El primer diputado nacional

El siguiente artículo fue publicado en La Pericana, edición 347 del 11 de mayo de 2023

 Entrar en la historia, todo lo da a entender, es una cuestión de matices. Sólo así se explica que el general Mariano Acha tenga una de las calles principales de San Juan y que muy pocos sepan quién fue el primer diputado nacional de la provincia.

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Comencemos por la elección de ese diputado. No hubo urnas ni voto popular. Argentina era aún un proyecto y San Juan no existía como provincia independiente.
Pero lo concreto es que el 9 de julio de 1.810 San Juan eligió su primer diputado nacional.
Como ocurría en todas las cosas trascendentes, el Cabildo –ubicado en lo que ahora son las calles General Acha y Rivadavia- fue el marco para la elección. El 17 de junio de 1810 al conocerse en la provincia la noticia de los movimientos producidos en Buenos Aires Plácido Fernández de Maradona. Alcalde de primer voto, fue quien convocó a los vecinos a pronunciarse en favor de la Junta de Gobierno encabezada por Cornelio Saavedra o del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros.
Las autoridades del momento y el vecindario se reunieron en asamblea para ese efecto. Lo hicieron a las 8 de la mañana, “al primer toque de campana”. Los mandatarios reales y capitulares ocuparon desde temprano los altos del Cabildo pero el resto de la gente comenzó a entrar un poco más tarde.

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No era fácil la elección. No había medios de información, San Juan era una aldea alejada del mundo, corrían versiones diferentes a lo que acontecía en Buenos Aires y el hombre medio sanjuanino estaba más enfocado en sus cosas que en la vida política.
Lo que se estaba decidiendo era nada más ni nada menos que si se iba a responder a la Junta de Gobierno que necesitaba la incorporación del interior a la causa de la emancipación.
Y más de uno, en esta aldea alejada del mundo habrá pensado:
—¿Y quién nos asegura que la causa revolucionaria triunfará?

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El caso es que llegó el momento de votar, lo que se hizo a través de unas papeletas en las que se colocó el voto del elegido.
La mayoría la obtuvo José Ignacio Fernández de Maradona, hermano de Plácido, con 33 votos, seguido por José Ignacio de la Roza, con 24, Juan Manuel de Castro y Carreño, con 17 y de Pedro del Carril, José Godoy y el fraile Manuel Flores con un voto cada uno.

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Una cosa era ser elegido y otra aceptar el cargo que caía como peludo de regalo por sus implicancias. Conocido el resultado de la votación, don Fernández de Maradona, que ya tenía 64 años, solicitó su relevo “por la escasez de sus talentos y su debilidad” pero los asambleístas –que lo menos que deseaban es que se plantearan debates- insistieron en su postura, le otorgaron los poderes y convocaron a una nueva sesión para fijarle una dieta.
El día 10 se fijó la dieta en 3 mil pesos anuales, a lo que se agregó el gasto de traslado (sería el viático actual).

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Ahora bien… ¿quién era este José Ignacio Fernández de Maradona que tan pocas estatuas, homenajes, calles o plazas recuerdan en San Juan?

Digamos que a mediados del siglo XVIII llegó a San Juan un gallego natural de San Pedro de Arante, una población cercana a Lugo, llamado Francisco Fernández de Maradona. A poco de llegar y hacerse una posición en el comercio, se casó con Francisca Arias de Molina y Yofre, de una antigua estirpe local. Dicen los historiadores que el matrimonio fue muy prolífico y tuvo siete hijos: José Ignacio, Joaquín, Francisco Plácido, José Clemente, Francisca Javiera y Ana María, (que eran mellizas) y Juana, todos ellos bautizados en la iglesia de la Merced de la ciudad de San Juan.

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El primer diputado fue bautizado como Ignacio Joseph Hermenegildo había nacido en San Juan el 10 de abril de 1752. Los historiadores dicen que fue “un jesuita, político y funcionario rioplatense, miembro de la Junta Grande de gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata en representación del Cabildo de San Juan, y que llegó a ser gobernador de su provincia”.
Dicen que “Ingresó en la Compañía de Jesús, y fue afectado por la expulsión de éstos en 1767. Como no había hecho los votos, fue embarcado a España, y luego de varios años obtuvo permiso por parte de la Junta de Cádiz para regresar a su ciudad natal de San Juan de la Frontera, que en esa época aún era parte de la Capitanía General de Chile pero pronto se incorporaría al Virreinato del Río de la Plata”.

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Los historiadores agregan que “se dedicó al comercio y siempre estuvo vinculado a la vida pública por su buena reputación en el vecindario de San Juan”
Lo cierto es que fue un hombre muy comprometido con la causa nacional. En 1810 apoyó públicamente la Revolución, cuya autoridad hizo reconocer por el cabildo.
Buenos Aires estaba muy lejos. El sanjuanino hizo el viaje en carreta junto a Marcelino Poblet, diputado electo por San Luis, y se incorporó en diciembre de ese año.
Como miembro de la Junta firmó varios decretos, entre ellos la abolición de títulos de nobleza y la libertad del indígena. Se unió al partido dirigido por el presidente de la misma, Cornelio Saavedra y apoyó la revolución de abril de 1811, que confirmó en el poder al grupo saavedrista. Renunció en octubre a la Junta de Observación a que había quedado reducida la Junta de Gobierno y se apuró a regresar a San Juan.

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De vuelta en San Juan siguió actuando en política. En 1813 fue uno de los principales instigadores del descontento popular que acabó con el gobierno del primer teniente gobernador de San Juan, Saturnino Sarassa con quien sostuvo un enfrentamiento público por su gestión en los años anteriores. Ocupó en varias oportunidades cargos en el cabildo, desde donde apoyó la formación del Ejército de los Andes, y donó gran parte de sus bienes.
Al producirse la revolución del polémico Mariano Mendizábal en enero de 1820, mantuvo el orden político en medio del caos, lo que le permitió apoyarse en el segundo de Mendizábal, Francisco Solano del Corro, para recuperar el poder para el cabildo. De Mendizábal, tras casarse con la hermana del gobernador Ignacio de la Roza y dar la autonomía a San Juan, había robado el tesoro público y huido de la provincia

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Ante eso la naciente provincia de San Juan cayó en el desconcierto. Y Fernandez de Maradona asumió con 68 años como gobernador de la provincia, viéndose obligado a mantener en el mando militar a Del Corro, que se dedicó a causar conflictos y enfrentamientos con la vecina provincia de Mendoza. Del Corro fue derrotado por el general Francisco Fernández de la Cruz, y éste invadió la ciudad.
Casado con Patricia Echegaray Cano fueron padre de otro futuro gobernador, Timoteo Fernandez Maradona, único caso en el que una persona fuera gobernador y obispo.
 Aunque fue ascendido al rango de coronel de milicias no tuvo actuación militar y falleció en San Juan a los 76 años.

Fuentes:
Horacio Videla, Historia de San Juan; Cutolo, Vicente Nuevo diccionario biográfico argentino. Zinny, Antonio (1987). Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas.
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Mariano Mendizábal











 Fernández de Maradona, que ya tenía 64 años, solicitó su relevo “por la escasez de sus talentos y su debilidad” pero los asambleístas insistieron en su postura.






 Timoteo Fernández Maradona, único caso en el que una persona fuera gobernador y obispo




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José Ignacio Fernández Maradona, el representante sanjuanino ante la Junta Grande.
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