Roberto Basualdo: “Que quede grabado: no volveré a ser candidato”

—Roberto ¿cómo fue tu niñez en San Juan?
—Fue muy feliz porque vivía en un pasaje donde jugábamos, como jugábamos los chicos antes. Ahora están muy electrónicos. Nosotros jugábamos al futbol, andábamos en bicicleta. Cualquier deporte que se hiciera queríamos practicarlo por más que no supiéramos. Un barrio, un pasaje en el que podíamos estar todo el día con la tranquilidad de que salíamos a andar en bicicleta por el barrio y no teníamos ningún tipo de problema. Hoy, sin querer, se les complica a los niños.

—¿Qué recuerdos tenés de tu padre?
—A mi padre lo admiraba muchísimo. Era comerciante. Empezó en el año 44 con una pizzería con un socio, Evaristo Di Luciano. Tuvieron el primer autoservicio que hubo en Cuyo, el segundo autoservicio de la Argentina. El primero fue Bernardino Brasa en Mar del Plata con La Estrella y el segundo fue Dilbas en San Juan y en toda la Argentina.

—El autoservicio significó un gran cambio...
—Antes era el sistema del mostrador. El autoservicio fue un gran cambio. Si fue el segundo que se instaló en el país, puedo decir que mi padre fue un visionario. Aprendí muchísimo de mi padre y trato de seguir sus ejemplos.

—¿Y de tu madre, qué recuerdos tenés?
—Mi madre, más allá de que dio algunas clases como docente, se dedicó únicamente a ser ama de casa. Cuando era soltera trabajaba pero cuando se casó se dedicó a ser madre de familia. Ella y sus consejos fueron un buen complemento con mi padre. El estaba en la calle trabajando y ella se podía dar el lujo de poder atendernos a nosotros.

—¿Y a qué escuela fuiste?
—Fui a la escuela Superior Sarmiento, donde tuve muchos amigos y sigo teniéndolos. Después fui a la Escuela de Comercio. En aquel tiempo se cursaban seis años y teníamos que ir los sábados en la tarde. Me costó mucho rendir porque era muy difícil entrar a esa escuela en ese momento. Y después estaba arrepentido, no por la escuela porque la base es espectacular lo que estaba arrepentido era de tener que ir los sábados en la tarde con camisa y corbata hasta las seis de la tarde y tener sexto año. Entonces me pasé a un colegio nacional donde te recibías de Perito Mercantil en quinto año. Es así que me recibí un año antes que mis compañeros de la de Comercio y sin tener que ir los sábados a la tarde.

—¿Hiciste el servicio?
—No, me salvé. Soy de diciembre del 57, entonces por quince días me salvé del servicio militar.

—¿Y cuándo empieza la pasión por el automovilismo?
—Desde chico siempre me gustó el automovilismo. Yo vivía en la calle 9 de Julio antes de llegar a Rioja y ahí pasaban a veces los Gran Premio. Era el enlace hacia Santa Lucía o al parque cerrado del Estadio. Recuerdo que era chico y cuando mi padre no me llevaba a ver el gran premio y me quedaba en la puerta del pasaje esperando a que pasaran los autos. Imagínate, pasaban como si fuera un auto de calle pero pintado de carrera, con el ruido de sus motores. Para mí era como haber visto un Formula 1.

—¿Y cuándo fue la primera carrera?
— Cuando cumplí los 18 años ya empecé a participar. En aquel tiempo no se podía correr antes de los 18 años. Primero en el Zonal Cuyano con el Fiat 600, después corrí el Campeonato Argentino con un Turismo IAVA. Cuando empecé con el negocio dejé de correr 4 o 5 años. Cuando empecé a crecer en la empresa volví a correr.

—Y con buenos resultados...
—Tuve la oportunidad de salir cinco veces campeón cuyano con el Turismo IAVA y correr algunas carreras por el campeonato argentino. Pero dejé de correr en el Campeonato Argentino porque me llevaba mucho tiempo y no quería abandonar mi empresa, que es de lo que vivía.

