Folklore literario

CAPITULO III

FOLKLORE LITERARIO

Todas las formas literarias traiciónales nuestras, enraízan en las españolas. No olvidemos que los descubrimientos y la conquista se produjeron en pleno Siglo de Oro de las letras. “España fue, al decir de Juan Alfonso Carrizo, para América, la puerta por donde entraba Europa y con ella toda la cultura greco-latina”. Aquí llegaron en impresos, y más comúnmente en la memoria de los conquistadores, todas las formas poéticas corrientes en Europa: la copla, la seguidilla, la glosa, y diferentes tipos do romances y romancillos. Los temas de las poesías, los cuentos, los mitos y las leyendas son en su mayoría españoles; pero provienen también de Italia, Alemania. Grecia y países del lejano oriente. Tanto la poesía mística como la profana, se perpetuaron en nuestra tradición para echar retoños nuevos con temas autóctonos. En Cuyo no se advierte la influencia indígena en la poesía. El aporte español, es cierto, sufre modificaciones: el ambiente geográfico, las nuevas formas de vida y la proximidad de grupos étnicos nuevos, infieren una coloración distinta a las formas literarias.

 

POESIA

3 1. Payadores cuyanos

En versos de todas clases y medidas, pero preferentemente en décimas octavillas y cuartetas, se cantaron con o sin guitarra, las más variadas penurias y aventuras ocurridas en tierra cuyana. Los descendientes de los trovadores del siglo XII, que llegaron a América, inter­pretando el sentir popular cantaron la melancolía del indio y del gaucho. Cuando se recoja y clasifique metódicamente el cancionero literario cuyano, se encontrarán a través de las producciones payadorescas, canciones históricas, religiosas, amatorias y de costumbres donde se pintan cuadros de la vida cotidiana y en los que alternan las formas festivas sentenciosas y satíricas. La tradición oral conserva producciones del Dr. Martínez de Rosas, del General Albino Gutiérrez, de Juan Gualberto Godoy, de Manuel J Olascoaga, de Nicolás A. Villanueva y de Leopoldo Zuloaga; además en época posterior, de los hermanos Ponce. Aguirre, Eduardo Ruiz, Tomás Terán, Federico Palacios, Exequiel García, Rafael Tabanera, Ramón Miraso, Elíseo Millán, etc. Centenares de letras y piezas de música que como “La Logia Civilista“, "La Veterana del Ejército", "La Décima de Agapito", “La Opulenta", “Don Angelino", "El Gaucho Parejas", "La Mendocina", “Cartas en versos", etc., han quedado grabadas en la entraña misma de este pueblo como una herencia. Hay que destacar la tendencia a emplear seudónimo o a esconderse en el anoni­mato para producir piezas de valor que se atribuyeron a escritores consagrados, como Agustín Álvarez, Leónidas Aguirre, Julián Barraquero, cuyo prestigio no les permitía descender a la critica pequeña a que llevan tas apasionadas luchas de la política lugareña.

De los payadores mendocinos del siglo pasado, (nació en 1793 y murió en 1864), Juan Gualberto Godoy, es el que ha dejado aquí y en Chile más obra literaria. Usó la forma genuina del cantor gaucho; con lenguaje llano fustigó valientemente los defectos sociales de su época.

El mismo, decía: “Mi inclinación predilecta es hacer versos burlescos contra todo lo que me parece malo". Arrogante, con una audacia y valor sin límites, las causas nobles y justas lo contaron entre sus defensores. Esgrimió con maestría la sátira mordaz contra el vicio, el cinismo y la arbitrariedad. Supo poner en descubierto las heridas que lastimaban el organismo social de su pueblo. Escribió para los gauchos cantores de su tierra, en lenguaje decidor y expresivo, cartas, dedicatorias, tonadas, cuecas, serenos, gauchitos, etc.

El "Cancionero Cuyano", de Alberto Rodríguez, editado en 1933 consigna más datos sobre la vida y obra de este poeta cuyano y da ejemplos de poesías de los distintos estilos cultivados por él. "El Sereno'''''''''''''''''''''''''''''''', nos presenta el cantor popular que describe el paisaje de costumbres:

Mientras en sueño profundo
yace el pueblo sosegado,
de un segundo a otro segundo
anuncia el sereno al mundo,
la hora que el reloj ha dado.

Cada calle está desierta,
todo en silencio descansa;
sólo el sereno está alerta
como en el alma, despierta
está siempre la esperanza.

En las últimas estrofas de este poema, se advierto la nostalgia que el exilio le produce:

Así con celeridad
de un instante en otro instante,
sin valuar su brevedad
vamos a la eternidad
y otros fueron adelante.

Triste aquel que sólo espera
respirar el aire ajeno;
para quien la hora postrera
proscripto en tierra extranjera
ha de anunciarle el sereno.

El ingenio y la chispa en el canto popular, se reflejan en sus dé­cimas, de entre las cuales extraemos esta:

Al ver tu pequeño pie,
y la pierna a que está asido,
mi pensamiento ha medido
lo demás que no se ve.

En vano el vestido a fe
oculta tanto portento;
los roba por un momento
al ojo, pero este avanza,
pues donde el ojo no alcanza
se introduce el pensamiento.

La crítica satírica es su fuerte. "Mi Programa", critica llena de paisajes de rigurosa actualidad, provocó reacciones y represalias de todo orden hacia el valiente poeta, quien respondió a las mismas en "El Constitucional", bajo el seudónimo "Los Tres Imparciales" Esta respuesta fue hecha en forma que honró al poeta y puso más en evidencia su talento. Una de las estrofas de más contenido crítico, es la siguiente:

Vuestro programa, señor,
para hacer un buen gobierno,
ha de ser menos cantor,
ha de ser menos grosero;
ha de respetar los hombres,
ha de prudenciar sus yerros
tanto más si con cantarlos
no se reporta provecho.

