La ciudad de la reconstrucción

Más de seis décadas han pasado desde el terremoto que en 1944 hizo desaparecer una ciudad de San Juan que, aún con aspecto colonial, había comenzado a “modernizarse”. En los últimos meses previos al sismo se habían tomado importantes decisiones respecto de una ciudad que crecía desordenadamente. Ese 15 de enero, todo terminó. Pero también empezó un nuevo capítulo en la historia de nuestra ciudad. Un capítulo que esta vez sí ha dejado testimonios en la ciudad que hoy caminamos. Una ciudad con características particulares que tienen que ver precisamente con la larga etapa de reconstrucción y con las ideas, los intereses, los sueños, los temores y las concreciones de los hombres y las mujeres que levantaron de nuevo a San Juan.

La ciudad es el soporte en el cual se inscriben los actos de nuestra sociedad; es el lugar privilegiado del intercambio material y simbólico de una comunidad. En ella los hechos, las ideas, las instituciones de los distintos momentos de un grupo humano se vuelven tangibles. Los edificios, las calles, las veredas, las plazas cuentan historias no sólo de lo que allí pasó.

También nos hablan de las ideas, los sueños, las dificultades, los desacuerdos, los compromisos, los imperativos de época, las acciones y las omisiones de quienes tuvieron en sus manos las decisiones de planificar o no, proyectar, derrumbar o construir estos espacios que son de todos.

La historia de la ciudad de San Juan en lo relativo a su construcción presenta sin duda dos momentos separados por el terremoto de 1944. Los arquitectos que actuaron después del 44, imbuidos de ideas modernistas, hallaron aquí terreno fértil, con un pasado en ruinas, donde instalar sus concepciones. Es así como en medio siglo se reconstruye una ciudad morfológicamente diferente a la que hubiera existido, de no mediar el terremoto.

La influencia del Movimiento Moderno es especialmente notable en las obras de arquitectura institucional que se localizaron en el Eje Cívico: la avenida Ignacio de la Roza, entre Aberastain y España. La decisión de abrir esta avenida y ubicar a lo largo de ella los más importantes edificios públicos le dio a San Juan un aspecto totalmente distinto al que había tenido antes y configuró la ciudad que hoy caminamos a diario, generalmente sin saber por qué es como es.

“Una aberración arquitectónica”

El terremoto del 15 de enero de 1944 destruyó tanto la ciudad, como el tejido social y su aparato productivo, generando una compleja crisis y un profundo dolor colectivo.
No pasó mucho tiempo antes de que se planteara la controversia del traslado o permanencia de la ciudad en su lugar de origen. Los principales y casi únicos defensores del traslado eran los miembros de la Sociedad Central de Arquitectos con sede en Buenos Aires, que argumentaban que reedificar sobre la superficie en ruinas significaría “una negación del urbanismo, una aberración arquitectónica”.
Según el diario La Nación del 25 de abril de 1944, las dos tendencias estaban lideradas, en San Juan, por los doctores Noé Correa Arce y Horacio Videla, ambos sanjuaninos. El primero estaba a favor del traslado y el segundo en contra de todo cambio de ubicación. A la opinión de Videla se adherían importantes empresarios locales y figuras destacadas de la época.

Las propuestas

A pedido tanto de la provincia como de la Nación se sucedieron una serie de planes de reconstrucción sustentados por diferentes comisiones, algunas de las cuales actuaron en forma simultánea.
Las bases para la formulación de estos modelos fueron tomadas del campo de las ideas políticas y sociales que, a comienzos del siglo XX, se percibían como las repuestas verdaderas para la conformación de la sociedad, que se gestaba bajo la influencia de cambios tecnológicos, científicos y económicos.
Entre enero del 44 y enero de 1948 cinco comisiones, provinciales y nacionales, elaboraron distintas propuestas. Las ideas que venían de la Nación generalmente hablaban de traslado de la ciudad, lo cual era siempre motivo de oposición local, y así sucesivamente durante cuatro largos años.

Discursos y realidad

La existencia de numerosos planes de reconstrucción que sólo quedaron en propuestas puso en evidencia la crisis entre discurso y realidad y la imposibilidad de aplicar planes reguladores en una ciudad argentina, aún cuando ésta estuviera literalmente “en el suelo”
El terremoto había destruido la ciudad, pero la estructura económica del valle de Tulum y de la ciudad habían quedado en pie, como también continuaban vigentes las hipotecas que, para financiar la vendimia, se habían hecho sobre casas ahora destruidas.

