La historia de una antigua dama sanjuanina cuyo nombre recuerda una plaza céntrica.
La plaza ubicada entre las calles 25 de Mayo, Jujuy, San Luis y Aberastain lleva el nombre de Gertrudis Funes. Pero ¿quién fue esta mujer? ¿Qué hizo para que se la recuerde? Digamos que fue una dama analfabeta como casi todas las mujeres de su época pero con una fuerza y un temperamento increíbles. Emparentada con lo mejor de la sociedad de aquellos años, su nombre aparece ligado a la salud pública y al trabajo solidario. Esta es su historia.
Trasladada la ciudad de San Juan a su actual emplazamiento en 1593, se delimitaron las ciento treinta y dos manzanas, se delineó la plaza, se edificaron los principales edificios tanto públicos como religiosos, se les repartió a los vecinos las tierras para que construyeran sus casas y huertos.
La escasez de planos ha dificultado el conocimiento del ritmo del crecimiento de la planta urbana, pero todo hace suponer que fue un proceso muy lento. No hay comunicación del traslado, ni plano de ello a pesar de que la legislación preveía las normas al respecto.
Dice Olga Salinas de Vico que hacia el siglo XVIII se prohibía la circulación de reses dentro del perímetro de la ciudad, esto es a distancia de seis cuadras de la plaza; y para evitar el contagio por el uso de la acequia.
Se está refiriendo a la acequia de Valdivia que proveía de agua a la ciudad, se ordenaba trasladar a un enfermo de lepra lo menos diez cuadras.
Por la falta de archivos específicos, recién en el año 1762 encontramos mención al primer hospital que era llamado San Juan de Dios, hospital para hombres ubicado en las afueras de la ciudad, donde hoy está el Cementerio Municipal. Éste luego de varios traslados y nombres será el actual “Hospital Rawson”.
De las mujeres para esos tiempos no encontramos nada, porque las mismas eran atendidas en los domicilios.
Hay en la génesis del primer hospital para mujeres en San Juan un hecho muy desgraciado, como fue el terremoto del 20 de marzo de 1861, cuyo epicentro estuvo en la ciudad de Mendoza, con gran cantidad de víctimas. Por esa solidaridad y continuidad que tiene la historia, va a encender el fuego de la creación de un primer Hospicio, en la mente de una mujer. ¿Por qué?
Porque “Allí llegó la piedad sanjuanina a restañar la sangre y hacer reparo de lo perdido” como muy bien dice Rogelio Díaz Costa.
Aparece en la documentación por primera vez doña Gertrudis Funes, quien conocida la tragedia contrató dos carretas, las llenó de mercaderías y ella misma fue a Mendoza.
Allí ayudo a desenterrar a vivos y enterrar muertos. Ella misma desenterró a una niña a la que adoptó dándole el nombre de María Resurrección.
Hay que considerar que el camino a Mendoza era sólo una huella y llena de penalidades. Tan importante fue la actuación de Gertrudis, que el gobierno de San Juan conocedor del hecho, el 12 de abril de 1861, le envía sus congratulaciones: Por haber dado sus dulces consuelos y sacrificado su comodidad y exponiendo su existencia. La reconoce como méritos tan sublimes, dignos de admiración y respeto…
¿Quién era esta mujer para que el gobierno la distinguiera de esta forma?
Esta mujer nació en San Juan, el dieciocho de noviembre de 1801.
Su familia descendía de importantes personajes que acompañaron a don Jerónimo Luis de Cabrera en la fundación de Córdoba.
Estaba emparentada con personas muy importantes en el San Juan de la época, encontramos apellidos de larga trayectoria en las plantillas del cabildo:
• José Tadeo Cano de Carvajal -tío abuelo-. Alcalde de Primer Voto en 1810.
• Mateo Cano y Ramírez -abuelo- integrante de la Junta Subalterna de Gobierno en 1810-11.
• Tte. Gobernador .José Ignacio de la Roza , casado con la prima hermana Tránsito de Oro Funes.
