Eduardo Savastano: "Las estructuras políticas no forman para la gestión"

Es músico y administrador sanjuanino que trabaja en la Fundación YPF. Estudió violoncello en la Escuela de Música de la UNSJ y en Europa, pero descubrió, dirigiendo el Circo de Moscú, la pasión por la administración y se dedicó a esa tarea. Estuvo a cargo del Auditorio Juan Victoria y fue secretario de Servicios Públicos en la Municipalidad de la Capital, además de gerente de Canal 8 y de bodegas locales.

“El hombre propone y Dios dispone”, sería la frase que mejor define la carrera de Eduardo Savastano, un violoncelista sanjuanino que estudió en la Escuela de Música de la UNSJ, integro la Orquesta Filarmónica del Teatro Municipal de Santiago de Chile y se perfeccionó en la Universidad de Maastricht en Holanda. Sin embargo, su vida en Europa lo llevó a convertirse en director de giras del Circo de Moscú, rol en el que descubrió que le apasionaba la gestión de proyectos. Estudió administración y conducción de empresas en Alemania, Alta Gerencia en la Universidad Adolfo Ibáñez y Marketing Estratégico en la American Management Association. Formó su propia empresa, dedicada al mundo de la cultura y el espectáculo en San Juan, “Do it”, con la que creó “NotiClub”, un noticiero televisivo infantil que ganó los premios Martín Fierro, Santa Clara de Asís y FundTV, entre otros, y que le permitió luego llegar a la gerencia de Producción y Programación de Canal 8.

A partir de ahí, fue gerente de la fábrica de mosto concentrado Los Algarrobos, administrador del Auditorio Juan Victoria, director de Cultura y secretario de Servicios Públicos de la Municipalidad de la Ciudad de San Juan, y gerente de Comercialización de Casa Montes; hoy, vive en Buenos Aires de lunes a viernes, por su trabajo como adscripto a la vicepresidencia de la Fundación YPF. Manteniendo siempre su bajo perfil, considera que la música y el arte le dieron muchas herramientas para su carrera como administrador y opina que “las estructuras políticas no entregan servidores públicos formados para la gestión”.

—Estudiaste violoncello, sin embargo cimentaste tu carrera no en la música sino en la administración de empresas. ¿Sentís que el arte te ayudó de alguna manera?
—Ambos son procesos al fin e involucran a sociedades productivas. Dirigirse a mercados muy competitivos, cada eslabón integrado en una cadena productiva, agregando valor, es ni más ni menos que entender cómo funciona una Sinfonía de Mozart. Hay una estructura rítmica que son los procesos; hay una verticalidad armónica, que es entender cómo funciona cada una de las tensiones de cada sector; hay melodías que se van encadenando unas con otras, que son las sociedades productivas; en definitiva, es también como una partitura de orquesta. El arte da la posibilidad de concentrarse en el detalle y de tener un ojo puesto en el “permanent on going”; en donde uno va.

—Eso es lo que plantea Elías Bajer, músico de jazz, presidente de industrias farmacéuticas y creador de Business & Swing.
—Esta condición de prepararse meses para presentar una obra que dura 20 minutos sobre el escenario y tener sólo esos 20 minutos para poder expresarse, a uno lo hace campeón en distancias cortas, es como correr los 100 metros. Uno arma su valija con las expectativas de una empresa; se toma un avión y sabe que tiene una entrevista con un empresario de Estados Unidos, Japón o Rusia y, en 15 minutos, tiene que ser capaz de trasladarle que no solamente tiene lo que él necesita, que su empresa es la mas confiable, que no va a encontrar mejor socio y que está dispuesto a dar la vida por él.

—¿Es como un estreno o un debut?
—Correcto. El arte aporta capacidad de análisis, entender qué está pasando con el otro y ser capaz de moverse en distancias muy cortas entendiendo que la cancha es grande, infinita. Me di cuenta que esta formación artística me funcionó bien en la fábrica de mosto Los Algarrobos.

