Gabriel Rolón: "El amor no lo puede todo y quien ama puede engañar"

Es psicoanalista, se ha hecho famoso en todo el país por sus incursiones en los medios, se define como un apasionado de la música, trabajó durante 14 años con Dolina en radio, hizo importantes programas de televisión y escribió best sellers.

 Acaba de cumplir 51 años, es psicoanalista, padre de Lucas y Malena y casado con Teresa, su segunda esposa, ejecutante de violín. Gabriel Rolón se ha hecho famoso en todo el país por sus incursiones en los medios. Se define como un apasionado de la música. Trabajó durante 14 años con Dolina en radio, hizo importantes programas de televisión y escribió algunos libros que fueron best sellers, entre ellos el último, "Encuentros, el lado B del amor". Este es el resumen de una larga charla en una calurosa tarde sanjuanina.

-Estaba leyendo la presentación de su último libro y rescaté frases como estas: "No es cierto que el amor todo lo puede", "No es cierto que el que ama no puede engañar", "No es cierta que a la relación amorosa haya que ponerle condiciones", "No es cierto que el amor y el deseo vayan siempre de la mano". ¡Aleluya alguien se animó…! ¡Y sobrevivió después de decirlo!
-Yo digo que escribo ficciones… A mí me parece que el amor es uno de esos sentimientos que extrañamente tienen buena prensa.

-¿Buena prensa?
-Sí, el amor siempre parece que es algo bueno, que todo lo puede. Incluso tiene entidades que hasta diría yo están como identificados, casi como si fuéramos los antiguos griegos y sus mitologías, que tenían dioses para el amor, el deseo, es decir tenían voluntades propias.

-¿Y hoy?
-A pesar de los siglos que pasaron, la gente dice “el amor todo lo perdona” y yo pregunto “quien es el amor”.

-¿Quién es?
-El amor no es nada. Es una palabra que utilizamos para referirnos a una emoción en particular que sienten algunas personas. Y las que perdonan son las personas no el amor. Dicen el amor es algo bueno, la verdad que la gente buena vive sus emociones de un modo noble y los canallas viven sus emociones de un modo canallesco. Entonces, si la persona es noble el amor podrá ser algo muy bueno, incluso algo cercano a lo maravilloso.


-¿Y si no es noble?
-Pasa todo lo contrario. Si tenés la desgracia de enamorarte de un canalla, si te enamorás de un tipo que cuando viene con dos copas de más te faja todas las noches, no podemos decir que ese amor sea algo bueno.

-No es tan sencillo el amor.
-Hay que hacerse cargo que el amor es un sentimiento muy complejo al que hay que trabajar muchísimo…

-No viene solo…
-Va en contra de esa idea peregrina que piensa que hoy a la vuelta de la esquina te topaste con el amor y se quedó para toda la vida. La gente sufre mucho por seguir teniendo esos preconceptos de cuentos de hada. Los amores de carne y hueso son diferentes.

-El título de tu último libro dice que hay un lado B del amor…
-Sí, sí, en realidad esto es un chiste en relación a los viejos discos simples de vinilo que tenían un lado A y un lado B. Los temas del lado A se difundían en todas partes y el B no se escuchaba nada. Me parece que el lado A del amor es ese que sostiene que el amor es un sentimiento maravilloso, que la persona que ama es incapaz de engañar y que de repente los dioses deciden que un tipo despreciable se convierte en buena persona.

-¿Cuál sería ese lado B?
- Es interesante hablar acerca de qué pasa con los celos, qué pasa con las relaciones posesivas, con las relaciones peligrosas, qué es esto del amor incondicional, esta perversión de querer ser amado sin que nos pongan ninguna condición, como si hubiera una relación noble que no estuviera atravesada por condiciones de respeto, de pacto, de consensos.

-Cuando estamos hablando de amor no nos referimos solo al amor de pareja… ¿no?
-No, no también puede ser de padres e hijos. En una charla estaba diciendo que el amor no debe ser incondicional, que si es incondicional te pervierte y una mujer levantó la mano y dijo “estoy de acuerdo, excepto el amor de madre que es incondicional”.

-¿Es así?
-Le dije “señora usted tiene hijos, si, es incondicional con sus hijos y discúlpeme el ejemplo pero supongamos que hoy a las 5 de la mañana, mientras usted duerme su hijo entra a su cuarto, la empieza a desvestir, se mete en su cama, la abraza, ¿lo deja?”. “No” - me dijo. Entonces le pone alguna condición, con mamá no, con mamá hay cosas que no se hacen. De hecho los padres siempre nos marcan, “mirá que soy tu padre”, “conmigo no”, “respetame”, hay condiciones y cuando esas condiciones no existen se vuelve una relación enferma.

-Las condiciones pueden ir cambiando con los tiempos…
-Seguramente, cuando mamá era pequeña, ella cuenta que si llegaba a tutear a los abuelos, cobraba. Era como condición que a los padres se los trataba de usted, hoy no es una condición que esté en juego, el respeto no está pasando por ese lado.

