El primero que sintió esta fuerte atracción por los libros fue Francisco Mugnos. El hombre trasladó este sentimiento a su hija Margarita que luego fue una destacada maestra y escritora sanjuanina. Jorge Leónidas Escudero fue el tercero de esta generación y marcó un hito en la literatura local.
Jorge
Leónidas Escudero es sin dudas la figura de la cultura local que más
logró trascender en materia literaria. Su nombre alcanzó el título de Doctor
Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Juan en el 2006 y sus obras
lograron trascender las fronteras. Sin embargo en la historia de la familia, la
pasión literaria se encuentra bien arraigada desde su abuelo Francisco Mugnos hasta su madre Margarita.
Francisco fue para muchos un rebelde, para otros
un gran luchador de sus deseos. Lo cierto es que el hombre, hijo de Esteban Muñoz y Margarita Martínez,
tuvo un pasado muy difícil. Cuando niño tuvo que salir de España y asentarse en
Argelia con su padre y su hermano Bonifacio
forzados por los franceses conquistadores de tierras africanas. En aquel
momento el padre de Francisco debió
inscribirlo en el Registro Civil y los franceses cambiaron su apellido Muñoz por Mugnos.
La familia Muñoz en Argelia vivía para la tierra.
Tenían animales, araban y cultivaban los granos. Eran pobres, la tierra era
escasa y para el jefe del hogar, Esteban, era muy importante que sus hijos
trabajaran de sol a sol. Sin embargo Francisco conoció a un francés que le
sembró el amor a los libros. Cuando el sol caía, el adolescente de 15 años iba
a la casa de Monsieur Lefebvre a aprender a leer y escribir. Luego hasta altas
horas de la noche, e iluminado por el fuego, el joven se pasaba leyendo los
libros que le regalaban. Para ello debía esconderse de su padre ya que cuando
se enteró de esta “locura” lo azotó con fuerza. Para él los libros eran un
instrumento de desquicio y perturbación y sus hijos debían estar alejados de
éstos.
Francisco nunca obedeció y la historia familiar cuenta
que un día, cuando su padre descubrió que debajo de la cama escondía decenas de
libros, nuevamente le dio una fuerte golpiza y rompió algunos ejemplares.
Esteban no creía que el chico había comprado estos con el esfuerzo de su
trabajo sino que creía que le había robado dinero a él. El joven lloró por
varias horas sin entender cómo algo “tan indefenso como un libro” podía genera
tanta furia.
Con los años, Francisco fue obligado a ingresar en la Legión y combatió en la guerra de Indochina impulsado por la conquista francesa. Cuando ésta terminó y regresó a su pueblo conoció a Matilde Gálvez que tenía diez años menos que él. Al poco tiempo se casaron en la iglesia Sidi-Bel-Abbés. Tuvieron cinco hijos: Elisa, Teodoro, Margarita, Carmen y Argentino (muerto de niño).
Diez años después de casados Francisco viajó a la Argentina buscando una mejor vida para su familia y dejó a todos por un tiempo en Argelia. Cuando iba a tomar el barco para ir a buscarlos, surgió un problema y no pudo embarcar. A los pocos kilómetros éste se hundió. Matilde decidió venir a la Argentina con sus hijos (la mayor Elisa tenía 10 años y la menor Carmen de seis meses) segura de que su marido estaba vivo. Cuando llegó al puerto, en 1900, Francisco la esperaba para tomar un tren rumbo a San Juan.
Algo que nunca olvidaría
Margarita (que por aquel entonces tenía 5 años) fue ver la caja con la vajilla
de porcelana del casamiento de sus padres hecha trizas al bajar del barco
mientras que los libros que traían se mantenían intactos, como esperando a su
lectura.
Margarita
Mugnos nació en 1895 y era la hija regalona de
Francisco. Cuando tuvo 5 años casi pierde la vida después de que, jugando
desprevenida cerca de una bordalesa, ésta se le vino encima en una pendiente.
Aquel momento solo le valió la quebradura de una pierna pero Francisco se
aferró fuertemente a ella. La admiración de la niña al padre, fue muy grande e
hizo que ella lo acompañara en todo momento, especialmente cuando él pasaba
varias horas dedicándose a la lectura.
