Los datos de biografía fueron aportados por la esposa del escritor, Nora Aubone de de la Torre
Antonio
de la Torre nació en Moclín,
pueblecito de Granada, España, el 18 de abril de 1904. Era hijo de Don Sebastián de la Torre, natural de
Frigiliana, pueblo de Málaga, y de Doña
Ascención Mantas Guadix, de Moclín, perteneciente a Granada.
Del matrimonio de Sebastián y Ascención, nació Antonio.
Cuando el niño tendría dos o tres años de edad, su padre dispuso venirse a la
Argentina, a San Juan. Don Sebastián pertenecía a esa generación de inmigrantes
de principios de siglo, que se aventuraron a venir a América en busca de
mejores horizontes. Llegó directamente a San Juan, tal vez siguiendo los pasos
de otros connacionales y se estableció en Carpintería, donde tenía su finca su
amigo Don Lorenzo Más.
Después de permanecer dos años, aguijoneado por
el recuerdo de su esposa y de su hijo, resolvió volver a España para buscarlos
y retornar con ellos.
Antonio me contaba que no olvidó el día que
llegó su padre en una calesa a Moclín. Un hombre joven, con barba, se acercó a
un grupo de niños que jugaban en la plazoleta y preguntó cuál de ellos era
Antonio de la Torre. Cuando lo señalaron el hombre intentó abrazarlo. El niño
corrió asustado hasta encontrar los brazos seguros de su abuelita, quien le
explicó que se trataba de su padre que volvía de las Américas.
Recordaba también la atmósfera de angustia y
tristeza que envolvía a la casa desde ese día; el llanto silencioso que
sorprendía en su madre y en su abuela. En el penúltimo libro de Antonio,
"La Llama en el Tiempo", hay un poemita que evoca su vivencia de
aquella época, cuando fue con sus padres y abuelos a Colomera, a sacarse una
fotografía que le quedará de recuerdo a los atribulados viejecitos.
Camino de Colomera
un mi abuelo me llevaba,
por campos blancos de luna
entre las negras montañas.
Yo no sé si ha sido un sueño
que me ha nacido en la
infancia…
Sólo sé que a Colomera
un mi abuelo me llevaba,
en una noche de luna,
con lobos, por la montaña.
Desde Granada partieron Don Sebastián,
su esposa y su hijo hacia Cádiz, puerto del que salieron para Argentina. El
poeta recordaba la despedida con sus abuelos y se emocionaba al evocar la
ansiedad de aquella abuela, que al abrazar a su única hija, le decía llorando,
"¡hasta la otra vida, hija!".
Don Sebastián traía en el fondo de los
baúles, unas estacas de olivos y cepas granadinas. También, un puñado de trigo
para plantarlos en la nueva patria.
Llegaron al anochecer a la estación
desolada y polvorosa de Pocito. Su destino era Carpintería. En el nuevo hogar
nacieron otros hijos: Juan Lorenzo -también poeta de reconocida obra- María,
Sebastián, Dolores y Alfonso. Fue una familia inteligente, unida y esforzada.
Los estudios primarios los realizó en
las escuelitas del lugar. Desde niño acompañó a su padre en las tareas
campesinas.
Comenzó a escribir sus primeros versos a
los doce o trece años de edad. El primer mentor de su vocación literaria fue su
padre, quien supo comprenderlo y estimularlo. En cada viaje que realizaba a la
ciudad de San Juan, le compraba libros de los poetas y escritores clásicos
españoles.
Mientras Antonio cumplía con su deber
filial de ayudar a su padre, sufría por la postergación de sus más íntimos
anhelos: escribir y publicar.
En aquella época, el adolescente se daba
tiempo para estudiar lecciones sobre teneduría de libros. Una vez a la semana,
viajaba a San Juan para asistir a las clases de contabilidad que dictaba el
profesor Héctor Cricci, lo que le permitió, más adelante, llevar los libros
contables de algunos comercios de Villa Krause. Posteriormente, mediante un
examen que rindió ante la Corte de Justicia de San Juan, obtuvo el título de
Contador Público Provincial.
Antonio de la Torre publica su primer
libro de versos, "Canciones de Peregrino", editado en 1925 por
Librería de García Santos, de Buenos Aires. Este libro, dedicado a sus padres,
inicia un camino lírico que jamás abandonaría.