El espíritu de Juan Gualberto Godoy se ha extendido anónima­mente en San Juan, Mendoza y San Luis, a través de emocionantes tonadas recordadas por nuestros abuelos criollos, que olvidaron al poeta que se las dio.
3.2. La copla

La copla ha sido siempre la forma literaria preferida por el pueblo. Es la composición poética que consta de una cuarteta de romance, de una redondita o seguidilla, o de cualquier otra combinación fácil y breve. Es la composición más simple. Sirvió de letra en las canciones populares y fue forma de expresar los estados anímicos. Como es común a todos los pueblos, no es extraño que haya variantes en lo que respecta a rima y metro. “La copla, dice Lázaro Flury, dentro de su simplicidad, servía para expresar todos los estados de ánimo por los cuales tran­sitaba el espíritu humano. Por eso ha servido para expresar el amor, el heroísmo, la amargura, la nostalgia, la sátira, el fervor nacional, la piedad, la rebeldía, la alegría y, en fin, todo aquello que el espíritu siente y necesita reflejar de algún modo".

COPLAS DE RIMA CONSONANTE Y ASONANTE

Quiero al vivir porque vives;
al aire porque suspiras
quiero al sol porque te alumbra                        consonante
y al cielo porque lo miras.

Ciento cincuenta veces
mi pensamiento
sale a buscar alivio
y halla tormento

Si alguna vez resucitas
y ve flores en tu tumba

recuerda que yo las riego                            asonante

con lágrimas de amargura

Según la métrica, hay coplas de todas las medidas:

Octosílabas:

El corazón tengo herido,
y las hordas me duelen;
está muy lejos de aquí
la que curármelas puede

Pentasílabas:

Agüita clara
del manantial
 quiero beberte
sin descansar.

Hexasílabas:

Rosita temprana
y sin corazón
yo te quiero mucho
y vos a mí no.

Heptasílabas:

Lucerito del alba
mira desde los cielos
a un corazón herido
que se muere de celos.

Pie quebrado:

Un pajarito alegre

picó en tu boca
pensando que tus labios
eran dos rosas.

Las copias sueltas y encadenadas, sobre los más diversos temas, servían para acompañar las distintas especies del folklore musical.


3.3. El romance

Ateniéndonos a lo que dice el diccionario de la Real Academia, romance viene del latín, romanicu, de romanus, romano. Se aplica a cada una de las lenguas modernas derivadas del latín, entre las cuales se distinguen, el español, el italiano y el francés.
Entre otras acepciones destacamos éstas; novela o libro de caba­llería, en prosa o en verso.

Combinación métrica de origen español que consiste en repetir al fin de todos los versos pares, una misma asonancia, y en no dar a los impares rima de ninguna especie. Se llama romance corto o romancillo al qua se compone de versos de menos de ocho silabas. Romance del ciego es el que se refiere a un suceso o historia que cantaban o vendían les ciegos en España, por la calle. Hay también romances de gesta; según denominación, romance popular, en que se referían hechos de personajes históricos, legendarios o tradicionales. Romance heroico o real, es el que se compone de versos endecasílabos. Se usa la expresión, hablar en romance, que significa expresarse con claridad y sin rodeos.

La forma poética octosilábica se usó en España y en América, para romancear hechos y circunstancias que Interesaban al pueblo.

En nuestra literatura folklórica tenemos un romance que queremos dar a conocer, por la filosofía que entraña.
Teníamos en las colecciones del Instituto de Investigación y Divul­gación del Folklore Cuyano, recogidas en Mendoza, San Juan y San Luis, hace más de cuarenta años, medio centenar de coplas, sobre un tema que durmió durante mucho tiempo y que han vuelto a retomar algunos cantores y ha sido motivo de publicaciones en páginas literarias de Cuyo. El tema en cuestión, es "El Jilguero y la Calandria". Don Carlos Arenas, mendocino, residente en San Luis, ha contribuido a enriquecer ese mate­rial con un aporte valioso hecho al investigador, hace varios años. Se han podido juntar así, ciento cuarenta coplas. Quisimos indagar sobre lo que conservarían de este tema, viejos criollos que aún quedan sin haber recibido influencias nuevas, y comprobamos que las coplas refe­ridas a este asunto son más de las que poseíamos. Supimos también que las recitaron y cantaron; y que esto último lo hicieron con aire de Cifra, unas veces, como Milonga, otras, y como Tonada, muchas.

Su estructura denota un conocimiento empírico de la rima y la métrica versales, cosas ambas comunes en la composición folklórica. A veces se quiebra la medida o se cambia el sentido de la rima: de primera a cuarta, de segunda a tercera, de primera a tercera y de segunda a cuarta.

Sin duda, no fue uno solo el autor de esta composición. Por los datos recogidos, estamos seguros de que se usó como tema de payada, en el deseo de agotar la nómina de todos los pájaros de la región, haciéndolos intervenir en un romance amoroso, representando a perso­najes con caracteres y modalidades diversos (forma fabulada).

A través de las coplas que vamos a analizar, desfilan, el jilguero, la calandria, el cardenal, el chingolo, el carpintero, el tordo, el benteveo (nuestro pito juan) y el hornero.

Hay en esta composición, la intención de exaltar lo que es capaz de hacer el amor y los inconvenientes que encuentra en el camino. Todos han coincidido en la primera estrofa, que es esta:


Señores, les contaré,
si me atienden un instante,
los trabajos que pasaron
dos pajarillos amantes.

En las diez estrofas siguientes se hace alusión a la mala estrella que tuvieron por causa de un cazador despiadado que los separó y provocó la caída del jilguero en prisión. He aquí una estrofa que se refiere a tal evento:


Prisionero en una jaula
su desgracia lamentaba:
mi esperanza está perdida
de buscar a la calandria.


Y en la estrofa decimosegunda expresa:


¿De qué me sirve el silencio?

¿Es delito haber nacido
sin poder ver a quien amo
 en la jaula sumergido?

Como se ve, el verso, "es delito haber nacido", tiene ascendencia noble, viene de Calderón de la Barca, de "La vida es sueño”, lo que nos advierte de que el compositor ha oído algo de tal obra. (Poder de la tradición).

Se magnifica, en estrofas siguientes, el amor de la calandria y el dolor del jilguero; las andanzas de ella para encontrarlo y su interés por buscar a alguien que pudiera sacarlo de la prisión donde lo halló. Busca y manda a uno que encuentra y hará bien las cosas. Pero no se presenta justamente este personaje, que es el chingolo, sino otro, el cardenal, que da muestras de dolor y exagera sobre el deber que tienen los hombres de visitar a los amigos en desgracia.

En el cardenal está representado el amigo infiel, el hombre desleal y embustero, que ofrece lo que no piensa dar, a cambio de lo que quiere obtener para su bien, sin importarle el dolor ajeno.

