Mirta Romero: "No es artista el que sólo pinta el payasito llorón"

Reconocida en la provincia, el país y el mundo por sus esculturas, Mirta Romero atraviesa una etapa de gran productividad, con permanentes viajes a simposios internacionales. En esta nota, habla de los celos profesionales, las alegrías, los dolores y el compromiso social del artista.

Sus obras de grandes dimensiones llaman la atención en distintos lugares de la ciudad. Sus alumnos recuerdan sus clases por la pasión que ponía al hablar de arte. Sus colegas la distinguen como una de las escultoras más importantes de la provincia. Pero más allá del reconocimiento que se ganó en esta tierra, Mirta Romero es también una de las artistas sanjuaninas con mayor trascendencia en el país y el mundo.
Profesora de Artes plásticas egresada de la UNSJ, ejerció la docencia en el nivel medio y superior y representó a la Argentina en simposios internacionales en Canadá, Estados Unidos, Francia, Suiza, Alemania, Finlandia y Dinamarca, entre otros. Hoy jubilada de su labor docente, aprovecha su tiempo para incursionar en nuevos terrenos como la vitrofusión y seguir diseminando su arte por el mundo. “Desde hace 20 años que no paro de viajar” dice la escultora.

— ¿Se puede vivir del arte?
—Sí, se puede, como en cualquier profesión porque también hay ingenieros o médicos que les cuesta abrirse camino. Hay ex alumnos míos que trascendieron y tienen sus obras cotizadas a nivel internacional. Algunos eran muy humildes y no terminaron la carrera pero tuvieron la chispa y las ganas de trabajar, como yo tuve la suerte de ser elegida para llevar mis proyectos a simposios internacionales. Como trabajo en grandes dimensiones no puedo desplazar mis esculturas a otros países, si no es por esta posibilidad de hacer la obra en el lugar.

—¿Sos de las que creen que artista se hace o se nace?
—Se hace y se nace. El hombre nace con las condiciones pero también se hace y se cultiva. En el arte hay mucho de inspiración pero mucho de transpiración. La inspiración se concreta rápido en la arcilla pero detrás hay horas de trabajo.

—¿Cuánto influye la formación académica en el trabajo?
—Ayuda mucho pero no es todo. Una facultad te da el título de profesor pero el de artista no te lo puede dar nadie. Tenemos la prueba de los que estuvieron sólo un año en la universidad y ahora son grandes artistas. No hay que tomarlo como regla porque a muchos les veo una gran fuerza pero creo que les faltó cultivarse. Hace falta leer un poco o ir a algunos talleres.

—Muchos dicen que las escuelas de arte pueden coartar la creatividad y formar artistas con un mismo estilo, casi en serie
—Puede pasar eso pero ahí está lo influenciable que uno pueda ser. Hay gente que pinta lindo pero sólo sigue un estilo porque está muy influenciado por un artista. Tiene que independizarse y buscar su propia vía, pero para eso tiene que tener contenido y transmitir su protesta, su angustia o alegría. Si vivo un momento conflictivo de la sociedad no puedo mostrar sólo rositas.

—¿El artista tiene una función social?
—Sí tiene una función social porque refleja su sociedad. Yo soy producto del siglo XX y XXI pero a la vez tengo una individualidad. Si la sociedad está muy tranquila y yo estoy mal tampoco puedo mostrar que está todo bien, como fue el caso de Van Gogh. Pero el artista que sólo pinta la rosa o la margarita no está comprometido porque no cuenta nada de su vida o su sociedad.

—¿En San Juan hay artistas comprometidos?
—Sí, por supuesto, como hay otros que no. Pero esos otros no son artistas. El artista siempre está comprometido con su mundo interior y con su alrededor. Si no lo está, sólo es alguien que reproduce las obras de otros. La gente los llama artistas plásticos pero no lo son si se quedan con el payasito llorón o con cosas que no expresan su mundo.

“No hay modas en el arte”
Desde 1970, Mirta Romero exhibe sus obras en madera, metal, y mármol –entre otros materiales— en muestras colectivas e individuales en nuestra provincia, como también en todo el país. Y a pesar de tener una amplia trayectoria en el ámbito universitario, asegura ser una “artista intuitiva más que racional”, que se deja influir por el entorno. “Aunque no lo intelectualizo, el lugar incide en la forma de trabajo y a mí San Juan me llevó a trabajar con formas emergentes porque me gustan las alturas” afirma.

