Cuando las ganas pueden más que los años

A Zunilda Becerra, Ángel D´anna y Jorge Leonidas Escudero les falta solo algunos años para cumplir un siglo de vida. A pesar del tiempo y las limitaciones físicas, tienen ganas de seguir haciendo las cosas que aman y proponen nuevos proyectos.

La jubilación no siempre tiene la última palabra. Aunque terminaron de pagar sus aportes y podrían dedicarse a descansar y disfrutar de los nietos y bisnietos, algunas personas siguen generando nuevos proyectos. A pesar del paso de los años, de que las limitaciones físicas van creciendo, no se dan por vencidos y siguen buscando hacer lo que aman e incluso incursionar en cosas que nunca hicieron.

Zunilda Becerra tiene 92 años y fue docente de la Escuela Superior Sarmiento. Desde niña una de sus grandes aficiones ha sido la pintura y ahora se prepara para su primera exposición individual. Jorge Leonidas Escudero tiene 93 años y después de haber hecho varias publicaciones y recibir importantes reconocimientos, está pensando en nuevos poemas y tal vez en otro libro. Ángel D´anna tiene 85 años y todos los días se levanta a las seis de la mañana para hacer el recorrido que lo lleva hasta la fábrica de soda, la que el mismo fundó a mediados de siglo pasado. Tres ejemplos de sanjuaninos que están cerca del siglo de vida y siguen trabajando.

 

ZUNILDA BECERRA DE PICON - ARTISTA Y DOCENTE
“La pintura es una terapia fantástica”

En octubre Zunilda cumple 93 años y ya tiene siete bisnietos. Fue maestra de la Escuela Superior Sarmiento, desde muy pequeña tiene una gran afición por la pintura y en unos días tendrá su primera exposición individual en el Café de la Biblioteca Sarmiento Legislador de la Legislatura Provincial. Ha sido muy habilidosa para los trabajos con las manos, desde coser hasta hacer bijouterie y ahora en su casa se ocupa de algunas tareas de limpieza y cocina.

-¿Hace cuánto empezó a pintar?
-Cuando tenía siete años ya me mandaban a la dirección a mostrar lo que había pintado. En los cuarenta me recibí de maestra y averigüé donde podía estudiar pintura. Me dijeron que en las monjitas de Santa Rosa había una hermana que enseñaba. Fui año y medio, sobre todo para que me enseñara a usar las pinturas porque yo usaba lápiz. Después vino el terremoto, me casé, me fui a vivir a Barreal, vinieron los hijos.

-¿Y usted seguía pintando?
-En Barreal pinté un cuadro porque había paisajes preciosos. Después me vine, embarazada, y no pinté por un tiempo. Recién volví a hacerlo cuando los chicos eran más grandes porque yo además era maestra. En los sesenta empecé a pintar mucho a pesar del trabajo y en 1972 falleció mi marido con cincuenta años, fue un mazazo.

-¿Cuándo volvió a pintar?
-Pasé diez años sin pintar. En el ochenta volví y ya empecé a pintar con más ganas y hace dos meses hice lo último, un cuadrito pero sentí rabia porque no me gustaban los ojos. Dije que era el broche de terminación y ya se acabó.

-Aparte de la monja ¿Alguien más le enseñó?
-Nunca más, porque después del terremoto a la monjita se la llevaron a Uruguay. Aparte ¿quién iba a pensar en pintura? si fue algo como el fin del mundo.

-¿Qué cosas le gusta pintar?
-Más que nada rostros, flores y santos. Hice un cuadro de San Francisco de Padua que mi sobrino, que es cura, lo llevó al arzobispado. Tengo más de cien cuadros pintados y he pintado en carbonilla, con pastel y con óleo.

-¿Qué siente cuando pinta?
-Tranquilidad, uno está con la pintura y deja todos los problemas en el momento. Mientras usted está pintando se olvida de la empleada, de los impuestos, de qué va a comer, de qué hay que comprar. Es una terapia fantástica. Si yo salí del pozo en el que caí fue por la pintura y ahora pinté ese último cuadro porque va a ser un año que enterré mi hijo.

-Aparte de la pintura ¿Qué otras cosas le gusta hacer?
-He hecho de todo menos cantar. Hice forrado de cajas, repujado en bronce, tejidos a todos mis hijos y nietos, hasta de las nueras. He tejido en invierno y verano, con dos agujas, crochet, ribolité, hice bijouterie y carteras, tejidas al crochet con rafia. Ahora veo mal y tengo problemas de la cervical.