Acá la pequeña creció en un clima de mucho trabajo y
educación casera. Su padre había colocado un almacén de ramos generales en
Capital (cuyas ganancias le permitieron comprar una finca en el Quinto Cuartel
que luego vendió para adquirir una en el Médano de Oro) y en los tiempos libres
se dedicaba a la lectura. A la noche, era él el que le enseñaba a leer y
escribir. Su madre, por el contrario, nunca salió del analfabetismo pero sí era
muy buena relatora, lo que llevó a Margarita a escribir varios textos que su
madre le contaba o imaginaba. De esta forma la niña se convirtió en un amante
de la escritura y trazó las primeras líneas siendo muy joven.
Cuando en 1914 se recibió de bachiller, se dedicó
de lleno a la docencia. Fue profesora en distintos establecimientos educativos
además de colaborar con Ricardo Levene, en su obra Historia Argentina. El
nombre de Margarita Mugnos quedó marcado en la literatura sanjuanina a partir
del libro La Maestrita de los Yarcos (1957), un trabajo que pintó la educación
y la sociedad de los años ‘20 y ‘30 como muy poca gente pudo hacerlo. Sin
embargo, hubo varios libros más que esta mujer escribió combinando su rol de
madre y esposa y las clases en las escuelas: Entre Pedregales (1922); La Mujer
Sanjuanina (1930) y San Juan (1810-1862) Historia de su Cultura, entre otras.
En 1920, el educador y
escritor don José Chirapozu fue quien vio en ella una docente de gran futuro.
El uruguayo, luego de fundar la Asociación de Maestros Sarmiento la convocó
para que formara parte de ésta. Además fue miembro de la Junta Provincial de Historia
y representó a San Juan en el Congreso Americano de Civismo en 1976.
Siendo maestra, Margarita conoció a José Leónidas
Escudero, un hombre que fue telegrafista del ferrocarril y se dedicó a la
oficina de correos en Tucunuco. La historia familiar relata que el amor entre
ambos nació en el mismo almacén de Francisco Mugnos. Ubicado en la esquina de
Mitre y Alem, Margarita con 15 años ayudaba a su padre a atender el lugar. Allí
cada día llegaba Leónidas a comprar algo y se cruzaban las charlas por largas
horas.
El hombre era riojano y siendo muy joven se había trasladado a Mendoza con su hermano Noé que trabajaba en el ferrocarril “Buenos Aires al Pacífico”. Sus padres habían quedado en La Rioja, provincia donde residió la familia toda la vida. No se conocen los registros de cuándo llegaron los primeros inmigrantes Escudero a este país pero sí se conoce que tienen sus orígenes en Burgos, España.
En Mendoza había adquirido los primeros conocimientos sobre manejo ferroviario y telegrafía, sin embargo no contó con un trabajo hasta que Noé fue nombrado jefe de la estación San Martín de San Juan. Cuando estuvo en estas tierras dirigiendo la estación, Leónidas empezó a trabajar como telegrafista.
En marzo 1915, al año de conocer a Margarita, se casaron en la Iglesia La Merced, siendo los padrinos Elisa Mugnos y Manuel Trías, por la novia, y Noé y Florencio Escudero, por el lado de Leónidas.
Cuando la familia creció con la llegada de sus cuatro hijos: Lidia Matilde (Lili), María Margarita (Chiquita), Nelly Mercedes (Morocha) y Jorge Leónidas; José Leónidas ingresó a trabajar en el Correo Argentino, jubilándose como secretario.
El hijo ilustre
Su poesía marcó nuevos lenguajes y formas de escritura. Más de 25 libros fueron escritos por él en casi 40 años y eso le valió recibir el título Doctor Honoris Causa. Jorge Leónidas Escudero fue considerado en el 2010, por la Secretaría de Cultura de la Nación, como uno de los 200 poetas que marcaron la historia de la literatura Argentina y no es para menos, con sus líneas supo asombrar y emocionar a sus lectores, plasmar como ninguno la esencia de la sociedad y de la vida.
El poeta nació el 4 de septiembre de 1920, fruto
del matrimonio entre Margarita Mugnos y José Escudero y falleció el 10 de febrero
de 2016.
