Doña Felipa Rojas dice que tiene 103 años. Ella saca la cuenta de que al “boleto”, se lo sacaron cuando tenía nueve años y ese boleto, como le decían al papel donde se anotaba por primera vez a una persona, data de 1914. De modo que oficialmente tiene 94 y aunque ahora está un poquito enferma, igual parece de menos y muestra una lucidez envidiable.
El jueves de la semana pasada, Doña Felipa, más conocida como “la médica de la alfalfa”, fue internada en el hospital Marcial Quiroga, porque presentaba un cuadro de pulmonía. Ella dice que era por las muelas pero su hija afirma que le dolía mucho el pecho porque en realidad tenía congestionados los pulmones.
Le dicen la médica porque desde muy chica demostró tener el don de diagnosticar enfermedades mirando la orina al trasluz del sol.
Le llaman “de la alfalfa” porque así le dicen los lugareños al paraje cercano a Tudcum donde vive esta mujer que crió a diez hijos y siete sobrinos.
Aunque estaba en cama, doña Felipa estaba muy animada y accedió a conversar sobre cómo adquirió su habilidad.
—¿Alguien le enseñó?
—Nadie… yo solita me di cuenta que tenía ese don.
—¿A qué edad lo descubrió?
—De jovencita nomás.
—¿Como la los quince años?
—No… antes. A los quince yo salía a trabajar en el campo y ya atendía gente.
—¿Y cómo lo hace?
—Miro las orinas contra el sol y si no están muy turbias, le digo lo que tiene. Para mí es como una radiografía de la persona.
—¿Qué mira de la orina?
—Es Dios el que me pone en la cabeza lo que tengo que decir. Después que miro, solito me viene a la cabeza lo que tiene esa persona, si es del hígado, la “apendis” o un cáncer.
—¿Y usted dice todo o si es muy grave se lo calla?
—No, m’hijo, ¿por qué le voy a esconder? Yo le digo todo para que sepa lo que tiene que hacer.
—¿Les da algún tratamiento?
—Les hago una recetita con los yuyos que tiene que tomar.
—¿Eso que usted les da les sirve para curarse?
—A veces cura y a veces es pa’ limpiarlos antes de una operación. También les digo si no se tienen que operar, porque hay gente en la que veo que si la operan van a quedar mal. Entonces les digo que no se operen y que le pidan a los médicos que les dé un tratamiento.
—¿Y por qué nos enfermamos, doña Felipa?
— Antes no había las enfermedades que ahora. Lo que he visto es que hay mucho cáncer ahora…. ¿y la gente no se pregunta por qué se enferma de cáncer?... la gente come mucho veneno. La carne tiene veneno, a los animales les dan vacunas, remedios que para nosotros son veneno y nosotros los comemos recién carneaditos sin que el veneno se haya “destilau” ¿vio?. Lo mismo con las verduras. Le echan venenos para los bichos y nosotros nos comemos esas verduras después… entonces estamos tragando el veneno.
—También debe haber mucho enfermo de la cabeza…
—Muchísimo!. La gente se enferma mucho de eso. Por ejemplo el cáncer… es como una fiebre cancerosa la que le agarra a uno en el cuerpo y a veces es lo que comemos y a veces es por la cabeza....
—¿Y usted cómo hizo para mantenerse sana tantos años?
—Yo tengo mis plantitas…mi huerta y no hace falta echarles nada porque con los fríos que hacen allá arriba!!.
—¿Se hace su comida?
—Siempre he cocinado yo sola. Tengo zapallitos, tomates, cebollitas y como muy poquita carne.
—¿Cuántos hijos ha tenido?
—Diez. Cinco mujeres y cinco varones. Y he “criau” siete sobrinos. Ahora viven tres hijos conmigo y algunos de mis sobrinos se han muerto. El último hace siete años tenía 87 años.
—¿Cuando se mejore va a seguir atendiendo?
—No, ya no, m’hijo. Me hace mal el sol y en el invierno ha hecho mucho frío.
—¿Y lo que usted sabe se lo ha enseñado a alguien?
—Eso no se enseña, se trae (habla con cierto fastidio) No es que yo agarré un libro que decía eso es así o esto es asá…no, eso se trae y yo no se lo puedo enseñar a nadie.
—¿Cómo se lleva con los médicos?
—Bieeeen… salvo el V… ese (da un apellido). A ese no lo quiero (risas de sus hijas)— se refiere a un médico de Rodeo que según doña Felipa nunca la atendió bien.
—Será que usted le robaba los clientes.
—Eso debe ser…. Hay mucha envidia en la gente (sus hijas vuelven a reír y aclaran “cuando no quiere a alguien, que se agarre!”)
—Y con los demás médicos, cómo se lleva
—Bien, bien. Algunos han venido a verme y a consultarme. Y aquí me han atendido muy bien cada vez que he venido.
—¿Usted atendía a la gente porque le gustó hacerlo o fue un obligación?
—Cuando vi que había gente que venía de muy lejos decía que cómo no los iba a atender si había hecho ese sacrificio. Hay gente que ha venido de otras provincias y no les puedo decir que se vayan que no tengo ganas de atender.
—¿Qué va a hacer cuando le den el alta. ¿Volverá a Rodeo?
—Yo no voy volver a Rodeo, porque me quiero quedar pa’ que algún médico me cure de las muelas. Yo quería que me las saquen pero me han dicho que no se pueden sacar así que le voy a pedir que me den algún tratamiento y porque me han dolido mucho y con los fríos he sufrido mucho este año.
Una paciente muy popular
A pesar de estar atendida en un hospital por médicos y enfermeros que se han formado en la ciencia de curar, cuando la gente se enteró que doña Felipa estaba internada en el hospital Marcial Quiroga, no faltó quien intentara hacerle llegar un pedido para que los atienda. Las enfermeras de la sala debieron apostarse a la entrada del servicio para frenar todo intento de tomar contacto con “la médica de la alfalfa”.
De todos modos, ella dice que ya no atiende porque le hace mal el sol y el frío.
Doña Felipa ha sido muy popular y en un tiempo llegaba hasta la casa de su hermano, en la villa Carolina, para atender a quienes no podían viajar hasta Tudcum.
La ciencia de diagnosticar a través de la orina no tiene quien la continúe. Ella dice que no se puede enseñar, aunque en algunos libros de historia de la medicina figura que el método fue usado alguna vez por médicos del medioevo.
Lo único que seguriá en vigencia es el uso de los yuyos para curar diferentes enfermedades. Ese conocimiento que doña Felipa dice haber adquirido sola y con el tiempo, forma parte hoy de toda una disciplina denominada ciencia herborística.
De lo que hay miles de testimonios es de la precisión de doña Felipa no sólo para decir la enfermedad que una persona padece e incluso para detectar viejas fracturas que pueden influir en algún dolor. Sus hijas relatan que hay médicos que ha ido a verla para preguntarles por ellos o por algún paciente.
Los diarios guardan testimonios de gente que dice haber sido curada por doña Felipa y a diferencia de otras supuestas curanderas, nadie dijo jamás que sea una “manochanta” o que le haya sacado dinero para curarlos.
Publicada el Viernes 12 de diciembre de 2008 – edición 1372 |