 


ÁNGEL D´ANNA - EMPRESARIO
“Pobre de mí sino trabajo”

Ángel fue el fundador de la empresa Soda D´anna. A mediados de los cincuenta, un conocido de Córdoba, que tenía una fábrica de jugos y gaseosas, le ofreció comercializar su producto en San Juan. Le prometió que no iba a poner ni cinco centavos hasta que comenzara a vender. Comenzó haciendo los repartos en un triciclo y luego se le sumaron sus hermanos Salvador y Rosario. De a poco se independizaron y construyeron su propia marca. Unas décadas después se sumaron sobrinos y el yerno de Ángel. Tiene 85 años y sigue trabajando junto a su familia.

-¿Hace cuánto trabaja en la empresa?
-Desde 1954, cuando fundé la empresa. En San Juan siempre me dediqué a eso y antes tuve una fábrica de sulfato y aluminio fuera de la provincia.

-¿Ha pensado en dejarla?
-Nunca, muerto me van a llevar. Toda la vida he trabajado, tarde, mañana y noche y me gusta. Todavía estoy sano y me da pena cuando pierdo una hora de trabajo. Me despierto a las seis de la mañana, voy temprano a trabajar y manejo y ahora me van a dar el carnet otra vez. Pobre de mí sino trabajo.

-¿Cómo es su día de trabajo?
-Miro a la gente y veo si están trabajando bien. No castigo a nadie porque me da pena discutir con algún empleado, no lo he hecho nunca porque siempre he respetado su trabajo. Además en mi casa hago de todo, las compras, el desayuno y no me molesta. La ayudo a mi señora de 81 años que ha tenido algunos problemas de salud y los estamos superando, de a poquito.

-¿Qué lo motiva?
-Tengo a mis hijos, tengo nietos y bisnietos, no es poco y la pasamos muy bien en el trabajo. Además, nos juntamos todos varias veces al año, somos 76 con los bisnietos.

 


JORGE LEONIDAS ESCUDERO - POETA
“Voy a escribir hasta donde me dé el cuero”

Jorge Leonidas hizo estudios de agronomía y trabajó en la minería. A los cincuenta años publicó su primer libro,  “La raíz en la roca” (1970). Desde entonces ha realizado varias publicaciones, la última fue en 2013 “Sobrevenir” y es definido como uno de los poetas de Sudamérica. Es Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Juan, este año fue distinguido con el Premio Rosa de Cobre de la Biblioteca Nacional y recibirá un diploma al mérito de la Fundación Konex. Hace poco tuvo un problema con su cadera pero sale adelante, sigue trabajando y pensando en un nuevo libro.

-¿En qué está trabajando ahora?
-He terminado tres poemas y si se juntan con otros podrán ser un libro. Tratan de mi búsqueda entre lo finito y lo infinito, que es un programa que uno mismo tiene que dilucidar. También tengo uno referente a mis andanzas en el campo, que es lo que más me ha gustado en la vida.

-¿Ha pensado en dejar de escribir?
-Alguna vez estuve bastante desilusionado frente algunos acontecimientos y pensé en no escribir más. Pero después dije “¿qué es eso?, si yo estoy ligado totalmente a mi capacidad para poderme manifestar a través de la poesía”. Así que seguí y aquí estoy, después de 93 años.

-¿Qué lo desilusionó?
-Me quedaron muchas cosas por decir porque la inspiración es una cosa esporádica, que aparece y desaparece.

-¿Qué lo motivó para seguir a pesar de eso?
-Siempre me motivó el asunto de la verdad última, que uno busca dentro de sí y a través de los acontecimientos que le pasan. He encontrado algunas cosas que quería dilucidar en mi pero que pertenecen al mundo y en eso estamos. Por ahora sigo ahí, aunque los años al pasar van quitando el entusiasmo.

-¿Qué le da energía para seguir escribiendo?
-La observación del mundo y de los aconteceres.

-¿Hasta cuándo cree que va a seguir escribiendo?
-Como dicen los criollos, hasta donde me dé el cuero. Es lo lógico, el ser humano tiene su actividad ligada a su estado físico y cuando eso se pierde se va perdiendo todo.

-¿Hay alguna otra cosa que le guste hacer?
-En términos del pasado, hasta hace unos pocos años me gustaba ir a jugar a la ruleta y tratar de dar en la tecla con la elección de dónde poner las apuestas. Era simplemente para poner en práctica la capacidad que yo pudiera tener.

-En el último tiempo ha recibido varias distinciones, ¿Cómo se siente cuando lo reconocen?
-Uno se siente entusiasmo por lo que ha hecho. Es una aceptación que viene a corroborar el hecho mismo de la escritura. Uno escribe también para poder dar en la tecla con los temas y si son aceptados y merecen un premio mejor.

-¿También lo motiva para seguir escribiendo?
-Sin duda que también, para que vamos a decir que no. 

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Zunilda Becerra de Picón
Angel D´Anna
Jorge Leonidas Chiquito Escudero,