Los planes propuestos se cruzaron con los intereses de las fuerzas vivas de la ciudad que querían hacer evolucionar sus capitales controlando la reconstrucción de la ciudad; y se unió a todo esto el hecho de que la ley por la cual se creó el Consejo de Reconstrucción tomaba como una base para la expropiación de terrenos los valores, muy bajos, declarados ante la contribución territorial. Por estas razones, los propietarios sanjuaninos veían un enemigo en cada urbanista que llegó a San Juan y concebían el nuevo plan como una simple ampliación del ancho de las calles dado por una nueva línea de edificación, que respetara los expedientes del Banco Hipotecario y con ello la estructura económica existente. Así fue que ningún plan se aprobó hasta que sólo propuso esa ampliación de las calles y un desplazamiento del Centro Cívico.

La reconstrucción

Ante la falta de definiciones, el Consejo de Reconstrucción contrató como asesor urbanístico al arquitecto José M. Pastor, quien elaboró un nuevo plan que tomaba lineamientos generales de planes anteriores.
En mayo de 1948 el Consejo aprobó el anteproyecto. El plan Pastor proponía la ubicación de los edificios públicos, un plan ferroviario, la apertura de la Avenida Central, y daba prescripciones urbanísticas.

Entre 1949 y 1960 el Consejo de Reconstrucción canalizó la mayor parte de sus esfuerzos en la construcción de la obra pública. Mientras los edificios de jerarquía provincial y nacional eran emplazados sobre el eje de Avenida José Ignacio de la Roza, las escuelas, puestos sanitarios y la seguridad se ubicaron con el criterio de armar “nodos” en los sectores del casco urbano y la periferia.

El Eje Cívico

En la propuesta de Pastor se distingue la idea de un eje institucional constituido por la Avenida Paseo Central. A lo largo de ella se descentralizarían las distintas funciones cívico comerciales, organizadas en áreas.

El concepto de este eje rompía con la regularidad de trazado del casco histórico, con la apertura de la Avenida Central. Aunque no se cumplió en su totalidad, marcó el carácter actual de nuestra ciudad.
La descentralización de las funciones cívico-comerciales a lo largo de la avenida Central tenía como objetivo liberar al centro de San Juan de un tráfico y estacionamiento excesivo. La distribución lineal de funciones permitía usar esta avenida como playa longitudinal de estacionamiento.

El plan reglamentó fuertemente qué tipo de usos edificatorios estaban permitidos en esta avenida y prescribió esquinas sin ochava. Además, establecía obligatoriamente el diseño de recovas para circulación de público en aceras orientadas al norte, en atención al clima, y el uso de revestimientos con materiales de la región.
En su propuesta urbana Pastor conjuga su propia concepción del planeamiento y las necesidades de un Estado que quería mostrar su capacidad para resolver la crisis generada por el terremoto de 1944.

Quién era Pastor

José Pastor nació en Buenos Aires en 1914. Estudió en la Escuela de Arquitectura de la UBA y apenas graduado se involucró en temas de planeamiento urbano y publicó numerosos artículos sobre el tema en revistas especializadas. En estos textos ya expresa una postura propia en lo que se puede llamar planeamiento regional pragmático, que asume los motivos principales del planeamiento anglosajón, pero como una propuesta que puede usarse en distintos asentamientos urbanos de la Argentina.
Desarrolló una fuerte prédica dirigida al poder público abogando por un Plan Regulador Nacional y por el protagonismo de los arquitectos como únicos profesionales autorizados para su realización y gestión. En 1945 publicó su primer libro dedicado precisamente a esta provincia: “San Juan. Piedra de toque del
planemiento nacional”. Allí estaba la base de lo que en 1948, como miembro del Consejo de Reconstrucción de San Juan, propondría y en parte ejecutaría.

Derribar para construir

Decidido a construir sobre Avenida Ignacio de la Roza, un espacio urbano que albergara los edificios institucionales, el gobierno provincial expropió y ordenó derribar zonas de viviendas en el área. También se demolieron algunos edificios de valor patrimonial que habían quedado en pie, como el Teatro Cervantes, la Legislatura, el Palacio de Justicia y el Banco de la Nación, entre otros, partiendo las manzanas del trazado original.

En la concreción efectiva del eje cívico es posible distinguir tres etapas que se reflejan en el lenguaje de los edificios institucionales que se construyeron. La primera, inmediatamente después del terremoto y hasta 1955, el protagonismo de un Estado fuerte se expresa a través de la monumentalidad de las obras. La zona donde el plan se aplicó con mayor rigurosidad es la comprendida entre la calle Aberastain y la avenida Rioja. Allí, entre 1949 y 1954, se construyeron edificios que actúan como unidades independientes, ofreciendo sus cuatro fachadas al espacio urbano, ocupando algunos la manzana completa. Son el Banco Nación, el Correo y el Edificio 9 de Julio. Hay otros que ocupan medias manzanas, como el Banco Nacional de Desarrollo y el edificio construido para el Banco Hipotecario y que hoy es del Rectorado de la UNSJ. Al ocupar la mitad de la manzana, estos edificios generan con sus retiros laterales un inédito elemento público: los pasajes de circulación peatonal, que sirven de vinculación entre calles paralelas.
Pese al corto período de aplicación rigurosa de estas prescripciones edilicias y a que cada nuevo edificio se implantó como forma aislada, es evidente en este sector la armonía del conjunto.

