Ana Bovo: "Propongo un reencuentro con el placer de escuchar historias"

Dirige la Escuela de Relato, una institución única en su género en el país, donde enseña a oír y a narrar cuentos.

Ana María Bovo es una de las narradoras más destacadas de Argentina. Actriz, dramaturga y directora de teatro, como docente es fundadora de la Escuela de Relato, un espacio único en su tipo que toma como modelo estético a los narradores espontáneos. Porque, por sobre todas las cosas, Ana María aspira a eso: a que se la recuerde como una gran narradora de historias.
Con una propuesta intimista; una silla y una luz cenital sobre el escenario son suficientes para que la actriz vaya desplegando sus historias, que arrancan siempre desde el día en que descubrió este talento en ella, mientras acompañaba a su padre al trabajo. Así, cada texto es cuidadosamente elegido para conmover al espectador, que cae subyugado al descubrir lo simple que es evocar ese mágico tiempo del “había una vez…”
“Lo que propongo es un recuentro con el placer perdido de escuchar historias… Mis cursos son una provocación, en medio de la ciudad, para que el tiempo y el espacio se detengan para escuchar un relato”, sostiene.

—¿Cuándo te diste cuenta que podías contar tus “relatos”, comunicarlos desde un escenario, de manera tan simple y directa?
—Egresé de la escuela de teatro de Raúl Serrano y descubrí que no me daba placer encontrar trabajo como actriz en los castings ni en los pasillos de la televisión. Tenía en mente armar un espectáculo juglaresco, en cierto modo; por su austeridad, que pudiera trasladar de un lado a otro. Me acordé de cuando era maestra jardinera y cómo me gustaba contar cuentos, y me acordé de los grandes narradores que vi a lo largo de mi vida, sobre todo en mi infancia. Yo tomé ese modelo del narrador espontáneo, pero le sumé la técnica actoral, lo que permite adquirir una gran cantidad de recursos para sostener la atención de la gente.

—El unipersonal es un género difícil y además, apostar a contar relatos, no es algo muy común…
—Yo quería que se dijera de mí que soy una narradora de historias, pero fue un trabajo muy arduo. Al principio narraba sólo en algunos colegios; al año siguiente me llamaban otra vez, hasta que se fue armando una cadena de trabajo. Entonces decidí armar el espectáculo en el subsuelo de la librería. Era muy despareja la afluencia de público. Pasaron 5 años hasta que un crítico me vino a ver, porque yo no estaba ni en el under ni en el off. Ese crítico habló tan bien, que empezó a venir un público que demostró ser muy fiel, que venía a ver mi espectáculo más de una vez, que traía más gente y así siguieron viniendo y viniendo…Cuando viajo por el país, la gente de la Fundación OSDE se sorprende por la respuesta del público, porque yo no soy nada mediática, pero mi trabajo muy largo, de mucha constancia y de superar muchas veces el desaliento. El “no”. “no”, “no”…

—¿Los relatos que narrás son textos de tu autoría?
—Al principio eran textos de otros autores y muy tímidamente empecé a escribir historias autobiográficas, que me permitieron mucha identificación con el público. Fui poniéndome más persistente en este trabajo y ahora te diría que el 70% de los textos son míos y quizás el 30% de otros autores, porque también fui construyendo una identidad con el repertorio.

—¿Te parece que los temas que tratás en los relatos son la clave para lograr esa identificación?
—A mi me atraen los conflictos de la cotidianeidad. Para mí es un desafío muy grande despertar interés en pequeños conflictos, que quizás fueron grandes en su momento y el tiempo los atenuó. Mirar un conflicto del pasado desde el presente, a veces genera una mirada humorística sobre un hecho que quizás fue dramático, y esa interacción entre el humor y la emoción me interesan mucho. Y tomar perspectiva de lo ocurrido, también. Eso genera mucha identificación.

