El Parque de Chimbas fue inaugurado el 29 de noviembre de 2016.
El complejo, ubicado en calles Benavides y Tucumán, tiene una superficie
total de 39.280 metros cuadrados, cercada perimetralmente, de los que 28.000
metros cuadrados son de espacio verde con 1800 plantas de diferentes especies.
En el acceso al parque hay un salón de usos múltiples de 388,82 metros
cuadrados, con un playón deportivo y en el interior un buffet para la venta de
comidas y bebidas.
También tiene bancos en piedra y madera, bebederos, glorieta, cestos de
residuos, sanitarios, un sector de estacionamiento para 29 vehículos.
En el lugar estaba la tradicional Villa Benavides con alrededor de 300 familias
que fueron llevadas a otro lugar en el marco del programa de erradicación de
villas del gobierno provincial en el año 2006.
Estuvieron presentes en la inauguración el gobernador Sergio Uñac; el
vicegobernador Marcelo Lima, el intendente Fabián Gramajo, el secretario de
Obras Publicas Jorge Deiana, el intendente de la Ciudad de San Juan Franco
Aranda, los diputados provinciales Mario Tello y Andrés Chanampa, propietarios
de la empresa constructora Perfil, demás funcionarios y vecinos.
Día de la inauguración del Parque de Chimbas, ubicado en Benavides y Tucumán.
El siguiente es un artículo del profesor Eduardo Peñafort,
filósofo y crítico de arte, publicado el
16 de febrero de 2018,
en la edición 95 de La
Pericana.
El parque de Chimbas y el
déficit de ciudad
El Gran San Juan es un aglomerado urbano circunscripto por el área de influencia directa de la Capital.
Actualmente corresponde atender a un doble movimiento: por una parte, la
fluidificación de la articulación de las zonas aledañas con la Capital
propiamente dicha y, por otra, tendencia a la descentralización municipal y
barrial – entre otros, servicios, centros sanitarios y educativos, centros comerciales -.
El perfil urbano caracterizado por la gran heterogeneidad de poblamientos
incluidos reconoce como una de sus causas el plan definitivo de reconstrucción
implementado con posterioridad a 1956 que atendió especialmente a la “ciudad
formal”.
La consecuencia previsible es la segmentación de las
formas del habitar.
El desafío urbanístico del presente consiste en dar
soluciones para “lugares” y territorios desordenados, dispersos, rizomáticos,
laberínticos, marginales y con dispares hetero y autoimágenes sociales. La
cuestión no se resuelve unificando paisajes, sino comprendiendo que se debe pensar
la ciudad como flujo de circulación, pero desde el fundamento que todo
ciudadano tiene iguales derechos para vivir con dignidad.
El tema que se trata no hace referencia al déficit
habitacional – problema agudísimo, pero objeto de otra lectura – sino a las
políticas para construir ciudad, para urbanizar en el sentido más literal del
término, para eliminar el “déficit de ciudad”.
En tal sentido, se estima relevante la construcción de
“El parque de Chimbas” como el inicio de trayectos que pueden construir
condiciones reales, físicas y psicológicas de urbanidad. El Parque se construyó
sobre un terreno degradado ecológicamente y en la cercanía de uno de los
sectores más informales – la Villa Costa Canal -, entremezclado con
construcciones públicas de magnitud – muy poco cuidadas - y emprendimientos
barriales muy importantes.
El Parque es un claro indicio que el estado está
preocupado por el habitante, que juntamente con infraestructura, servicios,
equipamientos instituye lugares para que se sienta parte de una comunidad. Ser
un ciudadano pleno e incluido supone vivir en un ambiente recuperado y con los
atributos de la urbanidad. Cada pequeño avance supone un plan de mejora de la
calidad arquitectónica, urbanística y estética.
En el Parque, el poder público demuestra un concepto de
que lo urbano es un bien público del más alto valor, tan necesario como el acceso
a la infraestructura, el transporte, la educación o la salud.
La urbs y la civitas, el ambiente físico y la condición
política del ciudadano, tienen que estar completamente entrelazados.
En la ciudad formal existe una clara distinción entre lo
que es público y privado, pero “en ciudad informal” todo es privado, y lo que
no es privado no es de nadie: por eso se puede invadir, tirar la basura en la puerta,
construir sobre la calle: porque no hay nada que lo regule. Las modificaciones
del paisaje que provoca el Parque, apunto a instaurar una división entre lo que
es de cada uno y lo que pertenece al conjunto de la comunidad, como plazas o
equipamientos públicos.
Por supuesto que esto no se produce de un día para el
otro, y por ello, las actividades planificadas para ese espacio, como los
sistemas de seguridad deben ser tan educativos como la creación del espacio
mismo. Poco a poco se creará la idea que es necesario mejorar la vivienda, pero
también la conciencia que quienes allí habitan no son marginales culpado de
antemano.
El nombre del departamento proviene de un vocablo que
relaciona territorio con río, y la zona de la Costanera es probablemente uno de
los mejores miradores del paisaje sanjuanino. Atender ese costado bien vale un
esfuerzo más.