Los Huarpes

Orígenes del pueblo Huarpe

Instalados en el territorio sanjuanino aproximadamente entre los años 1000 y 1200 d. C., los huarpes tienen un origen que todavía está en discusión. Una teoría indica que los indios calingastas expandieron su territorio, llegaron a los valles centrales de la provincia y de su contacto con la cultura Aguada surgió el pueblo Huarpe.
Otra versión afirma que las tribus Huarpes llegaron desde la zona pampeana y desde Tucumán y que a su vez estos emigrantes norteños descendían de indígenas que habían poblado Perú pasando de Asia a América a través del Estrecho de Bering.

Dónde habitaron

Los huarpes habitaron gran parte de lo que hoy se conoce como el valle del Tulúm. Su zona de influencia se extendió a las sierras de Zonda, Ullum, Villicum y Pie de Palo, y los cerros de Valdivia. Otras zonas de arraigo fueron la de influencia del río Bermejo y de las lagunas de Guanacache y ambas márgenes del Río Desaguadero, en el actual territorio de las provincias de San Juan, Mendoza y San Luis.
Al norte de este amplio grupo vivían otras culturas, de raíz diaguita, los capayanes y los yacampis.

Características

Los restos arqueológicos y las crónicas, especialmente de religiosos españoles, indican que los huarpes eran delgados y altos. Los hombres tenían una estatura media de 1,70 metros y las mujeres de 1,60. Tenían el cráneo alargado, la piel oscura y abundante vello, además de un cabello lacio y renegrido, que usaban largo y suelto. Los hombres se rasuraban la barba.
Las crónicas de la época así como los estudios posteriores coinciden en que los huarpes eran pacíficos, no usaban armas ni guerreaban con otros pueblos. Tenían fama de excelentes rastreadores.
Entre sus ideas morales, los historiadores destacan la fuerte condena de este pueblo al engaño y la mentira.

Idiomas

Los Huarpes hablaban una lengua que era totalmente distinta a la de todos sus pueblos vecinos. Sin embargo, las distintas tribus que integraban esta cultura hablaban distintos dialectos. Así, los que habitaron San Juan -fundamentalmente en los valles de Guanacache y Tulum- se comunicaban en allentiac, mientras que los instalados en lo que hoy es Mendoza hablaban el milcayac. Los huarpes que habitaron parte de lo que hoy es la provincia de San Luis hablaban un codialecto puntano.
Desconocían la escritura. Este hecho y la influencia de la lengua quichua del conquistador inca durante el último siglo antes de la llegada de los españoles hicieron que quedaran en san Juan pocos vocablos de esta lengua en uso.

Organización política y social

Vivían en grupos pequeños, dirigidos por un cacique, que era el propietario de la tierra. El cacique o amta era el encargado de la organización y protección del grupo. La sucesión del poder era hereditaria, hacia el primogénito varón. Había también una jerarquía de jefes políticos, religiosos e inclusive princesas de sangre o ñustas La base de la organización social era la familia. Los huarpes le daban mucha importancia a los lazos de parentesco.

Vivienda

Los Huarpes vivían en paisajes distintos a los que hoy predominan en la provincia. En ese entonces abundaban los bosques de algarrobos y en algunas zonas había lagunas. En este entorno instalaban aldeas de pocos habitantes, que trasladaban de un lugar a otro según la estación del año. Puede decirse entonces que eran relativamente sedentarios, aunque aquellos grupos que vivían de la pesca en las lagunas, así como los que desarrollaron la agricultura, fueron arraigándose en ciertas zonas.
Las viviendas se adaptaban a las características del lugar. En las zonas montañosas sus casas eran de piedras, techadas con cueros de guanaco En ocasiones usaban las barracas o laderas como paredes. En los valles y cerca de las lagunas construían con ramas, barro, palos, pasto y totora.

