Dos jugadores amantes de sus barrios

Mario Castro es uno de los periodistas más respetados y queridos en el mundo del deporte. A lo largo de décadas se ha transformado en un referente del relato y los comentarios de cuanto acontecimiento deportivo se realice en San Juan, en el país e incluso en países donde participe algún equipo sanjuanino. De sus cientos de anécdotas publicamos esta que pinta la trastienda de un mundo muy particular donde la pasión se mezcla con lo competitivo, la picardía y el humor.

 Hubo dos jugadores de fútbol que, si hubieran nacido en otra provincia, seguramente hubieran sido ídolos en el fútbol argentino. Uno era el Bruja Molina, que salió del club Los Andes y fue a jugar a Belgrano de Córdoba. El otro es el Beto Acosta, jugador de Peñarol.

Los dos tienen una historia parecida de desencuentros.

El Bruja Molina, que era un 9 que se tiraba atrás, tenía condiciones realmente estupendas.

Jugaba el día domingo el clásico cordobés Belgrano con Talleres. Él jugaba para Belgrano y aquí en la provincia de San Juan estaba el torneo de los barrios que se jugaba en la cancha de Peñarol.

Molina estaba concentrado con Belgrano y un amigo le llamó al Bruja y le contó: “Mañana jugamos la final del torneo de los barrios”. Creo que jugaban el Barrio Cabot y los Charles, que era el otro equipo donde jugaba el Bruja Molina, donde había jugado siempre.

El compañero le dijo “mañana jugamos la final” y Molina le contesto: “Yo voy a jugar”.

El Bruja Molina se escapó de la concentración en la noche, armó el bolsito, se tomó el colectivo de las once de la noche de Córdoba y se vino a San Juan a jugar la final del campeonato de los barrios. Lógicamente fue suspendido y en Belgrano de Córdoba no le querían ver más la cara.


 Vamos ahora al Beto Acosta. Tenía una pegada increíble, creo que era el jugador que mejor le pegaba al fútbol en la provincia de San Juan. Lo vendieron primero a Boca y se vino porque extrañaba, pero lo de la anécdota risueña fue cuando lo vendieron a un club de Mendoza.

En ese momento lo acompañaron los dirigentes a la terminal donde iba a tomar el colectivo. En esa época los colectivos que viajaban de San Juan a Mendoza tenían puerta por atrás también para bajarse.

Llegaron los directivos, lo abrazaron al Beto, que se subió al colectivo, y se fueron.

En la noche otro directivo de Peñarol se encontró con uno de los que había ido a despedir a Beto. “Al final el Beto no se fue”, le dijo.

El otro no lo podía creer.

-Si yo lo lleve a la terminal y lo despedimos-, dijo.

-Recién he pasado por la casa de él y está con sus hermanos en la puerta. 

La explicación era sencilla. El Beto Acosta, al que no le gustaba irse de su zona, de sus amigos, de su gente, se subió al colectivo y cuando los dirigentes se dieron vuelta, se bajó por la puerta trasera, se tomó otro colectivo y se fue a su casa.

Dos jugadores increíbles, dos de los mejores que pisaron canchas sanjuaninas y dos historias que hablan de amor por el barrio. 

 

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Equipo del Club Atlético Los Andes en los años 70. De izquierda a derecha aparecen Juan Carlos Soto, Francisco Martin, Polilla Silva, Mario Héctor Soto, Tronco Dessef, Montana, Pedro Olivera, Anibal Cuello, Francisco Rodriguez. Agachados: Rubén Galeazi, Messina, "Chamarné" Sánchez, Esteban Palacio, Carbajal, Carlos Alberto Lima, Carlos "Bruja" Molina, Cayetano Castro y Rubén Diaz.
Roberto "Beto" Acosta, uno de los mejores futbolista que tuvo la provincia. Vistió la camiseta del Club Sportivo Peñarol