A principios del siglo XX, Jaime de Lara llegó desde Granada, junto a sus hermanos Fernando y Luis. El primero construyó uno de los molinos más modernos de la época y Jaime fue el creador y propietario de Casa Lara, uno de los negocios legendarios de la provincia, que llegó a tener varias sucursales en diferentes departamentos.
En busca de un mejor futuro
Jaime de Lara fue un hombre emprendedor, honesto, de gran ingenio, generoso con su familia y muy protector de sus hijos. Llegó a San Juan siendo apenas un niño, con diez años y en poco tiempo prosperó y llegó a convertirse en el creador y propietario de Casa Lara, uno de los más legendarios comercios de la provincia y más importantes del interior de Argentina. ¿Quién no compró alguna vez un electrodoméstico en ese negocio?, ¿o algún otro artículo para el hogar?, todavía, por ahí, se puede encontrar alguna vieja heladera con la calcomanía del local.
Todo comenzó en Granada, a principios del siglo XX. Allí vivía Jaime con sus dos hermanos: Fernando y Luis. La familia tenía un molino y el padre de los jóvenes, Jaime de Lara, tenía una relojería en la que trabajaba su hijo homónimo. En esa época España peleaba por Ceuta y Melilla y a los chicos, desde los catorce años, los preparaban para la contienda. Los hermanos de Lara sabían que ese era el futuro más próximo que tenían y no estaban dispuestos a resignarse a eso. Así que Fernando, el mayor, partió a Argentina y se instaló en San Juan.
Con el tiempo, en la provincia, Fernando comenzó a construir un molino en una de las esquinas de General Acha y 25 de Mayo. Tenía cuatro pisos de alto y era un edificio moderno para la época. Para terminar la construcción, en 1911, mandó a llamar a sus dos hermanos que habían quedado en España, Jaime y Luis. Los tres terminaron el molino, pero no siguieron juntos.
El alquiler de bicicletas, la piedra basal
Jaime, que tenía experiencia trabajando en la relojería de su padre, compró un torno a pedal y comenzó a hacer ejes y cajas pedaleras para bicicletas. Terminó fabricando este medio de transporte y, de a poco, empezó a venderlo y, a su vez, ideó una novedad para esa época: El alquiler de bicicletas. Eran tiempos muy diferentes, no había tanta inseguridad y la gente confiaba en la palabra. Así que bastaba con que la persona dijera cuando devolvería la bicicleta, para que el préstamo se realizara. El español llegó a registrar la marca de bicicletas “Formosa”, que llegó a ser nacional.
Durante esos primeros años de negocio, alquilaba una habitación para el taller, tenía además una piecita y un baño, sobre calle Tucumán, 50 metros al norte de Libertador. Tenía ahorrados cuatro pesos y con ese capital decidió invertir en un cartel que colocó en el frente y que rezaba “Se arreglan y alquilan bicicletas”. Solo el primer día que abrió con ese detalle, logró reunir doce pesos.
En esa misma época, Jaime conoció a María Dolores Margarita Rodrigo, hija de inmigrantes españoles, con quien se casó. Además de ayudarle en el negocio, “Lola” compartía con su esposo el amor por el arte. Él tocaba el piano y la flauta traversa y ella tenía gran talento para el canto.
El pequeño negocio de las bicicletas comenzó a crecer, Jaime incorporó nuevos productos y comenzó a alquilar locales más grandes. Una de las primeras cosas que incorporó fue vitrolas a manija, que compraba en Buenos Aires y discos de pasta. Hasta el comercio llegaban muchos de los oyentes de la radio de esos años, de las actuales Radio Colón y Sarmiento. Buscaban la música que habían escuchado en la emisora, pero muchas veces no conocían los nombres de los temas. Los tarareaban y Lola, que tenía muy buen oído, los ayudaba a encontrar lo que buscaban.
El refugio ante la catástrofe
Jaime y Lola tuvieron cinco hijos: Adoración, Jaime, Oscar, Margarita y Enrique. En la medida que la familia creció, también lo hizo el negocio Casa Lara. Antes del terremoto de 1944, el granadino adquirió la esquina de Libertador y Tucumán, en la que actualmente está Ribeiro. Contrató al reconocido Walter Melcher, que construyó el edificio para el negocio con todas las precauciones teniendo en cuenta el terremoto de 1894.
En Casa Lara los sanjuaninos podían comprar de todo. El negocio tenía electrodomésticos, también máquinas para cortar fiambre y balanzas, además allí se vendieron por primera vez las motos Harley Davidson, entre los primeros compradores estuvieron los hermanos Cantoni y los Graffigna; también había Vespa, Gilera y más tarde vendieron jeep Willys.
