La historia del Parque de Mayo

La demagogia le “robó” 7 de sus 17 hectáreas originales. El misterio de los portones. ¿Dónde están?. La estatua que llegó por equivocación. Las distintas remodelaciones. Un espacio que fue circuito para carreras de automóviles y sede de las primeras Fiestas del Sol.

Como tantas otras cosas en nuestra provincia, el Parque de Mayo tiene tras si una historia de idas y venidas, de avances y mutilaciones, de robos y avivadas.
Pero allí está, como pequeño pulmón de una ciudad que creció desmesurada y caóticamente, dejándolo encerrado por sus cuatro costados.
Digamos que la iniciativa surgió del gobierno del coronel Carlos Sarmiento un sanjuanino con gran vocación de mando y apasionado de la carrera militar que tras retirarse con el grado de coronel con 44 años, se radicó en San Juan y se dedicó a las cosas que puede dedicarse un hombre de sus características: fundó la Logia Carácter y el Partido Popular, del que fue jefe natural, además de presidente y conspiró contra el gobierno de turno –gobernaba Manuel Godoy- al que derrocó. De ahí a ganar las elecciones y llegar al poder con el voto popular, fue cuestión de meses en una provincia donde sólo un número muy limitado de personas tenía derecho al voto para elegir autoridades.
Recordemos que únicamente votaban quienes figuraban en el Registro Cívico Provincial y para inscribirse allí había que ser hombre –las mujeres no votaban-, propietario, argentino de nacimiento y “conocido” de la autoridad.
Pero lo concreto es que Sarmiento fue un gobernador progresista aunque para serlo endeudó severamente a la provincia. A él se deben algunos canales de riersgo que permitieron el desarrollo de importantes zonas y las llamadas “obras del centenario” un grupo de palacios que en su mayoría nunca llegaron a concretarse o las derrumbó el terremoto pero que incluían la Corte de Justicia, el Teatro Coliseo.
Por aquellos años San Juan tenía unos 110 mil habitantes, de los cuales casi el 85 por ciento vivía en la zona rural.
Eran años de gran inmigración. Según un censo provincial realizado en 1909, en la provincia residían 7.949 extranjeros. La mayor colonia era la española, con 3.972 personas de ese origen. Residían 1.145 italianos, 1.513 chilenos, 291 “turcos”(en realidad eran sirios y libaneses en su mayoría), 260 franceses, 51 alemanes, 37 suizos, 33 uruguayos, 31 rusos (se trataba de judíos de distintas nacionalidades, fundamentalmente rusos y polacos) y 22 austríacos.
Aunque los principales empresarios eran inmigrantes más o menos recientes, la “alta” sociedad de la época la constituían las familias de larga residencia, muchas de ellas radicadas en tiempos de la colonia. Era un sector social muy cerrado.
Las empresas más importantes de esa época eran el ferrocarril, en manos de la Buenos Aires and Pacific Railway Company, de origen ingles, que en San Juan empleaba a 181 obreros del riel, las bodegas Graffigna y Del Bono y Campodónico y la fábrica de pasas de José A. Segovia, que era la más grande del país en su rubro.

Pero sigamos con nuestro parque.
El centenario del nacimiento de la patria fue el motivo por el cual se decidió la construcción de un parque destinado a airear y embellecer la ciudad de San Juan. Una ley provincial sancionada el 17 de mayo de 1910, autorizó la expropiación de los terrenos y la ejecución de la obra de Parque de Mayo.
El parque tenía originalmente casi el doble de superficie que el actual. Abarcaba una superficie de 17 hectáreas, aproximadamente.
Como no podía ser de otra manera, el 25 de mayo de 1910, centenario de la Revolución de Mayo, se colocó la piedra fundamental del paseo.
La primera obra fue la construcción del pedestal que serviría de base para la estatua de la Libertad réplica reducida de la colocada en el islote de Bedioe, en la bahía de Nueva York y llegada por error a San Juan, ya que su verdadero destino era San Juan de Puerto Rico. Pero como ustedes saben, los libros, los discos y las estatuas no se devuelven.
Pero pasó el centenario y el parque no pasaba de ser un rústico potrero donde se paseaban algunos burros y los perros hacían sus necesidades.
En 1916 se construyeron en piedra los escalones del pedestal del monumento al General San Martín en una rotonda que hoy ya no existe. Como había ocurrido ya con la ciudad fundada por Juan Jufré que debió ser trasladada desde su original emplazamiento en Concepción al actual centro, también se trasladó la rotonda 40 metros más o menos hacia le norte, al lugar donde está actualmente.

