El territorio sanjuanino soportó la acción perniciosa de sucesivas invasiones desde antes que conquistara su autonomía provincial, el 1 de marzo de 1820. En diversas ocasiones llegaron a estas tierras de Cuyo, caudillos federales y militantes unitarios.
San Juan fue atropellada por loa caudillos del noroeste argentino y también fustigada por tropas unitarias en los encuentros de Punta del Monte y la Chacarilla.
Son varias las incursiones invasoras que pueden citarse; trataremos de narrarlas sucintamente en orden cronológico.
Los caudillos, desde su mal entendido federalismo, fueron los principales protagonistas que enarbolaron banderas y leyendas, sin alternativas. Como: "Religión o Muerte”; “Unidad Americana”; “Federación o muerte”; “Mueran los Salvajes Unitarios”, etc.
En San Juan la Corriente liberal fue importante con exponentes como Fray Justo de Santa María de Oro, Del Carril, Sarmiento y otros en sus épocas respectivas.
También tuvo su caudillo federal, don Nazario Benavides, felizmente manso, que la gobernó por más de dieciocho años como exponente cuyano del rosismo.
Puede afirmarse que, de por medio, este federalismo mal entendido y el liberalismo no comprendido, fue mis el saldo negativo que positivo donde no menudeó la muerte, el hambre y los sacrificios como consecuencias inmediatas v mediatas.
José Curren (1821)
El 30 de agosto de 1821 llega a Punta del Médano al norte de Huanacache. San Juan, con manifiesta Intención de invadir territorio sanjuanino. La provincia asumió su defensa y en el amanecer del 31 de agosto los montoneros fueron vencidos dándose a la fuga Carrera con sus huestes, dejando numerosos muertos y heridos. Carrera fue traicionado por sus oficiales que lo entregaron a las fuerzas de Mendoza en Jocolí, siendo fusilado poco después por el gobierno de Tomás Godoy Cruz quien formó un Consejo de Guerra que lo mandó ejecutar en septiembre del mismo año. José Miguel Carrera murió donde fueron fusilados sus hermanos Juan José y Luis, dos años antes, por orden de don Toribio Luzuriaga (8-I-1818). El fusilamiento se llevó a cabo en la Plaza Mayor de la ciudad. Hubieron otros ejecutados, entre ellos Juan Alberto Benavides, hermano de Nazario. El notable pintor Juan M; Blanes inmortalizó los últimos momentos en un lienzo conocido, según lo recuerdan Peñaloza y Arias en u historia de San Juan.
Los Aldao, Juan de Dios Correa y Salvador María del Carril (1825)
El sangriento encuentro de Las Leñas, producido en Pocito (7-9-1825) nominado como la Primera Rinconada constituyó, por sus características, una verdadera invasión atropellando la autonomía provincial.
Del Carril forzado a dejar el gobierno de la provincia (26-6-1825) solicitó el apoyo al gobernador de Mendoza don Juan de Dios Correa para ser respuesta en sus funciones gubernativas de las que había sido violentamente separado. Fue escuchado por el gobernante mendocino al margen del concepto nacional de gobierno y en consecuencia, autorizó a los militares José Aldao y Félix Aldao que asumieran la responsabilidad militar de la reposición de Del Carril quien, también, acompañó al grupo de invasores.
La invasión mendocina fue resistida por el gobernador sanjuanino, a la sazón, don Plácido Fernández Maradona quien combatió en los campos de Las Leñas siendo vencido en acto de guerra que ensangrentó la provincia; hubo más de 100 muertos, 200 heridos y gran número de prisioneros.
Esta invasión de los Aldao carente de sustentación jurídica e históricamente criticada, constituyó un menosprecio al mantenimiento de las autonomías provinciales.
El doctor Salvador María del Carril renunció al día siguiente de ser repuesto, partiendo para Buenos Aires.
