Al iniciarse el siglo XX, la provinciavivía en lo que hoy se denomina una democracia formal. Sólo un número muy limitado de ciudadanos tenía el derecho al voto para elegir autoridades. Las mujeres carecían de este derecho y sólo los hombres que estaban inscriptos en el Registro Cívico Provincial podían ejercerlo.
Las autoridades realizaban las inscripciones y sólo aceptaban a los ciudadanos contribuyentes a condición que fueran “conocidos” de la autoridad. El resultado era que sólo figuraba una ínfima cantidad y entonces había elecciones con regularidad constitucional, pero éstas se dirimían en el seno de un sector dirigente muy limitado.
Esto no impedía que existiesen querellas políticas, por la distribución de los cincuenta o sesenta cargos públicos expectantes. Los cargos en cuestión: gobernador, vicegobernador, ministros, diputados y senadores provinciales, jefe de policía, guardiacárcel, jueces, miembros de la Corte, director de banco, intendente, etc. se resolvían entre muy pocas familias, que eran parientes y a veces enemigas entre sí, y por lo general tenían muy profundas raíces en el pasado colonial. Las disputas podían llegar a resolverse “a los tiros”, pero siempre entre un grupo selecto que estaba inmerso en un programa nacional, pero que no parecía tener en claro ideas para la provincia.
Las elecciones que se realizaron en enero de 1911 no fueron diferentes de otras que ya se habían concretado en la provincia. Sin embargo, el 1912 se produjo una novedad importantísima. Ese año entró en vigencia la Ley Nacional de Reforma Electoral más conocida como Ley Roque Saenz Peña. Fundamentalmente estableció el voto secreto y obligatorio para todos los varones mayores de edad.
La provincia debió adaptarse a este cambio y confeccionar un nuevo empadronamiento. Ahora debían votar todos y se decidió utilizar el padrón militar como base del registro electoral. Digitar el padrón como hacían anteriormente las autoridades se volvió imposible. Se utilizaron otros métodos de control pero éstos fueron de más en más groseros y el gobierno local quedó cada vez más expuesto a las acusaciones de fraude.
Los dirigentes del partido Radical y del Socialista estuvieron esperanzados en contar con el apoyo de los nuevos electores, es decir los pobres que antes no tenían el derecho de votar. Los resultados de prácticamente todas las elecciones de la década les fueron adversos. Los radicales sanjuaninos estaban presentes desde años atrás en la provincia pero como en el resto del país predominó en ellos la idea de abstención en elecciones que consideraron fraudulentas. La nueva ley electoral modificó sus puntos de vista, que en algunos casos fueron divergentes, lo que llevó a que, muy pronto, se constituyeran facciones prácticamente irreconciliables entre sí.
Se perfilaron tres grupos en el radicalismo:
1) los principistas o matuchos, por ser los de más vieja trayectoria; no tenían fuerza electoral propia y siempre habían predicado la abstención
2) los orejudos o nacionalistas, algunos de los cuales provenían del Partido Popular que apoyó la revolución y gobierno del Coronel Carlos Sarmiento
3) Los cantonistas, un grupo de jóvenes, por lo general inmigrantes o hijos de inmigrantes nucleados en torno a la figura del flamante médico Federico Cantoni; estaban imbuidos de ideas de progreso social y deseo de luchar contra las injusticias.
Precisamente en 1916 fue electo Presidente del país el radical Hipólito Yrigoyen y las fuerzas políticas que venían gobernando la provincia de San Juan desde hacía muchos años, perdieron el respaldo nacional, con el cual hasta entonces habían contado.
Sin embargo, en San Juan la gente seguía votando a los conservadores. En enero de 1917, otra vez elecciones. A pesar de la presencia de tropas enviadas por el Presidente Yrigoyen, para transparentar los comicios, triunfó la fórmula Amador Izasa Gobernador – Duilio Graffigna Vice, adversa al partido Radical. Los radicales quedaron tan afectados que ni siquiera se presentaron cuando hubo que elegir senadores y diputados a la legislatura provincial.
Los radicales decidieron emplear otros métodos. En octubre de 1918 se envió una delegación del partido a Buenos Aires para impulsar la intervención federal de la provincia a fin de asegurar la legalidad electoral. Parece ser que los argumentos y gestiones tuvieron efecto pues el 17 de octubre de 1919 el Poder Ejecutivo Nacional decretó la intervención de la provincia, pues en ella “impera un régimen de absoluto desconocimiento de los principios fundamentales del gobierno republicano”.
A finales de la década las diferencias entre los grupos radicales se acentuaron. En parte por sostener candidatos diferentes y sobre todo por el deseo de los más jóvenes de ser consecuentes con ideas y principios que buscaban aplicar en forma inmediata.
La década del 20 fue sin duda de grandes cambios. Y no podía ser de otra forma. Por un lado, la Ley Sáenz Peña haciendo obligatorio el voto masculino había producido profundos cambios en el electorado. Pero además, la presencia de Hipólito Irigoyen en la Nación con su afán de construir un poder radical en la provincia, sumado a la aparición del cantonismo como fuerza representativa de los nuevos actores sociales y políticos, iban a producir tensiones en la tradicional sociedad sanjuanina. Es así como aparece en escena Amable Jones, un descendiente de padre ingles, nacido en San Juan, que treinta años atrás se fuera del terruño para adquirir fama en Buenos Aires y el exterior como médico psiquiatra. Amable Jones y Aquiles Castro integraron la fórmula del consenso y el 9 de julio de 1920 asumieron sus cargos. Pronto los hechos demostrarían que los acuerdos no eran sólidos.
