Una de las protagonistas de la época de oro de la radio dejó los micrófonos en el 2008 después de cuatro décadas. Una sanjuanina que vivió en Europa y EEUU pero que decidió volver por sus afectos, cuenta cómo comenzó su romance con el medio radial.
Nilda Delgado, una de las grandes voces de la radiodifusión sanjuanina y nacional dejó los micrófonos de radio Colón en el 2008, después de 4 décadas.A lo largo de su carrera tuvo26 ciclos de programas radiales y participaciones en distintos canales y emisoras del país y del mundo, la locutora se dedicará a sus proyectos personales.
Desde que comenzó su carrera a los 18 años, Nilda fue protagonista de la época de oro de la radio e impuso su impronta en recordados programas como “Hola hola mujer”, “Música para Soñar” y “Burbujas”.
Siempre alternó su vocación por las noticias y la música con la docencia y más tarde, puso su experiencia al servicio de las nuevas generaciones en radio Universidad. Su voz la llevó a recorrer el país, a trabajar en canales como el 8 de San Juan, el 7 de Mendoza, y en las radios más importantes durante 40 años. Fue convocada a trabajar en empresas de Los Ángeles y Miami, Estados Unidos; España e Italia, pero sus afectos la trajeron de regreso a San Juan.
Con la memoria cargada de recuerdos y nostalgias de tiempos en que la radio era la compañía infaltable en cada hogar, pero también con la capacidad de asombro intacta, contó cómo comenzó su siempre su romance con los medios de comunicación.
— ¿La vocación por la radio viene de familia?
— No. Mi papá fue chapista. Yo salí del colegio secundario e ingresé como maestra suplente de un colegio privado. Me inscribí en la Universidad, pero en ese momento mi papá se enfermó y murió. Así que debí buscar alguna actividad diferente para mejorar mis ingresos, además los sueldos de la radio eran mucho mejores que los de una docente.
— ¿Cómo fue el comienzo?
— Como me estaba por casar, hacía un curso de cocina en el centro. En la esquina de 25 de mayo y Mendoza había un quiosco con teléfono, un aparato negro antiquísimo. Desde allí llamé al diario, a la radio. Hasta que en Colón escucharon mi voz en el año 1967. Comencé practicando en off, porque estaba prohibido por la reglamentación del COMFER que saliera alguien al aire sin la habilitación.
— ¿Qué pasó después?
— Estuve seis meses practicando a la siesta, y resulta que llamé a Radio Sarmiento y me llegó primero de esa radio la habilitación para salir. Así que comencé allí con las transmisiones en vivo y las grandes orquestas en el estadio. En ese momento me llamaron de Colón y opté por cambiar de radio. En el año1968 comencé con mi programa “Hola, hola Mujer”.
—¿Quiénes eran los protagonistas de radio del momento?
— He tenido el privilegio de estar entre dos generaciones, en radio Sarmiento comencé a trabajar con el papá de Marcela Podda, Héctor Podda; y después en radio Colón con grandes actores de radio como Jorge Darío Bence, Alberto Vallejos, Raúl Quintana, Santos Domingo Quinteros, o el periodista Luis David Grilo. Trabajé con Rony Vargas, Mario Pereyra, Lucho Román. Después con los hijos de aquellos, como Marcela, Leonardo Muro. Un hombre de radio fundamental es Quito Bustelo. Y antes los ingenieros Graffigna y Alfredo Martín.
— ¿Qué personalidades conoció?
— Conocimos a la mayoría de los personajes importantes de cuatro décadas. Me acuerdo de Jorge Luis Borges cuando vino al auditorium de nuestra radio en 1984, en la época de Alfonsín. A nivel artístico trabajé con un gran productor artístico de Mendoza y recuerdo cuando vino el francés Richard Claiderman, Bruce Springsteen, Dyango. Pero la nota que más me conmovió en mi vida fue la entrevista exclusiva que hice con el bailarín argentino radicado Europa, Jorge Donn, que vino a actuar a San Juan antes de participar en la película “Los unos y los otros” en 1968.
— Y ahora, ¿cómo sigue su vida?