El misterio de los portones

También ese año se construyeron los portones del parque colocados sobre la avenida Libertador pasando Las Heras hacia el oeste.
Esos portones, dicen memoriosos que suelen agrandar las cosas, eran tan imponentes como los del parque de Mendoza.
El caso es que en una de las remodelaciones de las que fue objeto el parque, los portones desaparecieron. Y nunca más se supo de ellos.
Un periodista enojado porque no recibía publicidad estatal lanzó el rumor que los portones se los había robado un viejo gobernador peronista. Y la especie creció como tantas falsedades que andan dando vueltas.
En realidad nadie sabe lo que pasó con verjas y portones aunque las versiones más creíbles indican que fueron a dar a una finca de 9 de Julio.

Los que achicaron el parque

El correr del tiempo y a medida que los gobernantes se iban volviendo más demagogos, el parque fue recortando, disminuyendo su extensión original.
En 1951 se le adjudicaron al Club Inca Huasi 1.707,90 metros cuadrados del terreno. Eran tiempos en que un hombre ligado al club tenía gran predicamento con el gobernador de turno.
Al año siguiente el gobierno de la provincia cedió al Lawn Tennis, 6.598 metros cuadrados.
Como puede apreciarse en poco tiempo cercenaron el parque en más de 7.500 metros. A partir de ese momento sólo podrían ingresar a lo que fueron terremos públicos quienes fueran socios de los clubes.
Pero la historia seguiría. Y durante el gobierno cantonista se decidió construir el estadio abierto. Y le quitaron otra porción al parque al que redujeron a simple playa de estacionamiento cada vez que se realizaba un acontecimiento deportivo.
Luego, en los años 60, llegaría el turno al estadio cubierto y, habiendo tanto terreno disponible, se decidió también enmarcarlo en el viejo parque.

Y dale que va.
El Hotel Sussex se hizo también en el parque. Fue residencia estudiantil y nunca recibió muchos turistas…hasta que terminó como sede de la Legislatura provincial. Al lado le instalaron el Casino, que se quedó con otra porción del ya menguado terreno.
Otra mutilación fue la cesión de un terreno de 899,28 metros cuadrados ubicados en el extremo suroeste a Vialidad Provincial y posteriormente transferida a la Universidad Nacional de San Juan para la Facultad de Ingeniería.
Y como si esto fuera poco, otro “influyente” logró que le dieran una porción más de terreno para instalar una confitería que luego vendió.
El caso es que el parque, nacido con 17 hectáreas hoy se encuentra reducido aproximadamente a 10 hectáreas, con lo que se fueron limitando las posibilidades de arbolado y parquización.