En 1929 viaja a la Capital Federal para
buscar editorial para su segundo libro: "Vendimias Líricas". En esa
época, el gran poeta español, Francisco Villaespesa, representaba en Buenos Aires
"El Alkazar de las Perlas". Una noche, al final de la representación,
Antonio pudo saludar al admirado dramaturgo, compartir una rueda de admiradores
del poeta y leer sus propios versos. Todo esto fue posible gracias a los buenos
oficios de Antonio Álvarez Ruiz, pintor granadino, amigo de Villaespesa, que
vivía en Buenos Aires con su familia y colaboraba con la compañía teatral como
admirador y amigo acomedido.
Conocerlo a Don Antonio Álvarez Ruiz fue
algo muy importante en la vida de Antonio, porque no sólo le ofreció su amistad
generosa, sino que lo llevó a su hogar como si fuera un hijo más y lo relacionó
con escritores, editoriales y algunos diarios y revistas de Buenos Aires.
Antonio Álvarez Ruiz era un hombre apreciado en los círculos literarios de
Capital Federal.
Cuando Villaespesa escuchó los versos de
Antonio, quedó gratamente impresionado. Se interesó por su vida, por sus
proyectos, y hasta le escrbió un soneto titulado "Para Antonio de la
Torre", para que lo pusiera como prólogo en su próximo libro.
Una noche, de vuelta del teatro,
encontró un telegrama de su madre, comunicándole que Don Sebastián estaba
gravemente enfermo. No dudó en retornar de inmediato a su provincia, ponerse al
frente de los trabajos de la finca, postergando todo sueño literario.
En esos dos libros, "Canciones de
Peregrino" y "Vendimias Líricas" publicado en 1929, aparecen los
temas que lo acompañarán siempre: el campo, la montaña, el viento zonda, la
lluvia, el otoño, el amanecer, los trabajos de campo, el amor. Pero Antonio
consideraba que esos poemas eran sólo afinamientos, búsqueda de su propia voz.
Alrededor de 1929 ó 1930 llegó a San
Juan una compañía de teatro español cuya artista principal era una joven bella
y talentosa. Marta Fábregas, que así se llamaba la actriz, conoció al poeta
sanjuanino, que por ese entonces se desempeñaba como redactor teatral del
diario "El Noticioso". Entre el periodista que realizaba la crónica
de la representación teatral y la joven artista, nació un sentimiento amoroso
que el tiempo fue decantando.
Una noche, cuando terminó la pieza
teatral, Marta Fábregas anunció al público que iba a leer unos versos de un
poeta labrador que estaba con sus padres en la sala. Lo invitó a subir al
escenario y, con profesionalidad y exquisitez, recitó varios poemas. Sus padres
prefirieron subir a la tribuna alta para gozar, en intimidad, esos momentos de
honda emoción.
Don Sebastián pudo ser testigo de los
primeros aplausos sanjuaninos a su amado hijo. Un cariño entrañable unía a
estas dos almas. Era un sentimiento desmesurado, raigal, que jamás se apagó.La enfermedad al corazón que padecía Don
Sebastián le impedía realizar las tareas rurales, circunstancia que lo hacía
sufrir hondamente. Los dos hijos mayores, Antonio y Juan Lorenzo, lo
reemplazaban con filial abnegación. Don Sebastián no era un campesino común.
Fue un hombre que supo inculcarle a sus hijos el gusto por la lectura. Antonio,
en uno de sus libros, "Mi Padre Labrador", dedicado a su memoria, nos
dice:
Amigo
de los astros
y
de la gleba;
pastor
de los olivos
y
de las alamedas;
agitador
de pámpanos
y
espigas solariegas.
Te
evoco tras la yunta,
el
brazo formidable prolongado en mancera
y
en terrón germinal.
Te
evoco roturando la noble entraña, fértil
por
tu viril porfía,
y
por el agua niña,
dichosa
y andariega.
¡Padre
amigo: me sigues con la emoción honrada
y
el brazo formidable prolongado en mancera;
sigues
sembrando sueños en la gleba del hijo,
y
este riega con lágrimas los sueños de la siembra!...