—Desde hace unos años, hay varios profesionales que, como la psicóloga chilena Pilar Sordo, logran captar la atención de multitudes recurriendo a la técnica de la narración, la actuación y el humor para hablar de los conflictos entre hombres y mujeres, por ejemplo…
—Ella tiene mucha solvencia en el género. Lo mío es un espectáculo, pero cualquier narrador espontáneo o conferencista puede lograr que su enunciación o su charla tomen los ribetes de un espectáculo. Mi puesta es sencilla, con una silla y una luz, logro el atraer al público con una historia.

—Al finalizar tus espectáculos, el público sale bastante movilizado ¿suele acercarse a contarte sus historias?
—Sí. Movilizado por algún cuento, me sugiere alguna lectura o me cuenta algo que le pasó. El otro día tuve una devolución muy linda con una espectadora que me contaba que le había pasado lo mismo que a mi cuando bailó la Danza de las Horas en el colegio (un fragmento de esa danza fue utilizado porWalt Disneyen su películaFan-
tasía, para hacer bailar a hipopótamos y elefantes con tutú). Generacionalmente hay situaciones que hemos atravesado que son comunes, pero también porque los pasos de la vida son democráticos: todos pasamos más o menos por los mismos lugares y el relato es un espacio de reunión.

—¿Notás en la gente esa necesidad de escuchar historias como cuando era niña?
—Si. Hay un nivel de entrega, de silencio, de carcajadas, de emoción…A veces me da pudor mirar al público, porque lo veo muy entregado, felizmente entregado, muy sensible, muy vulnerable y es otro espectáculo maravilloso para mí esa entrega. Me encantaría filmar un video con el público, que sólo se escuchara mi voz y se vieran sus caras…

—¿Pensás que esas pequeñas narraciones lo conectan consigo mismo?
—Sí. Una vez conté una historia sobre el patio de la casa de mi abuela. En el patio había una pequeña puertita que conectaba con una parra, pero yo no la mencioné y un señor me dijo: “La puerta de la casa de su abuela es igual a la de la casa de la mia”. El veía su patio y su puerta…

—Esto debe sucederte en cada lugar al que vas, ¿hay memorias compartidas?
—Sí. Este es el gran tema de inmigración. Como docente, trabajo con gente que construye sus propios relatos y eso es maravilloso.

—¿Quiénes son tus alumnos: actores, docentes, gente común?
—En general, es gente que me ha conocido contando y estudiar les cierra como un lugar de expresión posible y no para el escenario. Quieren habilitar el tiempo de escuchar y de contar historias que nosotros proponemos. Es maravilloso cómo desde una anécdota inicial puede salir una historia significativa; son relatos breves pero con una carga emocional importante. Nuestra tarea como docentes es lograr que ese relato sea interesante para otro, que no quede sólo dentro de la familia o los amigos.

—Es como la magdalena de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust
—Una narración de cuentos es una magdalena porque cada uno tiene su tacita de té y se lleva su magdalena a la boca y recuerda cosas diferentes. Lo interesante es la cantidad de relatos que surgen en la cabeza del espectador y que nunca voy a tener tiempo de sentarme a recoger… ¡Se habilitan tantos relatos!

—Cuando armás un espectáculo ¿cómo desarrollás el hilo conductor que tendrá?
—En general decido por intensidades, ritmos, por un arco que quiero describir en el espectáculo, pero no me interesa el hilo conductor. Es el estilo más que el contenido de los cuentos. El espectador va uniendo como quiere.

—¿Cuál es tu público: mujeres, hombres, parejas?
—Mujeres de 40 en adelante. También maridos traídos por esas mujeres, que vienen con cara de desconfianza y que luego de sufrir durante el primero y el segundo cuento, se entregan y se vuelven entusiastas. Y luego ellos traen a más gente. Ahora estoy viendo cómo atraer a la gente joven, porque cuando contaba historias en los secundarios me iba divinamente. Creo que tengo que meterme más en las redes sociales, para que puedan encontrarme, porque los jóvenes también lo disfrutan mucho. Hay abuelas que traen a sus nietas o al revés: A mí me conmueve el intercambio generacional porque hay algo ancestral que hace que el relato los aúne a todos.

