Bonnie & Clyde sanjuaninos. Locura de juventud

Horas de investigación periodística y trabajo fotográfico fueron necesarios para lograr este resultado, una nota que combinada con criterios gráficos ilustra la historia de Juan José León y Fabiana Patricia Estévez hasta que fueron descubiertos. Se solicitó también el arte del plástico Jorge Rodríguez, quien basado en datos e informaciones, pintó algunos momentos en que la foto fue imposible. El producto son estas cinco páginas. El siguiente artículo fue publicado en El Nuevo Diario, en su edición 599 del 26 de marzo de 1993.

 Esa lluviosa mañana de marzo significó quizás, el último estertor de la tranquilidad de pueblo que ya se tornó en nostalgia pura para los sanjuaninos. Una pareja, a bordo de una motocicleta, intentó alzarse con 60 mil pesos destinados a las operaciones de los cajeros automáticos del Banco de San Juan. Pero había custodia y hubo fuego: un tiroteo en el que resultó herido uno de los asaltantes, que vencidos por la impotencia se terminaron entregando un día después. Entonces la opinión pública se vio conmocionada, con temblores que todavía se suceden: el dúo asaltante resultó ser un matrimonio muy joven, con un hijo de cuatro años, con una posición económica aparentemente desahogada —manejaban una distribuidora de bedidas, moto y camioneta—, se llevaban bien; hacían vida social…

El delito se nutre en nuestra provincia de varias, pero conocidas vertientes: por un lado la marginal, asentada en una clase social ubicada por debajo de la línea de pobreza, con necesidades básicas insatisfechas que camina —para adelante o para atrás— a partir de los impulsos de las postergaciones, en donde la frustración o la desesperación añadía a los delitos una característica especial: la violencia. En el otro extremo, la sutileza del guante blanco: los delitos económicos, o los fraudes, aquellos efectuados por quienes todos conocemos... pero que nunca están tras las rejas. Pero con este último golpe frustrado Juan José León (24) y Patricia Fabiana Estévez (23) quedó aclarada otra categoría, con metodología propia. Algo parecido al "toco y me voy": una fórmula que ensayaba la proporción ideal de audacia —necesaria para planificar y decidir el robo— sorpresa, rapidez que les brindaba la moto Suzuki o la camioneta Ford F-100 y sangre fría: armados, dentro de su lógica delictiva estaba también, la posibilidad de matar o morir. Tuvieron suerte. Pudo terminar de otra manera.

"Es una locura, una locura de la juventud no tiene otra explicación". Dijo un amigo de la familia Estévez en los pasillos tribunalicios. Y como queriendo encontrar una respuesta a los hechos que sacudieron a ambas familias, agregó "los dos venían de familias bien, los padres son excelentes personas. Por eso no alcanzamos a entender cómo no pensaron en su hijo antes de hacer esto”.

Un viejo policía que ha pasado demasiadas veladas en "el gallinero" de Tribunales (en donde quedan hospedados los sospechosos y procesados hasta que declaran) y que oía la conversación, no pudo contenerse y sentenció: "la ambición, viejo. Cuando te pica ese bicho no pensás en nada...."
La historia de un matrimonio que comenzó como tantos terminó como muy pocos: Juan José en el Penal, Fabiana herida de gravedad, en el hospital. En Tribunales se supo que León habría confesado la autoría de tres hechos. Frente a esto, se abre un camino sin retorno: uno de los delitos, "robo con arma", es castigado con 5 a 15 años de prisión. ¿Qué futuro le espera a Alexander, el hijo del matrimonio?


Al conocer los detalles del suceso, no pocos recordaron a una pareja norteamericana que en los años ''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''30 golpeó con una ola de delitos —salpicados con sangre— que asoló a los Estados Unidos. Bonnie Parker y Clyde Barrow constituyeron una de las duplas más famosas de la historia contemporánea del crimen mundial. Una sociedad para delinquir, con engranajes perfectamente aceitados, en la que el amor tampoco estuvo ausente. Inmortalizados en 1966 por el director Arthur Penn, la historia de Bonnie & Clyde, interpretada por Faye Dunaway y Warren Beatty, fue un suceso mundial. El film deja al desnudo las motivaciones, la psicología y la lógica criminal de la dupla. Esta historia, que conmocionó a la opinión pública es menos rica, pero un interrogante: ¿qué llevó al matrimonio a transitar la delgada cuerda de la delincuencia.? La respuesta, última, veraz y definitiva, la tienen Juan José y Fabiana Patricia. Tendrán un tiempo largo para meditarla, algo con lo que no contaron Bonnie & Clyde en los años ´30, cuando una lluvia de balas terminó con sus andanzas.