Remodelaciones y otras yerbas

Una remodelación propuesta por el arquitecto Walter Correa, tuvo lugar en el año 1946/65. Entre otros trabajos, se ensanchó el lago a las medidas que tiene actualmente y con la tierra de la excavación se hizo la loma existente construyéndose además una perforación para extraer agua semisurgente.
En 1963 se inauguró la plaza de las Américas ubicada en el sector este del parque.
En 1964 se realizó la Feria Nacional del Vino y la Industria con una exposición de vinos, productos regionales y maquinarias, a orillas de la calle en pequeños stands. Para esta ocasión Cerámica San Juan S.A. construyó un arco de gran tamaño a espaldas de la estatua del general San Martín.
También para esta oportunidad se inauguró el Trencito que durante años no funcionó pero que en esencia sigue siendo el mayor divertimento del parque, disfrutado por chicos y grandes. Recorre casi un kilómetro entre arboledas pasando por un túnel de siete metros.
En 1970 se inaugura el monumento al deporte, situado al noroeste del parque en un lugar privilegiado que enfrenta el cruce de las avenidas. Fue inaugurado el 21 de mayo con motivo del XIXº Campeonato de Hockey sobre Patines. Surgió como un deseo tendiente a perpetuar un sitio donde los deportistas pudieran realizar sus ceremonias. Este monumento constituye una composición laminar generada por superficies regladas a partir de curvas sinusoidales inscriptas sobre la superficie de cinco cilindros: estos cinco elementos simbolizan los cinco anillos olímpicos y a su vez los cinco continentes del mundo, con sus colores correspondientes: azul a Europa, amarillo a Asia, negro a Africa, verde a América y rojo a Oceanía.
La historia del parque, como puede verse, no ha sido lineal.
Ha sido desde circuito para carreras de automóviles hasta sede de las primeras Fiesta Nacional del Sol.
Hubo –y hay que decirlo con todas las letras- iniciativas felices. Como la ampliación del área verde del Parque mediante la construcción de la plazoleta Julieta Sarmiento y la Plaza España además de los emplazamientos realizados en los terrenos que pertenecían al ferrocarri y que posibilitaron la construcción del Predio Ferial, el Centro de Exposiciones, el Ferrourbanístico y –no lejos de allí- el Centro Municipal instalado en la ex estación del Ferrocarril San Martín.
También es destacable el mejoramiento mantenimiento del Parque durante la gestión de Daniel Coll. Aunque discutible en su ejecución (los fondos fueron asignados mediante ATN y despertaron algunos recelos) es indudable que revitalizaron el parque y transformaron un lugar lúgubre y peligroso en un sitio nuevamente concurrido.Pero ya va siendo hora que la provincia se plantee nuevos parques. No es posible que espectáculos que pueden reunir diez mil personas se realicen en instalaciones sin playa de estacionamiento y que el parque pase a ser una playa. Hay que buscar nuevos emplazamientos para los estadios, integrar el parque de alguna forma con otros complejos culturales ubicados en las inmediaciones, recuperar los espacios verdes de la ciudad –muchos de ellos hoy transformados en ghetos de drogadictos o patotas- y reservar terrenos para futuras parquizaciones.


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El país cumplía su centenario y San Juan lo celebraba con una gran obra el Parque de Mayo. Declárase de utilidad pública con destino a un parque que se denominará Parque de Mayo, la expropiación y ocupación de los terrenos situados en el municipio de Desamparados y comprendido dentro de los siguientes limites: por el Norte, la prolongación al Oeste de la Avenida 25 de Mayo, de esta Capital, por el Sud, la calle que pasa por el frente Sud de las propiedades de Telésfora Benavidez de Sanchez y Eglantina Sanchez de Quiroga, por el Este l a avenida Las Heras y por el Oeste, el limite Este de la propiedad del Establecimiento La Germania y su prolongación al Norte. Así decía el decreto de fecha 17 de mayo de 1910. Esta foto fue tomada en 1912. Obsérvese la carencia de árboles. Al fondo, la estación del ferrocarril. (Foto publicada en el libro "El San Juan que ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller)
La rotonda del Parque de Mayo con el Monumento al General San Martín (hoy esquina de Avenida General San Martín y Las Heras), donde luego se construyera el Hotel Susex, modificado posteriormente a fin de instalar la Legislatura Provincial (Foto proporcionada por familia Diaz Quiroga Guimaráes)
Una foto más reciente y muestra el momento en que una grúa levanta el trencito del parque, al que habían decidido sacarlo de circulación por motivos de seguridad.
El otoño en el parque tiene una belleza muy especial. El raleo que se hizo de árboles y plantas, cuando se remodeló el paseo, ha permitido que nuevamente entre el sol y se revalorise las especies existentes.
Desde su remodelación, en la segunda mitad de los años 90, el Parque de Mayo, ha recuperado su brillo y diariamente es el lugar elegido por caminantes y jóvenes que hacen actividad física.
Esta foto ya es de los años 60 y muestra al fondo un colectivo de esos años, circulando por lo que hoy es la Avenida Libertador General San Martín. Luego sobre el plano derecho la famosa glorieta y sobre la izquierda uno de los caminos interiores (Foto proporcionada por Pebi Zimmermann)