Las últimas etapas

Entre 1955 y 1970 en San Juan se manifiesta todavía una actividad constructiva importante por parte del Estado.
La mayoría de los edificios construidos en esta etapa fueron proyectados por estudios de arquitectura foráneos, entre ellos el Banco de San Juan y Obras Sanitarias.
Simultáneamente, fueron surgiendo obras de profesionales formados en la reciente Escuela de Arquitectura local, dependiente de la Universidad Nacional de Cuyo como el edificio del Instituto de Vitivinicultura, del arquitecto Jaime Mateo Ruiz.
En una tercera etapa, ya en la década del 70, el neo- brutalismo tiene sus manifestaciones en este eje. Sus ejemplos más representativos lo constituyen las dos obras ubicadas en los extremos del eje: el edificio de la Municipalidad de la Capital, obra de profesionales locales, y el Centro Cívico de San Juan.

Con el tiempo finalizaron las expropiaciones, los espacios entre edificios institucionales se llenaron con edificaciones de iniciativa privada y la fuerte regulación estatal fue desapareciendo.
Sin duda las ciudades narran historias a través de sus formas y espacios. San Juan relata, desde su impronta moderna, una historia de pocas décadas. Tan pocas que todavía muchos de sus habitantes la recuerdan totalmente distinta, como era antes de 1944. Ellos conviven con quienes siempre la habitaron tal como es ahora. Estas generaciones son las que dejarán a las próximas una ciudad que seguirá escribiendo su historia.

Sólo en dos décadas

Entre 1950 y mediados de los 70 la ciudad de San Juan vio surgir más de una decena de nuevos edificios. Gran parte de ellos fueron construidos por estudios de arquitectura porteños. Todos responden a los postulados de la modernidad arquitectónica.

Entre estos edificios, además de los que muestran las fotografías de estas páginas, se puede mencionar al Consejo de Protección a la Producción Agrícola, en Central y Catamarca, terminado en 1961; el edificio de Obras Sanitarias, terminado en 1962 con un particular diseño de pilotes circulares; el conjunto de edificios de la Bolsa de Comercio, Gas del Estado y Caja de Ahorro, de 1965; el Juzgado Federal, de 1966; la actual Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, de fines de los 60 y el Centro Cívico, cuya construcción comenzó en 1971. En 1976 fue inaugurado el nuevo edificio de la Municipalidad de la Capital.

De los 70 es también, aunque no está en el centro de la ciudad, el fabuloso edificio del Auditorio Juan Victoria.

La ciudad que pudo ser

En la propuesta de Avenida Paseo Central del arquitecto Pastor, el centro de actividad bursátil, comunal y tribunalicia se desarrollaría entre la plaza Aberastain y la Plaza 25 de Mayo. Allí se levantarían alineados la Municipalidad, los tribunales, los bancos oficiales, la dirección impositiva, aduana y oficinas de recaudación fiscal, el distrito militar, la policía y el juzgado federal, correos y telégrafos, y el hotel nacional.

En torno de la plaza 25 de mayo, se desarrollaría predominantemente la zona comercial de grandes tiendas, oficinas, bancos privados, cines, restaurantes y departamentos.

Entre la plaza 25 y la avenida Alem se configuraría una zona intermedia, con edificios públicos, casas de departamentos y comercios. En torno de la plaza Laprida y entre ésta y la casa de gobierno se levantarían “Blocks monumentales del Centro Administrativo Gubernamental, con una gran explanada de peatones que los vincularía”.

En el extremo Oeste de la Avenida Paseo Central, se levantarían la Catedral de San Juan de Cuyo, formando un gran conjunto edificatorio con el Palacio Episcopal, el edificio para las obras católicas, la Casa de Gobierno y otros edificios nacionales.

Al concretarse la reconstrucción, algunas de estas ubicaciones fueron respetadas, sobre todo al comienzo. Esa es la razón por la cual los principales edificios bancarios y el de Tribunales se ubican donde están actualmente.

