El pensamiento de Domingo Faustino Sarmiento no sólo está expresado en sus libros. Muchas de sus ideas y propuestas están contenidas en discursos y cartas. Aquí se reproducen partes de algunos de estos valiosos textos.
Hay un Sarmiento de estatua al que en los discursos escolares de cada año se lo pinta como un niño que nunca faltó a la escuela, hijo de una madre bondadosa que pasaba la vida tejiendo y que un día llegó a la presidencia de la Nación.
Y hay otro Sarmiento, hecho de carne y hueso, que fue un luchador pasional, que no temió enfrentarse a los personeros del atraso, que combatió con la pluma y la palabra en todos los ámbitos, que supo ser generoso y arbitrario y que, ni antes ni después de ser presidente, olvidó a su tierra natal.
Precisamente la relación de Sarmiento con San Juan no fue fácil. Sarmiento se adelantó un siglo a la época que le tocó vivir. Y San Juan era en esa época un sitio de los más atrasados del país. De ahí que sus discursos fueran generalmente duros. Vale la pena rescatar parte de esos discursos para que quienes realmente admiramos la obra del gran maestro y no aceptamos de modo alguno a ese prócer de estatua que nos quisieron vender, advirtamos una vez más la actualidad de sus pensamientos.
"Hace tres siglos que descendieron algunos soldados españoles de la nevada cordillera de Los Andes, donde en estas faldas encontraron un río, asentaron sus reales y echaron los cimientos de lo que hoy es la ciudad de San Juan.
Aquellos soldados, a las órdenes de aventureros o nobles capitanes por ignorantes que ellos mismos fuesen, traían consigo a estas tierras, habitadas entonces por salvajes, una fe religiosa, una civilización completa y un sistema de leyes que debían implantar, propagar y mantener en la nueva patria que se daban.
Para la religión que profesaron ellos y sus descendiente fundaron iglesias, conventos, legan bienes cuantiosos para su sostén.
Más, para propagar las luces de que eran depositarios fueron menos solícitos y salvo la escuela del rey en la que se enseñaba a leer y escribir a los hijos de las familias nobles, tres siglos transcurrieron sin que proveyese de medios de dar instrucciones más elevadas a las generaciones que se sucedían.
La emancipación de las colonias no trajo para estos pueblos, como era de presumirlo, novedad ni progreso importante en cuanto a extender la instrucción más allá de la enseñanza primaria".
(Discurso de 29 de junio de 1862, en la inauguración del Colegio Preparatorio)
"Subsiste en la República Argentina como un pasaporte, un privilegio, un título sin el cual no hay admisión en las regiones de la ciencia oficial.
Esta institución añeja, mata el saber donde quiera que se desenvuelva fuera de las puertas de la universidad y castiga con un rechazo permanente y persigue hasta la muerte al talento, a la aplicación, que intentasen abrirse paso por entre estas trabas. Hay una universidad en Córdoba y otra en Buenos Aires, en que los alumnos se gradúan en teología, derecho o medicina. No vitupero esto. Para la enseñanza de ciencias tan altas, se requieren centros de población importantes, profesores hábiles, rentas suficientes para su sostén. No está ahí el mal.
El mal está en que para recibir el grado de doctor que se cree indispensable, sólo el latín aprendido en Córdoba, es buen latín, y sólo los rudimentos de química o bien las simples nociones de matemáticas que se dan en Buenos Aires, son apenas suficientes para ser agrimensores, son tenidas por matemáticas".
"No se gobiernan así las cosas en Inglaterra y Estados Unidos. Ni para ser abogado ni jurisconsulto se piden títulos escritos.
El presidente Lincoln, el vicepresidente Filmore, entre mil, nacieron peones, se educaron labradores o pulperos. Con la edad viril y una “self-education” como ellos llaman, se fueron dilatando sus facultades mentales hasta revelarse, escritores y hombres maduros buscaron un abogado que les enseñase leyes, y cuando aprendieron el oficio se presentaron en el foro a abogar o fueron en la tribuna parlamentaria sabios legisladores.
Nuestros sistemas de doctores patentados, produce otro daño. De trescientos que existen en Buenos Aires o Santiago de Chile, todos graduados o documentados, dos o tres son eminentes. Diez ganan plata con su profesión y doscientos se mueren de hambre, porque de tal manera disimulan su saber ya que el público, no obstante el título, se persuade al fin que no saben “jota” de nada".
