Rodrigo Borja: "Quien maneje los conocimientos será la nueva clase dominante"

El ex presidente de Ecuador, Rodrigo Borja, es un referente mundial de la social democracia. Crítico del neoliberalismo y del estatismo marxista, considera que es de vital importancia democratizar el conocimiento.

Uno lo escucha al ex presidente de Ecuador Rodrigo Borja y parece que ha vivido varias vidas en una. Desde torero a jugador de fútbol profesional, representó a su país en un sudamericano de tenis, corrió en auto y moto, jugó al básquet y aún juega al voley e incluso tiene trofeos de boxeo. Se tiró en paracaídas, a los 12 años ya trabajaba como tractorista, fue locutor de radio, corrector en una imprenta, medalla de oro en la universidad donde se recibió de abogado y a los 22 años se batió a duelo lo que le valió una costilla rota a causa de una bala calibre 22.

Además, fundó un partido de masas, la Izquierda Democrática, fue cinco veces candidato a presidente hasta que decidió retirarse de la política activa de su país, es doctor Honoris Causae en varias universidades, calcula haber dado más de 7.500 discursos en su vida, escribió una enciclopedia de la política de más de 7 mil páginas que es consultada permanentemente por Fidel Castro y fue amigo íntimo de personalidades de la talla de Francois Miterrand.

Borja estuvo en San Juan invitado en el 2009 para disertar sobre los desafíos de América Latina después de la crisis en el marco del XXIII Seminario Nacional de Presupuesto Público y charló a solas con El Nuevo Diario.

—¿Qué importancia le da al poder del conocimiento?
—A partir de la revolución digital el conocimiento es un valor por si. Se ha producido un tipo especial de sociedad que dinamiza esos conocimientos, que tienen un dinamismo tremendo. Fíjese que los conocimientos humanos se duplicaron desde los tiempos de Cristo hasta mediados del siglo XVIII, se volvieron a duplicar en los siguientes 300 años y hoy se duplican cada 3 ó 4 años por lo que hoy en 5 años producen más información que en los 5000 años anteriores. Esto demuestra que todo gira alrededor del conocimiento.

—Aunque hay algunos pocos que tienen el poder del conocimiento.
—Lo gravísimo que puede ocurrir es que si no democratizamos ese conocimiento, como hoy está ocurriendo, si no evitamos que se concentre en pocas mentes, entonces habrá una terrible polaridad social entre los que saben y los que no saben, entre los que manejan los conocimientos digitales ultramodernos y los demás. Las estadísticas son terribles en este sentido. Apenas el 5%  de las computadoras del planeta están en América Latina y apenas el 5% de usuarios de Internet, también pertenecen a nuestra Latinoamérica.

—Para que puedan aprovecharse democráticamente esos conocimientos, hay que enseñar a pensar a toda la población…
—Debe enseñarse, es la obligación dentro de la democracia del siglo XXI. Si eso no se hace, el resultado será que emergerá una nueva clase dominante, que va a dominar a la sociedad en perjuicio de los derechos.

—¿Pasará lo mismo con los países?
—Ya lo estamos viendo. Quien maneje los conocimientos será la nueva clase dominante.

—Su conferencia en San Juan fue respecto a la crisis mundial, ¿por qué se produjo esta crisis?
—La crisis es el resultado de la adhesión de los políticos, académicos y empresarios especialmente norteamericanos, a la política de no intervenir y delegar todo al mercado. Una vez que pase la tormenta tenemos que ser suficientemente racionales para darnos cuenta que en los últimos cincuenta años fracasaron dos sistemas. Por un lado, el estatista de corte marxista que hizo al Estado el único agente propietario de todo, con altos grados de ineficacia económica. Y fracasó también el sistema privatista neoliberal que fue causante de esta crisis.

—¿Cuál sería el sistema a aplicar?
—Hay que pensar otro sistema de economía mixta y ese es el gran desafío si no se quiere volver a cometer los mismos errores que nos llevaron a esta crisis mundial. Los dos sistemas, el estatista y el privatista, a pesar de sus diferencias, coincidían en un tema clave.

—¿Cuál?
—Excluir de las decisiones a la sociedad. En el estatista, el beneficiario era el pequeño grupo burócrata, la gente del aparato del partido, y en el privatista, un pequeño grupo empresarial suficientemente hábil para insertarse en modernos servicios de la economía. Ambos promueven la alta concentración del poder y de los beneficiarios con amplios sectores excluidos.

—¿Hay soluciones posibles para temas comunes a América Latina como la pobreza?
—Mi propuesta electoral en Ecuador, que dio muy buenos resultados durante mi gobierno, fue reactivar la economía de abajo hacia arriba. Para eso traté de volcar recursos hacia la base social, para fortalecer el poder de compra de los pobres y reactivar el aparato productivo. Entregué a los campesinos 4 millones de hectáreas de tierra en forma gratuita, dábamos a 1.200.000 niños escolares el desayuno gratuito, todos los días, para que no fueran a la escuela sin alimentos.

