Palonés Plana. Una familia que supo crecer más allá del dolor y el desarraigo

Palonés es conocido como marca de embutidos y es, además, el apellido de una familia alicantina que echó raíces entre San Juan y Mendoza. Quienes llegaron desde España a Argentina fueron José Palonés Ribes y Josefa Simó Costa. Sus nietos y bisnietos son reconocidos profesionales, entre ellos está José Palonés, que fue quien decidió desarrollarse en el rubro chacinados; también Elena, quien fue directora del Centro Polivalente de Artes.

El desarraigo y una promesa
José Palonés Ribes y Josefa Simó Costa eran oriundos de Pedreguer, un pueblo ubicado en la provincia de Alicante, en la comunidad de Valencia. Ambos nacieron en la década 1870 y se casaron en 1921, cuando tenían 23 años, en la iglesia parroquial de la villa de Pedreguer. Un año después nació su primer hijo, José; en 1904 llegó la segunda, Rosa y en 1905 Josefa. Prematuramente, por las dificultades económicas que afrontaban, tomaron la difícil decisión de dejar su tierra para venir a Argentina, como ya lo hacían varios de sus compatriotas desde fines del siglo XIX. La partida fue más complicada aún porque decidieron dejar a la pequeña Rosa con sus abuelos, en España, y llevar solo a José y Josefa con ellos. Pensaban que la niña allí estaría segura, mientras que desconocían el destino que los esperaba del otro lado del océano.

Con gran parte de su corazón en España y los ojos puestos en la promesa del suelo argentino, llegaron a Cuyo. Vivieron un tiempo en San Juan y luego en Mendoza y, entre ambas provincias, nacieron, vivieron y se casaron sus hijos. La primera Palonés argentina de la familia fue Adela,  después de ella nacieron Adela, Mateo, con quien continuará la historia, Antonia y Francisca. Mientras estaban en Argentina, en 1910, la hija mayor, Rosa, que había quedado en España, falleció por la peste de fiebre malta.

Desde que llegó a Argentina José consiguió el sustento para su familia a través del comercio, sobre todo de verduras. Con el tiempo, llegó a tener su propia casa y un local de venta en Godoy Cruz, Mendoza. Al comercio lo conocían como la carbonería, porque vendían leña, carbón, kerosén y piedra, aparte de verduras. Además, hacían otras changas con un sulky, pasaban por los domicilios y levantaban la basura.

Mateo nació en Mendoza, en 1913, y entre sus viajes a San Juan conoció a Joaquina Plana. Ella nació en 1912 y, al igual que él, era hija de alicantinos, Juan Vicente Plana y Josefa Sanchis, y la tercera de diez hermanos, aparte de ella estaban Juan Vicente, Josefa, José, Salvador, Francisco, Héctor, Alfonso, María Elena y Rosa Nélida. Los Plana Sanchis  llegaron a Mendoza, trabajaron como ladrilleros y luego se mudaron a San Juan para dedicarse a lo que ellos realmente sabían hacer, la agricultura.

Durante su noviazgo con Joaquina, Mateo iba y venía entre Mendoza y San Juan, aprovechando además para traer papas y cebollas, entre otras hortalizas. Ellos se casaron el 9 de julio de 1938, vivieron un tiempo en la provincia vecina y su primer hijo, José, nació en 1939, ya en San Juan, estando instalados en Trinidad. Un mes después falleció José Palonés, y en marzo de1940 murió  Josefa Simó.

Un trabajador, incansable y visionario
Acá Mateo trabajó como empleado de la ferretería  “Casas & compañía”. Al solicitar una mejora de sueldo lo enviaron a una sucursal de la firma en Jáchal. Él aceptó el reto, apoyado y con la indispensable colaboración de Joaquina y allá partieron con su pequeño hijo. Allá Mateo fue el responsable del local, que también tenía venta y distribución de lubricantes y combustibles, con camión propio de la firma.  Cuando él salía a distribuir combustible Joaquina se quedaba a cargo del negocio. Mientras cuidaba a su hijo, y luego al segundo,  Juan Vicente, que nació mientras vivían en Jáchal. Aparte de trabajar y ocuparse en forma permanente de los chicos, como era profesora de corte y confección, ella misma les hacía gran parte de la ropa que necesitaban.

