El teatro en San Juan, permanentemente buscó “su lugar”, constituyendo esto en sí mismo, parte de la historia de la cultura de la provincia. Podrían describirse los momentos de avance y retroceso del arte teatral sanjuanino analizando con detenimiento la lucha por un territorio. Una lucha por expandir la escena, entendida esta como hábitat de grupos artísticos y de estéticas, como espacios de existencia cultural. Así como no se puede hablar de los productos de la cultura y del teatro sin hablar de sus productores; tampoco se puede hacer referencia a los procesos por los que esos productos surgieron sin hablar de los espacios originadores.
Espacios e historia
Las dos primeras décadas del siglo XX en la provincia muestran un sistema teatral sumido en una precariedad creciente. Se debe asumir la pérdida de la tradición del teatro dedicado a la zarzuela y la opereta, a lo dramático musical, que en su decadencia como géneros arrastró la estabilidad edilicia y financiera de las pocas salas existentes.
Fue una época de inconsistencia, de salas reacondicionadas, con escasas comodidades para un público que exigía, pero no redituaba económicamente. El cine se imponía y esto se demostraba con el cercenamiento de la escena, con el abandono en el cuidado de camarines y de la infraestructura escenotécnica. Las compañías que llegaban a la provincia distaban mucho de ofrecer espectáculos de calidad, con la consiguiente pérdida de público habitué. El espacio de condiciones óptimas al teatro se perdía y en su lugar aparecía un híbrido, destinado a ofrecer películas y bailes populares. El espacio para espectáculos se ve empujado hacia los alrededores de la ciudad. Desaparecieron los palcos y las salas de entrada se redujeron a un mínimo espacio destinado a organizar el ingreso del público. El espectador culto se fue transformando en público consumidor.
Desde la elite social provinciana se mantenía una distancia para con la práctica teatral, relación que se atenuaba con la llegada de alguna compañía de renombre y de figuras de reconocida trayectoria. En esos momentos reaparecía el espectador calificado.
Otra de las razones sociales se encontraba en la falta de comodidades y precariedad de las salas, y en su reputación ligada a lo popular. Los diarios de época criticaban regularmente a sus propietarios, usos, concurrencias inadecuadas y consecuencias de las otras actividades más ligadas a la diversión.
Así, el Teatro Moderno data aproximadamente de 1909, muy elemental en sus instalaciones. En junio de 1910 comenzaba a funcionar el Teatro San Martín, el que en pocos años solo se dedicaría a la actividad cinematográfica.
Y el por entonces gran proyecto gubernamental: el Teatro Coliseo, inaugurado en setiembre de 1911. Obra monumental para la época, destinataria de un importante empréstito internacional y luego escandaloso dolo a las finanzas publicas.
La obra quedó inconclusa, con serias fallas en su construcción y lentamente se fue degradando con los años, recibiendo compañías de escaso mérito, ofreciendo luego lugar para circos y finalmente en 1922, destinado a cuartel de bomberos.
Las décadas siguientes pueden ser enmarcadas por un creciente movimiento social, económico y político. La llegada al poder del Dr. Federico Cantoni, de ideología muy cercana al socialismo produce fuertes enfrentamientos con la elite económica sanjuanina y una movilidad social importante. Comienza a darse en la provincia un cambio tecnológico en la industria vitivinícola, en los materiales industriales en general, el uso del automóvil se generaliza. Es el momento de formación de las grandes compañías nacionales de teatro, que arrastran multitudes, que forman un circuito nacional de giras y que encuentran en la radiofonía un acelerador de este proceso cultural creciente.
En 1918 se inaugura el Teatro Estornell, construido por un industrial bodeguero. Dotado de toda la técnica necesaria para la actividad teatral, es recibido con beneplácito por toda la sociedad. Permitiendo así que la práctica teatral no se viera impedida. También es un ejemplo de cómo una empresa dedicada al teatro puede ser lucrativa.
Sobre la década del 30 San Juan puede contar con un teatro de unas instalaciones y arquitectura modernas, el Teatro Cervantes. Ubicado frente a la plaza principal de la ciudad, suntuosamente acondicionado y el primero en contar con platea flotante sobre la sala. Allí se dieron cita las grandes figuras de la escena nacional, tanto líricas como dramáticas. Es el lugar de la elite cultural y social de la provincia, pero también es el cine donde concurren los públicos masivos a ver los éxitos del cine nacional o de Hollywood.
