Con más de 80 años, sigue siendo una luchadora por los derechos humanos y una referente de la educación. Para ella, estos son los grandes temas de la Argentina y sostiene que el gobierno militar y el de Menem coronaron “el desbarranque de la educación pública”. Su propuesta pasa por formar docentes mejor preparados y que trabajen con dignidad. La siguiente nota de Cecilia Yornet fue publicada en El nuevo Diario el 9 de septiembre de 2010.
Pasión. Esa fuerza que sólo es posible sentir en aquel que vive en el
compromiso. Pasión en su voz, en todos sus gestos, en la verdadera pena que
muestra cuando habla del estado actual de la educación, en la esperanza que le
ilumina la mirada cuando habla de los jóvenes. No hay aspecto en la vida de
Rosita Collado que no esté movido por un concepto amplio y a la vez muy
concreto de los derechos humanos, punto del que parten y en el que convergen
sus ideas y sus acciones. Porque Rosita Collado es una mujer de acción. Que
tenga más de 80 años y esté jubilada es sólo un detalle.
-Defensora de la educación pública, de la lucha de las madres y abuelas de
Plaza de Mayo, de los derechos de la mujer y del matrimonio igualitario… en
otra época, no estaría “contando el cuento”
-No, no estaríamos, pero es una satisfacción haber llegado hasta aquí. Ahora
estoy también por la defensa de la Ley de los Medios. Les digo a quienes se
oponen, que lean un manual que resume la obra de Noam Chomsky. Él escribió hace
mucho contra la concentración de los medios de comunicación.
-¿Cuál es el hilo conductor de todas esas luchas?
-El compromiso con la condición humana que he recibido de mis padres, docentes
los dos. El principio de igualdad de todos los seres humanos es básico. Todos
tienen los mismos derechos que quiero para mí; no puedo pensar que yo, porque
tengo más educación, porque nací en un grupo cultural blanco más o menos
civilizado, puedo ponerme como único destinatario de todos los derechos. La
base está en la aceptación del otro, cosa que acá en San Juan es difícil.
-¿Por qué?
-No hay respeto al que piensa distinto, al que tiene opiniones políticas,
religión u orientación sexual distinta. Igual que acá pasa en otras regiones
del país, aunque aquí es más acentuado, tal vez porque hemos sido siempre el
final de una ruta; estamos, como decían los franceses, en el cul de sac, en un
fondo de bolsa, no ha habido circulación de ideas.
-Entre estos temas que le preocupan y ocupan, está el de la educación…
-Es el gran tema. Hay un desfasaje muy grande entre los avances de las
ciencias, de las teorías pedagógicas y de la filosofía de la educación y
también está lo que pasa en el ejercicio docente. El triste resultado se ve en
el pasaje de un ciclo al otro, de la primaria a la secundaria, y de la
secundaria a la universidad, y yo diría que también se ve en el desempeño de
los universitarios, una vez recibidos.
-¿Por qué ese desfasaje?
-Porque la educación no es una isla, ha sufrido los embates de todos los
periodos críticos que hemos atravesado; sobre todo los años 90 ejercieron un
trabajo destructivo. Veníamos bien, con una cierta decadencia desde el punto de
vista del soporte logístico, de las infraestructuras, de las remuneraciones a
los docentes, pero la famosa ley de educación de la época de Menem coronó el
desbarranque de la educación pública en la Argentina, que ya había empezado con
las crisis económicas y morales.
-Hay distintas interpretaciones sobre las “crisis morales” argentinas…
-Los golpes de estado fueron inmorales, se perdió la moral ciudadana, porque
hubo mucha complicidad civil. Entonces el respeto a las leyes y el respeto a
las jerarquías que hacen a la organización social de la comunidad se perdieron
y hubo una degradación total en la formación. La educación fue el lugar donde
tuvo mayor eco la pérdida de valores en la Argentina.
-¿En qué se ve esto todavía?
-No hay compromiso político de llevar adelante la función
social de los cargos, tanto los políticos como los que hacen a la cultura, como
el del maestro. Esto llega a todos los niveles de la educación, hasta la
universitaria. En ese nivel el ausentismo de los profesores, la falta de
responsabilidad, la falta de preparación son terribles, y los alumnos, que ya
son adultos, se dan cuenta que el profesor no se prepara, que improvisa. Entre
los golpes y el gobierno de Menem terminaron con el periodo glorioso que había
iniciado la ley 1420, que formó maestros a lo mejor muy estructurados, pero
maestros magníficos.
