A los 104 años falleció la mujer que se convirtió en una leyenda por sus poderes curativos. Doña Felipa, conocida como la “médica de la alfalfa”, falleció en el Día de la Mujer y fue despedida por todo el pueblo de Tudcum. Qué hacía y cómo pensaba la humilde iglesiana, que conmovió a miles de personas con su partida. La siguiente nota fue publicada el viernes 12 de marzo de 2010 en la edición 1426 de El Nuevo diario
El lunes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, falleció Doña Felipa Rojas, conocida por sus facultades sanadoras. Murió a los 104 años, a causa de una insuficiencia cardiaca que se sumó a una bronconeumonía.
Vivió toda su vida en Tudcum, Iglesia, donde comenzó a hacer uso de su don: detectar las enfermedades de la gente a través de la “lectura” de la orina.
Fue conocida como la “médica de la alfalfa” porque además de curar a las personas con yuyos, esta especie era abundante en el lugar donde vivía.
Con sólo mirar la orina dela gente a la luz del sol, diagnosticaba las enfermedades y recetaba plantas como remedios.
Aunque no tenía estudios de ningún tipo, tenía un conocimiento notable de los órganos del cuerpo humano.
A lo largo de los años, cientos de personas dieron testimonio de sanación.
No cobraba por su servicio y recibía donaciones voluntarias que la gente le hacía.
Además de criar a sus 10 hijos, se hizo cargo de 7 chicos que distintas personas le entregaron por no poder cuidarlos. Ninguno heredó su don curativo.
Acostumbrada a llevar una vida sana en el campo, comía las verduras que extraía de las huertas que cultivaba y de los animales que criaba en los jardines de su casa.
Estuvo internada 22 días en el Hospital Marcial Quiroga, donde había ingresado por tercera vez en el último año por sus problemas respiratorios.
Hasta los últimos días fue visitada por decenas de personas en el hospital que llegaban para agradecerle por sus curaciones.
Fue enterrada en el cementerio de Tudcum y fue despedida por todo su pueblo.
Palabras textuales
En diciembre de 2008, Doña Felipa dialogó con El Nuevo Diario, en una entrevista que mostró la esencia de su filosofía y su forma de vida. Estos fueron algunos de los conceptos que comunicó en aquella oportunidad.
Su ciencia
“Dios me pone en la cabeza lo que tengo que decir. Después que miro, solito me viene a la cabeza lo que tiene esa persona, si es del hígado, la “apendis” o un cáncer”. Eso no se enseña, se trae. No es que yo agarré un libro que decía eso es así o esto es asá…Eso se trae y yo no se lo puedo enseñar a nadie”.
Las recetas y la relación con los médicos
“Con los médicos me llevo bien. Algunos han venido a verme y consultarme. Y en el hospital me han atendido muy bien cada vez que he venido. Yo no escondo nada y a la gente le digo todo para que sepa lo que tiene que hacer. Les hago una recetita con los yuyos que tienen que tomar. También les digo si no se tienen que operar, porque hay gente en la que veo que si la operan van a quedar mal”.
El cáncer
“Antes no había las enfermedades que ahora. ¿La gente no se pregunta por qué se enferma de cáncer? La gente come mucho veneno. La carne tiene veneno, a los animales les dan vacunas, remedios que para nosotros son veneno y nosotros los comemos recién carneaditos sin que el veneno se haya destilado. Lo mismo con las verduras. Le echan venenos para los bichos y nosotros nos comemos esas verduras después. El cáncer es como una fiebre cancerosa que agarra el cuerpo y que a veces entra por la cabeza...”