En 1932 fallece Don Sebastián de la Torre. Frente a la ausencia del padre querido, decide, como hermano mayor, vender la finca que habían logrado adquirir, y radicarse con su madre y sus hermanos en la Ciudad de San Juan. En el libro antes mencionado, ha dejado reflejada su vida en el campo, el asombro por la naturaleza y el doloroso partir del predio, donde transcurrió su infancia y parte de su juventud, que le dejaron una profunda impronta.
En este libro encontramos el poema "Partir", que se refiere al momento crucial de dejar el campo:
Hoy
tenemos, hermanos, que dejar el pedazo
de
tierra labrantía que fue nuestro regazo,
donde
el padre español plantara los primeros
olivos
de Granada,
en
los años ligeros
de
su vida perfecta.
¡Ved
aquí el olivar y la viña provecta,
y
el parral despeinado y el potrero durmiente,
que
despierta cada año con el beso profundo
de
setiembre.
Bajo
el cielo que todos los presajios fecunda,
el
horizonte tiene las ventanas abiertas;
cada
rama es un ala para volar tendida.
¡Tomemos
un puñado de esta tierra profunda
y
nos demos, hermanos, al viento de la vida!...
En San Juan, Antonio repartía su tiempo
entre el periodismo, la docencia y la contabilidad. Ya había adquirido carta de
ciudadanía argentina. Seguía escribiendo y publicando sus versos en revistas y
diarios de Capital Federal; en la revista "Nosotros", "El Mundo
Argentino", "Caras y Caretas", entre otros. También publicaba en
"El Mercurio" de Chile; en "El Nacional" de Caracas; en
Montevideo; en "Granada Gráfica" de España y en los diarios cuyanos y
locales.
En 1935 apareció "Gleba",
libro que inicia un camino poético ascendente, saludado elogiosamente por la
crítica nacional. Entonces pudo escribir:
"Antes
aré y ahora escribo
un
poco la vida cambia;
la
reja pluma en la gleba;
la
pluma, reja en el alma."
En 1936 fallece su madre, "que
parecía un hada y era una madre de verdad", como la recuerda Antonio en
uno de sus poemas. Las circunstancias obligaron al poeta a asumir el rol de
padre de sus cinco hermanos menores. Pero las obligaciones y responsabilidades
no acallaron su voz poética.
En 1939 publicó "La Tierra
Encendida", editado por El Bibliófilo, de Buenos Aires y en 1941 en la
Editorial Oeste, de Mendoza, publicó "Coplas".
En 1952 publicó "SAN JUAN, voz de la tierra y del hombre", editado por Kraft, como parte integrante del Itinerario Poético Argentino, que presentaba cada provincia argentina con su poeta más reconocido. El libro "SAN JUAN, voz de la tierra y del hombre" es una antología donde aparece un uevo tema: el hijo. Lo ilustró, con acuarelas y carbones, a pedido de Antonio, nuestro querido pintor, ya desaparecido, Santiago Paredes. Este libro mereció la faja de honor de la SADE, de Buenos Aires, de ese año.
En 1953 publicó "Rama Nueva",
editado por Peuser, Buenos Aires. Son poemas dedicados al hogar. Un soneto de
ese libro, "La compañera", mereció el primer premio de las Ediciones
Consagración, de Buenos Aires, en 1953.
El poeta publica en prosa
Antonio de la Torre alternó la poesía con la prosa. En 1955, Kapelusz realiza tres ediciones del "Manual de Redacción Profesional Técnica y Forense", para las escuelas de comercio del país. Ese libro nació con la necesidad de un texto para dictar la cátedra "Redacción Profesional" y "Composición y Estilo", que Antonio enseñaba en la Escuela Industrial Sarmiento y en la Facultad de Ingeniería de la universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. En 1971, la Librería Huemul lo reedita, actualizado y con el nombre de "Redacción Profesional".
En 1958, con motivo de su viaje a Europa que realizó Antonio como Enviado Especial del diario La Prensa de Buenos Aires, la Facultad de Ingeniaría de la Universidad Nacional de Cuyo, en la que era profesor, le recomendó la observación de la enseñanza humanística en los institutos técnicos y científicos de Europa. Esas observaciones fueron presentadas ante las autoridades de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en un estudio titulado "Humanismo y Técnica". Este trabajo mereció el primer premio de las Ediciones Consagración, en 1958.
