Eduardo Peñafort: “Sin dinero y esfuerzo es imposible pensar en una gestión cultural”

Referente del área desde el ámbito académico y político, sostiene que en los últimos años la conducción política y la reformulación económica produjeron un salto cultural en San Juan, y que sería necesario “un ajuste de los prepuestos de cultura para evitar el mero espectáculo y generar planes sustentables en el tiempo”. Entrevista publicada en El Nuevo Diario, edición 1433 del Viernes 30 de abril de 2010

PERFIL
-- Nombre: Juan Jaime Eduardo Peñafort
-- Hijos: 4 - “Graciana, Gabriel, Guiomar y Carlos -. Ahora agrego también a Emilse, la esposa de Gabriel”.
-- ¿Qué lee? “Profesionalmente, estética y filosofía latinoamericana. En el tiempo libre, policiales y ensayos sobre la contemporaneidad”.
-- ¿Qué escucha?: “Música de todos los estilos, épocas y géneros”.
-- ¿Qué ve?: “Cine, televisión y artes plásticas. En cine me interesa particularmente las cintas anteriores a 1950. En televisión veo últimamente los programas de Canal 7.
-- ¿Cocina?: “Si., es uno de mis pasatiempos favoritos”.
-- ¿Cuál es su plato preferido?: “El asado de ternera con cuero”.
-- ¿Cómo le gustaría que lo recuerden?: “Como un profesor de filosofía

comprometido con su tierra y su tiempo”

 

Licenciado en Filosofía y miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes, además de director de Instituto de Filosofía de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes (FFHyA) de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) y autor de numerosos libros y publicaciones, Eduardo Peñafort es un referente en el área de Cultura, tanto desde lo académico como desde lo político, ya que ejerció el cargo de subsecretario de Cultura durante el primer mandato del gobernador José Luis Gioja.

Convencido que “todos los planes y programas deben estar orientados a la no exclusión, a la regulación de pautas culturales y a la participación”, sostiene que “sin dinero, tiempo y esfuerzo es imposible pensar en una gestión cultural”.

—¿Cuáles serían para usted los rasgos que identifican de la cultura sanjuanina?
—Quisiera poner de manifiesto que cuando pienso en cultura no pienso en realidades esenciales, sino en hechos históricos. Hoy, la cultura de San Juan da cuenta de una gran diversidad que tiene que ver con la diversidad provincial. Por una parte, la distinción urbano/rural está vigente y se cruza con la estructuración geo—histórico—político. Así nos encontramos con notas propias del Valle de Tulum, Jáchal, los altos valles andinos, el Valle Fértil y el área de las Lagunas del Rosario. Cada una de estas formas, sin resultar incompatible con las otras, mantiene características propias y distintivas manifiestas en la cocina, el lenguaje y la producción artística.

—¿Y el Gran San Juan?
—Desde un punto de vista numérico, resulta muy importante la cultura del Gran San Juan, con todas las notas propias de los conglomerados urbanos generados después de la segunda mitad del siglo XX. Ello abarca desde las formas culturales adoptadas oficialmente (en este momento globalizadas y fuertemente pautadas por la escolaridad y los medios de comunicación) hasta manifestaciones marginales de tribus urbanas, grupos o sectores sociales.

—¿Qué caracteriza a las actuales manifestaciones culturales?
—En los últimos años, se produjo un salto cultural en San Juan, como efecto de la conducción política y la reformulación económica. Estimo por lo tanto que podríamos hablar de un proyecto sostenido en el “ahora se puede”, “hagamos”, “es posible”. El pasado existe, pero la tradición es selectiva. El sentimiento de poder conseguiría articularse con el proyecto sarmientino de educación y desarrollo económico, la búsqueda de la regionalización con Chile, el intento de optimizar la comunicación territorial, la reivindicación de la equidad y la participación de todos los sectores emanados de los populismos del siglo XX.

—¿Cuánto influye esa tendencia al esnobismo que tienen los sanjuaninos en la conformación de una cultura “oficial”?
—A mi me cuesta interpretar el mundo social a partir del snobismo o nobleza, no olvidemos que snob significa literalmente “sin nobleza”. La estratificación social del gran San Juan forma sectores diferenciados de gusto y consumo cultural, que además están muy incomunicados entre sí. La cultura oficial de San Juan depende desde dónde se plantee la oficialidad, desde la Cabalgata de la Difunta Correa a los grupos como La Mandorla, tienen algún tipo de reconocimiento oficial. Los sesgos se apoyan más en la mirada que los sectores tienen entre sí.

—Según un informe de la Secretaría de Cultura de la Nación, San Juan invierte 5 pesos por año y por habitante en cultura ¿Considera que la política cultural es aún una materia pendiente?
—Los datos numéricos, como en este caso, suelen ser engañosos porque se incluye el presupuesto histórico que en realidad está destinado al pago de los empleados de las dependencias de Cultura. Un verdadero cálculo debe incorporar los aportes de muy diversas fuentes que atienden la cuestión de las fiestas departamentales, la difusión cinematográfica, etc. Sin embargo es necesario un ajuste de los prepuestos de cultura para evitar el mero espectáculo y generar planes sustentables en el tiempo. El tema depende, sin embargo, de la formulación de proyectos con un fuerte apoyo presupuestario. Un ejemplo claro al respecto es el tema de la Fiesta del Sol.

—¿La asignación de un mayor presupuesto sería beneficiosa o quizás lo sería más definir estrategias culturales sobre las que trabajar?
—Sin dinero, tiempo y esfuerzo es imposible pensar en una gestión cultural. A pesar de ello, priorizaría la definición de estrategias, porque abundan los ejemplos históricos al respecto. Ellas abarcan desde el acrecentamiento presupuestario, hasta la descentralización de la ejecución presupuestaria por unidades de ejecución. En tal sentido hay experiencias importantes, como acontece con la provincia de Santa Fe.