Las estrofas que transcribimos nos pintan mejor que el comentario las intenciones del cardenal. Se entabla un diálogo; y a una pregunta del Jilguero... Le contesta el cardenal:


Lo he venido a visitar,
he sabido que está preso,
vengo a ver cómo le va.

Y le repite otra vez:

No hago más que mi deber
de visitar a un amigo
que se halla en un padecer.


Dice el jilguero:

Supuesto que mi fortuna
así lo habrá destinado,
será castigo del cielo
que Dios me lo habrá mandado.

Preparado así el terreno, el cardenal expresa lo que siente y se le escapa decir a lo que ha ido:


Dígame jilguero amante,
se lo voy a preguntar
si en tal caso la calandria
no ha venido a este lugar...


Se pone en evidencia en estrofas sucesivas la viveza del jilguero para no dejarse engañar y el afán del cardenal por conseguirlo.

Hasta esto punto hay cuarenta y nueve estrofas. En las siguientes, se presenta otro personaje, el chingolo, enviado por la calandria. El jilguero desconfía también de ése y no cree que pueda hacer algo en su bien; se lo espeta así:

Se levanta el jilguerillo.

La mañana es muy oscura.

¿Qué esperanza tengo yo con semejante figura?

Y el chingolo resentido le dice:

No vengo de mi difamen
a sacarlo de la jaula;
sepa Usted que yo he venido
mandado por la calandria.

En estrofas llenas de color, se narra el esfuerzo del chingolo por convencer al jilguero de que de veras quiere darle la libertad y vencer la resistencia que el pesimismo y la falta de fe ponen en sus reflexio­nes; el que es engañado una vez, desconfía aún de quien dice la verdad. Es filosofía popular. Lo mismo que esto otro: el que no puede valerse por sus medios busca ayuda. El chingolo buscó al carpintero para que rompiera la puerta de la prisión. No tiene cómo pagar el trabajo que demanda, pero se niega a firmar un documento. Alardea de hombría de bien; del honor, del valor de la palabra empeñada, hasta que consigue convencer al carpintero:

Vuelve a decirle el chingólo,
yo no pierdo mi venida,
estoy dispuesto a llevarlo
por la plata que me pida.

Lo que concluya la obra
le voy a usted a pagar
la plata que a mí me gane
y la que pierda ganar.

Y contesta el carpintero:

Yo me aprontaré al momento
pero es preciso, mi amigo,
que hagamos un documento

—Eso por ahora no puedo
porque ya el tiempo me apura;
no precisa documento,
mi palabra es escritura.

Y siguen una docena más de estrofas, todas tendientes a convencer al carpintero de lo innecesario de papeles, cuando media la palabra de un hombre de honor.

No obstante las promesas del chingolo, el carpintero desconfía y pregunta al jilguero preso, quién le pagará al término del trabajo; pero el chingolo se apresura y contesta:


—Escuche, amigo,

¿Qué tiene que preguntar,
que no ha tratado conmigo?

Y viene la reacción justa del que desconfía de cobrar un trabajo: desgano, desaliento, falta de voluntad, por carencia de interés.

El que espera, desespera. El chingolo impaciente pide al carpintero sus herramientas y en un santiamén deja abierto el paso al prisionero.

El jilguero vuela. Antes de hacerlo, el chingolo, le dice al carpintero:


—Bueno, amigo carpintero,
yo me voy a retirar,
me voy muy agradecido
de su buena voluntad...

Y le dice el carpintero:

—No sea desagradecido.

Del modo que hemos tratado
que no me quiera pagar
después que le he trabajado...

El chingolo, remonta e Ivuelo y el carpintero burlado, se dirige en busca de justicia, el pito juan, que oficia de juez.

En varias estrofas se explican los yerros que se cometen por la precipitación y el acaloramiento. Aconsejan tener calma, serenarse antes de tomar alguna resolución. El juez, no obstante la forma descortés del carpintero, interviene en el asunto, porque es su deber.

Aparece otro pájaro en escena: el hornero, que va mandado por el juez a citar al chingolo. Este último simboliza la astucia, la viveza. No se esconde ni huye, se presenta seguro de triunfar: sereno, tranquilo... saluda al juez y presenta mil argumentos para significar que no conoce al carpintero, que éste está equivocado, que sin duda es a otro al que quiere demandar:


—Mire Usía, Sr. Juez,
será otro de mi apellido,
yo soy de familia larga
y somos muy parecidos...

Quiero que me de la prueba

ya que asegura que es cierto;
que si ha tratado conmigo
ha de tener documento.

Que no advierte, señor juez,
en el modo que se expresa
este hombre estará borracho
o malo de la cabeza...

Así en este tono, continúa el alegato y defensa, de lo que resulta que el carpinteo queda preso y el chingolo en libertad. (Errores de la justicia):


—Se retiró el chingolito,
le dio las gracias al juez,
porque a un hombre sin razón
lo ha sabido reprender.

Y viene la moraleja, la lección:


Por eso dice el adagio:

el que sabe hacer negocios,

téngalo por entendido,

que ha de ser por ruina de otros.

Todos los que son casados
les servirá de ejemplar,
no les vaya a suceder
lo mismo que al cardenal.

Se juntaron el jilguero,
el chingolo y la calandria
y dejaron al cardenal
perdido por las montañas.

De esta forma sencilla, filosofa el pueblo sobre temas profundos. Así se advierte sobre la conveniencia de desconfiar de quien hace alarde de sus virtudes y ofrece más de la cuenta. Destaca también, cómo decaen las fuerzas y el entusiasmo de quien trabaja sin esperanzas de cobrar lo justo por su tarea. Pone en evidencia la objetividad de la justicia que actúa a ciegas, ateniéndose a pruebas concretas.

Estas narraciones que reunían alrededor del fogón a chicos y gran­des, dicen a las claras de la forma sencilla con que el pueblo comen­taba y criticaba problemas candentes, que hacían presión sobre el mismo: deslealtad, injusticia, falta de consideración, etc.

Henos podido comprobar que los mismos versos se cantaron con melodía y ritmo de cifra, unas veces; otras, como milonga, y muchas, como tonada; y en la primera década de este siglo, como polca también.

Ofrecemos en este libro un ejemplo recogido en el sur de Mendoza, de una mujer, doña María Arrieta, descendiente de viejos cultores del folklore regional cuyano, coincidente con los de otros personajes del mismo lugar. La mujer lo cantaba en cifra.