Otra vez los Aldao (Niquivil - 1829)
Producida sublevación en las Quijadas (30-5-1829), el caudillo mendocino Félix Aldao resolvió invadir a San Juan para castigar a los sublevados (1829). Ante esta actitud el gobernador sanjuanino José M. Echegaray abandonó el gobierno por no tener fuerzas para repeler la invasión. Quedó al frente del gobierno un jefe militar prestigioso por su capacitación y valentía, coronel Nicolás Vega quien organizó su cuartel de resistencia en Pocito.
Vega se presentaba para enfrentar a Aldao cuando tuvo noticias que las fuerzas de éste eran muy numerosas y bien equipadas. Son pérdida de tiempo se dirigió a Jáchal donde tenía la seguridad de organizarse mejor.
Aldao tomó San Juan cometiendo las tropelías propias de esta clase de invasiones y ordenó perseguir a Vega y a los sublevados en Las Quijadas.
El mayor Nicolás Vega que había juntado un buen número de reclusos esperó en Niquivil (Jáchal) a la vanguardia del caudillo mendocino mandada por el comandante Casimiro Recuerdo.
Se produjeron los encuentros en Niquivil (25-6-1829) y luego Tafí, donde triunfaron los federales.
Niquivil es famosa históricamente, más que por su significado militar, por la presencia en ella de Domingo Faustino Sarmiento quien contaba sólo dieciocho años, obteniendo su bautismo de fuego y grado miliar. Fue designado subteniente el campo de batalla por ser protagonista de un acto de arrojo que le llevó cruzar el campo de fuego enemigo para entregar una orden de Vega al jefe del ala derecha del ejército. Sarmiento cumplió su cometido con gran riesgo de su vida y el grado militar obtenido le sirvió para actuar, poco tiempo después, en la batalla del Pilar (22-9-189) donde salvó milagrosamente la vida mientras su compañero de lucha doctor Francisco Narciso de Laprida, apareció asesinado quedando insepulto su cadáver.
Juan Facundo Quiroga (1827- 1834)
Quiroga fue el caudillo de mayor prestancia que tuvo el noroeste argentino, cuya trascendencia fue nacional. Sarmiento escribió uno de sus libros más importantes llamándolo Facundo – Civilización y Barbarie. De rancia estirpe española, fueron sus padres José Prudencio Quiroga y Larrea, sanjuanino, y doña Juana Rosa de Argañaraz, riojana; Juan Facundo nació en San Antonio de los Llanos en 1788.
Quiroga había tomado Tucumán arreglando las cosas de acuerdo a sus intereses políticos. Luego se dirigió a Cuyo adonde los gobiernos unitarios mendocinos y sanjuaninos les bastó el conocimiento de que Facundo avanzaba con sus tropas para que abandonaran sus gestiones, maltrechas por las presiones federales. ¡Tanto era el predicamento de Facundo! Ante esta situación todo Cuyo quedó en manos del Tigre de Los Llanos sin que se produjeran hechos de armas relevantes (1827).
Entre 1827 – 1832 los amigos de Quiroga lo creyeron terminado políticamente pero no sucedió así. El caudillo resuelve instalarse en San Juan, con su familia, dirigiendo la reorganización de las tropas federales, constituyendo su cuartel general. La ciudad padece su presencia exigente y soberbia; al respecto Félix Luna dice en su obra “Los Caudillos”; “Todos los medios fueron buenos…; contribuciones forzosas, amenazas y exacciones”.
Después de la derrota de La Tablada, Quiroga, se recompone y no tiene otra aspiración que da nueva batalla al general José María Paz, jefe unitario.
Se produce Oncotavio, “el encuentro de las danzas y contradanzas”. Quiroga es sorprendido por Paz y Lamadrir y, la batalla se transformó en una “loca disparada”, el marco Paz triunfó nuevamente y Facundo vencido, se dirige a Buenos Aires donde su amigo Rosas lo espera.
En 1833 regresa a San Juan donde se propone realizar gran empresa: la expedición a los indios del sur. Instalado en San Juan quiere realizarla pero los achaques de una vejez prematura se lo impiden; regresa nuevamente a Buenos Aires donde permanece un año acercado a Rosas y a la vida social de la época.
