema generó tanto fanatismo?
—La gestión de la Universidad Católica, desde la rectora hacia abajo, trató de mostrar respeto por el otro. La facultad se pronunció sin fanatismos, lo que pedimos era que se dieran argumentos porque estamos formando profesionales. Vi más intolerancia de quienes promovieron el proyecto que desde la ciudadanía que estaba en contra o desde los homosexuales. Recuerdo que se cerró el debate en Senadores catalogando de nazi a una persona porque pensaba distinto y quien decía esto, era quien había levantado la bandera de la tolerancia y el respeto de las minorías. Me parece que aún tenemos que aprender de los dos lados a respetarnos.

—¿Cuáles son los objetivos que persigue el movimiento Compromiso por la Familia y la Niñez?
—Es un despertar de la ciudadanía. Es estar más atenta, pensando más su voto, siempre dentro de los carriles de la democracia. Esto es bueno. Creo que fue un error de algunos legisladores identificar esta manifestación cívica con tres o cuatro credos religiosos. Esa ha sido una mirada muy corta y reduccionista de lo que pasó. Fue la ciudadanía quien se manifestó.

—Hubo quien aseguró que los derechos no se plebiscitan, que la ciudadanía podía opinar pero que no debería ser vinculante
—Uno puede estar o no favor de que se haga un plebiscito, no era ese el tema. El pueblo es soberano y ni legisla ni decide sino a través de sus representantes y la ciudadanía siente que no se le consultó. Este no era el proyecto de ley de retenciones; era un proyecto que tenía que ver con las tradiciones, con la dinámica de la organización social de una nación, como es el matrimonio. La ciudadanía tiene derecho a saber cómo piensan las personas que los representan. Creo que a partir de ahora habrá que pedirles su opinión a todos los partidos.

—¿No debió ser siempre así? Ese es otro cambio que debe hacer la sociedad: comenzar a ser ciudadano
—Esto es lo positivo. Me parece que estamos transitando ese camino de comprometerse más y de exigir más. Hay que exigir a los partidos que pongan lo que piensan en la plataforma. Después el ciudadano, en ese acto privilegiado de votar, decidirá.

PERFIL
Nombre: Miryam Andújar
Estado civil: Casada conPaulino Zamora
Hijos: “Dos, María Candela y Santiago Ariel”
¿Qué lee?: “Temas relacionados con la bioética y el bioderecho”.
¿Qué escucha?: “Todo tipo de música, pero sobre todo rock de los ‘80”
¿Qué ve?: “Noticieros y fútbol. Toda mi familia ve mucho fútbol”
¿Cocina?: “Sí, cuando puedo”.
Plato preferido: “Pizza con rúcula y cerveza”
¿Cómo le gustaría que la recuerden?: “Como docente. Amo la docencia y ahora, la extraño”

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Miryam Andújar.