Para festejar el sesquicentenario de la
Revolución de Mayo, el Ministerio de Educación de la Nación dispuso, en 1962,
editar las biografías de los escritores más reconocidos. A mi esposo se le
recomendó el estudio de la "Vida y Obra de Alfredo Bufano", el
querido poeta mendocino con quien mantuvo una fraternal amistad desde que se
conocieron.
En un viaje que Antonio realizó a Buenos
Aires, fue a saludar al director del diario La Prensa, donde colaboraba en la
página literaria desde 1938. En esa oportunidad conversaron sobre la
posibilidad de que Antonio realizara un viaje a Europa como "Enviado
Especial" del Diario. Le interesaban notas sobre los pueblos y ciudades
que recorriera, conocer sus costumbres, su historia y sus posibilidades
económicas y culturales.
El proyecto se realizó. La travesía la
hizo en el "Bretagne". A partir de mayo de 1957, los artículos
periodísticos aparecieron casi diariamente. Recorrió España, Italia, Francia y
Suiza. Pero sobre todo, España lo atrajo por motivaciones espirituales. De esas
impresiones nació "España Enigmática", editado en 1954 por Kraft,
Buenos Aires.
El libro tuvo éxito, lo que entusiasmó a
la dirección del Diario para que Antonio realizara otro recorrido, esta vez por
el Noroeste Argentino. Los motivos del viaje fueron los mismos: visitar
pueblos, conocer costumbres, tradiciones e historia de esa región de la
Argentina. En 1961 partió de San Juan camino a Jáchal, Valle Fértil y Astica;
recorrió La Rioja, Chilecito, Shamay Huasi, Tinogasta, Catamarca, Belén,
Santiago del Estero y Tucumán. Pudo recoger esas impresiones en el libro
"Del Zonda al Aconquija", editado en 1966 por Troquel, Buenos Aires.
A finales de 1963 la dirección de La
Prensa lo invita nuevamente a realizar otro viaje, que abarcaría, esta vez, el
cruce de la Cordillera de Los Andes, la costa del Pacífico, comenzando por
Chile: Santiago, La Serena y Coquimbo; Antofagasta, Chuquicamata y Arica.
Intercala en los apuntes poemas de amor, de rebeldía social y de asombro por la
majestuosidad de los panoramas. Continuó su viaje por Bolivia y Perú. En Perú
estudió, especialmente, los contrastes de su naturaleza, los indios y su
ambiente; visitó Lima, el Cuzco; llegó hasta Machu Pichu y el Titicaca. Los
artículos periodísticos aparecieron bajo el título general de “Viaje
Americano”, firmados por el autor. Un editor y lector chileno, residente en Buenos
Aires, Luis Benavente, en un acto insólito por su profundo amor a la patria, y
entusiasmado por las publicaciones sobre su país, le obsequió a Antonio la
edición del libro “El Mundo Mágico de Los Andes”, impreso en 1969 por
Hacchette, Buenos Aires. La SADE de San Juan distinguió ese libro con la faja
de honor.
Durante la presidencia del Dr. Arturo
Umberto Illia, Antonio fue nombrado Subsecretario de Cultura de la Nación.
Desde esa función pudo promover diversas manifestaciones culturales, no sólo en
Buenos Aires sino hacia el interior del país, especialmente a San Juan.
Terminada esa gestión oficial, no dudó
en retornar con su familia a su provincia, donde reinició sus actividades de
contador, pero ahora con más tiempo para dedicarse a la obra literaria.
En 1966, la Editorial Colombo editó su
libro de poemas "La Llama en el Tiempo", libro de la madurez de un
poeta que ha vivido la vida sin artificios y con hondura. Este poemario
presentado en Buenos Aires, mereció el primer premio de poesía otorgado ese año
por el Pen Club Internacional. El jurado estuvo integrado por Alfredo Olivera,
Roberto Giusti y Manuel Mujica Láinez.
"La Llama en el Tiempo" es un
conjunto de poemas donde canta al amor, al contorno escondido, a los caminos
del mundo, por América y España y la llama siempre despierta de su vocación
lírica.
Amaba el campo; en la grandiosidad de la
naturaleza sentía a Dios. Cuando le tocó vivir en Capital Federal se sintió,
muchas veces, prisionero en los departamentos, "calabozos con
música". Un poema de ese libro, titulado "Poeta en la ciudad",
nos transmite esa emoción:
"Entre
cuatro paredes
pienso
en campos niños,
en
la paz de los árboles,
soñadores
del cielo.
