Juan Eugenio de Mallea

El segundo de Jufré, señor de Angaco

Juan Eugenio de Malla o Mallea nació en 1535 en Eibar, Vizcaya. Era hidalgo notorio. Viajó a Chile en el refuerzo de Martín de Avendaño en 1552.

Cuando acaeció la muerte de Don Pedro de Valdivia, en el desastre de Tucapel, se hallaba Mallea en La Imperial a las órdenes de Don Francisco de Villagra, de donde pasó a Concepción y más tarde fue enviado a repoblar Villarrica.

En 1556 acompañó al gobernador Don García Hurtado de Mendoza a Valdivia y en 1558 figuró entre los 150 hombres destacados por dicho gobernador, bajo el mando de Jerónimo de Villegas, para repoblar Concepción a raíz de la derrota sufrida por el mariscal Villagra. Formó parte Mallea, en 1561, de la expedición a Cuyo del capitán Don Pedro del Castillo y asistió a la fundación de Mendoza, donde se le adjudicó solar en el reparto de tierras y se le dio encomienda de indios. Integró, poco tiempo después, la expedición del capitán Don Juan Jufré al valle de Catalve, y se halló presente en la fundación de San Juan de la Frontera como alférez real. Su nombre figura entre los testigos en el acta levantada por el escribano de juzgado Tomás Núñez, el 13 de junio de 1562.

Quedó, seguramente, radicado en la nueva población, pues en 1579 era regidor de su cabildo. Mallea habría sido juez ordinario y contador de la Real Hacienda, alférez real y tenía en su casa el estandarte de Su Majestad; mantenía, a su costa, gente y caballos al servicio del Rey. Habría sido alcalde ordinario de Mendoza, en 1570 y de San Juan de la Frontera, en 1593.

Fue encomendero de Cayampes, en 1605, y segundo señor de Angaco por su matrimonio. Mallea se había casado, antes de 1570, con Doña Teresa de Ascencio, hija del cacique de Angaco, jefe huarpe, bautizado con el nombre de Juan, a quien Don Felipe II calificó de “indio noble”, dándole el “don” como real privilegio y concediéndole “el señorío de Angaco” para sí, sus hijos y sucesores. Su hija Teresa, convertida al cristianismo el día de la Ascensión, adoptó el apellido de “Ascencio”.

De la unión del alférez real y de la hija del cacique nacieron seis hijos: Julián Ascencio de Mallea, natural de San Juan de la Frontera, III señor de Angaco y II encomendero de Cayampes; Elvira Guerrero, mujer de Juan de la Barrera y Estrada, nacida en 1558;  Luciana de Mallea y Ascencio, nacida en San Juan de la Frontera, mujer de Baltasar de Quiroga y Lemos, natural de Chile, guerrero en Arauco, encomendero en Mendoza por 1604, corregidor de San Juan de la Frontera en 1616;  Petronila de Mallea, casada con Juan Gil de Heredia; Cristóbal de Mallea, nacido en 1575, marido de una de las hijas de Alonso Rodríguez Lucero; y Eugenio de Mallea. El fundador habría tenido además un hijo natural, llamado Gabriel de Mallea.

Mallea se hallaba íntimamente vinculado, por lazos de familia, con los vecinos fundadores de San Juan de la Frontera de posición más prominente (Juan Martín Gil, Gaspar de Lemos y Diego Lucero) y con personas principales de Santiago, en Chile (los Quiroga y los Vega Sarmiento). El hecho de haber sido el segundo jefe de la expedición fundadora de la villa, su cargo de alférez real, depositario del estandarte de Su Majestad, su señorío de Angaco y la encomienda de Cayanpes, revelan en él, juntamente con su notoria hidalguía y matrimonio con “india noble” por real concesión española, una posición social, económica, política y militar de importancia en la naciente población.

La posición económica

Sólo nueve de los miembros del grupo fundador tenían una posición económica alta. Esto porque eran encomenderos en Chile o en Cuyo, con ciertas prerrogativas y privilegios de tipo feudal, y gozaban del repartimiento de indios.



Fuente:
Videla Morón, Mario: Los postergados de la gloria, publicado en San Juan en el IV Centenario, Editorial Cactus, 1962

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Las armas de Mallea eran: Escudo partido, a la izquierda un campo azul con cinco vieiras o conchas de Santiago de plata que simbolizan cinco peregrinaciones al sntuario del Apóstol de Galicia, en Compostela; a la derecha un campo oro, un árbol arrancado al natural con una malla de armas en azul y plata pendiente de sus ramas y dos lobos de sable atravesados al tronco. Este conjunto simboliza: el árbol, los fueros vizcaínos; la malla, la justicia; y los lobos la guerra. El escudo tiene bordura general de plata con la leyenda "Maiiegas forua gaitic", o sea, "con la malla, por el fuero". Acompañan a la leyenda ocho aspas o cruces de San Andrés.