En esta misma zona, y en San Juan, hubo quien los cantaba con aire de milonga primitiva.

Ejemplo musical:


Lo más común ha sido, que estos versos se canten como tonada, seleccionando algunas estrofas, a gusto del cantor.

En este caso, una de las muchas tonadas recogidas con estas letras, tienen caracteres muy semejantes a la canción andaluza, por los melismas con que las suelen adornar para acentuar su valor expresivo. Estos melismas pueden ser musicales y literarios. Son elementos expre­sivos, ayes y frases breves, fuera del verso, cuya única misión es la da reforzar el contenido sentimental de la expresión literaria, a fin de hacer más intensa la emoción.

Véase, por ejemplo, la siguiente letra de una playera andaluza:


Detrás del carrito
lloraba mi madre,
no floraba agüita
que lloraba sangre.

 

Esta cuarteta contiene un pensamiento completo, y no necesita más palabras para pintar el dolor de una madre que ha perdido al ser más querido; mas al llevar al canto estos versos, el pueblo exalta el sentimiento de dolor, movido tal vez, por su propia emoción e introduce entonces nuevos elementos expresivos. Ejemplo:

Detrás del carrito
lloraba mi madre,
 iay!... lloraba mi madre,
la pobrecita...
no lloraba agüita
que lloraba sangre.

En nuestra tonada los elementos melismáticos que le agrega el pueblo, le dan, como en el caso anterior, una mayor fuerza emocional y cierta intención. Ejemplo:

El jilguero y la calandria
eran dos que se querían,
temerosos de un desprecio
ninguno se descubría.

El cantor le agrega elementos que no le quitan sentido pero le dan fuerza. Ejemplo:


El jilguero y la calandria,
adiós me voy...
eran dos que se querían,

¡ay, qué dolor!
temerosos de un desprecio
adiós me voy...
ninguno se descubría
¡ay, qué dolor!


Como la copla andaluza, tiene también la nuestra, un estribillo final o intercalado entre un determinado número de versos, y ajeno a la intención literaria de la poesía. Ejemplo:

Si celos me pides
celos te daré;
los celos son buenos
cuando dan por qué.

3.4. La décima y la glosa

La tonada requiere poesía más amplia que la cuarteta, y esto movió a los poetas a construir en décimas, forma usada por los clásicos espa­ñoles y aquí en América por nuestros poetas gauchescos, y por los populares cuyanos. Una variante de la composición poética folklórica fue la glosa. Una cuarteta inicial, síntesis del tema motivo de inspiración, luego se desarrollaba en cuatro décimas, octavas, o quintillas, cada una de las cuales terminaba con uno de los versos de la cuarteta aplicados ordenadamente. A veces se omitía la cuarteta inicial, que podía ser reconstruida con los versos finales de las cuatro estrofas siguientes. Damos un ejemplo de forma glosada; pertenece a la tonada "Quien te amaba ya se va". Sobre ella hay antecedentes que la hacen aparecer como una de las muy viejas del acervo regional. Don Ulderico Ibáñez, mendocino, nacido en 1859, dijo a Alberto Rodríguez, haberla aprendido de niño y tener referencias sobre su origen, atribuido a don Nicolás Avellaneda, mendocino también; pero se popularizó tanto que perdió autoría y se folklorizó. Don Carlos Tascheret, sanjuanino, con más de setenta años, en la época de la información dada al investigador citado, año 1930, confirmó lo dicho por Ibáñez y agregó que la había oído en su mocedad, como una de las más antiguas tonadas cuyanas.

Ejemplo:

"Quien te amaba ya se va"
supuesto que otro ha venido
se acabarán tus tormentos
ya se va tu aborrecido.

Mi bien ya se acabará
el que te daba disgustos;
a verte ya no vendrá
para que quedes a gusto
quien te amaba ya se va
 
Todo lo echaré en olvido
pues conozco tu rigor;
me retiraré abatido
con un inmenso dolor;
supuesto que otro ha venido

Quedarás en tu contento,
yo, con un dolor atroz;
llorando mi sentimiento
y acordándome de vos,
se acabarán tus tormentos

Y por fin ya me despido
de la prenda que adoraba;
si mi amor enardecido;
tantos tormentos te ha dado
ya se va tu aborrecido

Más antecedentes sobre esta tonada, se hallan en el "Cancionero Cuyano" de Alberto Rodríguez publicado en 1938.

Otro ejemplo. Décimas simples o comunes:

Cuando en la cruel soledad
me abate un recuerdo triste,
de amargo llanto se viste
mi corazón con lealtad;
comprendo la inmensidad
que gira a mi alrededor
y combatiendo el rigor
que así me hace padecer
me hace lágrimas verter
el recuerdo de tu amor.

Si analizamos la estructura de esta estrofa, perteneciente a una vieja tonada popular cuyana, observamos que se ajusta a las exigencias de la construcción poética llamada décima: diez versos octosílabos consonantes. La rima se produce en los versos primero con cuarto y quinto; segundo con tercero; sexto con séptimo y décimo; y octavo con noveno. Poesías de esta clase, con algunas pequeñas fallas en la rima clásica, abundan en nuestro cancionero popular.


3.5. Décima de pie forzado

En esta composición cada estrofa termina con un verso común que sirve de tema.
Ejemplo:


Sol espléndido y radiante
en ancha esfera sujeto,
no te pregunto el secreto
de tu esplendor rutilante;
ni por qué nubes distantes
tiñes de ópalo y rubí,
pero te pregunto, sí,
respondas a mi querella;
si estará pensando en mí
como estoy pensando en ella.

Luna, brillante topacio,
que cual nebuloso tul
cruzas por techumbre azul,
en las alas del espacio;
si se fijaron acaso
sus bellos ojos en ti,
si llegaste a verla, y si,
estaba doliente y bella,
si estará pensando en mí
como estoy pensando en ella.

En estrofas sucesivas, el poeta se dirige al mar, a la brisa y a las nubes, preguntándoles, para concluir en el verso final: "como estoy pensando en ella".

3.6.       Décima con estribillo

En Cuyo, el estribillo o estrambote, se usó mucho en composiciones poéticas do todo tipo y en las décimas fueran o no glosadas. Un ejemplo de décima con estribillo figura en este libro, en la Tonada "El Gran Salomón".