• José Clemente Sarmiento, padre de Domingo
• Desde 1810 a 1868 en que fallece, varios gobernadores de San Juan estaban emparentados con ella. Domingo Faustino Sarmiento. -1862-64- Valentín Ruiz, José María Echegaray, Santiago Albarracín, Zacarías Yanzi, Antonio Lloveras, Santiago Lloveras Funes entre otros
• Religiosos como el deán Funes, los obispos Fr. .Justo de Santa María de Oro, Eufrasio de Quiroga Sarmiento, primero y segundo obispo de San Juan de Cuyo respectivamente.
• El integrante del segundo. Triunvirato y presidente de la Asamblea del Año XIII, Nicolás Rodríguez Peña y Funes.
Los cuatro costados de Gertrudis o sea sus cuatro abuelos eran los: Funes, Morales de Albornoz, Cano de Carvajal, los Ramírez de Arellano.
La niña nace y se cría en un ambiente de piedad y aunque era analfabeta, cosa común en la época, actúa con mucha inteligencia. Recordemos que cuando ella estaba en edad escolar la única escuela era la Escuela del Rey, que se hizo en base a la primera escuela de San Juan, la de los jesuitas, luego de 1810 se transformó en la Escuela de La Patria y funcionó al decir de Margarita Mugnos de Escudero por la calle Real de las Carretas, a media cuadra de la anterior, vereda este. Allí concurrió su pariente Domingo F. Sarmiento.
A pesar de ser analfabeta, la niña creció en un ambiente de piedad y en su casa debió haber sentido conversaciones importantes que protagonizaban sus mismos parientes.
Sin duda el terremoto de Mendoza con sus secuelas de muerte y dolor le dejaron una impresión que acrecentó con la observación del abandono, en que las mujeres pobres enfermas y desvalidas estaban. La mayoría de ellas madres de muchos hijos, casi todas más de diez, algunas hasta veinte. ¿Qué hacían cuando enviudaban y cuando la trilogía funesta de ser pobres, enfermas y desvalidas las acompañaban?
Gertrudis hio una cosa muy sencilla: enfrentar las dificultades.
Gertrudis les daba asilo en su casa particular a varias mujeres, pues no tenían donde ir a atender sus necesidades. En esa oportunidad le solicitó a su pariente Domingo Faustino Sarmiento una subvención para afrontar los gastos, pero el gran sanjuanino aunque comprende el pedido, le manifiesta que no puede darle un subsidio a un particular, que formalice la institución y así puede acceder al subsidio pedido.
Gertrudis entonces compra el 12 de noviembre de 1864 a don Antonio Ferreira, portugués, un terreno con dos casas: una de ellas nueva, en tres mil pesos y escritura en la escribanía de don Román Jofré -ascendiente de personalidades de nuestro medio como la profesora Morocha Moreno Jofré de Atencio y del artista plástico Suárez Jofré. Lo comprado tenía frente a la calle San Luis y Aberastain. Casi un cuarto de manzana -poco más o menos-, no toda la manzana como se ha dicho.
Y el 15 de diciembre de 1864, compareció ante la misma escribanía diciendo que:…De su libre y espontánea voluntad y con el fin de aliviar a las personas desvalidas de su sexo, ha establecido una casa hospicio en la casa que fue de don Antonio Ferreira, y ella ha comprado con su dinero, en la cantidad de tres mil pesos………Confía a la Sociedad de Beneficencia de Damas, la administración - quedando ella como colaboradora-. Poniendo como única obligación al donatario. La de destinarla siempre y perpetuamente al objeto que la compareciente ha tenido al fundar el hospicio; a saber el alivio y cuidado de las mujeres pobres, enfermas y desvalidas…
Dejando de lado el Hospicio tenemos un último documento de Gertrudis, su testamento, firmado el 31 de setiembre de 1866.
En el, pone a su yo fugitivo de este mundo en el centro, mira hacia atrás, porque recuenta lo que acumuló en vida y lo proyecta hacia el futuro en sus destinatarios. Es un lazo de unión el pasado, el presente y futuro.