—¿Cómo fueron los comienzos en el mundo de los negocios?
—Empecé con un petit mayorista en un garaje y después terminé con una empresa bastante grande.

—Tu vida siempre estuvo ligada al trabajo.
—Muchos ven ahora la película, pero no la ven desde el principio... Cuando tenía 18 años corria, a los 21 mi papá vendió el negocio. Entre activos y pasivos quedamos sin ninguna deuda pero con el activo muy chiquito. Mi padre, más que plata, me dejó muy buen concepto con los proveedores porque era de una conducta intachable. Los otros días estaba con una gente medio vecina de la calle Chile, donde puse el negocio, en una casa que nos entregó el socio de mi padre. En ese garaje puse el negocio y ellos me veían salir a repartir en una camioneta. Lo único que tenía era un garaje, así que tenía que salir.

—Venta directa...
—Me acuerdo que iba a Sarmiento, especialmente a Media Agua y me quedaba todo el día. Un día me había ido muy mal, todos los clientes me decían tengo, tengo, a las 11 estaba desocupado. Me dije: Voy a seguir un poco más allá y llegué hasta Mendoza. Y en Mendoza me fue muy bien vendiendo y dije, la semana que viene me hago un día de Mendoza y ya después de años puse un vendedor, después una sucursal en San Juan, después otra en Mendoza.

—Te empezó a ir bien...
—Me empezó a ir muy bien y en San Juan y Mendoza crecí. Después me puse en Córdoba, a los años en Tucumán, después en Mar del Plata. Crecimos con varias sucursales. Empezamos con 40 metros cuadrados cubiertos de mercadería y terminamos por 40 mil metros cuadrados cuando vendimos la empresa.

—Es un negocio muy particular el del mayorista, importa vender pero también saber comprar.
—Vender barato vende cualquiera, el problema es comprar barato.

—Amigos que se han dedicado a este negocio me dicen que en las épocas de hiperinflación es cuando hay que tener más cuidado porque ahí te fundís o te capitalizas mucho, depende como te agarre.
—Generalmente la inflación tapa los defectos de los mayoristas, porque vos compras algo en una inflación y si hoy hacés una mala compra, mañana es medianamente buena y pasado es buena. En una época de estabilidad, vos hacés una mala compra y pasado era pésima. Entonces, a muchos los salvó la inflación. Cuando no hubo inflación, muchos negocios desaparecieron, se presentaron en quiebra o en convocatoria. Yo diría que tenés que saber amoldarte a la inflación y a la no inflación.

—Para terminar la etapa de comerciante, un día decidiste vender.
—No decidí vender, nunca en mi cabeza me entró vender. Siempre digo que no he nacido en un changuito de bebé sino en un changuito de supermercado. Mi padre tenía un autoservicio y nací con eso y me gusta. Hoy disfruto, entro a un mayorista o a un comercio y me quedo mirando las góndolas y toda la exhibición. Un día me hablaron a mi oficina de un banco; querían tener una entrevista conmigo. El banco se dedicaba, además de los negocios comunes, a compra y venta de acciones. Yo pensaba que querían venderme alguna acción de alguien...

—¿Y?
—Me dijeron que había un interesado en comprar la empresa.

—¿Qué respondiste?
—Dije no la vendo. Pasó un tiempo y me pidieron otra reunión. Era para lo mismo y al final, haciéndola corta, el año siguiente terminé vendiendo la empresa. Me dieron algo que nunca pensaba. Al final me tentaron, hablé un poco con mis hijas y dije bueno.

