Héctor Voena : "Responsabilidad Social y cuidado ambiental, ayudan a vender vinos"

Hace siete años que llegó a la vicepresidencia del INV. Su perfil bajo se compensa con el conocimiento que tiene de la situación actual de la industria vitivinícola. Es un convencido de que un buen vino es fácil venderlo cuando a su alrededor todo está en armonía con el medio ambiente, la faz social y la sustentabilidad económica de la empresa.

—¿Qué aspectos esenciales tienen en cuenta los grupos compradores de vino?

—Hay tres cuestiones que tienen en cuenta, que tengas una empresa sustentable económicamente, que sea amigable con el medio ambiente respecto al agua y el suelo, fertilizantes, etcétera y socialmente equitativa, es decir con planes de becas para los hijos de trabajadores, lo que ha dado en llamarse la Responsabilidad Social Empresaria.

—¿Esto importa tanto como los vinos?
—Más que los vinos, etiquetas, etcétera, es muy difícil explicar la calidad del vino si a 100 metros tenemos a chicos descalzos y con mocos, calles rotas, ranchos, bolsas de nylon, todo esto es una vergüenza, y eso no se ve en Mendoza.

—¿Nos lleva ventaja Mendoza?
—El campo de Mendoza es lindo, está bien cuidado, las casas están bien pintadas, con flores. Y esto influye.

—¿Certificar tiene mucho peso?
—Si la huella de carbono es baja, es que te preocupaste de reducir el efecto invernadero, de ahorrar agua sin derrochar. Esto se va a empezar a exigir. Existe el concepto que la bodega que no es amigable con el medio ambiente y no es socialmente equitativa, tendrá problemas en vender en el exterior. Si no tiene trazabilidad, certificaciones, le será más difícil vender. La calidad está. Las bodegas top en Mendoza hacen muy bien las cosas.

—¿Creció la calidad del vino en Argentina?
—En Argentina es impresionante cómo creció la calidad del vino. Los vinos que tenemos ahora no existían hace 15 años. Los genéricos son muchos mejores, el jugo concentrado también. A Argentina le va a bastante bien apunto tal que superó n volumen y valor a Chile, en el mercado estadounidense.

—¿Cómo está hoy la vitivinicultura en la Argentina, sobre todo en las principales provincias productoras?
—Diría que, analizando en primer lugar las exportaciones, Argentina viene teniendo un desempeño bastante aceptable, sobre todo en las exportaciones de vinos fraccionados embotellados. Obviamente, comparado con las exportaciones de vino a granel son exportaciones donde va mucho valor agregado; en cambio, los vinos a granel han descendido en volumen y eso es porque hay otros países competidores que están abasteciendo algunos mercados que antiguamente eran de Argentina.

—¿El INV hoy cubre las expectativas que tiene el sector productor, el sector industrial?
—Entiendo que si. La idea desde hace tiempo es que el INV sea un organismo necesario para la actividad, que sea un organismo confiable, moderno, que brinde información, que sea dinámico, eficiente en lo que es su razón de ser que es el control de la aptitud y genuinidad del vino para su consumo.

—¿Cómo se cuida la confiabilidad cuando en uno de los últimos pronósticos de cosecha tuvo un margen de error muy importante?
—Sí, es cierto, eso pasó en el 2009, pero si uno compara los pronósticos en una serie de diez o quince años las diferencias son aceptables. En una estimación de casi 2.600, 2.900, 3.000 millones de kilos una desviación de un 5 o 6 por ciento es aceptable desde el punto de vista estadístico.

—¿La COVIAR es una buena herramienta? ¿Cómo se ve desde el INV?
—El INV participa en la COVIAR. Yo creo que es el plan más serio que se ha instrumentado en Argentina, desde el punto de vista del análisis toda la cadena, siendo cuna de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas respecto a la perfomance en el mercado interno y en las exportaciones. Después tiene otra cosa importante que es que todo lo que se hace en la COVIAR, surge de talleres de participación e intercambio de ideas, de discusiones, de participar activamente en una organización que tiende a mejorar la calidad de toda la industria a través de la participación de todos los sectores.

—¿El sector industrial se aprovecha de la situación de los pequeños productores que no tienen acceso al crédito?
—No creo que sea así. En realidad, la experiencia me dice que cuando las cosas van bien en la uva o en el vino, todos ganan; cuando hay crisis por exceso de oferta y demás, las cosas bajan y ahí se complica un poco el tema, pero lo ideal es que todos quienes participan en lo que es la cadena del vino, la uva, la pasa, la uva de mesa, jugo concentrado de uva, deben ser conscientes de que cada eslabón de la cadena debe ganar lo que corresponde.