—Esas medidas pueden cubrir necesidades básicas pero no hacen al desarrollo…
—Cuando llegué al poder, los empresarios creían que era un Socialista Marxista Leninista. Yo soy un Socialista Democrático convencido y fundé un partido de masas que se llama Izquierda Democrática. Eso los asustaba pero después se dieron cuenta que las reglas fueron fijas para lograr una seguridad jurídica por lo tanto al final se acomodaron al sistema y empezaron a producir.

—En la región empiezan a ver ciertos conflictos. Por ejemplo, Ecuador con Colombia. Y de nuevo comienzan a armarse los países.
— Es muy difícil contestar su pregunta sin hablar de mi país a pesar que hace 8 años decidí retirarme de la política ecuatoriana. El conflicto con Colombia, surgió porque el gobierno de Colombia bombardeó un campamento guerrillero en territorio ecuatoriano, de hecho que ahí murió el comandante Reyes, pero se superará pronto porque los dos pueblos siempre se quisieron.

—Con los que no se quieren tanto es con Perú.
—Hasta mi gobierno hubieron 50 años de conflicto con Perú. Yo inicié el proceso de paz cuando propuse desde la tribuna de la Asamblea de las Naciones Unidas la declaración de paz y que nuestra diferencia territorial fuera resuelta a través del arbitraje del Papa Juan Pablo II.

—Como sucedió con el conflicto del Beagle…
—Justamente inspirándome en eso, dos pueblos profundamente católicos como el ecuatoriano y el peruano, nadie podía discutir la autoridad del Papa. Ese lo enfrentó a gran problema al gobierno peruano porque no podía rechazar que el Papa fuera el mediador. Y el presidente Fujimori visitó Ecuador. Fue el primer presidente en nuestras dos historias que visitó mi país con multitudes reunidas espontáneamente gritando ¡Viva la paz! En 1.998 se firmó el acuerdo de paz.

—¿Sirven los organismos internacionales para solucionar problemas concretos?
—Yo renuncié a la secretaría general de Unasur porque tuve discrepancias con un grupo de presidentes. Quise que hubiese un organismo americano que estuviese por encima de los organismos subregionales porque sino era triplicar esfuerzos y gastos pero no se quiso realizar. Y tampoco quisieron que Unasur se transformara del foro que es ahora  una entidad orgánica con poder para actuar. Es imprescindible para poder negociar con los grandes bloques de países que hay formados en el mundo.

—Como presidente ¿sintió alguna vez la soledad del poder ante una decisión trascendental?
—La gente interpreta la soledad del poder como si el presidente estuviera solo. En realidad es la toma de decisiones cruciales del gobierno en la que nadie comparte la responsabilidad más que el presidente, quien tiene que firmar un decreto, hacer un cambio fundamental. Y el presidente firma solo, no puede compartir con nadie su responsabilidad. Amigos y amigas sobran, pero la soledad del poder es al momento de tomar una decisión.

—Y en esta tomas de decisiones, no se puede dudar…
—Algunas fueron controversiales. Yo era enemigo a muerte del neoliberalismo, en la era del neoliberalismo en América Latina y tomé, por ejemplo, en el campo petrolero tres decisiones: una ecuatoricé doce refinerías de petróleo que estaban en manos privadas, lo hice porque imagínese el poder de los dueños de una refinería, son los proveedores de los combustibles, no puede estar en manos privadas en mi concepto.

—¿Otra?
—Cuando llegué al gobierno, el oleoducto Transecuatoriano, que tiene más de 500 kilómetros y que lleva el petróleo crudo hasta las refinerías, estaba manejado por técnicos norteamericanos y lo pasamos a técnicos ecuatorianos, con magníficos resultados.

—¿Y la tercera medida?
—Había un consorcio petrolero formado por la Corporación ecuatoriana y la Compañía Norteamericana  Texaco. Bueno, dispuse que el manejo fuera de los ecuatorianos, y al igual que en las otras decisiones, fui criticado por los sectores interesados a los que afectaron mis medidas de gobierno.

—En su Gobierno incluso expulsó a un embajador de Estados Unidos.
—Durante mi mandato, el embajador de Estados Unidos fue muy correcto porque no opinaba de las cuestiones de Gobierno. Pero en una conferencia criticó decisiones internas de Ecuador por lo que decidí que se fuera de mi país. No es fácil expulsar a un embajador, menos de Estados Unidos, pero no podía permitir que se inmiscuyera en cuestiones políticas de mi país. Y fíjese que el embajador reconoció su equivocación antes de marcharse.

Nota publicada el 16 de octubre de 2009 en El Nuevo Diario.

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Rodrigo Borja afirma que América Latina tiene estadísticas terribles respecto al conocimiento ya que sólo el 5% de las computadoras y de los usuarios de Internet están en la región