—Yo sé que muchas veces has dormido dentro del negocio, te has bañado en una terminal.
—Te cuento, nos estaba yendo bastante bien y teníamos el negocio en Mendoza y dormíamos dentro del negocio. No teníamos la plata para comprar un calefón porque yo prefería ponerla en mercadería. Y en verano, cuando estaba en Mendoza, me bañaba ahí con agua fría. Y cuando me tocaba el invierno, tenía el negocio a 150 metros de la terminal de Mendoza, me llevaba mi toalla y mi jabón y me bañaba allí y volvía a dormir en el negocio. Ya siendo senador nacional, facturando lo que facturamos que era muy importante, una de las más altas de nuestro rubro, me iba en colectivo a Tucumán y dormía en el colectivo y después a Córdoba en colectivo también. Siendo senador y con mi empresa, muchos me decían ¿por qué no te compras un avión? Estás loco, me tomo un colectivo a las 23 y a las 9 me deja en la puerta de mi negocio que estaba a la entrada del acceso de Tucumán. Dormía en el colectivo, llegaba al negocio, me pegaba un baño y trabajaba. Y capaz después me tomaba un avión y me iba a Buenos Aires.

—O sea que podrías competir con coreanos y chinos
—Cuando me dicen que los chinos hacen lo que hacíamos nosotros, me causa gracia.

—Pero es como que cambiaron muchos los tiempos. Cada vez hay menos gente que trabaje 14 horas.
—Es que no hay una fórmula superadora para poder crecer bien. Si vos querés crecer poquito, trabajas poquito; querés crecer mucho, trabajá mucho. Esto es así. Es como entrenan los jugadores de futbol de los equipos grandes. Y es la misma historia, a vos te va bien porque son horas que estás acá.

—¿Cómo a alguien que le va bien en los negocios, que es exitoso, que tiene negocios en todas partes, un día dice me quiero meter en la política? Yo escuché siempre a gente de experiencia que decía que el político tiene que entregarle la honra a los chanchos.
—Yo he conocido a muchos políticos que son sumamente honestos, lo que pasa es que los que son deshonestos son la minoría, pero son los más populares, entonces nos enteramos de todo. Un tipo hace las cosas bien y no te enterás, hace las cosas mal y obviamente es más noticia.

—Pero podés estar en boca de la gente siempre
—Por supuesto, siempre y por un Facebook cualquiera, te dicen: “Mire, usted, tiene una empresa en Estados Unidos que no la tiene declarada”, qué tengo que ver si no es mía. Pero todas esas tonteras las tenés que escuchar, las tenés que ver.

—¿Y qué hacés en ese caso?
—Cualquiera puede decir lo que quiera. Yo digo: si realmente ustedes creen que estoy haciendo las cosas mal, vayan, denuncien y listo.

—¿Por qué decidiste meterte en política?
— Porque creo que todos tenemos que participar si creemos que está mal lo que se está haciendo, caso contrario no nos podemos quejar. Nosotros nos quejábamos cuando pagábamos mucho impuestos y seguimos pagando muchísimos impuestos. Bueno, si cree que está mal, participe. Es como si vas a un club y no te gusta cómo está la pileta o no te gusta cómo está el pasto. Tenemos tres opciones: la primera, tratar de cambiar la comisión y empezar a participar para poderse integrar a la nueva. Esa sería la más difícil. La segunda es quedarse callado. Y la tercera es renunciar al club. Yo prefiero participar porque tampoco me voy a quedar callado ni me quiero ir de este país. Esto es lo que me gusta, San Juan me gusta, esto disfruto, tengo mis amigos, el clima nuestro te puede gustar o no, pero el entorno que tengo en San Juan no lo tengo en otro lugar. Puedo tener mejores departamentos donde quiera, mejor casa pero tus amigos, tu crianza, eso vale oro.

—Roberto, en la vida todos tenemos momentos felices, momentos tristes. Vos tuviste la pérdida de un hijo que no debe ser nada fácil.
—Perdí un hijo cuando era muy chiquito, tenía dos meses y medio, indudablemente son momentos, en la vida estamos programados para perder el padre pero no un hijo.

—¿A raíz de la muerte de tu hijo creaste la fundación?
—Antes el dinero lo donábamos de la empresa y después el sueldo de senador. Ahora la fundación no la tengo.