Recibe una misión de Rosas y cuando estaba cumpliéndola, el 16 de febrero de 1835 es asesinado por una partida opositora en Barranca Yaco. La misión encomendada era mediar en el conflicto entre los gobernadores Alejando Herrera y Pablo de la Torre, de Tucumán y Salta, respectivamente.
Facundo fue de los caudillos del noroeste, el que más estuvo en San Juan pero no dejó bueno recuerdos, son advertirse arrestos de grandeza ni manifestaciones de obra realizada.
El 24 de setiembre de 1833 Quiroga asiste a un episodio sentimental, pues, Nazario Benavides contrae matrimonio con una niña de la sociedad sanjuanina Telésfora Borrego y Cano, boda que fue apadrinada por Facundo, teniendo resonancia particular por las características de los contrayentes
General Tomás Brizuela (contra – invasión a San Juan - 1836)
El 16 de febrero de 1835 se produjo el asesinato de Juan Facundo Quiroga en Barranca Yaco. Este acontecimiento acentuó la tranquilidad en que vivía San Juan ya que las huestes llanistas permanecieron desorientadas por algún tiempo.
Además gobernaba San Juan coronel José Martín Yanzón de origen “Quiroguista” (27-4-1834). Larraín en el País de Cuyo dice: `Yanzón era débil, de cortos alcances y por eso lo vemos incurrir en contradicciones a cada paso y fluctuar entre ideas encontradas que le habían de conducir a su trágico fin . . . sin embargo, tuvo el buen sentido de asociar a sus tareas a hombres competentes, por su saber, como Timoteo Bustamante, Domingo de Oro y Victorino Ortega”.
Mientras tanto el acontecer histórico no hacía pensar en un hecho inusitado de apetencias políticas. Nadie advertía, salvo algunas delegaciones, que el citado gobernador Yanzón organizara fuerzas, casi ocultamente, so pretexto de posibles ataques provenientes de los Llanos. Sin embargo, Yanzón preparaba fuerzas para invadir a La Rioja, con argumentos fútiles y ambiciones desmedidas. El decidido invasor suponía que la muerte de Facundo había producido en la vecina provincia en un gran decaimiento político militar. Gobernaba el general Tomás Brizuela apoyado militarmente por Fernando Villafañe. La suposición de José Martín Yanzón fue equivocada como se demostró de inmediato.
La invasión a La Rioja se produjo pero las fuerzas sanjuaninas fueron derrotadas por Brizuela y Villafañe en el encuentro de Pango (Fambialá). Hubo numerosos prisioneros y muertos y el mismo gobernador Yanzón tuvo que huir a Chile para no ser apresado, desapareciendo del mapa político de la época a pesar, de su recóndita aspiración de ocupar, nada menos, que la jefatura dejada vacante por Facundo. Posteriormente murió asesinado en 1842 en Santa María (Catamarca).
La consecuencia extraordinaria de la invasión sanjuanina fue que Brizuela y Villafañe resolvieron contrainvadir punitivamente, con 700 hombres a la provincia de San Juan. San Juan estaba atónita e inerme; la contrainvasión se produjo y la ciudad fue tomada sin necesidad de hacer uso de armas.
Brizuela quedó dueño de la situación imponiendo a los sanjuaninos duros reclamos indemnizatorios por daños ocasionados en el encuentro de Pango. Se pidió, como indemnización, sumas tan grandes que resultaba imposible pagarlas. Finalmente se transigió para obtener la ansiada tranquilidad, pero después de largas gestiones de una comisión de vecinos que pudo transigir mediante la entrega de treinta y un mil quinientos noventa y cinco pesos , novecientos uniformes, trescientos fusiles, trescientos sables, quinientas mulas y mil caballos. Asimismo nos parecen cifras exageradas. Según el historiados, doctor Horacio Videla, intervino, también, en estas gestiones a favor de San Juan, Rosas y doña Dolores Fernández, viuda del general Juan Facundo Quiroga. Intervinieron, igualmente, José Pelliza y Eugenio Corvalán designados por el gobierno mendocino.