UN BUEN ESTUDIANTE

 Juan José Ramón León, nació hace 24 años en San Juan en un hogar de clase media afta. Diecisiete años después, este rubio con pinta de gringo terminó sus estudios de perito mercantil en la Escuela de Comercio. Como siempre se había sentido atraído por el sofisticado mundo de las computadoras, no fue para nada extraño que ingresara en la Facultad de Ciencias Exactas, para comenzar sus estudios en la licenciatura de Informática, carrera de cinco años la que debió abandonar al promediar el segundo curso. Su padre, ex titular de la Dirección Provincial de Vialidad, podía sustentar sus estudios. Antiguos compañeros, algunos de los cuales hoy están dando sus últimas materias, recuerdan que no era mal estudiante, pero debió alejarse de los libros porque "él dijo que tenía que trabajar".



RUBIA Y BONITA

 Delgada, rubia y muy bonita, Fabiana Patricia Estévez es la mayor de los tres hijos de una conocida familia sanjuanina de Concepción. De buen pasar, su padre administra una finca y también un negocio de carnes. Cuando terminó sus estudios de bachiller en la Escuela Normal Sarmiento, sin una decisión firme en cuanto a qué carrera seguir, intentó un año también en la Escuela Normal Sarmiento, en la carrera de maestra jardinera. Bien relacionada conoció en el ´87 (a los 18 años) a quien sería su esposo. También dejó sus estudios.




MUY ENAMORADOS

 Como en los signos del zodíaco, la pareja se formó con la conjunción de los signos de fuego y de aire. Desde el comienzo de la relación, algunos amigos afirman que Fabiana impuso con frecuencia su criterio, y explican esto aduciendo que el joven estaba muy enamorado. Unos pocos sugirieron que su familia (que vive en el barrio 25 de Mayo) no estuvo muy de acuerdo con este noviazgo, pero que frente a la enorme convicción que mostraba Juan José, finalmente terminaron cediendo y lo apoyaron. Al poco tiempo, Fabiana dio a luz una criatura. El nene tiene ahora cuatro años. Vecinos Indicaron que la pareja se llevaba bastante bien y que nunca dieron motivos para que se sospechase de su conducta delictiva.

NACE EL HIJO
Aprovechando que el título de perito mercantil lo habilitaba, Juan José rindió el examen de ingreso y comenzó a trabajar en el Banco de San Juan. Los primeros días se desempeñó en la casa matriz, para luego ser trasladado a la sucursal anexo Caja de Ahorros en Avenida Ignacio de la Roza 130 oeste, en el edificio Alianza. Mientras trabajaba como cajero en esta entidad crediticia, nació Alexander, al que Fabiana se dedicaba por completo. Personas cercanas comentaron que a partir de allí habrían comenzado las presiones de su esposa para que Juan José diera muestras de una mayor capacidad de progreso en el plano económico.

LA CASA
Al contrario de muchas nuevas parejas, que tienen que alquilar o penar con cuotas o esperar al IPV, los León contaron con una bonita casa en Chacabuco 2085 norte, Santa Lucía, que habría sido regalada por los padres de Juan José. Era un matrimonio —para los tiempos que corren— que tenía un buen pasar. Si bien requería de trabajo y esfuerzo, entre sus bienes se contaba una camioneta F 100 naranja, en muy buen estado y una motocicleta Suzuki GS 450. Ambos habían sido educados y estaban acostumbrados a ambientes familiares en donde —según vecinos- "más bien sobraba que faltaba".

SE VA DEL BANCO 
 Empleados del Banco de San Juan recuerdan que León —que trabajaba como cajero de la entidad— habría tenido algunos problemas al momento de rendir las boletas comprobantes del pago de impuestos. Esta falta habría tenido lugar en dos ocasiones, lo que motivó que por razones de política empresaria, Juan José León debiera abandonar la caja, renunciando al cargo en abril de 1992. Si bien el salario de un cajero del Banco de San Juan no es bajo, algunos compañeros del Banco ratificaron el comentario —como buscando una explicación: "Juan José había sido educado en una familia bien, con nivel económico que por sí sólo no podía alcanzar. Y a todos nos gusta la buena vida".