—¿Por qué?
— La fundación estuvo ocho años. Para que nadie diga, como estoy en la política, “ah... Roberto desgrava impuestos de su empresa”. Entonces, mi sueldo directamente lo dono a diferentes instituciones A 15 instituciones le donamos y una parte lo tenemos para un eventual. Pero donamos a instituciones y se acabó el problema. Y no pasa por la fundación, porque la tenés sin movimiento. Quería que mi fundación no tuviera ningún beneficio del Estado. Entonces, mientras esté en la política nada pasa por la fundación. Le di de baja hace dos años. El sueldo lo sigo donando, antes se lo donaba a una fundación y ahora lo hago directamente.


BASTA DE CANDIDATURAS
—¿Alguna vez te viste gobernador de San Juan?
—Me preparé muchísimo y tenía un muy buen equipo en el 2003. Si vos tomás las encuestas de abril del 2003, ganaba por 18—20 puntos y después en octubre, se terminó dando vuelta y terminé perdiendo por 8—9 puntos. El 2007 fue para mantener mi equipo, mi gente, mi partido, para que estuviera vivo y gracias a Dios hoy sigue siendo un partido, somos una fuerza muy importante. La mitad de los sanjuaninos quiere al gobierno actual, pero un tercio nos quiere a nosotros, un tercio no es poca cosa cuando estás en política.

—¿Y ahora?
— Y bueno, gracias a Dios, el partido va a tener continuidad;lo dejamos en muy buenas condiciones.

—Eso suena a retiro...
—Yo no voy a ser más candidato. Lo bueno de decirlo acá es que si algún día quiero ser candidato, dejá esta parte grabadita por las dudas, para que recapacite. Cumplí mi función. Pero sí voy a seguir haciendo política. Primero tengo que terminar mi mandato de senador pero candidato no seré más.

—¿Y qué vas a hacer en el partido?
—Voy a acompañar a otros candidatos. Mientras tenga vida voy hacer política, trabajando para otros, siendo asesor pero no trabajando en forma particular, o sea no siendo yo candidato. Es la primera vez que le voy hacer caso a mi mamá.

—¿No quería que fuera político?
—Mi mamá falleció en el 2007 y cada vez que tenía elecciones ponía una velita para que no fuera electo, no quería saber nada. Y si mi viejo hubiera estado vivo me habría puesto un patadón. No quería saber nada. Capaz después hubiera sido el principal fanático mío pero al principio hubiera dicho no.

—Prepararse mentalmente para ser gobernador es decir voy a entregar un pedazo de mi vida.
—Yo, capaz que a las tres de la mañana me iba al hospital o a una comisaria. Olvídate, iba a entregar parte de mi vida ahí. Pero iba por un bronce, para tratar de hacer lo mejor. Pero bueno, creo que todo gobernador trata de hacer lo mejor. A algunos le habrá salido mejor, otros peor, pero todos los gobernadores tratan de hacer lo mejor y yo también lo quería. Por eso a veces un presidente de la Nación, un gobernador, están cuatro años y parece que en su físico hubieran pasado 40 de vida. Quedan destruidos.

—Eso de que todos queremos lo mismo no sé si es así. Creo que hay intereses sectoriales y diferencias ideológicas...
—Está bien, pero en las doctrinas partidarias todos quieren lo mismo, todos quieren tener educación, todos queremos salud, todos queremos seguridad, todos queremos generar trabajo, todos queremos lo mismo. Aunque de diferentes formas queremos el mismo objetivo.

—¿Y quedó algún recuerdo del Basualdo peronista?
—La doctrina peronista es espectacular y hay que cumplirla. La doctrina de los partidos es muy buena. Dentro del peronismo hay quienes la cumplen de una manera y otros de otra, porque no es lo mismo el peronismo que está ahora que el peronismo del Frente para la Victoria o el del 90. Son diferentes peronismos, aunque todos se llamen así. Creo que hay que buscar un peronismo más equilibrado.

—Hay una frase que la has repetido muchas veces y que a mí se me quedó grabada: “El dirigente, cuando llega a la función pública, deja en la casa el sentido común”
—Siempre digo que si tuviéramos en la política el sentido común que tenemos en nuestra casa, la política andaría de primera, el país andaría mucho mejor. Creo que todos cuando vamos a la empresa ya dejamos 30—40% de sentido común en la casa..

