Romero Domínguez. Viejos bodegueros, hoy destacados profesionales

Alejandro Romero fue el primer dueño de la marca Peñaflor y se casó con la jachallera Nemesia Caballero. La historia continúa con uno de sus cinco hijos, Alfredo Romero, casado con la docente Olga Domínguez Vidart, que fue muy cercana a un ex gobernador y un ex vicegobernador. Los que viven hoy en San Juan son sus hijos, nietos y bisnietos, entre los que hay reconocidos profesionales. Una familia de raíces sanjuaninas.

Amor y trabajo: Entre Desamparados y Jáchal

Un hombre recto y serio, dedicado con gran esfuerzo a su trabajo. Así era Alejandro Romero, a quien sus nietos apodaron “Kiko”. Él vivía en Desamparados y se casó con Nemesia “Kika” Caballero, que era jachallera y que heredó de su familia una estancia muy conocida, sobre todo por su gran tamaño. Se llamaba “La buena esperanza” y estaba ubicada en Angualasto, Iglesia.

 

Alejandro era bodeguero y, después de casarse con Nemesia, además, comenzó a trabajar en la estancia de Angualasto. Tenía su bodega en la actual Avenida Rawson y Maipú, vendía sus vinos con la marca Peñaflor y tenía fincas en Albardón, 25 de Mayo y en Desamparados, donde era dueño de veinte hectáreas, que iban desde la calle Del Bono y Libertador hasta Coll. En esa propiedad vivió con su mujer, desde principios del siglo XX, y junto a los cinco hijos que tuvieron: Nemesia, Emilio, Alfredo, Joaquín y Alejandro.

A medida que fueron creciendo, Emilio y Alfredo comenzaron a sumarse al trabajo de su padre. Joaquín en cambio estudió medicina en Buenos Aires y Alejandro fue empleado del Banco Nación. Los hermanos mayores se ocuparon sobre todo de cuidar la estancia de la familia en Iglesia. Entre las décadas del veinte, treinta y mediados de los cuarenta, viajaban hasta allá, cruzando ríos, sacando los carros y autos que se hundían en la arena. El recorrido duraba gran parte del día y luego se quedaban en la propiedad unos quince o veinte días, ocupándose sobre todo de los animales que allí había.
 

El padre de la familia falleció siendo joven, en 1937 y su mujer en 1947. Vendió la marca Peñaflor a la familia Pulenta y, alrededor de 1940, sus hijos vendieron la bodega. Continuaron un tiempo más trabajando con la estancia y las propiedades de Alejandro. Aparte, compraron la ferretería Atlas, en España y Rivadavia y la tienda  Rex, ubicada en Tucumán y Laprida, donde vendían artículos para hombres.


Un “country” familiar

Después del terremoto de 1944, los hermanos Romero Caballero decidieron construir sus casas en la misma propiedad de la vivienda de sus padres. A la vieja y gran casona se le sumaron otras cinco casas, tenían aparte una pileta y una cancha de tenis, desde los años veinte. Con esa cercanía vivieron durante varios años las cinco familias. Compartían los frutos de los árboles que había en el lugar, tardes de pileta en verano, juegos de cartas y hasta el combustible, porque tenían un tanque de treinta mil litros y una bomba, entonces cada uno sacaba nafta para cargar su vehículo y anotaba lo que había utilizado. Los hijos de Nemesia, Emilio, Alfredo, Joaquín y Alejandro conservan los mejores recuerdos de esa época.

Así vivieron hasta que en la década del 60 decidieron dividir todas las propiedades que tenían en común, la de Desamparados y otros locales que comenzar a adquirir: la ferretería Atlas y el negocio Rex, de artículos para hombre. Entonces dejaron ese pequeño barrio que habían creado y construyeron el edificio Angualasto, en Mendoza y Libertador. Allí cada una de las familias ocupaba un piso.


La maestra que lo conquistó

La historia sigue con el tercer hijo de Alejandro y Nemesia, Alfredo. Entre amigos, él conoció a Olga Domínguez Vidart, con quien se casó en 1936. Ella era hija de Alberto Domínguez y María Teresa Vidart y tenía un hermano, Alberto, que trabajó en el Estado y llegó a ser tesorero de la provincia. Como sus padres fallecieron cuando ella era muy chica, creció y vivió con su tía Elena Vidart, casada con Manuel Maurín, hermano del ex gobernador, Juan Maurín y con su tío Abraham Vidart, que fue vicegobernador de la provincia (1896-1898).