Mateo, que no se conformaba con la responsabilidad que le encomendaron, quería siempre mejorar el bienestar de su familia. Así que ahorró algo de dinero y emprendió la siembra de cebollas en “El fuerte”. Se levantaba a las 4 de la madrugada para poder ir a ver la plantación y luego llegar a tiempo a abrir el negocio y hacía el recorrido a caballo, cruzando un río para poder llegar. El primer año de cosecha le fue bien, el segundo no tan bien y el tercero fue muy bueno.

En 1944, después del terremoto, con el capital que logró reunir decidió independizarse. Junto a sus cuñados Héctor Plana y Victorino Puente le compraron a don Paulino Larrrea la bomba de nafta y venta de lubricantes y repuestos que estaba sobre avenida Córdoba, entre General Acha y Tucumán, dando origen en 1945 a “Mateo Palonés & Cía.”, que funcionó hasta la década de 1980, sobre todo como casa de repuestos para el automotor.  Si bien comenzaron siendo tres socios, después Mateo y Héctor le compraron la parte a Victorino y, también ellos dos, tuvieron viñedos en El Mogote. Más tarde Mateo se quedaría con el negocio de repuestos y Héctor, con la finca.

La familia se fue a vivir a Santa Lucía, a una finca que llamaban “La lagunita”, porque tenía un terreno muy bajo, que solía inundarse con las lluvias. Con drenajes y plantaciones de bosque Mateo logró subsanar ese problema. Aparte de tener el negocio de repuestos, siguió trabajando en agricultura. La propiedad en la que vivían tenía cinco hectáreas y allí tenían animales y plantaban todas las verduras que consumían, y si sobraba lo vendía en la feria.  Después de que dejaron Jáchal nacieron la tercera y segunda hija del matrimonio, María Elena y, varios años después, Verónica.

Además, él estuvo entre los pioneros del cooperativismo en San Juan, en una época en que eran pocas este tipo de empresas. Fue uno de los fundadores de la Cooperativa Agrovid y también de La Rinconada, que molía la uva de los socios, comercializaba el vino e incluso tenía una planta fraccionadora en Laboulaye, vendían la bebida a Buenos Aires y Córdoba. No solo fue defensor del cooperativismo con fines comerciales, tanto él como Joaquina formaron parte de las cooperadoras de las escuelas a las que fueron sus hijos, la Carlos Pellegrini y la Antonio Torres.
 
También participó activamente en la Asociación Sanjuanina de Volantes, en la organización de las carreras de regularidad que se corrían en la década de 1950. Se corría en vehículos comunes, con un velocímetro especial y la competencia tenía diferentes etapas, había que llegar a un determinado punto y a cierta hora; por eso los conductores no podían ir a 100 o a 20, sino manteniendo una velocidad regular. Mateo auspiciaba a algunos vehículos y él también corría en una camioneta Apache, así ganó la interprovincial San Juan Mendoza, sin haber cambiado el velocímetro. Las competencias eran todo un acontecimiento y generaban un gran movimiento familiar, los competidores esperaban las fechas de carrera con ansiedad, se inscribía gente de Mendoza y La Rioja, también competían mujeres, entre ellas Elena Plana, una de las cuñadas de Mateo y hermana de Joaquina.

Docentes, comerciantes, artesanos y profesionales de la salud
De los hijos de Mateo y Joaquina, el mayor, José, se recibió de enólogo. Trabajó en la bodega Estornell y luego decidió sumarse al negocio de su padre. Juan Vicente, el segundo, hizo lo mismo, estudió medicina en Córdoba pero luego de un par de años decidió regresar y ayudar a su papá. María Elena se recibió de maestra y después de profesora en Geografía. Dio clases en el profesorado de Geografía de la Universidad Nacional de San Juan, también en escuelas de Albardón, Pocito, en el Liceo y en el Centro Polivalente de Artes, donde se jubiló como directora. Ella se casó con Jorge Andrés Pazuchanic. Por último, la menor de los hermanos, Verónica, que es nutricionista, se casó con Jorge López D´Ambola, con quien se radicó en Mendoza y tuvieron cuatro hijos: Ana Paula y Micaela, ambas psicólogas; Ana Agustina, licenciada en Comunicación Social y Nicolás.