REPARTE BEBIDAS 
 Cuando tomó conocimiento de la renuncia que debió presentar Juan José, su padre creyó una vez más en él y le ofreció apoyo al matrimonio —que se mantuvo muy unido frente a esta adversidad— para comenzar con un negocio de reparto de bebidas, que instalaron en su domicilio de calle Chacabuco 2085 norte, en Santa Lucía. Si bien demandó esfuerzo por parte de Juan José y Fabiana Patricia, que trabajaron espalda a espalda, los vecinos concuerdan en que de a poco, les comenzó a ir mejor. La camioneta Ford F-100, patente D 26316 de propiedad de la pareja, se constituyó en el vehículo ideal para llevar a cabo los transportes. A todos ojos, la familia León había comenzado a afianzarse y no podía predecirse tan imprevisto fin. En los pasillos de Tribunales, se comenta que el matrimonio habría cancelado gastos de montos considerable con la tarjeta de crédito, con lo que habrían comenzado sus problemas financieros.



FALTABA LA PLATA 
 La pareja frente al gasto de la tarjeta que debía afrontar, se vio acorralada en un laberinto financiero sin escape. Consideraban que la ayuda que ambas familias les habían brindado ya era mucha y que no podían seguir en la misma tesitura. De alguna manera había que pagar los gastos mensuales de la tarjeta—el titular de la tarjeta de crédito era el padre de Juan José— y no atinaban en encontrar la respuesta. Si bien el rumor y algunas versiones periodísticas han afirmado que Fabiana, por su temperamento era quien concibió la idea de comenzar a delinquir, fuentes judiciales afirmaron que se desprendería de las declaraciones de León que la disposición fue conjunta y que la tomaron a mediados del año pasado.




EL PRIMER ASALTO

 Armados de valor y de una pistola, la pareja imaginó cómo sería el primer atraco. En la calle Aberastain (310 sur) pasando Mitre funciona una agencia de quiniela, prode y lotería, que la empleada al frente del negocio suele cerrar cerca de las 22. Aproximadamente a las siete de la tarde de un día de octubre, Juan José fue —como cualquier otro cliente— a jugar un número a la quiniela. Luego, se sentó en un borde del café Hampton que tiene lugar casi al lado de la agencia, donde esperó por dos horas que Fabiana llegara a la agencia "La Negrita". Allí, entró con una careta negra de carnaval cubriéndole el rostro y ya esgrimiendo el arma—con la que no amenazó a la empleada, según ésta aseguró— y luego de cerrar las puertas le dijo a la empleada quien le rogaba que no le hiciera daño: "no te voy a hacer nada si me das lo que tenés en la caja". Así lo hizo y Fabiana, luego de tomar los 700 pesos de la recaudación diaria, abordó la camioneta en donde Juan José la estaba aguardando, para partir raudamente y perderse en la oscuridad.


ATRACO EN PLENA CALLE 
 Al parecer, los problemas financieros de la pareja no se solucionaron con este primer "trabajo", por lo que comenzaron a planificar dónde y en qué oportunidad efectuarían el segundo atraco. Y este se llevó a cabo con luz del día: a bordo de la moto Suzuki 450 GS, de color ocre arrebataron el maletín a una empleada de contaduría del autoservicio "José González e hijo" y se alzaron esta vez con un monto importante: más de 6.000 pesos. Aprovechando la capacidad de pique de la moto, en pocos segundos perdieron de vista a la empleada, que quedó casi paralizada en Entre Ríos casi 25 de mayo, en donde tuvo lugar el arrebato. El secreto de sumario no ha permitido saber de qué manera o qué contactos tuvo la pareja para saber en qué momento la empleada dejaba el local comercial e iba a caminar expuesta con esa cantidad de dinero.



EL GRAN GOLPE

 Con la sangre golpeando violentamente en sus sienes contemplaron el último botín. No volverían a arriesgarse por poco dinero, pensaron. “Pero el tren vida, tampoco podía parar” —afirmaron algunos uniformados muy cercanos a la investigación del caso—. El próximo golpe debía tener dos condiciones: que el resultado del atraco fuese un monto importante, mucho más elevado que el anterior y que no aparejara consigo una maniobra complicada y riesgosa. La experiencia de Juan José como empleado del Banco San Juan sirvió para diagramar el próximo paso de la pareja: temprano en la mañana, un empleado del Banco transportaba en un maletín caudales para llevar al cajero automático. El monto siempre es importante, porque el cajero automático debe enfrentar las operaciones de la semana con el depósito efectuado. El empleado que llevaba los valores debía ser el blanco de la operación. Para amedrentarlo, utilizarían una pistola Bersa calibre 22 y un revólver Doverman calibre 32 largo.