-En este panorama ¿qué es lo que hace que algunas instituciones como el
Central Universitario, funcionen con calidad?
-En primer lugar creo que es el compromiso de la conducción, que es donde está
el laboratorio en el que se elaboran las ideas, las orientaciones, los
lineamientos que va a seguir la institución. Lo otro es el equipo docente,
porque nada consigue una persona sola. La educación es fruto de un trabajo
colectivo armónico.
-Y a nivel de ideas, teorías o modos de trabajo ¿qué es lo que marca la
diferencia?
-Creo que están actualizados, lo cual tiene que ver con el contacto
permanente con la universidad. La universidad impulsa y obliga a la gente que
trabaja en ella a estar en contacto con ideas avanzadas, a hacer un trabajo que
tenga fundamento, no a aplicar las cosas porque sí.
-¿Cree que la experiencia del Central se ha extendido a otras instituciones?
-No creo que se haya extendido, precisamente porque lo que no se han extendido
son los fundamentos.
-¿Esa no era una de las funciones de esa escuela?
-Sí, lo era, pero en las primeras etapas, mientras fue un laboratorio de ideas,
no hubo tiempo. Además, como todo lugar donde se aplican cambios, produjo
reacciones y hasta rechazos. Fue el desempeño de nuestros egresados en las
distintas universidades lo que le dio prestigio al colegio. Y creo que después,
la preocupación por salvar a esta isla en que se convirtió el colegio Central,
ha creado cierta competencia, de manera que hay cuestiones que se han tomado de
la experiencia, pero no con los fundamentos.
-¿Un ejemplo sería el de las pruebas integrativas?
-Sí. Ahora las aplican todas las escuelas, pero no con el fundamento que deben
tener. La prueba integrativa no es un examen de todos los contenidos de la
asignatura, no es una bolsa llena de bolillas de conocimientos a desarrollar.
Es una construcción nueva que hace el alumno, eso es lo que queda en su cabeza
una vez que se olvidó de los detalles. Algunos conceptos son muy importantes,
pero es la forma de organizarlos, de ordenarlos en torno de ideas eje, lo que
le da sentido a los contenidos.
-El Central ha cambiado el perfil de su alumnado ¿Tiene que ver con la
prueba de ingreso?
-Ha puesto el dedo en la llaga. En 1943 ingresé a la Escuela Normal Sarmiento
después de rendir dos pruebas, una de Lengua y otra de Matemática. No puede ser
que 67 años después en las escuelas de la universidad la metodología siga
siendo la misma cuando el contexto cultural, filosófico y científico ha
cambiado.
-¿Cómo resolvería entonces el ingreso cuando es tan grande la demanda?
-Lo que he estudiado, que tiene relación con mi actuación pública y privada en
relación con los derechos humanos, me dice que los niños deben tener derecho a
igualdad de posibilidades y oportunidades.
-¿Y eso no es precisamente lo que se intenta garantizar con los exámenes?
-Los exámenes de ingreso no dan igualdad de posibilidades para aprovechar la
oportunidad del ingreso, porque los niños no han recibido igual calidad de
educación y no es culpa de ellos. Según un científico llamado R. Feuerstein, la
inteligencia no se puede medir, cada niño tiene una posibilidad y puede
progresar. Al contrario de lo que dicen muchas maestras, cuando afirman que
algunos niños no tienen capacidad. Es aceptar que la capacidad de aprender es
modificable, en un ambiente favorable. Habla este autor de la necesidad de
mediadores eficientes, y habla también de los marginados culturales, niños que
carecen de un ambiente y de mediadores.
-Esos chicos no podrían ingresar a alguna de las escuelas de la
universidad...
-Para mí la solución estaría primero en darles la posibilidad de que la
universidad, que gasta tanto en niños que ya lo tienen todo, porque desde que
estornudaron tienen apoyo en su casa, pueda dedicarse a esos niños. La
universidad, debe brindarles mediadores eficientes, profesores que los acepten
en el grado en que están, lo cual ya es toda una revolución. ¿Dónde está la
tarea cuando los chicos que ingresan están tan preparados? ¿Dónde está la
acción?
-¿Parte del problema de la educación pasa por el desinterés de los chicos?
-Pobrecitos los chicos. Cómo van a estar motivados si el docente no lo está.
Los chicos tienen más intuición que nosotros, saben cuándo el maestro es
auténtico, cuándo tiene ganas y cuándo no, perciben la actitud del maestro y
son su reflejo. Esto es claro cuando en la escuela secundaria los mismos chicos
que algunos docentes califican como “un montón de vagos”, responden con un
profesor en particular.