 

Olga se recibió de maestra en la Escuela Normal Sarmiento. Trabajó un tiempo de Médano de Oro y luego en la Escuela N°21, ubicada sobre la vieja calle San Miguel. En bicicleta partía cada jornada para vivir la que era su gran vocación: dar clases. En los años treinta, ella fue una de las primeras sanjuaninas que manejó un auto, también una de las primeras en animarse a viajar a Buenos Aires en avión. Mientras que Alfredo, aparte de su trabajo en la estancia, luego en la ferretería, le encantaban los autos y disfrutaba mucho de la vida social, al igual que su mujer. Solía ir al Club Social y juntarse con amigos, reuniones a las que casi nunca faltaban sus hermanos y cuñado/as.  


Las nuevas generaciones

Alfredo y Olga, ambos fallecidos, tuvieron tres hijos:

»                     Alfredo Walter: al igual que su abuelo y padre, se dedicó a la agricultura, tuvo una propiedad en Valle Fértil junto a su tío Joaquín, además de una avícola, entre otras ocupaciones. Se casó con María Cristina Yanzón y tuvieron a: Alfredo, fallecido; María Cristina, vive en España, María Viviana, que vive en San Juan.

»                     Elizabeth Teresa: ha sido maestra. Comenzó en la misma escuela en la que trabajó su madre, la N°21, luego en las escuelas: Juan de Dios Flores, Alem, Mary O`Graham y fue bibliotecaria del Centro Polivalente de Artes. Ella se casó con Jorge Carlos Coll, que fue subsecretario de la gobernación durante la gestión de Carlos Gómez Centurión, en 1990 y falleció en el accidente de helicóptero en el que también murieron Jorge Enrique Estornell, Juan José Licciardi y Pedro Antonio Gallardo. Elizabeth y Jorge tuvieron a: María Mónica, psicopedagoga, Jorge Alfredo, propietario de Farmacia San Martín; María Patricia, propietaria de Farmacia Sabín y María del Valle arquitecta.

»                     Guido Ernesto: está casado con Marcela Zegaib. Él estudió abogacía en Buenos Aires y tuvo dos hijos:  Guido Alberto, abogado, concejal de la Capital y Natalia, trabaja en el Poder Judicial

GALERIA MULTIMEDIA
1932 – Alfredo Romero en el río Jáchal. Sobre el capó de su Ford A, modelo 1929, vestido con sombrero y moño, posa con las ruedas del auto metidas en las aguas del río Jáchal. (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller)
La familia Romero Domínguez. En la foto están los tres hermanos Romero, Alfredo, Elizabeth y Guido junto a sus parejas, hijos y nietos.
La Familia Romero Caballero, en 1923. Alejandro Romero y su esposa, Nemesia Caballero, posan en su residencia de Desamparados con sus hijos Alfredo, Joaquín, Nemesita, Alejandro y Emilio Romero. (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller)
1932 – Alfredo Romero en el río Jáchal. Sobre el capó de su Ford A, modelo 1929, vestido con sombrero y moño, posa con las ruedas del auto metidas en las aguas del río Jáchal. (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller)
La familia Romero Domínguez. En la foto están los tres hermanos Romero, Alfredo, Elizabeth y Guido junto a sus parejas, hijos y nietos.
La Familia Romero Caballero, en 1923. Alejandro Romero y su esposa, Nemesia Caballero, posan en su residencia de Desamparados con sus hijos Alfredo, Joaquín, Nemesita, Alejandro y Emilio Romero. (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller)
La familia Romero Domínguez. En la foto están los tres hermanos Romero, Alfredo, Elizabeth y Guido junto a sus parejas, hijos y nietos.
La Familia Romero Caballero, en 1923. Alejandro Romero y su esposa, Nemesia Caballero, posan en su residencia de Desamparados con sus hijos Alfredo, Joaquín, Nemesita, Alejandro y Emilio Romero. (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller)
La familia Romero Domínguez. En la foto están los tres hermanos Romero, Alfredo, Elizabeth y Guido junto a sus parejas, hijos y nietos.