—¿Hay dinero para hacer cultura?
—El presupuesto se consigue y gestiona a partir de planes y proyectos. El sector cultural suele ser muy excluyente con las diversas manifestaciones culturales, por ello todos los planes y programas deben estar orientados a la no exclusión, a la regulación de pautas culturales y a la participación. Las dependencias de cultura están en función del bienestar humano, la educación y la construcción de ciudadanía y sólo cuando las estrategias se orientan hacia esos fines tienen factibilidad de alcanzar sus objetivos.

—Fue subsecretario de Cultura de la provincia ¿qué objetivos pudo cumplir y cuáles quedaron pendientes y por qué motivo?
—En ningún momento podría hablar de objetivos personales o individuales. José Luis Gioja ganó las elecciones con un programa elaborado por los diversos sectores de la comunidad y mi función, como la de quienes me han sucedido, fue gestionar y cumplir el mismo. En tal sentido, los objetivos estaban establecidos y apoyados por la comunidad en torno a la noción de Reconstrucción Cultural. Una metáfora muy adecuada para indicar que no se abandonaba lo anterior, pero sí se reestructuraba una provincia que había transitado por momentos muy difíciles.

—¿Qué objetivos pudo lograr?
—Estimo que se lograron algunas metas muy importantes como la gestión de un edificio para el Museo de Bellas Artes, la inclusión de la producción cultural sanjuanina en todas las instancias nacionales, la participación de todos los sectores en el Congreso Provincial de Cultura, el apoyo a la producción cinematográfica local. Dos cosas estimo que están pendientes y creo que se deben salvar a la brevedad: una es la creación de la coordinación de las industrias culturales; la otra tiene que ver con la conciencia pública que en cultura no importa tanto que un evento se haga por primera vez, sino que se siga haciendo.

—La continuidad es fundamental.
—La rutina en cultura es sinónimo de construcción continua. Además, la atención a las industrias culturales supone contar con especialistas y no se contó con quienes estuvieran dispuestos a trabajar este tema en el espacio público.

—Usted es un pensador de la cultura, entonces, de cara al Bicentenario y con menos de 30 años de gobiernos democráticos, ¿piensa que aún falta un debate serio?
—Creo que los debates serios y muy serios se han producido, contamos con una producción teórica de extremo rigor y valor. Falta sin embargo un debate inclusivo de todos los sectores sociales, una convocatoria que pueda retomar la diversidad y diversificar las políticas culturales. Los gravísimos problemas sociales que afronta la contemporaneidad impiden cerrar los conceptos de cultura al uso del tiempo libre, el entretenimiento y el ocio. La cultura es un horizonte de captación de sentido y producción de valores y por lo tanto debe abrirse a todos y contribuir a la solución de los desafíos del futuro, entendiendo que ni los problemas ni las soluciones son únicos.


»»  Folklore y Rock

 —¿Por qué el rock no está incluido en la cultura oficial?
—¿Qué folklore y qué rock? Se trata de dos fenómenos contemporáneos muy masivos y bajo cierto punto de vista, bastante compatibles. El enorme volumen de consumo de música de proyección folklórica —festivales, recitales, grabaciones, etc.— es un hecho común a todo el país. Del mismo modo el rock tiene sus medios de circulación y espectaculización. El problema de la producción del rock tiene que ver con el tema de los sectores juveniles que son muy poco atendidos en los planes de cultura, dado que son rehenes de un mercado muy inescrupuloso. La poesía argentina desde los ‘60 tiene algunas de sus manifestaciones cimeras en el rock, así también como grandes sutilezas creativas. Qué decir del folklore desde Buenaventura Luna en adelante.

»» Religión y Laicismo

—¿Las prácticas culturales populares están aún muy emparentadas con la religión?
—La religión forma parte del sector cultural y de hecho la tradición católica es muy fuerte en la mayoría de la población. En este punto de vista, la religión establece valores y propuestas que se difunden en el más alto nivel de producción intelectual y formación profesional —no se debe olvidar el impacto de la Universidad Católica en los más diversos ámbitos de la provincia—.

—¿Y el resto de las religiones?
—Hasta donde conozco, tienen una influencia muy limitada en su número. Resulta impactante el sincretismo de la religiosidad popular y hay una laicidad cultivada por sectores muy influyentes por su formación profesional. Señalo como característica central a la relativa coexistencia pacífica de los diversos sectores.


»» Contracultura

—¿Qué manifestaciones podrían considerarse como “contracultura”?
—En San Juan existen fenómenos que pueden ser interpretados como contraculturales, porque la dinámica cultural siempre implica la tensión entre diversos sectores que pretenden transformar los valores culturales establecidos. En un momento, un tipo de producción aparece como contracultural y puede o no convertirse en hegemónico. Conocí a lo largo de mi vida numerosos eventos contraculturales en San Juan, sin embargo no llegaron a su reconocimiento a partir de una lucha local, sino a partir de la consagración en un campo cultural más amplio. Todo ello nos lleva a calificar con mucho cuidado estos hechos.

 

 

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“Los gravísimos problemas sociales que afronta la contemporaneidad impiden cerrar los conceptos de cultura al uso del tiempo libre, el entretenimiento y el ocio”, expresó Eduardo Peñafort
Eduardo Peñafort, licenciado en Filosofía, ex subsecretario de cultura y director del instituto De filosofía de la FFHA de la UNSJ