De niño fue tranquilo y el regalón de su padre. A ambos les gustaba pasar juntos momentos de recreación, entre ellos creando volantines de papel en colores azul, el favorito de Jorge. Con el tiempo este último recordará que le encantaba levantarlos por el aire y que colgaran las tiras rojas.
No tuvo muchos amigos, fue más bien un niño
solitario que no se refugió mucho en la lectura a pesar de que su madre buscaba
que así fuera. Los estudios los cursó en la escuela de Enología (cuando ésta
recién había sido inaugurada) y los terminó en el colegio Nacional. La
universidad la siguió en Mendoza, en la carrera de Agronomía aunque no logró
terminarla ya que entró a trabajar en una finca.
De regreso en San Juan, trabajó en la Legislatura provincial y en sus tiempos libres entró en contacto con varios poetas. De a poco la pasión por las letras iba naciendo. Pero fue recién en 1958 cuando ese espíritu se fue acrecentando. En ese año aceptó la invitación de un amigo para buscar oro, metales preciosos y minerales en Calingasta. El destino sería El Leoncito donde trabajó de pirquinero e hizo sus fuertes ganancias. Tenía 50 años y el refugio en las letras fue a partir de las soledades que vivía en la montaña. Durante esos años escribió muchos poemas que luego volcó en sus libros.
Las vueltas de la vida y los infortunios hicieron que en el año 1973 tuviera que dejar ese trabajo y volver a la Legislatura, donde a los 65 años se jubiló como jefe de publicidad.
Más de mil poemas forman
parte de su repertorio que ha sido musa de inspiración de trabajos de músicos y
artistas locales. Jorge Leónidas Escudero en el 2012 fue reconocido en la Feria
Internacional del Libro en La Rural de Buenos Aires con el premio de honor que
entrega anualmente la Fundación Argentina para la Poesía.
La nueva familia
A principios de la década del ’50, Jorge Leónidas
Escudero conoció a Rosa Álvarez Yanzi, una joven que solía visitar a la familia
Sarmiento en una casa sobre avenida 9 de Julio a pocos metros de la vivienda de
la familia Mugnos-Escudero. Cada vez que la chica llegaba a encontrarse con
esas amigas, Leónidas salía a su encuentro para tener alguna charla con ella.
Después de muchas idas y vueltas, en el año 1953 se casaron. El acto fue muy sencillo y se desarrolló en Mendoza donde vivía su primo que era profesor y ofició de testigo.
Al poco tiempo volvió a San Juan donde nacieron sus
dos hijas Ana Alicia y Rosa Marcela. Con los años, la primera le dio tres
nietos: Daniela, María Verónica y Federico Olivera. Por su parte, Rosa vive con
su padre en Rawson donde el escritor fue declarado ciudadano Ilustre.
Fuente: Testimonio Jorge Leónidas Escudero y libro “La Tía
Margarita” de Manuel Trías.
El 4 de septiembre de 2015 festejó su cumpleaños número 95 presentando un nuevo libro, “Andanzas mineras II y doce poemas vividos”. Fue un poeta con corazón de pirquinero, que amaba aventurarse en las montañas sanjuaninas.
El miércoles 10 de febrero de 2016 a las 3 de la madrugada, su patio florido de malvones y parras comenzó a extrañarlo. Las prolijas vitrinas que durante años guardaron sus tesoros, no encuentran quién hable hoy de ellas. Ese gran cuarto que albergaba la vida de Jorge Leonidas Escudero escritor, en el fondo de su casa, quedó en silencio. Lejos de tristezas, la montaña celebra el reencuentro con Chiquito, con ese pirquinero que durante años buscó en sus entrañas sin saber que los tesoros no estaban en ella, sino en las palabras que este hombre menudo, de hablar bajito y pausado, le dedicaría a través de los años. Nunca dejó de nombrarla: la montaña fue para él su eterna enamorada.
“Manera de quererte piedra pelada, digo/
hasta perdérseme la vista
en azules oeste,
cerros lagartos donde subí
para en sus crestas verme como nunca…”. (¿Qué pasó?)
Su último libro fue para ella. Chiquito decidió presentar “Andanzas mineras II y doce poemas vividos” el 4 de septiembre de 2015, para celebrar su cumpleaños número 95, junto a sus hijas Rosa y Ana y sus amigos.
A la par que la montaña, la poesía lo sedujo cuando tenía 50 años, y desde entonces, nunca dejó de escribir.