Estoy
en esta selva,
de
torres ambiciosas,
con
engrillados árboles,
con
hombres angustiados.
Esta
ciudad no tiene
siquiera
volantines,
y
los niños no saben
caminar
por el cielo.
Se
han perdido en la niebla,
detrás
de las murallas
en
los pozos cuadrados
calabozos
con música.
En
estos laberintos,
he
perdido mi sombra,
y
rememoro en vano
mis
tardes inocentes.
¡Quiero
oírme de nuevo
en
la voz de la hierba,
en
el cielo del agua,
en
el rumbo del álamo!
¡Quiero
volver al campo,
Señor,
para verte de nuevo!
¡Quiero
volver al niño,
que
en el prado me espera!
De tanto como anduvo, de tantos caminos
recorridos, uno de los paisajes que más lo conmovieron fue el desierto de
Atacama:
"Esta
es la pampa sin orillas,
tumba
del mundo y de la primavera,
convertida
en granito.
Piedra
y arena, soledad y cielo,
ámbito
de la angustia y el delirio;
mundo
petrificado donde el tiempo
se
acumula en su parva de si mismo.
¡Ni
un pájaro siquiera!
¡Ni
siquiera un espino,
ni
un lagarto que deje su tatuaje de vida
sobre
la arena de los siglos!
Se
oyen voces de fiebre
en
el silencio enloquecido:
-
¡Quiero el oro y el cobre!...
-
¡Quiero el caliche mágico conmigo!
¡Yo
no quiero las minas, quiero un árbol,
quiero
un arroyo simple y cristalino!
¡Quiero
volver a mi encendido valle,
donde
canta una acequia y tengo un grillo!..."
Ningún proyecto que fuera beneficioso
para la provincia le fue indiferente. Su poliédrica personalidad lo puso al
servicio de la cultura, de los altos valores de los sanjuaninos. Debo confesar
que me resulta difícil seguir la vida de Antonio, ya que él no era sólo poeta y
escritor, sino profesor, contador, político, padre de familia, esposo y hombre
público. Todas esas facetas lo conformaban.
Tenía gran admiración hacia Sarmiento.
Estudió y escribió acerca de su vida desde distintos ángulos. Habló sobre él
como escritor, periodista, sobre la perennidad de su acción, hasta detenerse en
la intimidad del gran sanjuanino. Escribió sobre "Facundo", "Recuerdos
de Provincia" y "Viajes".
Fue amigo de los poetas de su generación
y realizó estudios sobre la obra de Alfredo Bufano, Baldomero Fernández Moreno
y José Pedroni, con quienes mantuvo una asidua correspondencia.
Le atrajo la historia y ha dejado
trabajos sobre Antonino Aberastain, el héroe de la Rinconada y sobre San Juan.
Ha escrito sobre Ángel Ganivet, pensador granadino que mucho admiraba; sobre
Jacinto Benavente, Miguel de Unamuno, Azorín y Edgar Allan Poe. Profundizó
sobre la personalidad de Bartolomé Mitre como escritor. Escribió y dictó
conferencias sobre la poesía, la libertad y la soledad.
La Academia Argentina de Letras de
Buenos Aires lo nombró miembro correspondiente el 9 de junio de 1948. Con tal
motivo, la Universidad Nacional de Cuyo junto a los institutos existentes en
San Luis y San Juan, y otras instituciones culturales de nuestro medio,
tributaron al poeta una demostración, consistente en un acto académico que se
realizó en el Cine Teatro Cervantes, (posteriormente derribado para hacer la
Av. José Ignacio de la Roza). Se le otorgó en la oportunidad, además de los
afectos y los expresivos discursos, un pergamino legítimo, con las firmas de
los que concurrieron al acto. San Juan estuvo siempre al lado del poeta.
La Universidad Nacional de Córdoba lo
invitó, en 1964, a dictar un curso de extensión universitaria sobre
"Poesía Cuyana". Parte de ese trabajo está publicado en el libro
póstumo "Itinerario Poético Cuyano", editado por la Dirección de
Cultura de la Provincia, en 1980.
Es autor de las letras de los himnos de
la Universidad Nacional de San Juan y de la Escuela Industrial Sarmiento,
dependiente de la misma Universidad.