3.7.       El encadenado

En esta forma poética, con el último  verso de cada estrofa, se inicia la siguiente. Estos casos son comunes en Cuyo en las letras de sus canciones.

Ejemplo:

Qué triste es la situación
del que ama sin libertad,
expuesto a perder la vida
por amar a una deidad.

Por amar a una deidad
casi me he visto perdido,
por más que quise ocultarlo
todo el mundo lo ha sabido.

Todo el mundo lo ha sabido
y esa ha sido mi desgracia,
que hasta me quieren privar
de que yo llegue a su casa.
De que yo llegue a su casa
 bien me lo pueden privar,
privarme de que la quiera
no han podido, ni podrán

3.8.       Composiciones religiosas

Villancicos: El villancico es una composición poética musical popular que el pueblo canta en especial en noche Buena. Desde el punto de vista musical casi todos los villancicos pertenecen al cancionero que Torner y Vega llaman "Europeo antiguo", cuyas características prin­cipales son el diatonismo y el predominio del modo mayor.

En la Noche Buena de los pueblos hispánicos se cantaron estas composiciones simples, que quizá nunca se escribieron en libros, pero que pasaron de boca en boca, de generación en generación y conser­varon la dulzura que el recuerdo de la madre y el hogar produce en el corazón del hombre. Son los versos de esas composiciones, abundantes y los más simples de la lírica popular. Los mismos se emplearon también como canto de la madre para dormir a los niños. Muchas letras son venidas da España y con pequeñas modificaciones regionales se han cantando en toda la América Española. He aquí dos estrofas del Cancionero de Tucumán:

Levanta José                                               -Son los angelitos
encendé la vela                                           que andan en carrera,
y mirá quien anda                                       despertando al Niño
por la cabecera                                           para ir a la escuela


Esas mismas estrofas se interpretan en Cuyo en la forma siguiente:

Levantate Juana                                          -Son los angelitos
encendé la vela                                            que van de carrera
andá ver quien anda                                    en busca del Niño
por las escaleras                                          para ir a la escuela

                                                        

Rogativas y trisagios

Son oraciones empleadas para invocar la ayuda divina o de los santos en momentos de peligro; su repertorio estaba formado con ma­terial dejado por los jesuitas y otros evangelizadores, enriquecido con aportes de creación o deformaciones de lo existente.

En un viaje de investigación folklórica realizado por distintos lugares de Cuyo, en el año 1971, encontramos una mujer, Cándida del Rosario Vega, nacida en Valle Fértil, departamento de San Juan, limí­trofe con La Roja, con más de setenta años, a la que llamaban la “Rezadora". Es un personaje popular, conocido por todos y a cuya ayuda apelan cuando están atribulados por algún dolor. La "Rezadora" es llamada para ayudar a bien morir, para expulsar los demonios cuando se apoderan de un alma; para pedir a Dios que calme las fuerzas des­tructivas de la naturaleza: lluvia, granizo, vientos, terremotos e inundaciones y para impetrar, la bendición de la lluvia en tiempo de sequía. Todos tienen fe en sus súplicas y cuentan que para la última inun­dación, cuando las aguas amenazaban arrastrarlo todo, entre el bramido de la correntada y los gritos de angustia de los que no lograban librarse de ella, se oyó clara y nítida la voz de la "Rezadora", recitando las “Doce Palabras". Es una oración, según ella, infalible; —"La rezó en los momentos desesperados". A nuestro pedido la recitó:

LAS DOCE PALABRAS

Las doce son doce: los doce apóstoles
Las dos son dos: las dos tablas de Moisés.
La una es una: la que parió en Belén y siempre quedó pura.

Amén, Jesús, María y José.

Les once son once: las once mil vírgenes.
Las dos son dos: las dos tablas de Moisés.
La una es una: la que parió en Belén y siempre quedó pura.

Amén, Jesús, María y José.

Las diez son diez: los Diez Mandamientos

Las nueve son nueve: los nueve meses

Las ocho son ocho: los ocho gozos

Las siete son siete: las siete palabras

Las seis son seis: las seis candelillas

Las cinco son cinco: las cinco llagas

Las cuatro son cuatro: las cuatro Evangelistas

Las tres son tres: las Tres Marías

Las dos son dos: las dos tablas de Moisés
La una es una: la que parió en Belén y siempre quedó pura.

Amén, Jesús, María y J0sé
.

Hemos consignado solamente, el principio de cada estrola, que es lo variable, pues los versos siguientes son simple repetición.

Los Trisagios están dirigidos a la Santísima Trinidad. También se rezan para conjurar las fuerzas naturales. Los que reza nuestro pueblo folk, son los mismos traídos a América por los evangelizadores. Rosarito la “Rezadora", de Valle Fértil, y su pueblo, aseguran que siempre dan resultado.


PROSA

3.9. El cuento

Definición: Cuento, es la narración de un hecho fingido total o par­cialmente, con algo de verosímil, algunas veces, cuyo tema es tomado de la vida, con personajes imaginarios unos, y de la realidad, otros.

El pueblo, cuando siente la necesidad de criticar, protestar, aconsejar, manifestar disconformidad, etc., recurre al cuento. Viene a ser la válvula por la que da salida a sus sentimientos o estado anímico A veces ese estado se trueca en sarcasmo, sátira, blasfemia o simple burla.
El cuento popular está difundido por todo el mundo. Coleccionarlos, estudiarlos y clasificarlos, constituye una de las ramas principales del folklore.

Trece o catorce siglos antes de Cristo, los egipcios ya tenían en su haber muchos cuentos. La mayoría de fantasía, ya que en ellos hablan momias, actúan los hechiceros, los magos, y otros personajes misteriosos. Luciano, Herodoto y Heliodoro, recogieron infinidad de cuentos referidos a viajes, naufragios, guerras, etc., por lo que puede decirse que “es un trecho de la historia, y casi siempre la semilla de la epopeya.”

El cuento con su dinámica de hecho folklórico se mueve, anda y se deforma. La Odisea no es más que un conjunto de cuentos cuyas aventuras se repiten después, en Las Mil y una Noches, y en otros libros que fueron y siguen siendo deleite y punto de arranque o simple repe­tición de muchos que se llaman creadores, y son en razón de justicia, compiladores o adaptadores. Los hermanos Grim, Andersen o Perrault, han sido quienes han difundido el cuento folklórico por Europa y el mundo entero.