—La gente que asiste a la Escuela de Relato, ¿vive esa experiencia como una vuelta a tener tiempo y al disfrute de contar una historia o lo toma como una terapia?
—Indirectamente, los alumnos dicen que termina siendo muy terapéutico, pero jamás me atrevería a proponerlo de esa manera. Lo que propongo es un recuentro con el placer perdido de escuchar historias. Primero de escuchar, porque quien no escucha bien no narra bien. Cuando uno cuenta, su historia es la más importante para los otros; y cuando el otro cuenta, su historia es la más importante y en esa democratización de la escucha, es que uno educa su oído y su paciencia para aprender de los otros. Hay que legitimar que hay un tiempo para escuchar y para contar. Mis cursos son una provocación, en medio de la ciudad, para que el tiempo y el espacio se detengan para escuchar un relato.

TRABAJOS Y RECONOCIMIENTOS
* En 1992 fue becada por la Fundación Antorchas para especializarse en Italia en la narración teatral.
* Montó numerosos espectáculos, entre ellos “Fiesta en el jardín y otros cuentos” (basado en relatos de Catherine Mansfield), “Humor Bovo”, “Por la vida de mis tías” (sobre los textos de Angeles Masttreta), “Ana cuenta cuentos”, “Sueños y mentiras”, “Maní con chocolate” y “Hasta que me llames”.
* Como dramaturga, fue destacada en los Premios Teatro del Mundo 2000, 2001 y 2002 que otorga la Universidad de Buenos Aires por “Maní con chocolate” (junto con Mario Tobelem) y por “Hasta que me llames”.
* “Emma Bovary” constituye el debut de Ana María Bovo en la dirección teatral.
* Fue nominada a los Premios Clarín y ACE por la dramaturgia y la dirección de “Emma Bovary”.
* Recibió la distinción Konex por su trayectoria en unipersonales 1991—2001, y el Premio ACE (Asociación Cronistas del Espectáculo) por su actuación en “Maní con chocolate”.
* En 2008 recibió el Premio Pregonero por su trayectoria como narradora oral.
* En 2009, por “Así da gusto”, recibió nominaciones a los premios ACE (Actuación en Unipersonal), y a los premios Teatro del Mundo (Actuación Femenina y Dramaturgia).
* En 2002 publicó el libro Narrar, oficio trémulo (conversaciones con Jorge Dubatti) (tercera edición), que el Ministerio de Educación distribuyó en todas las bibliotecas del país.
* En 2008 publicó su novela “Rosas Colombianas” (Emecé, segunda edición).
Ana María Bovo es una de las narradoras más destacadas de la Argentina.

PERFIL
Nombre:
Ana María Bovo
Hijos: “Una hija de 22 años”
¿Qué leés?: “Me gusta mucho la narrativa norteamericana de fines del siglo XIX y del XX, desde Mark Twain a Faulkner, Fitzgerald…. Es muy diverso. Cada autor puede tener varias sorpresas a lo largo de su obra”
¿Qué escuchás?: “Me gusta escuchar las conversaciones de la gente… En música, me gusta el flamenco, los boleros, la música popular me gusta mucho”
¿Qué ves? “Me gusta mucho el cine. Te digo lo que no iría a ver: el género de terror ni la ciencia ficción. La comedia es un género que me encanta”
¿Cocinás? “Muy poco y con mucho temor al fracaso, con lo cual es bastante probable que fracase. No encuentro cómo relajarme y cualquiera sea el resultado, disfrutar”
Plato preferido: “Me gustan mucho los ñoquis, quizás por el ritual que significa preparlos. Las pastas significan una espera. Es una comida que tiene mucha expectativa”
¿Cómo te gustaría que te recuerden?: “Como narradora de historias. Hay muy poca gente que se dedica a eso. Es maravilloso hacer este trabajo sencillo, que se vuelve inolvidable para la gente”

Nota publicada el 3 de diciembre de 2010 en El Nuevo Diario.

GALERIA MULTIMEDIA
"No me gustaba hacer castings como actriz y recordé cómo me gustaba contar cuentos”, relata sobre Ana Bovo sus orígenes en este género.