“La poesía viene y yo comedido
me ofrezco de puente para que llegue a otros.
Ella en el mundo de las analogías busca/
relaciones ocultas y me las dicta.
Y es difícil ser fiel porque uno mete
palos de ciego, ocurrencias, vacío.
Ella aspira ha hermosura
de fondo y forma, quel poema dé
chispa y se hunda en tierra-tiempo donde/
se pierda la firma del que transcribe…” (Poetas)
Y sus poemas, puentes en 27 libros, no perdieron la firma. Hundieron sus raíces en San Juan y volaron, lejos, a recónditos lugares donde hoy lloran su pérdida, pero celebran haberlo conocido.
¿Hay un secreto para llegar a vivir 95 años?, fue la pregunta en la última entrevista que brindó a El Nuevo Diario. “Viviendo nomás”, respondió Chiquito con su tradicional ingenio. Y así vivió, viviendo nomás, amigo de sus amigos, amante del vino tinto, del bar de Douglas y la ruleta.
“Tableteo de fichas, el fracaso
que las arañas tejen. En efecto,
punto y banca es un juego extraordinario/
para gente omitida que decide
tomar cartas en algo.” (4)
Chiquito encontró la palabra única, esa que definió su estilo de escribir inigualable, aunque siguiera buscándola hasta el final. Buscador incansable, de oro y de palabras.
“En los cerros i visto sendas de andar/
animales sueltos subir o bajar
por rodados difíciles y en las pizarras/
escribir con letras de pezuñas, cascos,/
patas de guanaco ir
por agua
o pasto en busca de vida.
Ariscos.
Dejar señas desde o a dónde,
rastros efímeros
en los despeñaderos
campo de aludes.
Eso vi allá
y en eso ando, camino este es
mi senderear con palabras ir
por pasto de luz y agua escondida
en los nacederos de la evidencia.
Y aunque también aquí las avalanchas/
borrarán todo, éstos mis rastros dejo, voy
suelto
semejante a en el cerro aquellos animales/
que andan en lo que son hasta morirse”. (Senderear)
» Juan Carlos Bataller (periodista)
“San Juan ha tenido grandes poetas, correctos poetas, mediocres poetas, pseudos poetas, aspirantes a poetas… Pero no tengo dudas que el poeta que estudiarán las próximas generaciones será Jorge Leónidas Escudero. El Chiquito le dio a la poesía y a San Juan un lenguaje, un vocabulario, una sintaxis única. Y como tal irrepetible pues se nota de lejos cuando quieren copiarle el estilo. Además, nos dejó un mensaje válido para todos: se puede ser universal y a la vez pintar tu tiempo y tu espacio.
Aplausos para una obra y un gran amigo que se fue de viaje”.
» Mario Zaguirre (cantautor)
“Es uno de los grandes poetas del país. Tuvo un manejo muy particular y propio del lenguaje. Se nos fue una de las grandes personalidades que en vida mereció mucho más. Cantamos con los Inti Huama poemas de él. Y gocé cada vez que estuve a su lado”.
» Miguel Camporro
(dibujante) “...Tengo todavía grabada la imagen de él paradito en la recepción de El Nuevo Diario, esperándome, el motivo, en el 2004 publicó un libro llamado Andanzas Mineras, y vio un dibujo mío que publicamos en una nota, esa mañana me pedía permiso para usarlo en la tapa de su libro. Me sentí tan halagado como sorprendido. Al cumplir 95 años, el año pasado, publicó “Andanzas Mineras ll” y repitió el dibujo. A lo largo de mis 33 años dedicados al diseño y la ilustración he tenido muchos gratos momentos, este fue particularmente uno de ellos.
Gracias Maestro”.
» Reyna Domínguez (poetisa)
“La poesía que él nos ha acercado es una poesía de filosofía práctica, que apunta a la eficiencia y a revalorizar la vida, como un canto de libertad, con sentido del humor y con sabiduría. Si dijéramos con sabiduría al principio lo diríamos todo, por eso yo le llamo el alma de Los Andes. Nos deja su poesía, que es una voz, la más original de todos, de la Argentina y creo que va más allá de las fronteras del país en cuanto a su originalidad. Me gustaría recordarlo como un amigo poeta en una búsqueda absolutamente seria de la poesía, en la que nos identificamos ambos, me gustaría recordarlo como un amigo capaz de instalarnos en la eternidad”.