-O sea que el problema de los jóvenes seríamos los adultos…
-Claro, es que hemos perdido autoridad para hablarles, sobre todo cuando
hablamos sin fundamento. Por ejemplo, se habla del derecho a la educación, a la
educación y listo, y no es así. ¿A qué educación? A una educación de calidad,
con docentes bien preparados, con docentes dignos; no es simplemente el derecho
a ir a una escuela, con cualquier plan de educación.
-¿Qué opina de los planes de educación sexual en las escuelas?
-Es un tema fundamental. No puedo creer que muchos gobiernos provinciales que
se dicen defensores de los derechos humanos permitan que por la ignorancia las
maternidades precoces empiecen a los 13 o 14 años. Es terrible. A eso se suma
la propagación del SIDA o el desconocimiento sobre la cantidad de abortos que
terminan en muerte porque no hay anticoncepción.
-Este tema y el del matrimonio igualitario han creado problemas con la
Iglesia …
-Un estado laico no puede someterse a ningún dogma; son vías distintas de
razonamiento y de conducta. Hay que ajustarse a la Constitución, que está hecha
para cualquier persona, cualquiera sea su ideal religioso o su posición
política. Todos somos iguales ante la ley; una ley que se pretende igual para
todos no puede estar teniendo en cuenta caminos dogmáticos. No somos
feligreses, somos ciudadanos.
“MAESTRA” CON TODAS LAS LETRAS
Rosa Collado Zárate se recibió como maestra en la Escuela Normal
Sarmiento (“aquella Escuela Normal”, dice con un tono de nostalgia).
Lectora voraz, se recibió de Profesora de Francés en la Universidad Nacional de
Cuyo, en Mendoza. Fue tan buena alumna que el gobierno francés la becó para
estudiar un año en La Sorbona.
Trabajó como docente en Mendoza y luego en San Juan, precisamente en el Colegio
Central donde comenzó como profesora de Francés y finalmente como Directora.
Fue su oportunidad para volcar lo que había aprendido en Europa, donde además
de perfeccionar su Francés, se dedicó a estudiar avances pedagógicos. Dirigió
el Colegio Central hasta 1988, cuando se jubiló.
Hoy es Copresidenta de la Mesa Directiva de la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos, Delegación San Juan; Vicepresidenta de la Asociación de
Maestros de la Provincia; Secretaria del Centro de Documentación y Estudios
Latinoamericanos y miembro de la Asociación Sanjuanina de Profesores de
Francés, de la Red por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo en San Juan, y
del Encuentro Nacional de Mujeres. En junio de este año, cuando el país debatía
sobre la ley de matrimonio igualitario, ella expuso su postura a favor en
algunas charlas a las que fue invitada a exponer. También ofrece charlas en
escuelas y otras instituciones con el objetivo de promocionar los Derechos
Humanos y los textos de la Constitución Nacional, un proyecto que ella misma
diseñó y lleva adelante desde la Asociación de Maestros de la Provincia.
Ver también:
--- Rosita Collado. Una golondrina que hizo verano
1970 – Rosita Collado en el Colegio Central / La
fotografía, que muestra en primer plano a Rosa Collado Zárate, joven directora
del establecimiento, fue tomada durante un acto en el Colegio Central
Universitario. En la mesa académica puede verse a José Amadeo Conte Grand,
ministro de Gobierno de la gestión de José Augusto López durante la llamada
“Revolución Argentina”, lo cual explica también la presencia de autoridades
militares en la mesa. Rosita Collado dirigió el Colegio Central desde las
épocas de esta foto hasta su jubilación en 1988.
2009 – La profesora Rosita Collado fue distinguida por el
Congreso de la Nación. En el Salón de los "Pasos Perdidos" del
Congreso Nacional, la Cámara de Diputados de la Nación reconoció a la Profesora
Rosa Collado Zárate como una de las doce Mujeres Destacadas del año. Maestra y
profesora de francés. Rosita Collado fue directora del Colegio Central
Universitario durante más de dos décadas, presidenta de la Asociación por los
Derechos Humanos, miembro de la Red por la Identidad de Abuelas de Plaza de
Mayo y militante de distintas ONGs que tratan la problemática de la sociedad
moderna. La distinción a la docente fue propuesta por la diputada nacional
Margarita Ferrá de Bartol, quien aparece segunda en la imagen y Rosita Collado
en penúltimo lugar.