-Cambian las condiciones culturales…
-Creo que la cultura en que se vive, marca un poco el comportamiento de los seres humanos y también marca algunas líneas que van guiando las relaciones. Hoy me parece que ninguna persona en su sano juicio espera que su novia llegue impoluta al matrimonio y nadie le está faltando el respeto a esa mujer ni a esa familia.


-Por ahí me pregunto cuál es la célula básica de la sociedad, que en algún tiempo fue la familia, después la pareja ¿y hoy?
-Por ahí es una pregunta más sociológica que psicológica, pero es tentador ponerse a pensar un poco sobre eso. Yo creo que si uno habla de célula básica, estamos hablando de relaciones; lo básico son dos individuos como mínimo…

-Preguntaba por la madre sacrificada, por ejemplo, que dejaba de lado todas sus cuestiones personales por la familia.
-Me parece que pocas cosas he escuchado yo más molestas que una madre diciendo “yo no me separé por ustedes”. Yo lo veo en los pacientes. Es increíble lo quer pasa por las cabezas, las emociones de esos chicos que cargan con que su madre fue infeliz toda la vida por ellos. Es una culpa impresionante.

-¿Entonces?
-Me parece mucho más sano pensar que no existe la idea de sostener una familia a cualquier costo. Antes esto de “el amor para toda la vida” no era un formalismo, muchas veces se transitaba como si fuera una obligación verdadera. La mujer que se casaba se lo tenía que bancar. Eso está cambiando, en parte por la entrada de la mujer a lugares que antes le estaban negado.

-Ya no necesita un hombre al lado.
-Hoy una mujer puede ser gerente de una multinacional, directora de un canal de televisión…  Es una persona que se hace cargo de sí misma. El advenimiento de la mujer al mundo de la independencia, le permite no necesitar un hombre al lado. Y esto establece una paridad. Antes uno escuchaba “no lo quiero más pero a donde voy si me separo”, hoy
por suerte cada vez es menos.

-Volvemos a la pregunta sobre cuál es la célula básica de la sociedad…
-La célula no sé si cambia, si deja de ser la familia. Pero ya no es la familia a cualquier costo Aparecen las familias ensambladas donde conviven los hijos de las nuevas parejas, vienen de visita los otros y ese formato va cambiando en la medida que cambian las relaciones de poder que establece la cultura y la economía. Siempre las realidades sociales han estado supeditadas a las condiciones económicas de la cultura.

-También influyó la religión en la cultura.
-La religión también forma parte de la cultura. Por suerte y lo digo con todo respeto, cada vez con menos poder. La política, el poder y la religión han estado muy mezclados. Cada vez más estamos tratando de colocar cada cosa en su lugar. La religión a lo mejor influye en aquellos que tienen el don de la fe, pero no deja de ser un elemento de presión.

-Ahora se vienen los cambios en el Código Civil respecto al divorcio.
-Las pocas cosas que he escuchado de las modificaciones que va a tener me gustan mucho, nunca entendí esto de que se necesitaran causales de divorcio.

- Quedará sólo una: “se terminó el amor…”
-Claro, claro. Si uno iba y decía “yo no la quiero más a esta mujer”, le preguntaban “¿usted le pega?”,”no”, “ella lo engaña”, “no”, “entonces bánquesela, no tiene motivos para separarse”. Había que fajarla para que le den el divorcio, “Vaya y péguele tres bifes y le lo doy el divorcio”. Eso es absurdo

-¿Cómo se llevan el amor y la sexualidad? ¿Van siempre de la mano?
-No, en el mejor de los casos se llevan bien, aunque no son la misma cosa y no van necesariamente de la mano. La sexualidad va de la mano del deseo, no del amor y el amor y el deseo no son la misma cosa.

-¿Se puede desear sin amar?
-Es un hecho que podemos desear a gente a la que no amamos. Muchas veces nos han gustado personas a la que no amamos. A lo mejor la pasamos sexualmente fenómeno pero no nos llega desde otro punto como para armar una pareja.

-¿Y puede pasar lo contrario?
-Puede ocurrir con una pareja que desde hace rato que no se desean. Se llevan bien, están bárbaros, se respetan, son compañeros, pero no se desean. Hay veces que el amor se independiza del deseo. El deseo es algo irrefrenable, algo imposible de ser destruido y de ser contenido. No hay un amor, por poderoso que sea, que se apodere del todo del sujeto.

-Siempre puede desear algo más…
-Así es, lo cual no quiere decir que estemos condenados a la infidelidad Uno elige lo que hace con sus deseos, es responsable de lo que hace. El desafío del enamorado es sostener el deseo de su pareja y esto creo yo que se sostiene básicamente siendo siempre un poco enigmático para el otro.