Nuestros niños cuyanos, de fines del siglo pasado y de principios de éste, conocieron los cuentos clásicos en las lamosas ediciones di­minutas de Callejas.

El cuento, insistimos, es la forma más simple y más expresiva para llegar al oyente, y sobre todo al oyente sencillo, simple como el niño, y al niño mismo.

Cuando nuestro pueblo no contaba con otros medios de distracción más que sus canciones, sus danzas y sus juegos, en las noches, y en las horas de descanso, después de largas jornadas de trabajo, en los interva­los del mismo, o mientras se realizaban tareas que mantenían reunida a la familia y a los amigos, la reunión siempre era amenizada con cuentos. No faltaba nunca un buen narrador que lograra mantener en suspenso a chicos y grandes con los cuentos llegados a él por tradición familiar, arreglados muchas veces, de acuerdo con las circunstancias, con introduc­ción de nuevos personajes y cambio en el nombre de los mismos. Los cuentos más difundidos giraban alrededor de personajes manejados en la literatura hispánica y en la de otros países de Europa: "El Duende", "Pedro Urdimales”, "Juan el Zorro", etc. Siempre con nombres diversos y acción semejante, eran protagonistas importantes. No faltaban en el repertorio cuentos de aparecidos, de ánimas en pena, de anímales con poderes sobrenaturales, como el "familiar”, víbora que vivía en la casa y era como su dueño; cuentos de tesoros escondidos o entierros, de ago­rería. etc.

 

Podemos considerar el cuento en esta región, como un medio de expandir la cultura, en ausencia del teatro; una forma de entretenimiento y un móvil social que propendía al acercamiento de las familias. Buena cuenta de esto último nos da una antigua costumbre conservada, hasta que la radio y la televisión entraran en los hogares, en un pueblo tradi­cionalmente conservador, donde aún perviven costumbres de vida de esencia folklórica. Nos referimos a Chilecito, distrito de San Carlos, de la provincia de Mendoza, que aún es un verdadero reducto de tradiciones conservadas por el celo de muchas familias de arraigo.

Allí fuimos en busca de información sobre distracciones y juegos de los niños. La señorita Modesta Barboza, que fue directora de una escuela de esa zona, jubilada hoy, hija de un patriarca criollo, que murió hace diecisiete años, con ciento siete de edad, y que nació y vivió siempre en aquel valle, nos suministró datos valiosos para nuestra investigación, que queremos difundir: Los niños de Chilecito, de fines del siglo pasado y de principios de éste, jugaban como lo hacían los niños de cualquier parte, en la época: a la guarapa, al trompo, a las bolitas, a los volantines, a las escondidas, a la mancha, a la payana, al luche, a la piedra libre, al tejo...

Sus juegos especiales consistían en la imitación de las tareas reali­zadas por los mayores: boleadas, trilla, yerra y rodeo.

Las voladas con cuentos tenían un gran poder de atracción para ellos.


MAZAMORRA CON CUENTOS


Era común que por el pueblo corriera esta voz: "Mañana, a la noche, mazamorra con cuentos, en lo de don Guevara". El mensaje era un pregón que iba de boca en boca y llegaba a los oídos de todos los vecinos y en especial, a los de los niños.

Sin otra invitación, después de la cena, iban llegando a la casa del cuento, chicos y grandes que se acomodaban en círculo alrededor del fogón, en el que la dueña de casa, en una olla de hierro, de las viejas ollas de tres patas, revolvía incesantemente la mazamorra, manjar hecho con harina cocida en agua o leche, endulzada con miel o arrope, que obsequiaba a sus visitantes.

Cada uno iba provisto de un jarrito, porongo o taza, para recibir la porción de mazamorra que le tocaba.

El reparto era un verdadero ritual. Cuando empezaba se hacia el silencio. Los ojos de los niños seguían la cuchara de palo cargada de mazamorra, en su ir y venir desde la olla a los platos, con la intranquilidad de que pudiera terminarse antes de recibir su parte.

El milagro de la multiplicación de los panes se repetía siempre, ya que de la marmita tiznada, por mucha mazamorra que se sacara siempre salía más y más; nunca falló para nadie. Por último quedaban las ‘''''''''''''''''''''''''''''''''raspas", de las que se encargaban niños y perros.

Hecha la distribución, los chicos empezaban a pasar la lengua sobre el blanco regalo o a sacar con la punta del índice, una pizquita, mientras reclamaban: el cuento... el cuento...

Las caras estaban iluminadas por la luz de la fogata. El narrador carraspeaba, se llenaba la boca de mazamorra, la saboreaba parsimo­niosamente, hacía un chasquido con la lengua empastada y después de tragar, empezaba ante la intranquilidad de I0s pequeños: "Había una vez... Cuando el cuento llegaba a la parte espeluznante, a la parte que hacía temblar a chicos y grandes, nadie probaba la mazamorra: el chiste que provocaba hilaridad hacía que todos arremetieran contra ella y en un santiamén desaparecía del plato.

—El sábado que viene, mazamorra con cuentos, en lo de don Simón

¿A quién le tocará el cuento, se preguntaban?


3.10. La leyenda

La leyenda es parte importante del folklore literario. En toda leyenda figuran personas, objetos o animales reales, aderezados con elementos fantasiosos en los que el pueblo cree y no considera ficticios. Hay leyendas de alcance universal, pero las más comunes son de interés local y están tejidas alrededor de hechos o personajes históricos, animales, plantas o lugares de la región. Cuyo tiene leyendas que le vienen de España; una, la más extendida la de la Cueva de la Salamanca.

Cuyo tiene una cantidad grande de leyendas locales, como "La Difunta Correa", "La Laguna de la Niña Encantada”, "La Tumba del Indio", "El Pozo de las Animas", "Los Payadores Mendocinos”, "El Zonda", "El Crespín", "La Leyenda de la Iguana", la de “La Gallineta"; algunas de profunda raíz indígena, como la de "Upa Marka”, lugar de silencio y arrepentimiento, "La del Nevado" y las de "Los Enanos", etc.

Da las citadas, narraremos algunas brevemente:

LA CUEVA DE LA SALAMANCA

Por dos cosas, dice Constantino Cabal, en su Mitología Ibérica, fue Importante Salamanca: por la Universidad y por la Cueva. En una, enseñaban los maestros, y en la otra los demonios.