—¿Y cuando estuviste al frente del Auditorio Juan Victoria o sea en el ámbito de la administración pública?
—Fue una de las experiencias más fuertes que tuve. Uní mi formación artística, mi conocimiento de las necesidades del arte, el entender como funcionan las cosas, la naturaleza de la gente que se dedica a esta actividad, junto con las herramientas de gestión, de cómo lograr objetivos, de lo que es influir en una organización y trasladarla de un estado A a un estado B, que es el deseado. Aprendí, por el grado de especialización, a trabajar como los neurocirujanos, a especializarme en gestión de microcirugía; quería dar al Auditorio un gran prestigio, incrementar su programación, lograr una eficiente organización, asegurar un adecuado mantenimiento poniendo, al mismo tiempo, un gran énfasis en los recursos humanos. Siempre me apasionó lograr con lo disponible, no con lo que uno quisiera, hacer lo que se debe hacer.

—“Durante tu gestión hiciste, por ejemplo, un relevamiento del nivel de instrucción de los empleados para darles capacitación.
—Comencé con ese trabajo, justamente. Recuerdo haber tenido entrevistas de una hora u hora y media con cada uno de los empleados para que me contaran sobre su familia, cómo ingresó a la administración pública, cual era su formación, que sueños tenia y luego enfrentarlos con lo que el puesto de trabajo requería. Y recuerdo haberles dicho: “Mire, hermano, acá hay una distancia larga entre lo que usted quiere, lo que pudo haber realizado o no logró y lo que debemos hacer, así es que si nos damos la mano, acortamos camino y somos felices”.

—A tu criterio ¿qué hace falta para dirigir un organismo como el Auditorio?
—Básicamente lo que hace falta es conocer herramientas de gestión, ser capaz de tener un proyecto sencillo pero claro en la cabeza; rodearlo de valores y transmitirlos; todo tiene que tener valores universales y compartidos; subir a la gente a un proyecto y comenzar a lograr resultados. Cuando se empiezan a lograr resultados, sobre todo en sectores donde están acostumbrados a la indiferencia de quien dirige, se comienza a crear un círculo virtuoso de bienestar y arriba del colectivo del éxito queremos estar todos.

—Parece simple…
—Así empezamos a generar algo que es muy importante en la vida, que es llamar a la suerte. Creando un círculo virtuoso podemos empezar a ver cómo las organizaciones comienzan a mejorarse por si mismas, entendiendo que a veces hay que tomar medidas que tienen que ver con separar gente que no entendió, no cambió o no se adaptó. La gran moraleja de todo esto es: ideas claras, proyectos compartidos, valores para sostenerlos y a la gente, como la gente.

—De director de Cultura pasaste a ser el secretario de Servicios Públicos de la Capital, en la gestión de Enrique Conti.
—Siempre hago un chiste con eso: “El intendente pensó que la basura es un tema cultural y dijo: llamen al director de Cultura” (risas). Así, al mes de ser nombrado director de Cultura, asumí en la Secretaría de Servicios Públicos de la Capital; fue uno de los grandes aprendizajes de mi vida profesional: por la cantidad de personas que tuve que dirigir, por la cantidad de áreas sobre las que tenía responsabilidad directa, por la diversidad de la gestión, que incluía desde mejorar el arbolado hasta la faena del Matadero, por la cantidad de vecinos que se veían involucrados en las decisiones, por ejemplo, en la recolección de residuos.

—¿Qué cambio produjo en vos?
—Fue una gestión de gran entrega y de gran cantidad de horas de trabajo, pero de gran satisfacción porque empecé a mirar a la ciudad, a la gente y a la gestión de otra forma; comenzamos a lograr el reconocimiento y la dignificación de la tarea del empleado municipal de la mano del ciudadano, del señor que levanta la basura y del que limpia placas en el cementerio. Fue la primera vez que sentí que, por lo que hacía, estaba dando en el clavo de mi gran ocupación y a mi gran tema interno sobre cómo cambiar el estándar de vida de la sociedad haciendo un aporte a la cultura social.

—¿Cuándo te diste cuenta de esta vocación de servicio?
—Cuando pasé del ámbito privado al ámbito público. Se requiere de los funcionarios públicos, según dijo Aristóteles hace 23 siglos, conocimiento y virtud. El ámbito público es tan descarnado que exige que las personas nos afirmemos en esos conceptos: si no lo sabe, aprenda, rápido no hay tiempo y además, tiene que liderar gente, que no es su equipo de trabajo, sino una sociedad a la que hay que convencer que hay que ir en un destino, entonces los valores tienen que ser fortísimos.