Actuación docente
Antonio de la Torre comenzó su carrera docente en 1934, como profesor de Literatura en la Escuela Normal General San Martín. Fue profesor de Literatura, Redacción Profesional y Castellano en la Escuela Industrial Domingo Faustino Sarmiento, dependiente , en ese entonces, de la Universidad Nacional de Cuyo; de "Composición y Estilo" en la Facultad de Ingeniería, de la misma universidad; cofundador, director y profesor ad honorem de la Escuela de Periodismo Domingo Faustino Sarmiento, una de las instituciones que dieron origen a la creación de la Universidad Provincial Sarmiento, creada por ley el 11 de agosto de 1964. Cuando se crea la Universidad Nacional de San Juan, en 1973, este instituto se integra como una unidad académica a la misma. En 1939 fue nombrado Secretario de la Escuela de Minas, luego Facultad de Ingeniería, dependiente de la Universidad Nacional de Cuyo.
Creación de la Universidad Provincial Domingo Faustino Sarmiento
Como presidente de la Comisión Popular Pro-Universidad Provincial "Domingo Faustino Sarmiento", vio coronados sus esfuerzos con la sanción de la ley de creación de la misma, promulgada el 11 de agosto de 1964.
El 11 de setiembre de ese año se inauguran las actividades oficiales de la Universidad Provincial. Antonio, que se desempeñaba como Subsecretario de Cultura de la Nación, fue invitado especialmente por el Gobernador de la Provincia, Dr. Leopoldo Bravo, al acto académico realizado en el Teatro Sarmiento.
La Universidad Provincial comenzó su
primer ciclo lectivo en abril de 1965. Y en 1973 se integra como una de las
unidades académicas a la Universidad Nacional de San Juan.
Actuación profesional
En el desempeño de su profesión como Contador Público Provincial, podemos señalar que fue Contador Interventor de la Dirección General de Escuelas, en 1936; Subcontador de la Provincia en 1937, y en el mismo año, Contador General de la Provincia, durante parte de la gobernación de Don Juan Maurín.
En 1956, Antonio se desempeñó como Director Administrativo del Consejo de Reconstrucción de San Juan, creado a raíz del terremoto de 1944.
Actuación política
En el escenario político, Antonio de la Torre puso su desempeño y fe en la democracia, desde las filas del radicalismo. En 1962 fue candidato a Diputado Nacional. En el mismo año fue Presidente del Primer Congreso de Educación convocado por el radicalismo, en Buenos Aires.
Durante la presidencia del Dr. Arturo Illia fue nombrado Subsecretario de Cultura de la Nación. Por ese motivo, los sanjuaninos le ofrecieron un testimonio de reconocimiento, consistente en un acto realizado en la casa España, donde asistieron representantes de las fuerzas vivas de la provincia, escuelas y diversas instituciones culturales de San Juan.
En 1964 representó al Presidente de la Nación para fundar la Universidad del Norte, "Santo Tomás de Aquino", en Tucumán.
Como Subsecretario, entre otras muchas realizaciones, fundó la biblioteca "Domingo Faustino Sarmiento", en la Isla Decepción, de la Antártida Argentina, el 22 de febrero de 1965, siendo la biblioteca más austral del continente americano. Para concretar este objetivo de afirmación territorial, realizó la travesía en el buque "Bahía Aguirre", y para llegar a la Antártida viajo en el rompehielos General San Martín. Creó, en 1966, el Instituto de Cultura Argentina, donde dictaron conferencias acerca de nuestra identidad cultural el poeta Jorge Luis Borges, el Dr. Bernardo Houssay y el Dr. Carlos Alberto Erro. Puso empeño en la difusión de las diversas expresiones culturales –exposiciones, teatro, cine y conferencia- no sólo en la Capital Federal, sino en el interior del país. Así llegó a San Juan el elenco estable del Teatro Colón, la Exposición del Salón Nacional de Bellas Artes, etc.
El golpe de Estado, en 1966, encabezado por el General Onganía, dio por terminado el gobierno democrático del Dr. Illia y Antonio de la Torre, retornó con su familia a su provincia.