Los estudiantes, más que las aulas, frecuentaban la Cueva, y allí se doctoraban en picardía. Era creencia popular que de los festines y aquelarres realizados en la Cueva, los estudiantes salían dotados de poderes mágicos, capaces de habilitarlos para alcanzar cuanto querían. La importancia de la Cueva se extendió de tal suerte por toda España que el dicho, "el que quiera saber que vaya a Salamanca", para el vulgo, entrañaba, ir a la Cueva.

 

LA SALAMANCA EN AMERICA

La leyenda española era conocida por los hombres del descubri­miento y la conquista; de ahí que en casi todos los lugares conquistados hallaron o crearon una Salamanca. Allí donde un río o un arroyo abrían un socavón en el que rugían las aguas y silbaba el viento, había sin duda, una salamandra o salamanca. Los indígenas atribuían a este animal pode­res diabólicos, creencia que contribuyó a fortalecer la leyenda. La cueva era lugar obligado donde se reunían las brujas, y a juntarse con ellas para recibir sus poderes, acudían quienes necesitaban fuerzas sobrenaturales para alguna empresa.

 

PROGRAMA DE ENSEÑANZA

Podían asistir a las clases de la Salamanca, toda persona interesada en adquirir alguna habilidad extraordinaria: manejo del cuchillo, taba, boleadoras, naipes, preparación de gallos de riña y caballos de carrera; habilidad y maestría para zapatear, bailar, ejecutar en Instrumentos musi­cales y payar. Iban también los que querían conseguir dones para seducir, enamorar o lograr ser amados.


LA SALAMANCA DE SAN CARLOS, MENDOZA

En el departamento de San Carlos, al Sureste de Pareditas, entre las localidades de Paso de las Carretas y Aguanda, camino a San Rafael, corre un arroyo que en buen tiempo, lleva un hito apenas, de agua crista­lina. En épocas tormentosas se convierte en desagüe de las crecidas que bajan del campo y entonces cambia su apacible serenidad en rugiente y tumultuosa correntada. Sobre la margen izquierda, las crecientes han levantado grandes barrancas, que las aguas han taladrado inclementes, formando una cueva, alrededor de la cual se tejió la leyenda que dio nombre al arroyo: “De la Salamanca”.

 

Hemos querido indagar sobre lo que los pobladores de la región co­nocían de esta leyenda, y la Srta. Modesta Barboza, oriunda de Chilecito, conocedora de su pueblo, amante de sus tradiciones, persona culta, que integra la Comisión Directiva del Instituto de Investigación y Divulgación del Folklore Cuyano, nos dijo haber recogido información de familias que vivían en las proximidades de la cueva, que aún tienen descendientes, y aseguran haber sentido resonancias de festines, que según creencia muy arraigada, realizaban en la Cueva, las brujas. Que ellas han oído carca­jadas, guitarreo, barullo y, en fin, todo lo que puede producir un verdadero aquelarre.

Asegura la informante —nos dijo la Srta. Barboza— que ella, sus her­manas y parientes, se encerraban en la casa asustadas, pero el festín seguís hasta el amanecer.

 

LA CASA DEL PINO

Cuenta en su Historia de Cuyo, Monseñor José Aníbal Verdaguer, que los españoles para orientarse en las desérticas regiones porque andaban en tren de conquista, marcaban las ciudades que fundaban plantando pinos. Al cobrar éstos altura, servían de guía y punto de referencia al viajero. La ciudad de Mendoza estaba determinada por tres pinos que sobresalían de su chatura de barro y paja, con sus copas frondosas. El último de estos árboles, vigías de la ciudad, se levantaba en la propiedad del gobernador Don Pedro Molina, en las afueras de la ciudad, frente a la calle de "Los Pescadores", en el Sauce, distrito del Plumerillo, a pocas cuadras de la calle de “La Cañada”, hoy Ituzaingó. Por esta razón, a esta casa se le llamaba la "casa del pino". El árbol alcanzó cincuenta metros de altura y cinco de diámetro, y duró hasta la mañana del 9 de noviembre de 1938.

Los pescadores, que traían a Mendoza la pesca, de las lagunas de Guanacache, solían hacer noche al pie del pino centenario. Antes de dormirse contaban cuentos y cantaban tonadas. Entre las estrofas que no faltaban, estaba la siguiente:

 

Pescadero, pescadero
si duermes bajo del pino
rézale a la Brunegilda
y te dirá tu destino.

Julio Fernández Peláez, en su libro "Tradiciones Cuyanas", cuenta la leyenda que se refiere a la Brunegilda. "Es (fruto de una fantasía histó­rica del tiempo de la conquista". Una castellana hermosa, fue ahorcada en el pino citado, por el gobernador Don Carlos Rodríguez de Ayala. Había llegado a Mendoza huyendo de la inquisición que la perseguía por sus prácticas de adivinación y brujerías. Atenuado el temor al castigo a que sus artes diabólicas la habían condenado, volvió sobre lo andado y empezó de nuevo y con más furia a ejercer su misterioso arte.

Aquí nadie la tuvo en cuenta, hasta que un corregidor amaneció muerto en la puerta de su casa. Esta fue llevada a Ias mazmorras del Cabildo y de allí salió a morir ahorcada en el pino. Los pescadores tejieron la leyenda: La Brunegilda se les aparecía de noche, vestida de blanco. Los viejos del lugar aseguraban haber visto entre el verde ramaje del pino, la figura de una hermosa mujer.

ORIGEN DEL NOMBRE "POCITO" de un departamento de San Juan

Jesusita Oro, de 93 años, en la época en que la entrevistamos (1967) descendiente directa de D. Ildefonso Oro, nacido en 1832, nos refirió que su padre conoció a la india “Tía Mariana", personaje muy mentado en la zona y alrededor del cual se tejían muchas historias que pueden ser leyendas.

Vivía en un lugar de la zona, donde nadie podía hacerlo, debido a las características del terreno; el caminante que se aventuraba por allí, sufría el tormento de la amenaza de ser aprisionado por la tierra, que como a manera de arenas movedizas dificultaba el paso, con el agravante de poder hundirse como en una ciénaga.

Nadie más que “Tía Mariana" andaba por allí.

De vez en cuando bajaba al pueblo en busca de provisiones que pa­gaba con pepitas de oro atadas en un trapito.