Mateo falleció siendo muy joven, en 1973 y Joaquina en 2004. Después de que muriera el padre de la familia, los hermanos José y Juan Vicente se llevaron el negocio a calle 9 de Julio, pero al poco tiempo lo cerraron. Después de eso el mayor decidió comenzar a producir chacinados. La familia solía carnear al menos dos chanchos todos los años, casi siempre sobre el 20 de junio. Elaboraban lo básico, chorizo y morcilla, y hacían incursiones en el salame y con el clásico español, la sobrasada. Basándose en esa tradición familiar José empezó a producir embutidos con el apellido de la familia como marca. Él se casó con Rosa Beatriz Magariños y tuvieron dos hijos: Liliana, quien es fonoaudióloga y Edgardo, quien trabaja junto a su padre en la producción de chacinados.

El segundo hermano, Juan Vicente, descubrió su vocación luego de que cerraran el negocio familiar. Es artesano y trabaja con el mimbre, tuvo durante varios años un local de venta con sus creaciones “La botica de Juan”. Él se casó con Elsa Deymie y tuvieron tres hijas: Patricia, quien es directora del colegio “Santa Teresita del Niño Jesús”; María Marcela, quien es diseñadora gráfica y publicitaria; y Natacha, quien es médica y vive en Italia.


              

GALERIA MULTIMEDIA
La pequeña Verónica Palonés, su hermana María Elena Palonés y su padre Mateo Palonés en una de las carreras de regularidad, con la camioneta Apache con la que ganó la San Juan –Mendoza. La foto es de la década de 1960.
Mateo Palonés Simó, Joaquina Plana, una sobrina, Elsa; Adela Palonés Simó, Verónica Palonés, Adriana y Marcelo, nietos de Adela.
Mateo Palonés y su esposa Joaquina Plana con sus hijas María Elena y Verónica Palonés.
Parte de la familia Palonés Plana. En la fotografía están Mateo Palonés y Joaquina Plana con sus hijos José “Pepe”, Vicente y Verónica, en la imagen falta la tercera de los hermanos, María Elena Palonés.
Con sus primeros hijos, Vicente y José “Pepe” Palonés, Joaquina Plana y su esposo Mateo Palonés. La foto es de la década de 1940.
La fachada del negocio Mateo Palonés & Cía, que estaba ubicado en Avenida Córdoba y General Acha.
La camioneta Apache con la que Mateo Palonés competía en las carreras de regularidad, y con la que además ganó la interprovincial San Juan – Mendoza.
Joaquina Plana y Mateo Palonés junto a sus hijas, María Elena y Verónica Palonés Plana.
Joaquina Plana junto a sus hijos mayores, José “Pepe”, Vicente y María Elena Palonés.
Mateo Palonés junto a sus hijos mayores, José “Pepe” y Vicente, vestidos con el guardapolvo para ir a la escuela y pequeña María Elena Palonés.
En la primera fila están Mateo Palonés, su hija María Elena, su hermana Adela Palonés y su esposa Joaquina Plana. Abajo están Verónica Pálonés, hija de Mateo; y una nieta de Adela, Adriana.
Joaquina Plana con sus hijas María Elena Palonés, la mayor, y Verónica Palonés.
Joaquina Plana, vestida para su casamiento, con su sobrina Elsa Moll Palonés. La foto es de 1938.
Joaquina Plana junto a Mateo Palonés el día de su casamiento, el 9 de julio de 1938.
Joaquina Plana con sus cuatro hijos: Verónica, Vicente, José “Pepe” y María Elena Palonés.
Los vehículos que participaban en las carreras de regularidad. En el primero se puede ver la publicidad del negocio de repuestos del automotor de Mateo Palonés.
Las carreras de regularidad. En la foto una de las paradas en el Encón.
En Jáchal, José “Pepe” Palonés en la bomba de nafta en la que trabajaba su padre, junto a su madre, Joaquina Plana. La foto es de la década de 1940.
Joaquina Plana junto a su esposo, Mateo Palonés.
Jorge Pazuchanic junto a su esposa María Elena Palonés, Verónica Palonés y su esposo y Jorge López D´ambola.
José “Pepe” Palonés y su esposa Rosa Magariños; Elsa Deymiè y su esposo Juan Vicente Palonés.
Los abuelos José Palonés Ribes y Josefa Simó Costa, quienes aparecen sentados en la fotografía, con sus hijos. Parados están Mateo, José, Adela y uno de los yernos, José Vives. Sentados están Josefa (madre), Antonia, José (padre), Francisco y Josefa con su hija en brazos.