Por las características de su construcción, el edificio de Casa Lara no sufrió ningún daño en el terremoto de 1944, aunque si se cayeron estanterías. Por ejemplo, en el subsuelo, donde estaba la perfumería. Se rompieron los frascos y el lugar tuvo olor a perfume durante al menos dos años. Ese sitio sirvió de refugio para la familia, luego de la catástrofe. Allí se alojaron varios parientes de Jaime, entre ellos los hermanos de su mujer, Lola Rodrigo. Si bien estuvieron protegidos, luego del terremoto, los de Lara no encontraron a uno de los hermanos de Jaime, Luis, que trabajaba en la firma familiar. Suponen que falleció.
La expansión del negocio
Cuando la ciudad de San Juan comenzó a resurgir de entre los escombros, el negocio creció más aún, ya que muchos necesitaban reponer electrodomésticos y muebles para su casa y él les daba la posibilidad de comprar en doce cuotas, solo con el documento. Además, como buen ingenioso, Jaime le daba su toque a muchos de los productos. Trataba de pensar en mejoras para heladeras y cocinas, y sugirió las modificaciones a las empresas, quienes realizaron algunas en los electrodomésticos. Inventó un sistema para que las cocinas Volcán no perdieran kerosene, y eso le permitió recibir, de manos de la firma, un poroto de oro con un diamante. Además, ideó un sistema para disminuir la vibración de las heladeras Siam.
A la par de crecer en la oferta de sus productos, Jaime logró la expansión de su negocio. Tuvo ocho sucursales, algunas ubicadas en departamentos alejados. Aparte de su ingenio y habilidad para conducir el negocio, Jaime era muy generoso, buscaba darles trabajo a sus parientes dentro de la empresa. Es que a su vez le gustaba tener cerca a su familia, de hecho, después de casarse, la mayoría de sus hijos vivió sobre la misma calle Tucumán, todos cerda de la empresa. Además, era muy prolijo con los pagos. En la reinauguración del negocio, luego de que el edificio quedara en línea, tras el terremoto, el gobernador Américo García le entregó una distinción por ser el mayor contribuyente de Rentas de la provincia. A esto se suma que durante casi diez años seguidos fue número uno en el clearing de pagadores, era puntual con los proveedores de Buenos Aires.
Jaime tuvo la posibilidad de volver a su tierra natal. Cuando sus hijos todavía eran chicos, regresó con su familia a Granada y pudo ver una vez más a sus padres. Estuvieron tres años en España, mientras en San Juan el empresario había dejado gente de su confianza a cargo de Casa Lara. Pero, las cosas no empezaron a funcionar del todo bien en la firma y decidió volver.
Además de las diferentes sucursales de su negocio, Jaime tuvo otras propiedades para recreación. Una de esas fue la famosa finca “El morado”, en Calingasta y “El lote” en Bermejito. A la segunda, muchas veces se la pedían los políticos para realizar reuniones cuando recibían visitas nacionales.
La familia de Lara Rodrigo
Sus hijos varones lo acompañaron en la firma familiar, ya entre sus nietos fueron pocos los que trabajaron, uno de ellos fue Jaime de Lara Sánchez, que estaba en la sección dedicada a la música y a las motos. Además, cuando su hermano Fernando murió, le compró el molino, que luego quedó para sus hijos. El menor de los cinco, Enrique, compró las partes de sus hermanos y se ocupó de explotarlo un tiempo, luego lo vendió.
Fuera de la empresa, Jaime de Lara y su esposa disfrutaban de participar de las romerías; él financiaba a muchos de los artistas españoles que visitaban la provincia para participar de estas reuniones, entre ellos el bailarín Antonio Gades y el Niño de Utrera.
» Adoración se casó con Bernardino Albadalejo. El matrimonio tuvo a Mirta y Enrique, abogado.
» Jaime contrajo matrimonio con Celia Sánchez y tuvieron cinco hijos. El mayor es Jaime “Gringo”, creativo publicitario, inventor como su abuelo, ex director de Turismo de la provincia y precursor del carrovelismo en San Juan, del rafting y el alas delta, organizó la primera Fiesta del Sol y se ocupó de recuperarla en el año 2000. Gringo De Lara falleció el 8 de junio de 2017. A él le sigue Celia, psicóloga y vive en Mendoza; Fernando, metalúrgico; Carlos, tiene una empresa de carteles luminosos en Buenos Aires y María Elizabeth, es psicóloga en Buenos Aires.
» Oscar se casó con Blanca Gutiérrez. Ellos fueron padres de Graciela, que trabaja en un centro óptico; Nora, Estela, Blanca, odontóloga; Andrés, que comercializa instrumentos musicales y formó parte del grupo La Gente y Oscar, que es comerciante, él es el propietario de lo que quedó del edificio de Casa Lara.
» Margarita se casó con Manuel Erostarbe. El matrimonio tuvo dos hijos: Silvia, que es directora de escuela y Héctor, fallecido.
» Enrique contrajo matrimonio con Eve Lattes. Ella era hija de Enzo Lattes, el accionista principal de la firma Cuartea SA, que fabricaba las cocinas Volcán. Después de que se casaron se radicaron en Buenos Aires y tuvieron tres hijas: Patricia, Alejandra y Matilde.