Al hablar de la panadería y pastelería de la provincia es inevitable evocar la historia de la familia Gilyam, que ya tiene varias generaciones en ese rubro. Ellos han trabajado en la Confitería El Molino prácticamente desde su creación y son los que hoy siguen al frente de ese negocio tradicional, que ya tiene 80 años.
El holandés que sembró la semilla
Andrés Gilyam tenía ocho años cuando llegó desde Holanda a Argentina, en 1887 y junto a su padre, Adam. Él fue el fundador de esta familia en San Juan y también fue quien inició el trabajo en pastelería, ya que fue mozo de la confitería “El Águila”.
En la provincia, el holandés tuvo siete hijos: Jacinta, Abdón Andrés, Roberto, Hortensia, Adriana, Dora y Reinaldo. De todos ellos fue el segundo, Abdón Andrés, nacido en 1908, quien incursionó en pastelería.
Apenas siendo un adolescentel comenzó a aprender el oficio de panadero pastelero. Al igual que su padre trabajó en “El Águila”, aunque él lo hizo en la parte de producción. Allí, a pesar del recelo que en esa época solían tener los pasteleros, fue aprendiendo algunas recetas y secretos.
El primer pastelero
En 1930 Abdón Andrés se casó con María Josefa Sánchez, una española que llegó al país con dos años. Ella tenía un hermano, Nicolás Sánchez, que instaló la confitería “El buen gusto” y Andrés trabajó un tiempo allí. Luego pasó por el bar lácteo “La martona” y en esa época, en 1931, nació su primer hijo, Mauricio.
Al poco tiempo Abdón Andrés se trasladó con su familia a Caucete. Allí abrió su propio bar, donde vendía algunas de sus masas y tortas. Pero cerró el local después de que éste se convirtiera en el escenario del asesinato de un importante caudillo de la zona y se fueron a Mendoza.
Allá trabajó en la panadería “La balear” pero el sueldo era escaso y decidió volver.
Los comienzos en El Molino
De regreso, Abdón Andrés trabajó en la confitería “La nieve”, donde fue maestro pastelero, ya tenía gran prestigio dentro de ese campo. Mientras, su cuñado, Nicolás Sánchez, abrió la confitería “El Molino” en octubre de 1935, sobre Rivadavia, en la misma vereda del Club Social.
Con el terremoto de 1944 el local de El Molino no sufrió grandes daños pero los muebles junto con la mercadería se cayeron.
Entonces, Nicolás llamó a su cuñado Andrés para pedirle que lo ayudara a acomodar el negocio, que después abrió en otro domicilio, Rivadavia y Jujuy. En esas circunstancias, Sánchez invitó a Gilyam a trabajar en El Molino como un socio más.
En ese entonces, Mauricio ya no era el único hijo de Andrés y María. Después de perder a tres bebés, ayudada por el doctor Elio Cantoni, la mujer tuvo a Alicia, Andrés Francisco, Juan Carlos y María Inés.
Las nuevas generaciones
En 1955 Nicolás falleció y una semana antes de su deceso le dijo a Abdón Andrés, que él quedaría como único dueño. En esa época El Molino trabajaba con diferentes rubros, panadería, tenían fiambrería, rosticería, salón de té y servicio de lunch. Además, ya estaban en el local de Rivadavia entre Mendoza y Entre Ríos y ya comenzaban a trabajar los hijos de Andrés.
Mauricio, Andrés Francisco y Juan Carlos, todos trabajaron en la confitería, que con el tiempo fue dejando algunos servicios para especializarse específicamente en confituras y pastelería y su padre los acompañó hasta que falleció en 1973.
En tantos años de trabajo, muchas anécdotas se han tejido en el tradicional comercio.
Una que la familia tiene muy presente hasta la actualidad ocurrió cuando brindaban el servicio de catering. Les habían pedido la comida para un cumpleaños de quince y por alguna equivocación, tenían anotada una fecha equivocada. Cuando llegó el día de la fiesta, la madre de la quinceañera llamó para preguntar a qué hora llevarían las cosas y ahí todos se dieron cuenta de lo que pasaba. Inmediatamente los Gilyam se pusieron en movimiento. Cerraron el negocio y se pusieron a preparar las cosas y afortunadamente todo salió bien.
El presente de la confitería
En la actualidad son los nietos de Abdón Andrés los que siguen trabajando en la confitería, que desde hace un tiempo tiene dos sucursales, una ubicada en Avenida Libertador, zona de Desamparados, y otra en el departamento de Pocito.
» Mauricio Gilyam, fallecido, casado con Nimia Fuentes, tuvo tres hijos: Estela Gilyam, docente; Silvia Gilyam, profesora de Química y Raúl Mauricio Gilyam, trabaja en la confitería.
» Alicia Gilyam, casada con Ángel Pedro Morilla, tuvo tres varones: Alejandro Morilla, licenciado en Administración de Empresas, vive en España; Marcelo Morilla, directivo en una empresa de telefonía y Gustavo Morilla, tiene una empresa de limpieza en España, donde reside. El esposo de Alicia, trabajó en la confitería de la familia y luego tuvo un negocio de venta de artículos para panaderías.
» Andrés Francisco Gilyam, casado con Yenny Oriz, tuvo cuatro hijos: Cristian Gilyam, que trabaja en el negocio familiar; Jorge Andrés Gilyam, que trabaja en la fábrica de El Molino; Diego Gilyam, que está trabajando en una empresa minera en Santa Cruz y Leonardo Gilyam, que trabaja en la confitería.
» Juan Carlos Gilyam, fallecido, casado con Emilia Zalazar, tuvo un hijo, Carlos
Darío Gilyam, que es el responsable de las sucursales de la confitería.
» María Inés Gilyam, casada con Roberto Nacif, tuvo dos hijos: María Isabel Nacif, ama de casa y Abel Nacif, que es locutor de Radio Nacional.