—O sea que en la casa tenemos más sentido común...
—Cuando estamos en la casa tenemos el 90%, salvo cuando hay separación o divorcio que se pierde todo el sentido común. Pero generalmente tenemos el 90% de sentido común. Pasamos a la parte comercial y tenemos el 60—70%. Y cuando nos venimos a la política, nos queda el 70% en la casa y el 30% en la política. Si realmente todos usáramos el sentido común, muchas cosas se podrían solucionar.

—Tu partido se llama Producción y Trabajo, pero todos lo reconocen como el “Basualdismo”. Eso no será fácil de cambiar.
—No, seguramente, pero ahora lo van a cambiar. Porque el presidente del partido será Marcelo Orrego y le dará también su impronta. Y es bueno que lo haga. Y el partido se reconocerá por el nombre que es, Producción y Trabajo y pertenecemos al frente Cambiemos.

—Todavía te veo más como un deportista, como un empresario y menos como un político aunque ya llevas muchos años en política ¿Cuál es tu imagen de la política hoy?
—Creo que a la política la tenemos que sincerar de una vez por todas. No pensar en lo que hacemos sino en lo que hay que hacer. Para tener un país serio tenés que tomar medidas serias. No tenemos que decir lo que la gente quiere escuchar, tenemos que hacer lo que haga falta hacer y capaz que no sea lo que quiere escuchar la gente.

—¿Qué es lo que viene hoy en el mundo? Un mundo donde los Trump o los Macri superan electoralmente a los políticos tradicionales...
—Creo que lo que se viene es que van a poder participar muchos, que cualquiera puede ganar. Creo que es bueno que todos podamos participar y que cualquiera pueda ganar, que no haya una receta. Hay gente que teóricamente no podía ganar y ganó y han hecho a veces gestiones mejores de las que pensaban. Y eso es bueno. Lo importante es que podemos participar, podemos trabajar y puede ganar un albañil, puede un sindicalista como fue Lula o un empresario como Trump. Pero lo importante es que puedan competir entre ellos y hacer buen gobierno.

¿Alguna vez se te pasó por la cabeza jugar nacionalmente? ¿Jugar como Trump o Macri?
— No. Primero, no tengo recursos, siempre a las campañas me las he bancado con mi patrimonio y bueno, indudablemente para una campaña necesitaría 200—300 veces más de lo que me cuesta una local, lo que es imposible. Además, no tengo estructura. Nunca se me ocurrió. A los vidrios los puedo masticar pero no tragarlos.


BASUALDO ÍNTIMO
—Dentro de tu vida personal, vos te separaste, tenés tres hijas...
—Tengo tres hijas, estoy separado. Tengo cuatros nietos, dos hijas casadas y una de novia.

—¿Vivís parte del tiempo acá y parte en Buenos Aires?
—Parte en San Juan, parte en Buenos Aires por mi trabajo y parte en Mendoza porque tengo parte de la familia y algunas actividades.

—Este ciclo se llama ¿Qué hiciste con tu vida? y la pregunta es ¿Cuál es el resumen de tu vida?
—Trabajar mucho, ponerle mucho empeño a lo que hacía, descuidando cosas.

—¿Qué descuidaste?
—Descuidé parte de la vida familiar. Por ejemplo, ahora tengo más vivencias con mis nietos que con mis hijas, porque trabajando 12—14 horas todos los días y cuatro días a la semana afuera entre San Juan y Mendoza, a veces Córdoba, Tucumán y Mar del Plata, todo se complicaba. Con el automovilismo y con la política, fue lo mismo. Mucho sacrificio y mucho esfuerzo, muchas ganas. Y rodearse de buena gente. Yo tuve éxito por el equipo que tenía, por la gente.

—¿Hay algún momento en que te relajás?
—Cuando estoy haciendo gimnasia. Ahí me relajo, puedo estar bien, me desenchufo. También cuando estoy con mis nietos o con los amigos. Todos tenemos momentos de relax, lo que pasa es que estamos siempre muy activos.