—Si comparas tu obra actual con lo que hacías en el comienzo de tu carrera ¿qué cambios notás?
—Así como cambia la sociedad, uno también va cambiando. En mi caso siempre tuve el hilo conductor de la familia. No lo trabajé como estereotipo sino como un concepto que fue variando a medida que fue cambiando mi vida con los hijos y los nietos.

—¿Siempre se trabaja a partir de una idea previa?
—Depende, si voy a participar en un simposio que tiene una temática me meto en ese mundo. Pero si es libre, desarrollo distintas ideas. La gente piensa que a los artistas las cosas nos salen solas pero no es tan así. Un ejemplo de eso es lo que estoy haciendo ahora con la cabecera de la nueva Parroquia de Fátima en donde hay 7 metros de largo por 30 centímetros de espesor y 2,30 metros para hacer el sagrario.

—¿Ya empezaste a trabajar en esto?
—Hace mucho que vengo trabajando y en casa me está esperando un Cristo para el cual me dieron una madera muy reseca. Creen que el artista puede trabajar con cualquier cosa pero cuando tallo esa madera de 300 años se me corren las lágrimas. Es prueba de lo que sufrimos los artistas cuando nos compenetramos con el trabajo.

—¿El artista debe estar informado de lo que pasa en el mundo?
—Es interesante leer y saber qué sucede a tu alrededor pero también hay otros que están pendientes de ver qué se usa. En el arte no hay modas. Es un disparate decir que se usa lo figurativo, lo abstracto porque cada uno expresa lo que quiere y tiene su estilo. A la larga se nota quiénes son los que copian. En el impresionismo hubo muchos pero ¿cuántos quedaron?, sólo cuatro o cinco porque los demás fueron imitadores.

Los celos, la angustia y las satisfacciones

—¿Hay celos en el ambiente artístico?

—Siempre los ha habido y más en el caso de dos artistas que estén en pareja, como Picasso que no quiso que crecieran las mujeres artistas que estuvieron con él. En mi casa mi marido es admirador mío, pero es médico psiquiatra y no sé que pasaría si fuera escultor. Conozco algunos escultores que son generosos pero también conocí a un cordobés cuya esposa hacía unas obras magníficas y sin embargo ella no se había desarrollado porque él quería que no descuidara la casa.

—¿Qué lugar ocupa la escultura sanjuanina a nivel nacional?
—Que yo sepa soy la única escultora que representa al país en simposios internacionales, aunque ahora aparecerán nuevos. A nivel país tampoco hay tantos escultores que salgan al mundo. Por ahí uno encuentra a escultores a nivel nacional bastante deprimidos como uno que es premio del Salón Nacional y me dijo que quería tirar todas sus obras porque estaba enojado con todo.

—¿Nunca caíste en esa depresión o en las ganas de tirar una obra tuya?
—Por ahí vienen algunos bajones. Yo tengo mucha obra prestada en patios comerciales y hoteles y me pregunto qué va a pasar con mis obras. Tengo obras importantes en centros culturales pero no están bien ponderadas y eso me duele porque yo las presto y luego le dan prioridad a otras cosas. Pero nunca pensé en querer quemar todo porque las satisfacciones son más que los dolores. FICHA

Estado civil: casada con Juan Antonio De Cara.
Hijos: Silvana, Cristina y los mellizos Juan Manuel y Juan Antonio.
Artistas a quienes admira: “Rodin me pareció genial pero fue muy egoísta porque no la dejaba crecer a Camille Claudel que fue la gran escultora que estuvo a su lado. Cuando empecé me sentí muy identificada con Henry Moore, que me parecía un genio.
Cine: “Me gustan las películas de Clint Eastwood, tanto de actor como de director.
Lectura: “no leo libros, sí revistas”.
Televisión: “sólo veo tele a la noche para descansar y distraerme”.
Hobby: “Me gusta mucho nadar pero no me doy tiempo para hacerlo. Me encanta cantar y tocar la guitarra y me hubiera gustado ser cantante”.

Nota publicada el 13 de noviembre de 2009 en El Nuevo Diario

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En el año 2001, la artista ganó el primer premio de escultura en Alemania. “Me trataron como los dioses, allá te consideran como una persona muy especial”.