El último tren

“Ramal que para, ramal que cierra“, dijo el presidente Carlos Menem en noviembre de 1989 y cumplió con su palabra. En San Juan, con el servicio ya privatizado, el último tren de pasajeros partió un 10 de marzo de 1993 desde la Estación San Martín. Hoy, el lugar es un centro cultural.

 

En la edición 598 del 19 de marzo de 1993, El Nuevo Diario reflejaba las incertidumbres que había ante una de las decisiones que más daño produjo al país.

 

“El pasado 10 de marzo los sanjuaninos vieron partir desde la vieja estación de España y Mitre el último de los trenes de pasajeros con destino a Buenos Aires. Terminaba así la extensa agonía que desde mediados del año pasado fue postergando su final. En ese intermedio, tanto los gobiernos provinciales como los gremios que agrupan a los ferroviarios buscaban alternativas para impedir que muchos pueblos quedaran sin su principal medio de comunicación, así como trataban de evitar que miles de empleados vieran cerrada su fuente de trabajo. Sin embargo, el final llegó e inexorablemente. Antes que las soluciones. Desde ese 10 de marzo unos 30 empleados de la estación San Juan del ferrocarril San Martín se preguntan sobre su futuro. En las estaciones intermedias la situación no es demasiado diferente, aunque en este caso de vez en cuando aparece algún tren de carga que trabaja por contratación con alguna empresa. En San Juan, en cambio, no ha quedado ni un solo vagón. Los empleados se dedican a tareas de limpieza mientras esperan alguna directiva. No saben si serán despedidos, si tendrán algún régimen de retiro o en el mejor de los casos si serán absorbidos por el nuevo concesionario del transporte de cargas. Las alternativas van desde reflotar el servicio que existía hasta crear otros que unan puntos intermedios, como San Juan con Mendoza. Todas son conjeturas, suposiciones, interrogantes, pero soluciones todavía no se ha concretado ninguna. Como en toda crisis terminal se están buscando las posibilidades menos dolorosas, aunque nadie sabe cuánto menos lo serán. Mientras tanto muchos esperan. Los que dependen del tren, para trabajar; los que lo usaban, como medio de transporte. Los que vieron llegar el progreso por esas vías y que años después vieron partir a sus hijos, y ahora, finalmente pierden lo último que les quedaba: la espera”.

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