Acá vuelve a hacer frente a un problema. Ella ya tiene sesenta y cinco años. En cualquier momento podía venirle la muerte. Cosa que ocurrió el 31 de agosto de 1868, cuando se contagió posiblemente de cólera en el lugar donde estaba el Lazareto de Nuestra Señora de los Dolores, actual iglesia de La Merced y Municipalidad de la ciudad de San Juan posiblemente.
Ese año la muerte andaba suelta por las calles de San Juan. Sólo los médicos, los sacerdotes y algunos laicos se quedaban. Fue velada en su casa de La Lagunita contiguo al Hospital y enterrada allí como pidió en su testamento.
Desparecida Gertrudis diremos que el Hospicio pasará a designarse Hospital San Roque, conocido también como Hospital de Mujeres o de Infecciosos a partir del siglo XX, cuando una pariente de Gertrudis, doña Cesarita Garramuño de Godoy funda y dona las instalaciones de un servicio de infecciosos, que al parecer en un principio estuvo por la calle 25 de mayo, que era lo más atrasado entonces.
El Hospital desde 1864 a 1913, recibe dos donaciones y realizan doce compras hasta quedar en posesión de toda la manzana. Es admirable cómo trabajaron las Damas de Beneficencia.
En este lugar hasta el terremoto del 15 de enero de 1944 sucedieron cosas trascendentes y dignas de ser tenidas en cuentas:
• Acá aparecieron las especialidades médicas.
• Se inició la cirugía mayor en San Juan
• Se usó el cloroformo en las operaciones quirúrgicas.
• Los primeros estudios de sangre.
• Se instaló la primera maternidad que hubo en San Juan. Tanto gratis como paga.
• Se edificaron salas de recibo al lado de las habitaciones de las parturientas, cosa que hoy no tiene ningún sanatorio privado –y hasta el mobiliario es un verdadero adelanto para la época, pues por las fotografías hemos visto los muebles hechos de caños y las sillas voladas es decir con dos patas.-
• Se hicieron los primeros estudios de enfermedades venéreas.
• Se empezó con la estadística y seguimiento de los enfermos.
• Se fundó una Escuela de Enfermería.
» Contó con el primer aparato de Rayos X de San Juan, ya que le hacía las radiografías a los enfermos del Hospital Rawson, hasta tanto éste instalara el suyo.
• Se dotó al Hospital de una biblioteca informativa para sus médicos.
• Acá trabajaron médicas mujeres por primera vez en San Juan.
• Se aplicó por primera vez en San Juan en los dos Hospitales el concurso médico llamado en la Intervención del coronel. Juan Berreta, el 11 de diciembre de 1944, por el Acuerdo 623 G. Con la creación de la Carrera Médico Hospitalaria, es decir que es anterior a las Leyes Sanitarias dictadas en el gobierno del doctor Américo García, que tanto bien hicieron, pues trataban de evitar el clientelismo político en los hospitales.
• Recibió a las figuras médicas más notables de aquel momento, que venían a San Juan con sus equipos en el tren El Cuyano, de rigurosa puntualidad horaria.
• Estuvo uno de los primeros dispensarios de Lucha contra el Cáncer , fruto de los desvelos del doctor Héctor González (hoy injustamente olvidado)- creo que fue el tercero en el país- cuando Mendoza y Córdoba no lo tenían, dependiente del Instituto de Medicina Experimental, hoy Roffo, quien vino a su inauguración. Este dispensario se cerró por ceguera de los gobernantes, - sencillamente no habían fondos- y llegó a ser de los mejores del país.
Después del terremoto del 44, vino un período de crisis, completada con la disolución en todo el país de las Sociedades de Beneficencia, que tanto bien hicieron. El Hospital pasó a Marquesado que sería una segunda etapa y la tercera que se inicia en el actual emplazamiento del llamado Hospital Marcial Quiroga.