—¿Pensaste en militar en política partidaria
—No tengo la habilidad de hacer política partidaria y sí una gran vocación de servicio por la cosa pública. En mi opinión, es como las religiones, no conozco una religión que diga que hay que matar gente o que no hay que respetar al prójimo. Nunca escuché a un político que no nos diga que tenemos que desarrollarnos, producir más, tener mejor salud, mejor educación, el problema es cuando empiezan con ideologías que se adaptan o no…

—Sos más pragmático.
—Consigamos la forma de tener una mejor educación, no me preocupa de qué lado viene, pero seamos consecuentes y honestos: mejor educación no es bajar la ideología al aula, es bajar el nivel de repitencia. También me di cuenta que tantas horas de comité alejan de la necesaria formación que debe tener un funcionario. Las estructuras políticas no entregan servidores públicos formados para la gestión.

—¿Pensás que desde tu trabajo en la Fundación YPF has logrado una cúspide en tu carrera?
—No sé si la cúspide, espero seguir creciendo (risas). Creo que los dos trabajos que llegaron a impactar más a nivel global en una comunidad tienen que ver con la labor que realicé en la Secretaría de Servicios de la Municipalidad de la Capital y el trabajo que hago como adscripto a la vicepresidencia de la Fundación YPF.

—¿Cuál es exactamente tu tarea en la fundación?
—La Fundación YPF es un instrumento de la compañía y trabajamos con una orientación regional, es decir, con énfasis en los lugares en donde la empresa tiene operación directa. Los pilares de acción son la Educación (especialmente técnica desde el nivel medio a instancias superiores) la Cultura y Patrimonio y el Desarrollo Social. Mi función es la de ejecutar y asegurar la implementación de los programas y políticas definidas por presidencia y vicepresidencia.

—¿Y en qué ámbitos se ejecuta?
—Es un trabajo que me lleva a recorrer medio país; en ciudades y pueblos de vida petrolera. Desde el punto de vista del aporte, es sin dudas un escenario en el que se puede impactar de forma directa contribuyendo para lograr la madurez de la sociedad donde estamos insertos. Esta labor, de profundo sentido patriótico, me llena de felicidad y gratitud. Lo que hacemos como compañía, le sirve a la sociedad.

—¿Hace cuánto tiempo que no tocás el violoncello?
—22 años. Pero hace 8 semanas, me di una gran satisfacción: tocar el violoncello en el último atril de la Orquesta infanto—juvenil de Cutral Co. Esa ciudad tiene una orquesta juvenil muy buena, seriamente pensada, y con motivo de que la Fundación apoyó el Tercer Festival Internacional de Cello, que realizó en Buenos Aires Eduardo Vasallo, un cellista argentino de trayectoria internacional, le propusimos a Eduardo que viniera tres días a trabajar con la orquesta. Acompañé a Eduardo durante ese fin de semana y nuevamente volví a tocar el cello. Uno se conmueve hasta las lágrimas.

PERFIL
Nombre: Eduardo DanieSavastano
Estado civil: Casado con Ada Hidalgo (flautista de la Sinfónica de la UNSJ)
Hijos: “Dos hijas: Florcita “corazón de papá” y Paulita “almita de mi vida”, ambas relacionadas con la música. Paula toca la guitarra y canta en eCoro de Niños y Jóvenes de la UNSJ; y Florencia estudia comedia musical”.
¿Qué lees?: “Me gusta leer sobre historia; sobre casos empresarios, con énfasis en edesarrollo social; cómo las empresas logran a través de sus acciones ser motores de la comunidad. Estoy releyendo una versión comentada de la Constitución Nacional”
¿Qué ves?: “Me gusta mucho ecine épico”
¿Qué oís?: “Música en general: Escucho cualquier género pero busco las mejores interpretaciones”
¿Cocinás?: “Mucho y bien y me encanta”
Plato preferido: “La comida hindú, aunque un asado me puede”
¿Cómo te gustaría que te recuerden?: “Como una persona confiable, coherente y honesta”

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