La contra-invasión duró algo más de dos meses, de enero a marzo de 1836, dejando exhausta a la provincia e imponiendo el sello caudillesco de la época.
Otra consecuencia política inmediata, fue la elección de don Nazario Benavides como gobernador de San Juan (8-5-1836) con la aquiescencia de don Juan Manuel de Rosas; Benavides gobernaría la provincia durante largo tiempo.
Invasión Unitaria de los generales Mariano de Acha y Gregorio Araoz de Lamadrid (1841)
De este tema nos hemos ocupad específicamente al referirnos a la batallas de Angaco o Punto de Monte y La Chacarilla; por tanto nos remitimos al trabajo referido para no ser reiterativos.
En la batalla de Angaco o Punta del Monte, Acha resultó vencedor; en La Chacrilla vence Benavídes, 16 y 22 de agosto de 1841.
GENERAL ANGEL VICENTE PEÑALOZA (1842)
Peñaloza apodado el Chacho, tuvo influencia ingrata en San Juan, constituyendo sus intervenciones motivo de angustia y penurias.
En 1842, regresado de Chile ocupó el valle de Jáchal con fuerzas bien armadas cuyo destino era La Rioja y Catamarca. Constituyó una ocupación pacífica sin mayores relevancias, pero, desgraciadamente el andar de estos señores de horca y cuchillo no terminaba con lo ocupación territorial; la cuestión radicaba en la dureza con que trataban a los habitantes por donde pasaban para obtener, gratuitamente, remontas, vestuarios y vituallas para sus tropas. Durante su edad sometían a las poblaciones a actos de crueldad terminados a veces con asesinatos por falta de acatamiento.
El caudillo llanisto cruzó por San Juan con fuerte escolta en compañía de la Victor o Chacha, doña Victoria Romero con quien había casado en 1840 y le acompañaba, como un soldado, en sus andanzas que habitualmente partía de los llanos de La Rioja donde tuvo siempre sus principales reductos.
Advirtiendo que en las correrías de los caudillos del noroeste haremos referencia, con frecuencia a Los Llanos, aclaramos que tal región no recibe este nombre por tratarse de zonas llanas ya que presentan serranías a veces bastantes escarapadas, sino a los títulos de propiedad de dicha enorme extensión que perteneciera a una vieja familia de entroncamiento colonial de apellido Llano.
En 1843 el Chacho avanza sobre San Juan a nuevamente y es batido el 8 de marzo por Benavides en El Leoncito, logrando pasar a Chile.
En 1844 escribe eses Chele a Benavides, ofreciéndole a actuar con las tropas federales a cambio de ser respetada su vida y la de sus compañeros. Benavides le concede una especia de indulto y el Chacho regresa a San Juan el 21 de febrero del año citado. Rosas solicita a don Nazario la entrega del Chacho pero este se rehusa, respetando la palabra empeñada.
Para evitar inconvenientes a Benavides con Rosas, Peñaloza se repliega hacia Los Llanos pero en 1845 vuelve a visitar al gobernador de San Juan en situaciones de extrema pobreza, Benavides avala una compra de ropa parte del Chacho en la tienda de los Laspiur y lo protege de los sicarios rositas que pretenden darle caza.
En 1863 disgustado por el asesinato de su amigo Benavides hace sentir su fuerte protesta contra San Juan, enviado la vanguardia de su ejército que produce la batalla de Caucete resultado vencedor el mayo de las fuerzas nacionales don Pablo Irrazábal delegado de Arredondo.
Esta derrota tuvo la inesperada consecuencia de la muerte de Peñaloza en Loma Blanca, Olta, en 1863, consecuencia que tuvo repercusión nacional.
Fue, lógicamente, su última incursión sanjuanina dando lugar a que sus subordinados cometiesen exacciones. Gobernaba la provincia don Domingo Faustino Sarmiento próximo a renuncia para hacerse cargo de la representación diplomática de la Nación en los EE. UU.