— Sigo con radio Universidad poco tiempo más. Después, por supuesto que no me voy a quedar en mi casa. Tengo proyectos de Internet, de matizar un poco mi vida en San Juan con estadías en otros lugares. Pero también depende del ámbito familiar. De todas maneras, irse no es entregarse, sino desafiarse una vez más.
A PULMON
— ¿Cómo era hacer un programa de radio en la década del 60?
— Un programa nacía en la discoteca. No existía la publicidad grabada sino que estaba en carpetas y se iba leyendo. Las ofertas de Gea y de Emporio Económico se pasaban por teléfono. El gran avance que teníamos era la máquina teletipo, y las colecciones telefónicas según los horarios y posibilidades.
— En la década del 70 un “furcio” en radio era recordado por meses, sobre todo en San Juan. ¿Le sucedió alguna vez?
— ¡Claro! Recuerdo que teníamos el diario social y no siempre estaba bien redactado. Una vez me confundí una persona un muerto con un bautismo. El impacto fue terrible. También fue muy recordado lo que pasó en el año 1964, cuando el locutor Juan Carlos Morales vino de Mendoza a inaugurar la primera transmisión de televisión en el país desde un teatro en San Juan, y dijo: ¡Bienvenidos desde Luján de Cuyo!
— ¿Participaba la gente tanto como ahora?
— No, porque no había tantos teléfonos. ¡Menos celulares! Pero siempre había eco, respuesta de la gente a través de las cartas. Hubo un estilo como el de Darío Bence, que fue el fenómeno del “chasqui”:
los mensajes vivían gracias a la radio porque llegaba más que el micro.
UN MODELO NACIONAL
Entre los numerosos recuerdos de “los tiempos de oro” de la radio, Nilda destaca los viajes del equipo de Colón a otras ciudades y los shows en vivo. Y entre las anécdotas, siempre está presente la gran participación de radio Colón en la vida social y su importancia a nivel nacional.
— ¿Qué anécdotas quedan de los viajes que hacía Colón?
— Cuando se produjo la presentación en Argentina de Aministía Internacional, en el estadio Islas Malvinas de Mendoza, el equipo de Colón llegó allá en el móvil y era increíble el apoyo de la gente de Mendoza. Es que el alcance de Colón era infinito. Era modelo de radiodifusión a nivel nacional. También recuerdo cuando Colón organizaba grandes espectáculos como “Turismo desmejorado” de los años 68, 69. Allí corrí con mi primer auto, un Renault Gordini, en el autódromo de Zonda. Mi copiloto era Rony Vargas.
— ¿La gente extraña aquella forma de hacer radio?
— Sí, la gente sigue extrañando aquella radio de los años 60, donde la voz de los locutores era como parte de la familia. Me encuentro personas cotidianamente que recuerdan los títulos de antiguos programas y extrañan el fenómeno de la radio. Es increíble lo que significó para la gente.
LOS CAMBIOS QUE TRAJO EL TIEMPO
— ¿Qué diferencias nota entre aquél periodismo y el de hoy?
— Yo capto la diferencia entre aquella época de radio y me parece que lo de ahora pasa, mientras que para nosotros era una cuestión de vida. El auto propio era el móvil del medio.
— ¿Había otros códigos?
— Sí. Se cuidaba mucho la voz, la elección de las palabras, los mensajes. Yo recuerdo que ni Ana María Nieto de García— quien después llegó a ser ministra de Educación— ni yo, queríamos una publicidad de lencería femenina en nuestro horario, porque contenía el término “trusa” y nos parecía mala palabra. Hasta ese punto llegaba el cuidado.
— ¿A qué atribuye los cambios?
— Las empresas cambiaron porque cambió el tiempo político. Hoy hasta el quiosquero se puso una radio. El control o la regulación no se aplicaron. Por eso, creo que hace falta una ley de radiodifusión renovada e integral.
— ¿Qué puede pasar con este medio?
— Uno de los trabajos más lindos que tuve oportunidad de ver en la facultad de Comunicación fue uno en que las alumnas llamaron a la radio “La cenicienta” de los medios. Pero esta Cenicienta ha sabido competir y transformarse en el pluralismo actual. Creo que siempre será así.
Nota publicada el 29 de agosto del 2008 en El Nuevo Diario.