(Discurso de 29 de junio de 1862, en la inauguración del Colegio Preparatorio)
"El mal de la extrema ignorancia está en que hace improductivo al hombre y le conserva estacionario sin aspiración alguna.
Yo propondría a los comerciantes un buen negocio. Nadie entra en el comercio sino en condición de permanecer en él por muchos años. Y bien, empecemos por crear el consumidor.
El peón ignorante viste con poncho y le basta una camisa.
Los hombres consumen no en razón de sus posibilidades, sino en proporción al desarrollo de su inteligencia.
Conozco poquísimos hombres que no sepan leer y usan reloj.
Para llevar reloj se necesita poner a contribución todas las producciones de la industria: muchas camisas, excelentes calzados, tejidos de lana y de seda. Todo hace a la armonía entre el reloj y la habitación, el porte y el vestido".
(Discurso del 10 de julio de 1862, al colocar la piedra fundamental de la Escuela Sarmiento)
"Sois agricultores y os faltan peones para el trabajo.
Yo conozco un peón que hace la obra de diez. Es la máquina, el arado perfeccionado, la máquina de segar, la de trillar, la de aventar, etc.
Pero el peón ignorante o romperá la máquina y no podrá nunca mejorar la agricultura.
Sois ciudadano de un país libre y debéis gobernar por el voto de la mayoría. Y bien, yo os digo: el Chacho os gobernará más tarde o más temprano. Porque el Chacho es el pueblo ignorante, haragán, destructor. Benavides, Valenzuela, Díaz, Ríos, no han llegado al poder por casualidad. Han llegado porque la masa popular es demasiado atrasada para avergonzarse para tener tales mandatarios.
Sois industriosos y económicos y ganais el pan con el sudor de la frente. Contais sin embargo los millones que habeis perdido, destruido por los bárbaros y ved si no era mejor haber gastado una mínima parte en disminuir el número de bárbaros".
(Discurso del 10 de julio de 1862, al colocar la piedra fundamental de la Escuela Sarmiento)
"Fundemos escuelas en cada barrio, en cada departamento, y habremos de centuplicar nuestras fuerzas.
Las minas nos ofrecen un vasto campo de trabajo.
Pero sabed que las minas producen el capital hecho. Y el capital emigra en busca de goces y seguridad.
Y como Potosí, Puno, Copiapó, y otros centros mineros famosos, verá San Juan salir millones de sus minas y pasar por sus puertas sin dejar señales duraderas de su existencia.
Preparemosnos por un vasto sistema de educación a detener aquí el capital convertido en propiedad y riqueza propia a medida que salga de las minas".
(Discurso del 10 de julio de 1862, al colocar la piedra fundamental de la Escuela Sarmiento)
"Asombra el número de niños que se encuentran en la barbarie en los barrios y villas que he recorrido en estos días.
Señores: los ricos pagan con su fortuna entera y a veces su vida en las revueltas, las invasiones y saqueos, la deuda que no pagaron en pequeña cantidad a los niños de su barrio, educándolos para que amen, respeten y aumenten la propiedad en lugar de destruirla.
Es imposible decir cómo obra la educación para mejorar la condición del hombre. El sólo hecho de ir a la escuela, de obedecer a un maestro, de no poder en ciertas horas abandonarse a sus instintos, bastan para docilizar y educar a un niño, aunque aprenda poco.
Este niño ha sido mezticado, no dará una puñalada en su vida y estará menos dispuesto al mal.
Ustedes conocen el efecto del corral sobre los animales indómitos. Basta reunirlos para que se amancen al contacto del hombre. Un niño no es más que un animal que se educa y dociliza".
(Discurso del 7 de diciembre de 1862, en Concepción, sobre urbanización de esa población)
"Otras causas reclaman para San Juan mayor acumulación de inteligencia que de fuerza armada en el gobierno.
La naturaleza es para San Juan, una madrastra que le ha negado los favores que a otros prodiga. Desiertos áridos la rodean, carece de campos pastoriles, está fuera de las vías comerciales y lejos de los puertos, en un rincón apartado.
Sus habitantes viven a fuerza de industrias. Y la industria se aviene mal con los gobiernos de fuerza.
Llegará bien pronto el ferrocarril a sus puertas, pero en condiciones menos favorables que a Mendoza, situada en primeras aguas y que, repuesta de sus pasados quebrantos, hace surgir de entre sus ruinas la ciudad más bella de la República, comparada por norteamericanos a New Haven y otras ciudades de la Nueva Inglaterra. Ya empieza a absorver a la población de San Juan, que huye del malestar que crean sus perturbaciones. Puede decirse de San Juan que la vida no da para sustos".