La diferencia fundamental entre lo planificado y lo que se ejecutó está en los extremos del Paseo Central, puesto que finalmente la Avenida Ignacio de la Roza se abrió hacia el Este a partir de la Plaza Aberastain y hacia el Oeste desde avenida España, rompiendo con la idea original de una avenida que se cerraba en esos extremos para permitir libre circulación peatonal tanto en torno del edificio municipal, como del Centro Administrativo Gubernamental.

GALERIA MULTIMEDIA
1944. Calle Rivadavia, en pleno centro. En primer plano, el flanco izquierdo de la Catedral, totalmente destruido. Luego, la Confitería “El Aguila”, la casa comercial “Tacuarí” y el Banco Provincial.
Calle Tucumán en su intersección con San Martín.
Trabajos que se realizaron para ensanchar la Avenida Córdoba
a) Centro Comunal: alrededor de Plaza Aberastain.Allí se ubicaban el edificio Municipal, Auditorio Municipal, Mercado Vecinal, Parroquia de La Merced, Juzgado y Policía Federal. b) Centro Bursátil y Tribunalicio: entre las plazas Aberastain y 25 de Mayo. Aquí se construirían Tribunales, Distrito Militar, Dirección Impositiva y Aduana, Bancos nacionales y edificio de Correo. c) Centro Comercial: zona mixta de uso comercial y residencial. Comprendía dos sectores: alrededor de la Plaza 25 de Mayo, con uso recreativo y residencial de altura, edificios comerciales y Hotal Nacional. Entre Plaza 25 de Mayo y Alem: edificios comerciales y departamentos en altura. d) Centro Administrativo Gubernamental: entre la avenida Alem y España. Aquí se ubicarían edificios para ministerios y oficinas, Central de Policía, Legislatura Provincial, Casa de Gobierno e Iglesia Catedral, con residencia Episcopal.
En su propuesta Pastor ordenó las alturas de los edificios y los escalonamientos progresivos desde la línea de frente. Estas prescripciones se cumplieron en parte de la avenida Central.
Proyectado por los arquitectos Jorge Aslan y Héctor Ezcurra, fue construido e inaugurado en el mismo año: 1956. Con estructura de hormigón armado, está revestido en travertino, piedra reconstituida (fulget) y glasiris. Comparte la manzana con la Iglesia Catedral y está separado de ella por un espacio intermedio que se constituye en un paseo peatonal. Esta fotografía pertenece al año de su inauguración.
1952 - Banco Hipotecario y Banco Nacional de Desarrollo. El edificio del Banco Hipotecario, hoy propiedad de la UNSJ, fue proyectado por los arquitectos Farina Rice, Harispe, Quintas y Casado. Se construyó entre 1949 y 1952. Ocupa media manzana y está separado del otro edificio por un pasaje. El proyecto del edificio del Banco Nacional de Desarrollo fue realizado por el Ministerio de Finanzas de la Nación; se inauguró en 1952.
1957 - Edificio de Correo. Es el único edificio localizado en el predio que había determinado el Plan Pastor. El proyecto fue realizado por los arquitectos Agustín Bianchi y E. Vidal, bajo la supervisión del arquitecto Francisco Rossi. Está revestido con venecita verde. La construcción comenzó en 1953 y fue inaugurado el 1 de julio de 1957.
1950 - Banco de la Nación. Sus autores fueron los arquitectos Amaya, Devoto, Lanusse, Martín y Pieres. Construido en 1950, posee un gran hall resuelto con nueve pórticos de 25 metros de luz.
1957 - Edificio 25 de Mayo (Tribunales). El diseño es de los arquitectos Amaya, Devoto, Lanusse, Martín y Pieres y ganó el primer premio de un concurso nacional. La propuesta respeta las indicaciones establecidas por el Plan Pastor en la recomendación de incluir una recova
1957 - Edificio 9 de Julio. De proyectista desconocido, fue construido e inaugurado en 1957. Se ajusta a las prescripciones de edificación de 1949. Revestido con travertino y revoque, en la planta baja se distingue la recova, prevista para las fachadas orientadas al norte.
1976 - Municipalidad de la Capital. El nuevo edificio fue ideado en 1970 y construido entre el 71 y el 76. El proyecto fue de los arquitectos Walter Correa, Domingo Miranda y Enrique Sconiamillo, tres docentes del Departamento de Arquitectura de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo
1962 - Iglesia Catedral. El proyecto original es del arquitecto Daniel Ramos Correas y fue construida en distintas etapas. A fines de 1962 se terminaron la cripta y el campanil, en tanto la iglesia catedral y la casa parroquial se inauguraron en diciembre de 1979. La concepción de Ramos Correas, de línea románica, fue ejecutada con la sencillez del arte moderno, en piedra y cemento.