Creación de la S.A.D.E. Filial San Juan
El 26 de abril de 1956, nos relata el
Dr. Fernando Mo en su libro "Cosas de San Juan": "Antonio de la
Torre convocó en su domicilio particular, Agustín Gómez 520, a un grupo de
intelectuales para referirse al significado de S.A.D.E., destinada a amparar
gremialmente a los escritores y a desarrollar su labor cultural que les es
inherente… En la oportunidad se designó una Comisión Provisional: Antonio de la
Torre, presidente; Luis Jorge Bates, vocal; secretario Eugenio Carte y
tesorero: Cesar H. Guerrero. A esta comisión se le encomendó la preparación de
las bases para la constitución de la S.A.D.E. sanjuanina. Luego de cinco meses,
la comisión provisional se reúne en la Biblioteca Franklin, el 11 de setiembre
de 1956 y se constituye definitivamente la S.A.D.E. Filial San Juan. Asistieron
a esa reunión los siguientes escritores: Antonio de la Torre, Eugenio Carte,
Luis Jorge Bates, Margarita Mugnos de Escudero, César H. Guerrero, Juan de la
Torre, Fernando Mó, Mercedes Gallardo Valdés, Elena González Herrera, Emilio
Maurín Navarro y Guillermo Moyano. Fue elegido presidente Antonio de la
Torre." El poeta la presidió durante tres periodos consecutivos y tuvo que
retirarse por motivos de salud.
Instituciones a las que perteneció
Fue miembro de la Academia Argentina de Letras, del Pen Club Internacional, del Instituto de Sociología e Historia de Buenos Aires, de la Academia Internacional "Rubén Darío, Filial Argentina, de Buenos Aires, del Instituto Argentino de Cultura Hispánica, de Buenos Aires, del Instituto Browniano, de Buenos Aires, del Instituto Joaquín V. González, de Buenos Aires, y del Instituto de Cultura Americana, de Mendoza.
En San Juan, fue miembro del Instituto
Sarmientino, del Instituto de Sociología e Historia, de la Sociedad Científica
Argentina Filial San Juan, del Rotary Club, de Refugio, de Amigos Sanjuaninos,
de la Asociación Casa del Maestro y de la S.A.D.E. entre otros.
Última Publicación
En 1975 Antonio de la Torre cumplió las
Bodas de Oro con la poesía. La Escuela de Declamación de San Juan, que dirigía
la profesora Teresita Gallac de Sarmiento, fiel amiga de los poetas, lo
distinguió por la obra realizada, publicando su último libro de versos: “Los
Pasos de la Tarde”.
La ternura de su espíritu no se apagó con los años. Nuestros sentimientos nos
mantenían unidos, necesitándonos mutuamente.
El paso de los días lastimaba su ánimo. Una tristeza, una melancolía, lo fue
envolviendo. Y aunque lo rodeaba no sólo mi total adhesión, sino la de todo el
grupo familiar, notábamos que el entusiasmo que siempre gozó lo iba
abandonando. Me dictaba poemas de profunda tristeza. En un poema de su último
libro, que precisamente titula “La Tristeza” nos dice:
Me sigue la tristeza,
telaraña del alma,
que anticipa la muerte.
A todos nos acecha desde un rincón del tiempo.
La tristeza es gusano que orada las paredes
de los sueños; y apaga la sonrisa del alba.
¡Es un pozo de musgo que nos sorbe!
¡Sálvame de estar triste;
tú que fuiste custodio de mis altos fervores!
¡Ábreme las ventanas para aspirar el cielo!
¡Quisiera estar alegre por todo lo que he amado,
por todos mis dolores y desvelos!
¡Quiero seguir cantando la armonía del mundo,
sin pensar en la muerte que persigue mis pasos!
Antonio
de la Torre falleció en Mar del Plata el 9 de enero de 1976, lugar donde habíamos ido de vacaciones con tres de
nuestros hijos y sus familias. Sus restos descansan en la tierra viva de San
Juan, en el Cementerio de la Capital, donde la Municipalidad donó el terreno
para su tumba. Está realizada con las lajas de los cerros que cantara tantas
veces en su poesía y proyectada por la arquitecta María Inés de la Torre,
sobrina de Antonio.
El poeta ha callado su voz, pero el milagro del Canto, del Amor, de la Belleza,
nos permitirá escucharla siempre. Él nos prometió en su último libro:
… y cuando torne al polvo
he de escuchar tus pasos, alada primavera
y volveré a cantarte
desde
los nuevos pámpanos.
Fuente: datos publicados en la página web de Antonio de la Torre.