(Discurso del 10 de marzo de 1884, al inaugurar la Casa de Gobierno, en ocasión de la última visita a San Juan)
"Entre tantos embarazos que se oponen a su desarrollo, San Juan tiene un áncora de su salvación, que es el cultivo de la viña. Cuyos productos se miden no tanto por la bondad originaria de la uva, cuanto por el grado de inteligencia que se haya puesto en elaborarla.
El vino que perturba la razón es la obra de la razón misma.
Son experiencias seculares de sucesivas generaciones las que han enseñado a confeccionar el vino.
Suetonio hablaba de los vinos de Francia, como Julio César menta en sus Comentarios la cerveza que desde entonces era como la escencia de los germanos.
No tenemos nosotros esa experiencia. Y es a la ciencia contemporánea a quien debemos pedirle consejos para la confección de nuestros vinos pues para exportarlos con provecho tenemos que hombrearlos en los mercados con la ciencia y la experiencia de todas las naciones del mundo.
Una fanega de trigo exportada desde San Juan al Litoral, ni aún en ferrocarril resistirá al recargo de fletes.
Pero una botella de vino Chateau Lafitte o de la Viuda de Cliquot pueden llegar a los Polos, atravezar los mares y escalar las montañas hasta dar con un hombre civilizado que la beba. Los cosacos fueron a Francia a beberse todo el champagne que encontraron cuando la Francia pagó a subido precio y con réditos acumulados el gusto que se dio 15 años de obedecer y glorificar a sus tiranos.
Usted ha visto señor Doncel (futuro gobernador) el estado en que se encuentra la Quinta Normal que debiera ser desde hace 20 años la gran escuela de la agricultura de San Juan, la pepinera de las culturas industriales, de la viña, de los árboles forestales y de los bosques que carece.
No hay ni mimbres en San Juan bastantes para hacer 10 canastas. Y esto es cuanto pueda decirse en materia de abandono y atraso".
(Discurso del 10 de marzo de 1884, al inaugurar la Casa de Gobierno, en ocasión de la última visita a San Juan)
"Los ingleses dicen que para conservarse aseado un hombre, es preciso que todo lo que lo rodea esté limpio. Y para ello bruñen diariamente las herraduras de las puertas. Así es el gobierno: los amigos y los empleados lo ensucian si no se les exige con cuidado.
Todo ha de elevarse a la altura del gobierno. Y a este palacio cuya construcción inspiraron sentimientos de libertad y progreso, deben acompañarle como sucursales los edificios y construcciones de escuelas de agricultura, de bibliotecas, de ciencias industriales y demás elementos de cultura.
Si no lo hacéis os darán el papel de los reyes haraganes de Francia, que mantenían en palacios magníficos a sus servidores, los mayordomos de palacio, para que ellos gobernasen en su nombre. Gobierne usted señor Doncel, con las leyes y no por medio de sus amigos, que ya ha habido en San Juan un buen ejemplo de ello".
(Discurso del 10 de marzo de 1884, al inaugurar la Casa de Gobierno, en ocasión de la última visita a San Juan)
"La educación primaria en Escocia ha brillado mucho antes que en Inglaterra y convertídose desde temprano en institución y en ciencia. Llámanse en Escocia parroquiales, las escuelas porque el párroco está encargado de ellas. Y como la iglesia no pudiese crear impuestos para su sostén, imaginó un medio que tomaba de las instituciones religiosas.
En Escocia toda familia paga al maestro una primicia del fruto de sus labores, enviando al maestro una medida de trigo, de cebada o de papas, según lo que ha sembrado o recogido.
Esta institución patriarcal pone al alcance de los acaudalados el medio de pagar la deuda inmensa contraída con el maestro. Y conserva éste el carácter de miembro de cada familia. Pues el maestro es el segundo padre de los niños y acaso aquel, a quien deberán si son pobres, desenvolviendo su inteligencia.
¿Por qué no se conserva esta bella costumbre entre nosotros? ¿Por qué la primicia olvidada ya como contribución voluntaria no se comparte con el maestro? ¿Por qué el padre y la madre descargan sobre los fatigados hombros del maestro la pesada carga de la educación de sus hijos, mirándolo como un sirviente asalariado si le retribuyen su penoso trabajo en dinero o como un extraño si es un funcionario público?".