—¿Pero ves películas, tenés lecturas?
—Sí, pero las lecturas que tengo son de la parte económica. Me fascina saber qué le pasó a tal país que aplicó tal medida y cómo le fue.

—Y después, alejado del partido, de los negocios o del tipo de negocio que tenías antes ¿alguna vez se te pasó por la cabeza reiniciar una vida matrimonial, buscar a alguien para compartir los últimos años o no?
—Si, por supuesto, siempre estamos con esa idea. Al ser humano por lo general le gusta estar en convivencia y siempre vamos a tratar de concretarlo.

—Si elegimos una canción para despedir esta entrevista ¿Cuál sería?
—Cualquier canción. Por ejemplo Serrat, me gusta muchísimo.



CÓMO LO VI
No es fácil penetrar la coraza de Roberto Basualdo. Su discurso es conciso, breve y absolutamente inmodificable. Se mueve con la soltura de un mercader veneciano y la precisión del corredor de automóviles que alguna vez fue.

Sabe dónde está parado. Y es en vano pedirle que apueste a un futuro personal distinto.

Seguramente sería fácil sacarlo de sus casillas, contradecirlo, hacerlo enojar. Pero el cronista, ducho en cien batallas, se pregunta si eso tendría sentido. Roberto es Roberto. Y está contento de serlo. No es para menos. Ha sido exitoso en todo lo que ha encarado y no quiere más.

JCB



EL PERFIL PSICOGRAFOLÓGICO POR: ELIZABETH MARTÍNEZ GRAFOANALISTA
* Se observa una descarga de tinta sobre el papel que es discontinua, manifestando posible oscilación de su nivel de energía vital.

* Se detectan faltantes de rasgos constitutivos de las letras, revelando rapidez por terminar su producción.

* La escritura se encuentra desligada, desunida, manifestando posiblemente una actitud de control que favorecería el individualismo, la prudencia y la cautela o prevención reflexiva al momento de contactar con otras personas.

* Se detecta vivacidad, dinamismo, iniciativa y fuerte sentido de la acción. Buscaría alcanzar los objetivos personales con prontitud, es decir en el menor tiempo posible.




Entrevistas y textos: Juan Carlos Bataller
Edición para TV: Mariano Eiben
Mixer: Luciano Bataller
Diseño: Miguel Camporro
Cámaras: Nicolás Mercado
Grafología: Elisabeth Martinez
Caricaturas: Lucho Velazquez
Desgrabación textos: Joana Icazatti
Maquillaje: Charly Ramos


Entrevista realizada por Juan Carlos Bataller entre noviembre y diciembre de 2017. Publicada en La Pericana número 105 del viernes  27 de abril de 2018, en la edición 1814 de El Nuevo Diario.


       

GALERIA MULTIMEDIA
Esta foto fue tomada en Mar del Plata en el verano de 1958 y el pequeño Roberto tenía un año y disfrutaba las vacaciones junto a sus padres. (Foto proporcionada por la familia Basualdo)
Juan Roberto Basualdo y Herminia “Pochola” Muñoz, padres de Roberto (Foto proporcionada por la familia Basualdo)
Roberto Basualdo en 1985. Fue campeón cuyano en cinco oportunidades y corrió en Turismo Nacional en la monomarca Gol y Top Race. En esta foto aparece a la derecha con el pelo muy largo posando junto a su automóvil
Roberto Basualdo, de vacaciones con sus hijas
Roberto Basualdo junto a sus nietos Gervasio y Chloé
Roberto Basualdo junto a su familia, luego de jurar como senador
Manuscrito de Roberto Basualdo que permitió hacer el estudio grafológico a la profesional Elizabeth Martínez
Durante las últimas elecciones, votando en la Escuela Industrial
Roberto Basualdo en una caricatura realizada por Lucho Velázquez
Roberto Basualdo fue entrevistado por Juan Carlos Bataller en el ciclo "Qué hiciste con tu vida"