Felipe Varela (1867)
De origen catamarqueño actuó como coronel, grado con el que muere 1870.
En 1866 Varela estaba en Chile donde según dice Félix Luna en su obra citada: “consiguió que el coronel Estanislao Mediana, de esa nacionalidad levantara dos batallones bien equipados, caso totalmente compuestos por chilenos y una vistosa bandera blanca y punzó de seda, con estas leyendas: : “Federación o Muerte”; Viva la Unión Americanas; Viva el Ilustre capitán General Urquiza; Abajo los Negreros Traidores a la Patria”. Varela se declaró cabeza principal de la reacción antimitrista en el noroeste argentino.
La difusión de una proclamada de Varela (10-12-1866) se extendió por el noroeste haciendo suponer que el “golpe de gente” que traían Varela y Medina eran mucho mayor. A fines de marzo de 1867 Varela arriba a Jáchal la que ocupa sin hacer uso de armas; tiene algunas conferencias con personajes de la región en las cercanías de la ciudad de San Juan y prepara sus huestes para seguir a los Llanos y Guandacol. Consigue que las tropas que fueron enviadas para repelerlo se subleven a su factor al mando del sargento Arístides Coria.
La estada de Varela en Jáchal fue corta, pero, las exacciones fueron extraordinarias. El recuerdo que dejó en la región es la de un gaucho malo y cruel, pesando sobre su persona el informe de Mitre que dice: “Varela por más que lo recomiendo don Domingo de Oro en un gaucho malo, corrompido hasta la médula de los huesos”.
No vuelve a las tierras sanjuaninas por lo menos que haya registro histórico, y el 4 de junio de 1870 murió en el pueblo chileno de Antoco atacado de una agobiante tuberculosis.
En 1872, desaparecido Varela Jáchal siguió siendo duramente golpeada por la montonera, particularmente por caudillejos como Berna, Carrizo, Elizondo y Santos Guayama que con grupos de hombres “alzados” se dedicaban a cuatrerear mientras Guayama era fusilado en San Juan Clemente, San Juan.
Reiteramos que Jáchal, limítrofe en larga extensión con Los Llanos de La Rioja y la frontera chilena, sufrió crueles correrías por parte de gauchos que se dedicaban a desolar. Llegaron a organizar resguardos permanentes en las laderas de las montañas para refugiarse durante sus
andanzas.
INVASIÓN DE LOS COLORADOS (1867)
Fue gestada en Mendoza. El 9 de noviembre de 1867 se produjo en la cárcel mendocina una sublevación de presos a la que se dio carácter político, impulsada por el coronel Juan de Dios Videla en compañía de los jefes Viñas y Olascoaga.
Los sublevados dieron en llamarse Colorados, distinguiéndole por el uso de un cintillo tojo de reminiscencia rosita; enfrentados con el gobernador mendocino arroyo lo obligaron a renunciar.
El éxito obtenido envalentó a los Colorados quienes dispusieron la invasión a San Juan; gobernaba esta provincia don Camilo Rojo, hombre probo y respetado.
Los insurrectos se preparaban para la invasión alistando un número importante de soldados. En cambio Rojo dispuesto a resistir, sólo juntó 1.200 reclutas. El encuentro se produjo en campos de Pocito dando lugar a Tercera Rinconada (5-1-1867).
Los efectivos sanjuaninos resultaron vencidos tomando los Colorados de la ciudad de San Juan, por asalto con gran despliegue de fuerzas y actos de crueldad que humillaron a hombres, mujeres y niños. Esta invasión se recuerda por los sanjuaninos como un acto de bandidaje, tristemente célebres, protagonizada por los llamados Colorados, mendocinos, hombres sedientos de botón, sin ley ni moral.
Las fuerzas nacionales repusieron al gobernador Rojo el 20 de abril de 1867 quien renunció poco después decepcionado, retirándose definitivamente de la vida política (21-8-1867).
Fuente: Fernando F. Mó. (1988). Cosas de San Juan (para descansar e informarse). (Tomo III). San Juan: Argentina