, aislado y jaqueado, interviene las cámaras, avasalla las autonomías municipales, condiciona la justicia. La situación se agrava hasta el extremo que el 20 de noviembre de 1921 tiene un desenlace trágico en La Rinconada, Pocito, cuando Jones es asesinado. El hecho sacude al país y la provincia es intervenida. Cantoni y sus principales lugartenientes están detenidos. Pero desde la cárcel se impone en las elecciones de 1923 y el 12 de mayo la fórmula Federico Cantoni – Juan Estrella asume el gobierno provincial. Llega así el primer gobierno cartonista.
La personalidad de Cantoni y los cambios que introduce en el campo socialsellan una alianza indisoluble entre los sectores emergentes de la sociedad y el líder carismático. Las arbitrariedades –que las hubo-, la sombra del trágico fin de Jones y los intereses afectados también consolidan un anticantonismo que se mantendría por décadas. El 28 de julio de 1925 es intervenido San Juan. Terminaba un gobierno de grandes obras públicas que posibilitó un mayor bienestar de los sectores más humildes pero afectó demasiado al sector vitivinícola, muy poderoso como para ser ignorado.
Pero en la provincia se continuaba votando y el 7 de marzo de 1926 se realizan elecciones para diputado nacional: arrasa nuevamente el bloquismo, obteniendo el 63 por ciento de los votos emitidos. El 31 de octubre de 1926 se realizan las elecciones de gobernador y la fórmula Aldo Cantoni – Sigfredo Bazán Smith, obtiene el 74,3 % de los votos emitidos.
Pero el enfrentamiento entre cantonistas y anticantonistas estaba lejos de terminar. Y en la noche del 30 de noviembre de 1926 se produce un atentado contra el gobernador electo Aldo Cantoni, salvándose este de una muerte segura porque a último momento dejó conducir su auto a Fernando Santamaría, uno de sus hombres más cercanos, que cae acribillado a balazos.
Pese a un intento de prorrogar la intervención –que no prosperó-, el 6 de diciembre asume Aldo la gobernación. El bloquismo está nuevamente en el gobierno, con todos sus vicios y virtudes. Y entre sus propuestas figura la reforma constitucional de 1927, la obra más interesante y perdurable del bloquismo, que analizamos por separado.
Llegan los años 30 y el enfrentamiento de los Cantoni con el gobierno nacional y en especial con Yrigoyen era una cuenta no saldada. El parlamento no reconoce el diploma de senador de Federico y de Carlos Porto. Insiste la Legislatura provincial y tampoco logra asumir su banca. Una nueva intervención pedida especialmente por los radicales que insistían en sus alegatos de que la provincia vivía en un estado de permanente anormalidad. “La intervención a San Juan no se funda, se manda”, dijo por aquellos días un diputado nacional.
Y era así. Más que una intervención a San Juan se trataba de una intervención a los Cantoni. Y en diciembre de 1928 llega el interventor, Modestino Pizarro quien fue recibido a tiros por las dos fracciones radicales mientras en la Plaza 25 de Mayo Aldo Cantoni vociferaba en un acto público contra el interventor y el gobierno nacional. Pizarro venía con instrucciones precisas: “regenerar a San Juan y sanear el ambiente corrompido y sanguinario”. Su primera medida fue la amnistía a los autores del atentado contra Aldo Cantoni. En San Juan, la violencia seguía reinando.
El 9 de diciembre de 1931 se vota para elegir gobernador. La fórmula Cantoni - Cattani, obtuvo 21.130 votos resultando electa. El 20 de febrero de 1932, Federico inició su segundo mandato. Pero la provincia de San Juan, con su gobierno bloquista representaba una incongruencia en un país donde volvían los apellidos tradicionales. Era evidente que el enfrentamiento con Yrigoyen y su alianza con los sectores conservadores nacionales, constituían un severo desafío para el nuevo gobierno. Dos años más tarde, el 21 de febrero de 1934, los hechos se encargarían de demostrar ese error y Cantoni fue desalojado de la Casa de Gobierno por una revolución conservadora. Nunca más llegaría al poder.
Los conservadores no llegaron sólo con las armas al poder. También lo hicieron con los votos. El 22 de julio de 1934, la fórmula Juan Maurín - Carlos Correa Arce gana y obtiene amplia mayoría legislativa. Cambiaron los protagonistas del poder en San Juan. El bloquismo deja de ser el actor principal. Los radicales han perdido el control del país.Hay una nueva realidad, que se ve alterada sólo por problemas intestinos del partido gobernante cuando se produce una división entre el sector que respondía al gobernador Maurín y los quese encolumnaban detrás de los Graffigna. Para evitar el naufragio definitivo, la conducción nacional conservadora decidió intervenir el gobierno de Maurín, que llegaba ya a su fin. A partir del 9 de abril de 1938 y hasta el 15 de enero de 1942, San Juan estaría intervenida.