ERA LUNES Y LLOVÍA

 Muy temprano en la mañana de un lluvioso lunes 15 de marzo cuando todavía no eran las ocho, una moto de alta cilindrada y color oscuro circulaba por calle Mendoza. Se detuvo un momento en la intersección con Rivadavia. La pareja que la abordaba, ambos vestidas de jeans, campera de cuero negra y zapatillas, estudiaron a los dos hombres que venían caminando por Rivadavia de Oeste a Este. Y volvieron a avanzar. Al llegar a la esquina del campanil, uno de los tripulantes descendió de la moto y directamente fue al encuentro de los dos hombres, que ya se habían percatado de su presencia, ya que quien ya había avanzado unos metros hacia ellos no se había sacado el casco y el restante estaba en la moto con el motor en marcha. Es que debían permanecer siempre con el casco puesto porque —habría declarado León: “Kuky —por Sebastián Molina, el empleado bancario— o Moyanito me podrán reconocer”.




TIROTEO FRENTE A LA PLAZA
 “Dame el maletín”, gritó Fabiana a Sebastián Molina ya con la pistola Bersa calibre 22 en la mano cuando estuvo a muy corta distancia. Segundos antes, el sargento Juan Moyano, que acompañaba al empleado bancarios cumpliendo con un servicio de adicionales, al percatarse de las intenciones de la mujer, dio dos pasos para atrás mientras desenfundaba la pistola reglamentaria.
Ante la indecisión que por un segundo tuvo la asaltante, Molina emprendió una desesperada carrera por la calle Mendoza de Sur a Norte, mientras que la mujer comenzó a disparar al policía que vestía de civil. León sacó también su arma. El policía, mientras buscaba dónde guarecerse, respondió el fuego. Los ocasionales transeúntes no atinaron a nada y parados contemplaban el tiroteo en el sargento de la policía y la asaltante.



SE PUDRIÓ TODO

 Uno de los disparos efectuados por el sargento Moyano dio en la pierna de la mujer, muy cerca de la ingle. Al sentir el impacto, Fabiana le dijo a su esposo “se pudrió todo, vamos”.
Dificultosamente subió a la moto, haciendo fuego por última vez. Y tomaron por Mendoza hacia el Sur.
El sargento de la policía apuntó y tiró del gatillo, pero el proyectil no salió. Podría haber sido el fin pero el drama se prolongaría por dos días más.
En esos días, la policía buscaba intensamente a los asaltantes. Parecía que se los hubiera tragado la tierra. Se pensaba que se trataba de delincuentes consumados.
Mientras tanto, alejados del fragor de la acción, Fabiana comenzó a sentir dolores cada vez más fuertes.
El proyectil 9 milímetros impactó en forma oblicua ascendente en el fémur de Fabiana para luego desviarse —describiendo una particular trayectoria— y dirigirse hacia arriba, en donde interesó órganos del aparato reproductor y sistema urinario.


LA MUERTE RONDA 
 Luego del frustrado asalto, la pareja se dirigió a Chacabuco 2085. Doblada por el dolor, Fabiana tuvo temperamento suficiente para decirle a su esposo que entrara la moto por las dudas que los hubieran seguido. Hecho esto, Fabiana se acostó mientras que Juan José se debatía en la más terrible de las incertidumbres: la herida de bala manaba abundante sangre, pero la visita de un médico sería igual que enterar a la policía. En un rapto de desesperación, Fabiana le indicó a Juan José que comprara una hoja de afeitar, para que con ella le hiciera una incisión y de este modo sacar el proyectil. Pero la intervención, sin muchas precauciones, agravó más el estado de la herida. La infección provocó oleadas de intensa fiebre.




"LE ESTALLO UN SIFÓN"

 El pánico se adueñó de la pareja cuando con el paso de las horas, el cuadro de Fabiana empeoraba. En un momento de lucidez resolvieron llamar a un médico. Pero para que no alertara a la policía, debían mentirle sobre los motivos y características de la herida, ya que el médico está obligado a denunciar las heridas de bala. En una visita muy breve el profesional medicó tratando de atacar una herida producida por los vidrios de un sifón que explotó muy cerca de la joven, produciéndole heridas considerables. Suturó y se marchó. Evidentemente, la curación y los fármacos recetados por el médico resultaron escasos o contraproducentes, con lo que el estado de salud de Fabiana volvió a caer, apoderándose la desesperación nuevamente del matrimonio.


LA CONFESION

En esta situación estaban cuando llegó de visita el padre de Fabiana. Luego de dudar, León abrió la puerta. Al ver el padre el estado de su hija, Juan José repitió el argumento del sifón. Creyendo de buena fe esa historia, el padre debió insistir ante la negativa de la pareja de llevar a Fabiana al Servicio de Urgencias del Hospital Rawson. Allí reiteraron la historia de piezas de vidrio de un sifón que habían herido a la mujer, evitando que los guardias policiales que están apostados allí, dieran informe sobre una herida de bala. Hasta ese momento, se ignoraba que uno de los frustrados asaltantes había sido herido por el policía. Pero no pudieron burlar a los médicos de urgencia. Al principio, habrían creído que se trataba de un aborto sin terminar, por lo que incriminaron al esposo y al padre de la víctima, quien asombrado, escuchó de boca de su yerno, que la verdadera causa del ya gravísimo estado de Fabiana, era una herida de bala.