Como el terreno se lo permitía, hacía pocitos en los que brotaba el agua fácilmente, y en ellos lavaba el oro que traía, Dios sabe de dónde. La fortuna de algunos pobladores de la zona, nos dijo Jesusita Oro, se debe a las entregas que la india hacia a cambio de alimentos.

Pocitos, refiriéndose a los que hacía la india para lavar el mineral, empezó a llamarse el lugar. El nombre se consagró y así siguió llamándose hasta hoy.

Nos dijo también que después de un aluvión ocurrido hace poco tiempo, quedaron al descubierto gran cantidad de pepitas de oro, cuya procedencia no se ha podido precisar. — ¿Será un regalo de la india, "Tía Marrana"?, interrogó Jesusita.

 

3.11. Paremiología: refranes, dichos y frases

 

Mucho antes de que en Inglaterra, Gomme fundara el Ateneo del Folklore, año 1878 y en España, Antonio Machado y Álvarez, “El Folklore Español", 1881, ya se habían hecho estudios valiosos sobre asuntos rela­cionados con el saber popular o filosofía del pueblo.

En el siglo XIII, el Rey de Castilla Alfonso el Sabio da a conocer su famoso cancionero, "Cántigas de Santa María", recopilación de asuntos populares religiosos, leyendas milagrosas y composiciones musicales que acompañaban las letras.

En el siglo XIV, Fr. Francisco Eximene, Rosendo Serra y Pagés, erudito académico barcelonés, reúne, clasifica y comenta los trabajos sobre adivinaciones, supersticiones, malas artes en general y refranes; deja bien aclarado que Eximene es un verdadero folklorista. Pero el trabajo más serio lo hizo el Rey Juan II de Castilla, quien encomendó al Marqués de Santillana que recogiera del pueblo dichos y refranes, antes de que se perdieran.

Con este aporte se escribió la primera obra paremiológica en Sevilla

En la portada de la misma dice así: "Refranes. Iñigo López de Mendoza, a ruego del Rey D. Juan, ordenó estos refranes que dicen las viejas tras el fuego; e van ordenados por la orden del A, B, C.”.

La colección consta de casi trescientos refranes. José María Sharbí hizo una nueva edición con glosas para cada refrán.

Otro trabajo paremiológico valioso es el de Juan de Mal Lara, quien recogió un cuerpo de filosofía popular sacada de mil refranes. A cada refrán le sigue una glosa o paráfrasis sobre la profundidad de la filosofía que encierra. Publica esta obra con el título "La Philosophía Vulgar”, en 1568.

Se preocupan, además, en el siglo XVI, por recoger hechos del saber popular, el doctor Juan Sarapán de Rieros, Gonzalo Correas, Pedro de Espinosa, Pedro Calderón de la Barca, Juan de la Sal, y muchos otros.

En la obra de Sarapán, publicada en 1616, hay una colección de refranes clasificados bajo el titulo: "La Medicina Española, contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua. Muy provechosa para todo género de estados; para filósofos y médicos, para teólogos y juristas, para el buen regimiento de la salud y más larga vida".

Si el refrán, compendio de filosofía, aceptado en el pasado, tanto por el pueblo como por los intelectuales, era considerado verdad de verdades, y el español asignó tanta importancia a su estudio y difusión, no es extraño que entre nosotros el refrán, la frase y el dicho sentencioso, fueran el cuerpo de doctrina que el pueblo esgrimía para justificar actitudes, aconsejar, prevenir, amenazar, etc.

Nuestro hombre folk, tenía el dicho o el refrán a flor de labios. Muchos eran importados de la madre patria, algunos eran adaptaciones ambientales y otros verdaderas obras de creación.

0 D’ higos nomás son las pasas, que las brevas son escasas.

0 Cuando la suerte se inclina, son al cuete los candiales, y los caldos de gallina.

0 No hay que contar con la chuspa, sin bolear al avestruz.

0 No se cuentan los corderos antes de la parición.

0 ¿Qué sabe el chancho de freno y el avestruz de bozal?

0 A caballo regalao, no se le mira el colmillo.

0 No tiene la culpa el chancho, sino quien le da el afrecho.

0 Es al ñudo que lo fajen, al que nace barrigón.

0 El que no nace pa sanio, de balde mira p'''''''''''''''''''''''''''''''' arriba.


Dichos y frases
: Comunes en nuestro pueblo son los dichos y las frases que sin llegar a la categoría de refranes, entrañan una intención:

0 Dar más vueltas que un perro para echarse, o seguidor como choco de sulky.

0 Deber a cada santo una vela.

0¿Qué le ha visto a la pelada que le tiene tanto miedo?
0 Encontrar flecos pal poncho,
0 Déjelo al triste llorar y al zonzo cuidar lo ajeno.
0 El vino da para lodo, menos para comer.
0 El vivo vive del zonzo y et zonzo de su trabajo.

0 Rascarse pa fuera.

 

Relacionadas con el pelo hay infinidad de frases y dichos:


0 No tiene un palo de zonzo.

0 Tomar el pelo.

0 Me viene al pelo.

0 Se pierde el pelo pero no las mañas.

0 Como pelo en la leche.

0 Cuando la rana críe pelos.

0 Hombre de pelo en pecho.
0 No se le movió un pelo.

0 Rascar contra el pelo.

 

3.12. Palabras del folklore regional: Regionalismos

 

Hay palabras en nuestra jerga popular que tienen un sabor regional a nada comparable. Entre otras muchas consignamos algunas que aú se emplean:

0 Chapeca (trenza).

0 Chascudo (Ad. que tiene chasca o pelos duros y enmarañados)
0 Chirliadera (pegar muchos chirlos con la mano abierta).

0 Aguaitar (atisbar).

0 Catiar (Idem, acechar, espiar).

0 Cariño (obsequiar, regalar, hacer ciertas atenciones)
0 Atontonao (atontado).

0 Turulo (Ad. loco o chiflado).

0 Reparón (Imitador).

0 Aguaverís (ya vas a ver).

0 Cuantito (Ad. inmediatamente, en cuanto).

0 Contestón (contestador).

0 Potoco (petiso).
0 Cuja (cama de hierro).

0 Tiesto (cacharro viejo).

0 Trebejos (trastos y enseres domésticos).

0 Caneca (recipiente de madera con duelas para transportar uva).

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Alberto Rodríguez