» Paula Moreno (artista audiovisual, directora del corto “Atisbos de un poeta”)
“Lo recuerdo como una persona muy humilde, eso es lo que más me llegó de su forma de ser. Esta obsesión que tenía por la palabra única, por el decir, cómo conjugaba la vida, la minería y la poesía. Nos deja su poesía por supuesto y esa forma de ser, admirable, de ser un gran hombre y a pesar de eso hacerlo en una medida simple, sin caer en el ego de otros artistas”.
» Tito Oliva (músico y compositor)
“Tuve la buena fortuna de conocerlo hace bastante tiempo a través de un sobrino de él, que era mi vecino, conocí su poesía y me quedé fascinado. Fue un referente y una influencia para mí, en el sentido de que me gustó el lugar desde el que hablaba, desde su tierra, pero no desde un pintoresquismo sino desde una profundidad, de su corazón. Pude hacer un disco con poesía de él y a través de ese disco siempre tuvimos conversaciones, charlas, opiniones. Creo que el gran legado de Escudero es el haber podido construir una voz original. He hecho una cantidad de canciones con su poesía y para mí una forma de homenajearlo y recordarlo es que esa música y esa poesía se siga tocando, escuchando y se difunda un poco más de lo que se ha difundido. Creo que esa es una manera también de mantenerlo siempre presente”.
» Malena Peralta (artista plástica)
“La obra del Chiquito es alucinante, el amor por su lugar, por este San Juan y esa mirada suya. Yo leo los poemas, algunos de los primeros y los últimos y de pronto encuentro una sabiduría tan enorme, que realmente me da escalofríos. Su obra es maravillosa, es un gigante en la literatura argentina. Eso por un lado. Recordarlo es lo que estoy haciendo. Yo tengo una obra que hice con poesías de él ilustradas por mí, fue una obra de la Universidad Nacional de San Juan, de la Facultad de Filosofía, del Centro de Creación. Es una antología poética donde yo seleccioné poesías de tres o cuatro libros suyos y dibujé. Él estaba fascinado con esa obra, fue la primera antología ilustrada que tuvo el Chiquito. Después tuve mucho contacto con él, porque me he pasado mucho tiempo mirándolo para dibujarlo y charlando con él. Cuando trabajaba en los retratos venía a mi casa para que yo le tomara apunte. Tengo muchos retratos de él. Una forma de tenerlo siempre presente me parece que va ser ilustrar algunos poemas del último libro, que me han fascinado realmente”.
» Nahuel Aciar (cantautor)
“Quisiera recordar al Chiquito como un amigo. Más allá de las diferencias generacionales, tuve la suerte de poder compartir muchos momentos con él, muchas juntadas, de poesía, de música, muchas charlas de café con vino entre medio. Y aprendí un montón como escritor y como ser humano, siempre lo admiré. Lo conocí cuando iba a la secundaria, conocí sus textos y después tuve la suerte de poder conocerlo personalmente y compartir esas cosas. Lo quiero recordar como un amigo que me enseñó grandes cosas y un maestro de la vida, y su legado es la tremenda obra poética que dejó, que ha trascendido las fronteras de la provincia y del país también. Creo que todavía hay muchas cosas por descubrir en Escudero, que quizás por el estigma de ser del interior todavía no se lo reconozca tanto como otros poetas, aunque ha tenido sus reconocimientos, pero uno siempre quiere que sea más reconocido”.
La siguiente es la última entrevista publicada en El Nuevo Diario a Jorge Leonidas Escudero en la edición 1688 del 4 de septiembre de 2015.
¿Hay un secreto para llegar a vivir 95 años? “Viviendo nomás”, dice con su tradicional ingenio Jorge Leonidas Escudero, el poeta sanjuanino que hoy (4 de septiembre de 2015) festejará su cumpleaños número 95 presentando “Andanzas mineras II y doce poemas vividos” (Ediciones en Danza), su libro número 27, en el Club Sirio Libanés a las 19.
