El Carnaval Sanjuanino




Desde la colonia

De origen religioso, el carnaval es una festividad de mucho arraigo en la provincia de San Juan.

Desde los tiempos coloniales hay relatos que hablan de “mascaradas” y murgas en las calles sanjuaninas, así como de la costumbre de “chayar”.








El esplendor


El carnaval sanjuanino tuvo una época de esplendor a comienzos del siglo XX. Además de los desfiles públicos, se realizaban grandes bailes en clubes como el Sirio Libanés, la Casa España, el Club San Martín y el Círculo Andaluz. Las crónicas de estos bailes aparecían en los diarios de las décadas del 20 y del 30, incluso con fotos de las parejas de baile y las “mascaritas” que habían asistido.

En los barrios, los vecinos se reunían en casas para hacer sus propias fiestas con “chaya” incluída. En estos tiempos, se chayaba con agua perfumada o con ramas de alhabaca que salpicaban y dejaban el aroma de esa hierba.




Los años 70

En los años 70 el carnaval constituía una fiesta esperada por muchos sanjuaninos. Los corzos en las calles congregaban multitudes y las chayas, especialmente en horas de la siesta, se reproducían en todos los barrios. Ya en estos años el tradicional pomo con agua perfumada y las ramas de albahaca habían sido reemplazados por el baldazo limpio con agua sucia o las bombitas a las que, incluso, algunos ponían sal para que dolieran más cuando se estrellaban contra el cuerpo del desprevenido transeúnte.
Al caer la tarde, cuando la chaya terminaba, los adolescentes y adultos se reunían en las casas o en las veredas a tomar mate, mientras los niños preparaban el disfraz con el que, antes de caer la noche, saldrían a recorrer el vecindario.

Las radios de la provincia participaban activamente en estos festejos e incluso una de ellas organizaba todos los años la “Caravana chayera”, que recorría los barrios del Gran San Juan. El papel de las emisoras radiales fue importante también en la organización y difusión de los bailes de carnaval.

Hacia fines de esta década y comienzos de la siguiente, los carnavales públicos decayeron hasta desaparecer casi por completo. Por varias razones, entre ellas las crisis económicas, disminuyó mucho la participación de barrios, clubes, comercio e industria en la realización de carruajes para desfilar en los corsos en calles céntricas. En la ciudad sólo se conservaron las fiestas en clubes, a las cuales algunos seguían asistiendo disfrazados.

La chaya

El festejo de la madurez del verano con agua tiene su origen en una fiesta precolombina, en honor al dios quechua “Pucllay”. La llegada de los españoles produjo la hibridación de la Chaya con el Carnaval debido a la proximidad temporal. Con el tiempo, la costumbre de los diaguitas riojanos de salpicar a los semejantes con agua, harina, y ramas de plantas perfumadas, dio paso averdaderas guerras de baldazos en los poblados de todo Cuyo.

A comienzos del siglo XX, el gobierno decretaba “chaya libre” en horas de la siesta. Los cantores entonaban vidalas, al ritmo de tamboriles y cajas indias. En las últimas décadas se perdió el carácter legal, pero no la costumbre de mojar en los barrios y poblados.




Otra fiesta

El decaído carnaval tuvo, también en los 70, una fiesta que lo reemplazó en esplendor y participación de la sociedad: la Fiesta del Sol, impulsada en sus comienzos por Guillermo Barrena Guzmán, director de Turismo de la provincia.

Con interrupciones, la Fiesta del Sol ha vuelto a realizarse con gran despliegue desde el año 2007, en el mes de febrero, y aunque su tema prioritario no es el carnaval, la cercanía en el calendario termina relacionando ambas festividades. La edición 2008 de la Fiesta del Sol contó, en su espectáculo de cierre, con un cuadro destinado especialmente a recordar los años de esplendor de la chaya y el carnaval.


Chimbas por siempre

El “Carnaval por Siempre”, del departamento Chimbas, logró resistir el paso del tiempo. Se realiza todos los años y cuenta con la activa participación de los barrios, clubes, instituciones vecinales, comercios e industria, además del gobierno municipal y la Secretaría de Turismo de la provincia. El festejo cuenta con una Comisión Organizadora y comparsas que se preparan durante el año con bailes, batucadas, disfraces y carrozas.