(Discurso del 10 de julio de 1862, al colocar la piedra fundamental de la Escuela Sarmiento)
"Estamos en vísperas de una época nueva, acaso uno de esos grandes movimientos que han hecho surgir las naciones. Las minas son una realidad como California. En un año exportaremos barras por dos millones de duros. No se ha descubierto jamás país mineralizado, más grande. Vancouver ha tenido 30 mil visitantes al anuncio de existir lavaderos de oro. Y California y Australia son hoy naciones más poderosas que la República Argentina, con tres siglos de existencia. Necesito dos años de seguridad, de confianza para hacerle dar a las minas en barras de plata sus frutos".
(Correspondencia de Sarmiento a Mitre en 1862)
"Una causa de todos conocida, es la falta de brazos. Hace treinta años que oigo quejarse de la falta de brazos. Y más tiempo aún que los labradores claman por leyes que persigan la vagancia, que malbarata las fuerzas activas que el país posee.
Estas leyes existen y hoy se cumplen. Y sin embargo el mal subsiste y crece en vez de disminuir.
El peón en San Juan obtiene casi siempre anticipos sobre sus salarios porque hay más demanda que oferta de trabajo.
Este mal no se cura con leyes sino invirtiendo los términos.
Hay medios de centuplicar el trabajo sin aumentar el número de brazos.
En las dilatadas campañas de los Estados Unidos, el peón labrador gana cuando menos 14 dólares mensuales. Esto es el doble de nuestro salario.
Allá, como aquí, escasean siempre los brazos no obstante introducirse 300 mil inmigrantes al año.
Pero qué sucesión de fuerza seria ésta en proporción a una agricultura que un solo año (1859) desmonta un territorio igual al de Bélgica y de Holanda enteras, además de lo ya labrado.
Lo han logrado haciendo por la educación, más inteligente al peón y aplicando la maquinaria para economizar tiempo y brazos.
El peón está sólo para mover el manubrio de la máquina.
En Estados Unidos están educando al mundo con sus propias artes y derramando por toda la tierra el fruto de sus ingeniosos inventos.
Nuestros agricultores al primer ensayo frustrado dicen que no conviene eso a nuestro país y hablan de utilizar lo nuestro.
Pero decidme: ¿qué es lo nuestro? ¿Los adobes? ¿Las tapias? El adobe lo propagaron en el mediodía de España de donde lo trajeron nuestros padres. En las ciudades hoy se utiliza el ladrillo.
¿El arado es nuestro? El arado es romano.
¿La hacha de mango recto es nuestra? Es la segur antigua.
¿La azada es nuestra? La palabra lo está diciendo, es árabe.
¿Qué es pues lo nuestro? Eso que llamamos nuestro ya fue superado.
Poseemos tierras más feraz que la de Estados Unidos. Tenemos labradores inteligentes. No nos son desconocidas las máquinas ni los instrumentos. ¿Dónde está pues la dificultad?
En la falta de artes accesorias a la labranza. Y en la ineptitud del peón por falta de desarrollo de su inteligencia".
(Discurso del 7 de septiembre de 1862, en la inauguración la Quinta Normal)
Necesito ir a las provincias. Usted sabe mi doctrina. Los candidatos están hechos de antemano. Un propulsor necesita que digan: Yo sólo vengo a prepararle el camino.
Paz pudo hacer algo. Más puedo yo ahora. Me siento más hombre pero déjese de ser mezquino. ¿Valgo yo menos que cualquiera de los torpez que mandan un regimiento de caballería? Entiendo esta arma y usted sabe que tengo valor como cualquiera. ¿Por qué no me da el mando de alguno de los regimientos de línea que ha quedado vacante después de tanta vergüenza?.
No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos. Recuerdo el incidente que nos puso en desacuerdo en Valparaiso, la primera vez que nos vimos y compare los sucesos en su obstinanción ilógica.
La época grandiosa que atravesamos yo no me quedaré maestro de escuelas, pegado a un empleo ni periodista. Me debo algo más.
Sin su cooperación iré a San Juan a pagar a mi pueblo el tributo de mi pobre servicio. Ese será el fin y el plan ostensible.
(Carta de Sarmiento a Mitre del 20 de septiembre de 1861 aconsejándole la intransigencia absoluta ante Urquiza y los grupos federales después de Pavón)
Esta nota fue escrita por Juan Carlos Bataller
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