Su biografía dice que el reconocido “Chiquito” nació en San Juan, un 4 de septiembre de 1920, que abandonó sus estudios de agronomía y se dedicó a la minería, para así adentrarse en las montañas sanjuaninas, en búsqueda de metales preciosos, oro y plata, y también piedras características. De esa época de pirquinero, guarda tesoros prolijamente ordenados en vitrinas dentro de un taller construido al fondo de su casa, en Trinidad, ubicados justo enfrente de su escritorio y su máquina de escribir.
Hace algunos años, solía decir que llegó tarde a la poesía, ya que comenzó a escribir a los 50 años. Sin embargo, “escribiendo nomás”, llegó a publicar 27 libros y a obtener una serie de reconocimientos a nivel provincial y nacional, como el Doctorado Honoris Causa otorgado por la UNSJ, o el Diploma de Honor Poesía Quinquenio 2004—2008, que le entregó de la Fundación Konex.
Pero además, en estos 45 años de trayectoria, Chiquito logró trascender las fronteras de Argentina y ser considerado un exponente de la poesía latinoamericana. Fue incluido en la prestigiosa “Antología de la Poesía Argentina”, cuya compilación estuvo a cargo de otro gran poeta argentino, Raúl Gustavo Aguirre en 1979. Su obra fue antologada en México por el poeta y profesor de la Universidad de Guanajuato Benjamín Valdivia, en 1990.
Más allá de esos reconocimientos, sumamente importantes y merecidos por cierto, Chiquito obtuvo el reconocimiento de jóvenes músicos y poetas, que llevaron su obra a las nuevas generaciones en forma de canciones, discos y recitales compartidos. Su historia también quedó plasmada en videoclips y documentales, filmados por jóvenes talentosos que se sintieron atraídos por la vida de este hombre menudo, sumamente educado y de voz suave y pausada, que cuenta anécdotas cual un cuento a un nieto.
Los poemas de Chiquito se encuentran en diferentes espacios públicos, como el grabado en piedra en el Monumento al Minero, en la plaza de la ciudad de La Toma, en San Luis; y una calle del Barrio Frondizi, en Capital, lleva el nombre del poeta. Los habitantes de ese barrio pidieron la Banca de Vecino en el Concejo Deliberante, para defender el proyecto de homenajear en viva a Chiquito junto a otros artistas sanjuaninos.
Ajeno a todos estos reconocimientos, Escudero sigue viviendo en su casa de siempre, comprando muchos de sus libros para regalar a sus amigos, ésos que espera que hoy “vayan a verlo en persona”.
—¿Cuál es el secreto para llegar a los 95 años?
—Ninguno. Porque usted busca un motivo para llegar y a lo mejor no llega nunca. Viviendo nada más y por ahí va acumulando tiempo y dice, ¿qué tiempo es este? Bueno, son 95 años.
—¿Y no parece, no?
—Parece que no. Es la vida…
—Tendrá un gran festejo con la presentación de su último libro, Andanzas Mineras II,
—Este libro me lo editó Javier Cófreces, entraron poemas que yo le mandé.
—¿Tiene poemas nuevos además de los publicados en el primera edición de Andanzas Mineras?
—No, nuevos en su mayoría.
—¿Chiquito, a qué hora escribe en la actualidad?
—En la actualidad, a ninguna (risas).
—Está dedicado a disfrutar.
—Pero siempre surge un tema, veo pasar una circunstancia equis, entonces digo: “Esto merece que yo lo signifique y lo deje grabado en ese papel”.
—En estos 95 años ha visto todos los avances de la ciencia, la llegada del hombre a la Luna, internet, ¿Qué fue lo que más le impactó?
—Muchas cosas. Fui un buen observador de lo que estaba pasando. Si uno tiene curiosidad, las cosas le interesan.
—Ud. siempre dijo que llegó tarde a la poesía, sin embargo ya escribió 27 libros y logró una serie de reconocimientos.
—Me alcanzó el tiempo (risas).
—Además, logró que músicos y escritores jóvenes se acercaran a Ud., lo admiraran y transmitieran su obra a muchas generaciones.
—Sí, es verdad. Logré que algunos me conocieran.
—Algunos no, mucha gente. Hasta en México editaron su obra y también filmaron documentales sobre su vida.
—Por eso digo, algunos me conocen.
—¿Cómo será el festejo de estos 95 años?