Alimentación

Para conseguir su alimento cazaban guanacos, ñandúes y otros animales pequeños. Conservaban la carne charqueada, o sea secada al sol, por lago tiempo. También recolectaban huevos de ñandú y frutos de chañar y algarrobo. La algarroba era muy importante en su alimentación; la conservaban en vasijas, la molían y con la harina obtenida fabricaban el patay, una especie de pan. También con las vainas de algarroba preparaban bebidas fermentadas como la añapa. Los grupos que vivían cerca de las lagunas de Guanacache pescaban bagres y truchas y cazaban patos salvajes. Para pescar usaban balsas, de cuatro o cinco metros de largo, que también utilizaban para el transporte.

Los huarpes atrapaban a sus presas por cansancio: seguían a medio trote al animal, sin perderlo de vista y sin dejar que se detuviera a beber o comer. Al cabo de uno o dos días, el exhausto animal permitía al cazador que se aproximara. Usaban arco y flecha.
Para cazar patos y taguas usaban otro ardid: diseminaban calabazas en el agua para que los animales perdieran la desconfianza y se asentaran en ellas. Entraban luego al agua con una calabaza sobre la cabeza y esperaban a que algún ave se asentara. Cuando lo hacía, la atrapaban por las patas y la hundían rápidamente.
  


Agricultura huarpe

Algunos grupos de esta cultura, originariamente cazadora-recolectora, incorporaron con el tiempo la agricultura y la ganadería. Los grupos se ubicaban en tierras regadas por redes de canales y acequias que ellos mismos construían para garantizaban el riego del maíz, la quinoa, el poroto, la calabaza y el mate. El maíz o choclo fue entonces fundamental en su dieta; lo comían asado o cocido y también lo secaban al sol para obtener chuchoca que consumían molida. Criaban llamas y guanacos para alimentación y transporte.


Vestimenta

Cuando los españoles llegaron, nuestros indios se vestían con clásicas camisetas. A la lana de guanaco, vicuñas y llamas, la hilaban y tejían prolijamente.
Calzaban las ushutas, tipo de sandalias hecha de cuero de guanaco, especialmente del cuello por ser más grueso, con un cordón de lana de color o tientos que ataban sobre el empeine, enlazando el tobillo. Los hallazgos efectuados dan a entender que usaron el tembetá, peculiar adorno que insertaban en el labio inferior.
Tanto hombres como mujeres se pintaban el rostro de un color verdoso, se adornaban con collares, aros y amuletos fabricados con piedras vistosas.

Industrias

Además de cazar, pescar y cultivar la tierra, los huarpes practicaban algunas artesanías y pequeñas industrias. Sobresalieron en los trabajos de cestería, alfarería y tejido. Hacían cestas de paja, de tejido tan apretado, que podían usarlas para transportar agua. También armaban plumeros, curtían cueros y fabricaban vasijas con elementos extraídos del avestruz, el guanaco, la piedra y la arcilla del lugar donde habitaban.
Poseían una cerámica policromada de carácter ceremonial, pulían la piedra para vasijas, flechas y objetos de uso doméstico. La alfarería, con motivos de guardas, figuras de guanacos y otros animales, así como rostros y miembros humanos.
Hilaban la lana de guanaco y vicuña y confeccionaban telas para mantas y alfombras, con hilos de distintos colores extraídos de plantas y minerales.
En algunos parajes cordilleranos distantes se han encontrado enigmáticos petroglifos.

Costumbres

Los huarpes compraban a sus mujeres para casarse. El precio se convenía entre suegro y yerno; aquellos novios que carecían de géneros o cueros pagaban al padre de la novia con su trabajo. Practicaban el sororato, institución por la cual el varón, al casarse, adquiría el derecho de aceptar a las hermanas menores de la novia. Entre ellos era común también el levirato, costumbre por la cual la mujer viuda, junto con sus hijos, pasaba a depender del hermano menor del marido fallecido. Los sobrinos eran considerados como hijos, a tal punto que la palabra huarpe para nombrar tanto al hijo como al sobrino era la misma.