FABIANA EN TERAPIA INTENSIVA

 Al tiempo que su esposa comenzaba a ser minuciosamente revisada por los facultativos del Servicio de Urgencias, Juan José se derrumbaba moralmente ante los uniformados, confesando todo. Los médicos encontraron que el proyectil se había desviado en el hueso y había subido, destrozando prácticamente el útero de Fabiana y la vejiga, que al explotar dio origen a un proceso de infección agudo que llevó a la ablación del aparato reproductor de la mujer y a su internación en terapia intensiva, con un pronóstico desalentador. Sin embargo, el martes fue trasladada a terapia intermedia por lo que desde el primer Juzgado Penal se estaría estudiando el tiempo y forma en que se le tomaría declaración indagatoria a Fabiana, atento a la evolución de la misma.
El teléfono del abogado penalista Walter Moreno Ferrer sonó. Los León ya tenían patrocinante legal.


JUAN JOSE EN LA CÁRCEL

 Efectivos de la Seccional Primera de Policía intervinieron en el caso, deteniendo a León y destacando guardia policial en la sala de Terapia Intensiva del Hospital Rawson, para vigilar a Fabiana Estévez.
También secuestraron en el domicilio del matrimonio, una prueba que en Tribunales consideran sería contundente: la máscara de carnaval que habría empleado Fabiana en el atraco a la agencia "La Negrita" y las armas utilizadas en el tiroteo. Juan José fue trasladado a la Alcaldía provincial de hombres, desde donde y luego de prestar declaración indagatoria, ente el titular del Primer Juzgado Penal, doctor Ricardo Conte Grand, fue trasladado al Instituto Penal de Chimbas, en donde permanece. La carátula del casó es robo con armas (dos hechos: el de Mendoza y Rivadavia y el de la agencia "La Negrita") y robo simple (el perpetrado en perjuicio de la empleada de José González e hijos) por lo que no cabe la excarcelación.

GALERIA MULTIMEDIA
Personal de la Seccional Primera de Policía detuvieron a Juan José León y luego fue trasladado al Penal de Chimbas
Fabiana Patricia Estévez fue internada en terapia intensiva, aunque después fue pasada a terapia intermedia.
Fabiana Patricia Estévez fue llevada a Urgencias del Hospital Rawson
Fabiana Estévez quedó mal herida en un enfretamiento a tiros con un policía en calle Mendoza, en plena ciudad
Fabiana Estévez quedó mal herida en un enfretamiento a tiros con un policía en calle Mendoza, en plena ciudad
Patricia Fabiana Estévez, mantuvo un tiroteo con el policía frente a la Plaza 25 de Mayo y luego de quedar herida dijo: “se pudrió todo, vamos”
Patricia Fabiana Estévez, mantuvo un tiroteo con el sargento Juan Moyano frente a la Plaza 25 de Mayo
Juan José León y Fabiana Patricia Estévez a bordo de la moto Suzuki 450 GS, con cascos y armados con pistola Bersa calibre 22 y un revólver Doverman calibre 32 largo
Juan José León y Fabiana Patricia Estévez prestos a asaltar al empleado del Banco de San Juan que llevaba un maletín con dinero. Armabos estaban armados con pistola Bersa calibre 22 y un revólver Doverman calibre 32 largo
Juan José León y Fabiana Patricia Estévez, a bordo de la moto Suzuki 450 GS, de color ocre arrebataron el maletín a una empleada de contaduría del autoservicio "José González e hijo"
En la agencia "La Negrita" fue el primer lugar Juan José León y Fabiana Patricia Estévez hicieron el primer robo
Juan José León y Patricia Fabiana Estévez, que según algunos comentarios ella era quien concibió la idea de delinquir
La camioneta Ford F-100 que tenía la pareja de Juan José León y Patricia Fabiana Estévez
Banco de San Juan en su local de Avenida José Ignacio de la Roza antes de Sarmiento
Juan José León (24) y Patricia Fabiana Estévez (23), estuvieron muy enamorados
Fabiana Patricia Estévez
Juan José León
Juan José León y Fabiana Patricia Estévez, los Bonnie & Clyde sanjuaninos