Otro departamento que hizo esfuerzos por conservar la tradición es Ullum. A comienzos del año 2008, entidades vecinales y autoridades municipales del departamento propusieron la reedición de la fiesta “En Ullum están Chayando”.


Origen diaguita

El término “Chaya” emula un acorde triunfal producido por el sonido de tambores diaguitas durante la fiesta de la recolección de los frutos. Los nativos realizaban danzas alrededor de un muñeco que representaba al dios Pucllay y le pedían la llegada de las lluvias, salpicando agua en imitación del rocío. Dos leyendas explican esta costumbre: la de la Niña Chaya y la del Pucllay.

La leyenda de la niña Chaya cuenta que, en la madurez del verano, los ancianos de la tribu actualizaban las memorias de una niña muy hermosa. Era una princesa india, que un día, abatida de tristeza por su amor imposible hacia el Pucllay –príncipe indio alegre y juguetón- desapareció en la montaña y se convirtió en una nube. Desde entonces, esa nube vuelve a alegrar la tierra cada año y se posa en forma de rocío en los pétalos de la flor del cardón.

Por su parte, el Pucllay es un ser de origen mitológico quechua. Los pobladores diaguitas del norte del país tomaron la creencia en este personaje y lo asociaron con la fiesta de la Chaya. El Pullay es un antihéroe: un príncipe indio enamorado de la bella Chaya. Este joven nunca pudo concretar su amor por la oposición de los ancianos de la tribu; pero también por tener un carácter impetuoso y frívolo. Desilusionado, se dedicó a la fiesta, a tomar alcohol y a jugar con agua, hasta que un día murió quemado en el fogón de una fiesta.


Ver artículo:
Los carnavales de antaño, por Rufino Martínez en Trabajos de Investigación


Fuentes:
- Agüero Vera, Juan Zacarías: Divinidades Diaguitas, Universidad Nacional de Tucumán. Facultad de Filosofía y Letras, 1972.
- Bataller Juan Carlos y Mendoza Edgardo: El Siglo XX en San Juan, Colección El Nuevo Diario, Editores del Oeste, San Juan 1999.
- de Estrada, Marcos: Leyendas y supersticiones sanjuaninas,  Ed. Tucuma, 1985.
- Gobierno de San Juan (www.sanjuan.gov.ar)
- Peñaloza de Varese, Carmen y Arias, Héctor D.: Historia de San Juan, Editorial
Spadoni, 1996.
- San Juan - Nuestra Tierra. Ediciones Argentina.

GALERIA MULTIMEDIA
El carnaval no estaba reducido a un grupo social o etario. Era una fiesta de todos, las familias completas participaban del corso y los bailes y el clima festivo se vivía en todas partes. Foto del libro "El San Juan que ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller.
Esta foto es del 25 de febrero de 1939. Obsérvense los disfraces, el maquillaje y los gestos de quienes aparecen. Foto del libro "El San Juan que ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller
Los corsos se realizaban en horas de la noche en las calles céntricas. En algunas ocasiones vinieron comparsas Brasil.
La imagen muestra la chaya que había en los distintos barrios del Gran San Juan en horas de la sieta. Se podía chayar en la vía pública de 14 a 17 solamente.
En 1972 se realizó la primera Fiesta del Sol.
Con interrupciones, la Fiesta del Sol ha vuelto a realizarse con gran despliegue en febrero del año 2007.
El "Carnaval por Siempre", del departamento Chimbas, logró resistir con el paso del tiempo. Se realiza todos los años. El festejo cuenta con una Comisión Organizadora y comparsas que se preparan durante el año con bailes, batucadas, disfraces y carrozas.
El término "Chaya" emula un acorde triunfal producido por el sonido de tambores diaguitas durante la fiesta de la recolección de los frutos. Los nativos realizaban danzas alrededor de un muñeco que representaba al dios Pucllay y le pedían la llegada de las lluvias, salpicando agua en imitación del rocío.