Creencias

Los Huarpes adoraban al sol, a la luna, al lucero del alba, el viento, los ríos y los cerros, de los cuales esperaban salud. Por encima de estos espíritus, adoraban a una divinidad superior llamada Hunuc-Huar, que habitaba en la Cordillera de los Andes. Le ofrendaban maíz, chicha y plumas de avestruz.

Enterraban a sus muertos en posición horizontal, con la cabeza dirigida hacia la Cordillera, para que el espíritu pudiera elevarse hacia el Hunuc Huar. En los enterratorios o huacas depositaban junto al cadáver mantas, arcos, flechas, maíz y chicha, que servirían al alma en su viaje al más allá. También embalsamaban cadáveres. En el entierro del muerto danzaban, cantaban y tomaban bebidas alcohólicas. El luto consistía en que los parientes pintaban su cara de un modo distinto al habitual y permanecían sin lavarse durante un tiempo.

Invasión incaica

Alrededor del año 1480 d. C. los Incas llegaron a la actual región de Cuyo, como parte de la política expansionista de este pueblo instalado desde el año 1.100 en el altiplano peruano-boliviano y en el valle del Cuzco. En Cuyo ocuparon hasta el río Diamante, en lo que hoy es Mendoza, en tanto en San Juan dominaron la zona de la Cordillera frontal principal, hasta la Precordillera. El pueblo Huarpe fue totalmente dominado por los Incas.
La influencia incaica en Cuyo se manifestó en varios aspectos, tales como la adopción de numerosos vocablos de la quichua y el uso de la vestimenta típica llamada camiseta andina. Muchos restos de construcciones incaicas han perdurado hasta la actualidad. Se trata de casas y corrales de piedra y barro, acequias, paredones y fortificaciones, así como restos de alfarería.
La existencia aún hoy de corrales de piedra encontrados en San Guillermo (actual reserva de vicuñas) indicaría que la presencia de los incas en esta zona tuvo entre sus principales razones la explotación de la vicuña para el aprovechamiento de la lana. Otros intereses fueron las tierras aptas para el cultivo y las minas.
En todos los territorios que ocuparon, Los Incas desarrollaron una extensa red de caminos, con postas, hoy conocido como Camino del Inca. Alrededor del año 1530 los Incas abandonaron su dominio sobre la región cuyana, cuando los españoles conquistaron su imperio.

La llegada de los españoles y extinción

Varias tribus indígenas poblaban Cuyo cuando llegaron los conquistadores españoles. Entre ellos se destacaban los Huarpes. Las crónicas de la época de la conquista hablan de que en ese entonces había en el “país de Cuyo” entre 20 y 30 mil “naturales”. Un siglo después este pueblo ya estaba en camino a su desaparición.
Una gran proporción de la población huarpe fue arrancada de sus hogares y llevada a trabajar a las minas de Chile. El traslado de los indígenas de Cuyo había comenzado cuando en 1551 Francisco de Villagra descubrió esta región, es decir antes de la fundación de San Juan y Mendoza. Una vez fundadas, as provincias de Cuyo dependerían de la Capitanía de Chile, razón por la cual los traslados de indios en encomienda continuaron. Normalmente se llevaban a los hombres; las mujeres con sus hijos quedaban abandonadas o bien los seguían, y perecían en el camino. Muchos huarpes, atemorizados por esta práctica, se escondían en parajes apartados, donde también terminaban muriendo por falta de sustento.
Un censo de indios de 1679 indica que en poco más de cien años, la población huarpe de San Juan había pasado de varios miles a unas pocas centenas. Contribuyeron también a la extinción algunas sublevaciones contra los españoles, a pesar de la naturaleza pacífica de estos pueblos.


Fuentes consultadas:
Michielli, Catalina: Los Huarpes protohistóricos, Instituto de Investigaciones Arqueológicas  Museo, Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes – Universidad Nacional de San Juan, 1983 
Instituto de Historia Regional y Argentina “Héctor D. Arias”: Nueva historia de San Juan, EFU, 1997
Videla, Horacio: Historia de San Juan - Tomo I (Época colonial) 1551-1810 – Academia del Plata, Buenos Aires, 1962

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Los Huarpes.
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