—Los diferimientos impositivos en su momento aparecieron como una gran promesa ¿han tenido la utilidad que se esperaba en el ámbito de la vitivinicultura?
—Habría que analizar parte por parte. A partir de los diferimientos comienza una nueva etapa en la vitivinicultura que es: variedades nuevas, sistema de conducción nuevo, riego por goteo, injertos nuevos, que a su vez todo eso se ha diseminado por la provincia y eso lo vemos en las estadísticas. Por ejemplo, cabernet, syrah, sauvignon blanc, malbec, aumentaron en forma significativa la superficie como así también todo lo que fue uva de mesa.

—¿Las inversiones llegaron al sector de la vitivinicultura a través de los diferimientos?
—Hubo un cambio cualitativo importante a partir de ahí. Los varietales que tiene San Juan no existían antes, los vinos comunes o genéricos que hoy existen son mucho mejores que los de antes. El jugo concentrado de uva se ha consolidado como una industria importante, entonces a pesar que a veces somos autocríticos, creo que se ha hecho bastante. Ahora en el caso estricto a lo que hace a la cuestión vitivinícola, faltaron o faltan todavía bodegas que sean capaces de recepcionar toda esa uva varietal que se puso para que se amplíen los volúmenes de vinos varietales que produce San Juan.

—El caudal de agua para esta temporada, cuyo cálculo fue erróneo en un 30 por ciento por parte de Hidráulica, ¿cómo afectó y cómo lo analiza desde el INV?
—En general, creo que hubo temas puntuales como falta de agua, pero también es cierto que andando uno por el campo se da cuenta que la gente no riega con eficiencia, hay muchos productores que riegan con el 50 por ciento menos; es más, el INTA hace cursos, invita a jornadas de campo y demás para mejorar la eficiencia de la aplicación del agua y no tienen mucha asistencia de productores.

—En una provincia desértica ¿podemos darnos el lujo de que se equivoque Hidráulica?
—Está bien, pero hay que tomar una serie de años, porque si tomás un año es posible que se equivoquen. Hay qué ver qué pasó en los últimos 15 pronósticos. Años como estos nos permite plantearnos si hay un efectivo riego. Por ejemplo, si un viñatero hace ocho o diez riegos por año estamos hablando que tiene eficiencia del 50 por ciento, la mitad se pierde. Entonces, lo que hay qué hacer es tratar de cuidar el agua porque es un recurso escaso. En otros países, Australia por ejemplo, el millón de litros cuesta 270 dólares y acá, más o menos, por los riegos como hace la gente se pueden llegar a gastar entre 8 y 12 millones de litros por hectárea por año, entonces a un productor promedio le saldría el riego a 2.700 dólares la hectárea.

—¿El INV no es demasiado estricto respecto al uso que se le da al jugo de uva?
—Acá también se pueden elaborar otros productos, se elabora sangría, bebidas a base de vino, tipos de vino gasificados, en fin. Yo creo que, muchas veces, eso depende de la iniciativa de la actividad privada y de que el instituto lo considere.

—El tema del estiramiento ¿es el grave problema que tiene el INV para controlarlo o para terminar con él?
—No es lo que era antes porque actualmente hay espectrómetros que permiten determinar el origen del agua, si es agregada o producto de la misma uva. No es tan sencillo el tema del estiramiento o saber el agregado del corte se hizo en otras épocas, un aparato determina si el alcohol es producto de que el azúcar se transforma en alcohol o si es el azúcar de caña agregado.

—¿Se recuperó la industria del vino del caso Torraga?
— Creo que sí. De todas maneras, más que todo afectó al envase de damajuana, pero creo que después de ese lamentable hecho no hubo otros y la gente que comete ese tipo de infracciones es cada vez menos y está cada vez más fiscalizado, se los controla mucho más y con la tecnología de hoy no hace falta encontrar a alguien “con las manos en la masa”, directamente se toma la muestra de una góndola y se determina si hay adulteración o no.

—¿La lucha contra la cerveza es desigual?
—Es desigual porque la COVIAR puede destinar 12 millones de pesos a la publicidad y la cerveza con una sola marca invierte 80 millones.

—Hay un debate entre la gente del sector: ¿Debe encaminarse toda la producción detrás del syrah o tratar de imponer a San Juan como región?
–Una de las fortalezas que tiene Argentina son los diferentes suelos y elementos de conducción. Habría que mostrar otros varietales, en el caso de San Juan no sólo el Syrah, también está el Bonarda, o el Viognier, por ejemplo.

PERFIL
Edad: 61 años
Fecha de nacimiento: 6 de julio de 1949
Estado Civil: casado
Hijos: uno
Título: Enólogo e ingeniero agrónomo
Hobbie: leer sobre vitivinicultura y enología
¿Qué le gusta escuchar?: radios informativas
¿Le gusta cocinar?: No, no me gusta
¿Realiza actividad física?: Caminar
¿Que le gusta ver?: noticieros y Discovery Channel

Nota publicada en El Nuevo Diario el 25 de febrero de 2011

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Héctor Voena afirma que es sencillo investigar si una bodega “estiró” el vino.