Sobre los 40 el cine gana espacios dentro de la ciudad y en su periferia. El teatro asume un carácter ciudadano y dependiente de los grandes centros culturales, en especial Buenos Aires. Entonces aparece en el espacio local el radioteatro, con su atmósfera popular y con celeridad se desparrama por escenarios improvisados en todas las barriadas, en los pueblitos; es un género que se mide por un nuevo territorio, el interior y su gente.
Un terremoto devastador en enero de 1944, deja a San Juan destruida, el ochenta por ciento de sus edificaciones cae, el número de victimas fatales es altísimo. Las consecuencias para el teatro son obvias. Pero es el radioteatro el que lentamente emerge y se posiciona, debido a su carácter moralizante, didáctico, de esencia nacional y a su vez rápido despliegue.
Comienza una etapa de reconstrucción de la ciudad, entre las nuevas edificaciones están los cines-teatros y el campo teatral empieza a resurgir. Con el peronismo nuevamente en el poder, el radioteatro de la provincia adquiere una apoyatura que le permite acceder a las salas antes retaceadas. Es en este período en que se construye el espacio más importante del siglo XX, para los hacedores teatrales sanjuaninos: el Teatro Sarmiento. En funcionamiento desde 1952, poseyó diversas denominaciones, y pasó por diferentes modificaciones en su estructura hasta llegar a su estado actual. Fue durante décadas un espacio que los teatristas locales disputaron a los caprichos gubernamentales.
El territorio ganado para el teatro sanjuanino desde la creación del ISA, en 1960 fue, en primer lugar, las aulas de la Escuela de Arte Dramático. Luego el pequeño teatro El Globito hasta su destrucción en 1965. A esta expansión territorial le sumaremos los primeros elencos independientes surgidos del ISA, la Comedia Provincial, la escuela de titiriteros, un empuje notable considerando el carácter mayoritariamente foráneo del teatro en San Juan.
Paralelamente a la existencia del Salón Cultural Sarmiento, sala principal de la provincia, es la del cine teatro Renacimiento, y otros cines y clubes de barrio que aportaban sus humildes escenarios a elencos vocacionales y de radioteatro.
Pero durante este proceso la provincia participó de los cambios políticos, económicos y socioculturales que ocurrían en todo el país en la década del 60.
La aparición de nuevos grupos teatrales, como el Teatro de los seis, implicó necesidad de nuevos espacios. Fue entonces la Biblioteca Franklin y su sala, donde se cobijó a la incipiente actividad de este grupo y otros, cuando todo el país parecía expandirse teatralmente.
Siguió sobre los años 70 el Instituto Göethe, como un refugio tras la llegada de la dictadura militar de 1976 a 1983, y discontinuamente el Salón Cultural Sarmiento, ateniéndose al autoritarismo del momento. Oscar Kummel, al resguardo del Göethe expande la actividad y la enseñanza teatral, la provincia comienza a ser reconocida en los festivales nacionales, un territorio para revalidar calidad y esfuerzo.
El gobierno provincial ligado ideológicamente al de facto interfirió en el uso de la sala oficial. Necesariamente la respuesta a esta actitud fue una sala totalmente independiente. Esta fue montada en casa de la arquitecta Renard, El Planario que subsistirá hasta 1985. Luego las plazas democratizadas, después de 1984, brindarán cabida al teatro callejero, en una verdadera primavera democrática.
Ya cercanos a nuestros días, en los 90, los territorios ya privatizados se traducen en salas, emprendimientos particulares autogestionados como Taller de Arte, de la plástica Silvina Martínez lugar de experiencias cercanas al teatro, o subsidiadas por el Instituto Nacional del Teatro, pero siempre amenazadas con el cierre. En esta condición se desenvuelven El Círculo de Tiza, La Cooperativa Teatro de Arte o El Avispero, en nuestros días.
Además, una nueva vuelta a las aulas en 1991 en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de San Juan, con la carrera teatral.
Siguen siendo territorios que el teatro sanjuanino ocupa en su afán de hacerse de un lugar en el mundo. Luchando contra la ya endémica despreocupación del estado por los espacios teatrales, su negativa a construir salas, a constituir comedias, a subsidiar las actividades teatrales, al divorcio de los arquitectos para con este arte.
El teatro en San Juan y su búsqueda de territorios ha sido y es, una empresa ética de sus hacedores, proyecto que los sobrepasa pero paradójicamente les da existencia y los convierte en constructores de lo que aún no existe, pero se presiente.
Fuente: Jorge Fernández, Integrante del equipo de investigación del proyecto: Historia del Teatro Sanjuanino. Instituto de Literatura Ricardo Güiraldes. Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes - UNSJ