El crimen del bar

Muchas veces, el personal de Investigaciones tuvo que recurrir a rufianes o prostitutas para conseguir una pista o datos que permitieran esclarecer un hecho delictuoso. En la mayoría de estas gestiones se obtenían resultados positivos. Luego los casos quedaban descubiertos y detenidos sus autores. Por supuesto que quien suministraba tal información quedaba en la mayor reserva.
A propósito de estas circunstancias, vamos a recordar un hecho ocurrido hace varios años.

-- Homicidio en el bar
En las adyacencias del matadero viejo, ubicado en calle 25 de Mayo, de Concepción, había un negocio de bar que expendía algunas comidas. El propietario se llamaba Luis Iza, un hombre sencillo dedicado únicamente a su negocio y al cuidado de su familia. Una noche del año 1960, cuando ya era hora del cierre, se hicieron presentes dos individuos desconocidos.

Los sujetos, con tono agresivo, le pidieron un litro de vino que luego no pagaron. Mientras bebían interrogaron al dueño del negocio si fue buena la ganancia del día, haciendo caso omiso de retirarse del local debido a la hora. En un momento dado, uno de los sujetos extrajo un revólver con el que amenazó a Iza, exigiéndole la entrega de todo el dinero. Aquel intentó resistirse pero el otro individuo le aplicó varios golpes en la cabeza con una botella hasta dejarlo inerte en el piso.
Presentaba una profunda herida en el cuero cabelludo. Había muerto. Los autores del crimen emprendieron la fuga llevándose el dinero de la caja y las pertenencias de la víctima.

Esa misma noche, familiares de Iza informaron de lo ocurrido a la Brigada de Investigaciones. Las averiguaciones comenzaron inmediatamente, pero la policía carecía de testigos y no tenía ni un indicio que orientara la pesquisa. Criminalística sacó huellas e impresiones que de nada sirvieron por el momento. Ese crimen no podía quedar impune, teniendo en cuenta que fue perpetrado en forma salvaje. Dos pesquisas se encargaron tenazmente de ubicar alguna pista, el subcomisario Osvaldo Maturano y el oficial Pablo Benito Montaña.

Se da el caso de que en una redada cayó preso Leopoldo Ubaldo Gracia, más conocido por el “Nariz Partida”, tratante de blancas e incurso en otras actividades ilícitas. La causa fue benévola y saldría enseguida en libertad siempre y cuando colaborara con algún dato sobre el homicidio de Iza. El sujeto prometió que en días más algo conseguiría. A los pocos días, Gracia partió a La Rioja llevando prostitutas y a la vez traer otras de aquella provincia. Una de estas mujeres le comentó la fuga de dos individuos tras haber dado muerte al propietario de un bar.

Desde La Rioja, “Nariz Partida”, mandó un telegrama al comisario inspector Marcos A. Bravo, diciéndole “Ya tengo un dato. Espéreme la semana que viene”. Ni un día más esperó el funcionario, ya que al instante partieron a la vecina provincia norteña el subcomisario Maturano y el empleado Montaña. Allí localizaron a Gracia y obtuvieron el nombre de uno de los sospechosos prófugos. Se trataba de Manuel Flores, con antecedentes policiales. Fue detenido en su domicilio y luego confesó su autoría en el homicidio, aclarando que fue Juan Sánchez (a) “EI Machete”, también con frondoso prontuario, quien dio los golpes a Iza con el envase de vino y con la culata de su revólver.

Después se estableció que “EI Machete” había escapado a Buenos Aires y se había radicado temporalmente en Lanús. Por medio de radiograma se solicitó colaboración a la policía de aquella localidad para que buscara al sujeto prófugo. Tres días después Bravo tuvo respuesta de que Juan Sánchez ya había sido capturado y estaba a disposición de la policía de San Juan. Nuevamente el subcomisario Maturano y Montaña viajaron a Buenos Aires con el respectivo exhorto y se encargaron de traer al preso y ponerlo a disposición de la justicia del Crimen. “El Machete” fue condenado a 12 años de prisión, mientras que Flores fue sentenciado a seis años de prisión.


Una nota redactada por Alejandro Sanchez para El Nuevo Diario en 1995

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Ilustración de Miguel Camporro. “Crimen en el bar”