Notas para una historia del arte sanjuanino

Giorgio Vasari escribió a mediados del siglo XVI  la célebre “ Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos”. Considerado un texto fundacional de la Historia del Arte, conforma una cantera inagotable para entender el arte occidental. Pero al poner eje de la vida artística en los creadores, legó también un sesgo que se observa en numerosas historias del arte: la falta de atención a los factores del entorno social.

 

El reciente fallecimiento de la Sra. Marina Moreno de Rodrigo nos hace reflexionar sobre acontecimientos de la vida artística sanjuanina que se produjeron por impulso y bajo la responsabilidad de “público de arte”. Para ello conviene recordar que antes de la institucionalización oficial de la vida artística y de la creación de la Universidad Provincial Sarmiento, la vida cultural de la Provincia era gestionada, en gran medida, por  mecenas y  docentes de escuela primaria.

 

Refugio (Gente de artes, ciencias y letras) fue una asociación civil, creada hace más de 70 años, de la que la Sra. Marina  M. de Rodrigo fue la primera presidenta, por cuya iniciativa se introdujo la enseñanza sistemática de las artes visuales en San Juan. En los cursos de pintura organizados desde Refugio se encuentra la raíz de la posterior organización provincial y universitaria. Gracias al archivo de la Señora de Rodrigo se pudo acceder a la nómina de los profesores, al currículo y a las actividades de extensión. Fue una agrupación incluyente, que permitió articular en los cursos de dibujo y pintura  - que en los últimos tiempos se dictaron en el Hotel Sussex – la tradición de los artistas profesionales y aficionados, con los egresados sanjuaninos de la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo -. Del ciclo participaron médicos – dictaban anatomía artística – y otros profesionales. Constituyeron de este modo un público de arte imprescindible para interpretar la reconstrucción de la vida cultural pública después del Terremoto.

 

Entre las últimas acciones de la Sra. de Rodrigo, pasados largamente los noventa años, está la cesión de una obra del pintor chileno Prieto, que estaba a su cuidado, al Museo Provincial de Bellas Artes. En este caso, el aporte directo para una futura historia del arte es relevante, puesto que de este autor quedan escasísimas obras. Sea éste mi reconocimiento a una dama llena de vitalidad, cuya generosidad, memoria y gentileza  - además de mucha insistencia -, han permitido comprender una etapa central del arte sanjuanino. Falta recomendar que su archivo – guardado celosamente durante años en la Biblioteca del Magisterio – sea preservado, puesto que constituye la única fuente para acceder a la transición de mediados del siglo XX.

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Marina Moreno de Rodrigo