—Voy a presentar el libro Andanzas Mineras en el Sirio Libanés y sólo espero que los amigos que invité, me vengan a ver en persona.
La historia detrás de “Andanzas mineras II y doce poemas vividos”
“Silencio” es el nombre del último poema publicado en el libro número 27 de Jorge Leonidas Escudero, “Andanzas mineras II y doce poemas vividos”. Un libro que tiene una historia muy particular.
En el año 2004, Escudero publicó su primer libro llamado “Andanzas mineras”, una obra en la que agrupaba poemas referidos a sus incursiones a la montaña en busca de oro, en su época de pirquinero y explorador.
En ese momento, la empresa minera Barrick aportó dinero para la edición de 500 ejemplares y como parte del trato con Ediciones en Danza, que publicaba la obra, 300 libros distribuía la empresa y 200, la editorial.
Conocida la edición, en el 2005, un editar el libro, con la incorporación de veintiún poemas nuevos, Escudero aceptó la propuesta, pero además entregó a Cófreces un sobre que contenía doce obras más: los doce poemas vividos a los que hace referencia el título.
Chiquito le sugirió a su editor que estos poemas cerraran el libro y así fue. “Una vez más, me comentó que tal vez no volviera a escribir y que era su deseo que esos poemas fueran publicados cuanto antes”. Cófreces cumplió con la voluntad del maestro.
Reconocimientos
-- Declaración de Interés Cultural a su Obra Literaria (Resol. 056 Subsecretaría de Turismo y Cultura Gob. de San Juan, 2001)
-- Gendarme Honorario Por Labor destacable ante la Sociedad (Gendarmería Nacional Argentina Agrupación X San Juan, 2003)
-- Reconocimiento a Destacada Trayectoria Cultural (Municipalidad Ciudad de San Juan, 2005)
-- Diploma de Honor del Honorable Senado de la Nación (San Juan, 2005)
-- Doctor Honoris Causa (Universidad Nacional de San Juan, 2006)
-- Premio Antonio de La Torre (Sociedad Argentina de Escritores- San Juan 2006)
-- Miembro de Honor por la Provincia de San Juan: Fundación Argentina para la Poesía (2010)
-- Tercer Congreso Argentino de Cultura: Distinción a Labor Literaria (San Juan, 2010)
-- Ciudadano y Vecino Ilustre: Gral. San Martín (Provincia de Mendoza, 2008), Trinidad (Provincia de San Juan, 2009), Santa Lucía (Provincia de San Juan, 2009), Rawson (Provincia de San Juan, 2012), Capital (Provincia de San Juan, 2013)
-- Primera Mención Premio Nacional de Poesía (Buenos Aires, 2011)
-- Gran Premio de Honor de Fundación Argentina Para la Poesía (Buenos Aires, 2011) lPremio “Rosa de Cobre” de Biblioteca Nacional (Buenos Aires, 2014)
-- Diploma de Honor Poesía Quinquenio 2004-2008 de Fundación Konex (Buenos Aires, 2014)
Bibliografía completa
La raíz en la roca (edición del autor, San Juan, 1970)
Le dije y me dijo (Spae, San Juan, 1978)
Piedra sensible (edición del autor, San Juan, 1984)
Los grandes jugadores (edición del autor, San Juan, 1987)
Basamento cristalino (Filofalsía, Buenos Aires, 1989)
Umbral de salida (RundiNuskin, Buenos Aires, 1990)
Elucidario (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1992)
Jugado (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1993)
Cantos del acechante (Fos- Epsilon, Buenos Aires,1995)
Viaje a ir (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1996)
Caballazo a la sombra (Tierra Firme, Buenos Aires, 1998)
Aguaiten (Canto Rodado, Mendoza, 2000)
Senderear (Martín, San Juan, 2001)
Le dije y me dijo (antología editada en México por Ediciones Azafrán y Cinabrio,2006)
A otro hablar (2001)
Verlas venir (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2002)
Andanzas mineras (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2004)
Endeveras (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2004)
Divisadero (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2005)
Tras la llave (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2006)
Caza nocturna (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2007)
Dicho en mi (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2008)
A un ir a unir (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2010)
Poesía completa (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2011)
Atisbos (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2012)
Sobrevenir (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2013)
Andanzas mineras II y doce poemas vividos (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2015)