-¿Cómo?
-No estoy diciendo haciéndose el difícil. Hablo de los juegos de la inteligencia que llevan a que lo que uno dice al otro en algún momento lo sorprenda, le arranque una sonrisa, lo relaje, lo erotice. Esto es fundamental dentro de la vida cotidiana de una pareja.

-¿Qué es el amor?
-El amor es una construcción; el amor es un punto de llegada no un punto de partida, es algo a lo que se accede después de mucho trabajo. Entre que uno conoce a alguien y tenés el impacto erótico porque te genera deseo y tenés ganas de conocerla y se empieza con esa persona a tener vivencias en común, cada momento forma parte de la construcción.

-El amor de pareja, ¿puede ser eterno o es un proceso perecedero?
-El amor podría ser eterno pero no necesariamente es eterno. Uno no le puede exigir al amor garantías de eternidad, las relaciones humanas no tienen garantía. El negro Dolina tiene una frase que me encanta: “amar es inventarse cada día falsedades compartidas”. Es decir, alguien le dice a su pareja que lo va a amar para siempre, el otro le cree y le dice yo también. Diez años después nos encontramos con una persona a quien le dije que la iba a amar toda la vida y me está costando acordarme su nombre.

-Veamos ahora como es la relación entre padres e hijos…
-Complicadísima, en primer lugar porque ahí también hay un lado B. Padres e hijos creen que la relación entre ellos es una relación natural y no lo es. En el ser humano todas las relaciones se construyen, incluso la de padres e hijos. Por eso podemos encontrar padres que no tienen ninguna relación con sus hijos, padres que abandonan  a sus hijos, padres que dan la vida por sus hijos, padres que son compañeros, depende de cómo se haya construido esa relación que atraviesa muchísimos momentos complejos. Es un trabajo tremendo el de padres e hijos.

La vieja atorranta
-En su libro habla de la historia de una vieja atorranta.
-El libro es casi descreído del amor, un poco irónico y quise terminarlo con una historia de amor. Creo en el amor sano, creo que es posible sostenerlo, creo que es posible la fidelidad, lo que si sostengo en el libro que eso no lo regala nadie, que es muy difícil, entonces terminé con esta historia a la que yo llamé la historia de la vieja atorranta.

-¿De qué trata la historia?
-Es la historia de una abuela que conocí cuando trabajaba en un geriátrico. Llego una mañana a un geriátrico y tomando unos mates la cocinera me dice, “doctor ¿ya la vio a la vieja atorranta? Lo mismo me preguntó la enfermera y me moría de ganas de verla. Cuando la vi me me encontré con una mujer muy deprimida, triste que apenas sí podía hablar y empecé a ir a verla todas la veces. Después de un tiempo la abuela tuvo confianza conmigo y me contó lo que le pasaba.

-¿Qué le pasaba?
-Me dijo que ella siempre había vivido al lado del hombre que había estado enamorada, se enamoró a los 14 se casó a los 16 con un hombre que le llevaba 5, la abuela tenía 86 años, hacía 70 años de esto, fue el único hombre que besó en su vida, que amó en mi vida, y me dijo que quería vivir con ese hombre.

-¿Se había muerto el hombre?
-Me dijo que no, los dos estaban muy grandes, ella 86 y él 91, la familia decidió que estuvieran solos y los llevó a un geriátrico y como no encontraban uno mixto, los separaron, los llevaron a él a uno y a ella a otro. Ella extrañaba mucho y el marido iba a verla todos los días en el horario de visita, veía eso y no podía creerlo, se acariciaban, se agarraban la mano, se apoyaba en el hombro y yo decía cómo puede ser que no estén juntos.

-¿Por qué le decían vieja atorranta?
-Como él iba a verla siempre ella había pedido permiso para que los dejaran dormir la siesta juntos y  los chicos decían “mirá la vieja atorranta” y ella me dice “pero doctor que vamos a hacer de malo a esta edad, ya estamos grandes, lo que quiero es dormirme apoyada en el hombro de mi viejito, rascarle la espalda”.

-¿Qué le dijo usted?
-Le dije “abuela lo que usted quiere es tener relaciones con su esposo y no me diga que tiene de malo porque es maravilloso, que usted 70 años después siga deseando tener sexo con ese hombre y él que quiera estar con usted”. Buscamos cuatro meses y encontramos un geriátrico mixto.  El día que la abuela se va, no me tocaba ir pero fui para saludarla. Desde las seis de la mañana estaba la vieja con la valija en la puerta y entonces yo llego y le digo “abuela se me va”, me abrazó y me dijo “me vuelvo a vivir con mi viejito”. Fue tan emocionante que le dije “abuela, yo de usted no me voy a olvidar nunca, por mostrarme que el amor, la sexualidad, el erotismo, se pueden sostener cuando uno ama con seriedad, con respeto…

Nota publicada en El Nuevo Diario el 23 de noviembre de 2012.

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Gabriel Rolón, psicoanalista, escritor y músico.
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