Por:
Mario Castro
En una carrera tradicional, la Mendoza-San Juan, se escaparon dos ciclistas sanjuaninos. A uno le decían "El cabezón Saavedra" y al otro "El calavera Manuel Luna". Lograron muchos minutos a su favor y se venían ya buscando el velódromo del Parque de Mayo.
En un momento estaba Luna muy sentido, muy cansado y ya no podía darle una mano a su compañero de fuga.
Saavedra le pedía que pasara a tirar. Luna le decía “no puedo más”
Saavedra se levantó dos veces para dejarlo a Luna y “El calavera” le pidió que no lo dejara, que cuando llegara al estadio no le iba a embalar para que él ganara la carrera porque se lo merecía.
A partir de ahí el que vino siempre al frente fue “El cabezón” Saavedra, llegó al velódromo y cuando lo pisaron, Luna que de repente se había recuperado pasó al frente y ganó la carrera.
“El cabezón” se lo quería comer porque le había prometido que no le iba a embalar.
Fue increíble esa anécdota porque los auxiliares de Saavedra también querían ir a buscarlo a Manuel Luna pero este después que ganó y le dieron el premio, se fue rapidito a su casa.
Fue la historia contada por los dos ciclistas.
Con el correr del tiempo “El cabezón” Saavedra y Manuel Luna corrieron juntos para el equipo de la casa de Echeverría de la provincia de San Juan, que lucía camisetas blancas.
Y aunque corrieron juntos, quedó en la historia como una traición en carrera entre ”El calavera" y “El cabezón”.